Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile/1836/Sesión de la Cámara de Senadores, en 3 de octubre de 1836
CÁMARA DE SENADORES SESION 1.ª ESTRAORDINARIA, EN 3 DE OCTUBRE DE 1836 PRESIDENCIA DE DON GABRIEL JOSÉ DE TOCORNAL SUMARIO. —Nómina de los asistentes. —Cuenta. —Convocatoria del Congreso a sesiones estraordinarias. —Guerra con el Perú. —Acta. —Anexos. CUENTA[editar]Se da cuenta:
ACUERDO[editar]Se acuerda: Que las Comisiones de Gobierno i de Guerra informen sobre la autorizacion que el Gobierno pide para declarar la guerra al Perú. (V. sesion del 3.) ACTA[editar]Sesion primera estraordinaria del 3 de octubre de 1836
Se abrió con asistencia de los señores Tocornal, Alcalde, Barros, Benavente, Echéverz, Eyzaguirre, Ortúzar, Ovalle, Portales i Meneses. Se leyó la convocatoria a las presentes Cámaras estraordinarias; se mandó archivar i contestar. Se dió cuenta de un Mensaje de S.E. el Presidente de la República, en que pide autorizacion para hacer la guerra al actual Gobierno del Perú, si, despues de tentados los medios pacíficos, no se obtienen las reparaciones que Chile puede exijir por los agravios que ha sufrido i las garantías que afiancen, en lo sucesivo, la paz de un modo estable. Se mandó pasar a las Comisiones de Gobierno i Guerra unidas, i se levantó la sesion. —Tocornal, Presidente. Núm. 249[editar]▼Conciudadanos del ▼Senado: Ha espirado el término porque se prorrogaron las sesiones ordinarias del período lejislativo, sin que, apesar de vuestras asiduas tareas, hayan quedado satisfechos vuestros deseos i los del Gobierno por el término de ciertos males que se advierten en la administracion de justicia, i que parece quedarán remediados con la sancion de los proyectos de lei que tuve el honor de someteros con este objeto. Es tal la gravedad de los daños que provienen del modo vicioso de proceder en ciertos juicios, que no es posible esperar al período de vuestras sesiones ordinarias en el año siguiente para remediarlos. A fin de que os ocupéis en este importante negocio i en otros de no menor interes i urjencia, que os someteré oportunamente, he resuelto, de acuerdo con el ▼Consejo de Estado, convocar al ▼Congreso a sesiones estraordinarias para el dia 3 del actual. —Santiago, Octubre 1.° de 1836. —▼Joaquin Prieto. —▼Diego Portales. Núm. 250[editar]▼Conciudadanos del ▼Senado i de la Cámara de ▼Diputados: La conducta que creo justa i necesaria en la cuestion pendiente con el Gobierno del Perú, está trazada de antemano por los antecedentes de que os hayais en posesion. La complicidad de los empleados peruanos en la expedicion dirijida contra las costas de Chile, hizo a la potestad suprema responsable de tan criminal atentado; i las disposiciones de que se hallaba animada esta misma no pueden seros dudosas si teneis presente la indiferencia con que el Gobierno peruano ha visto la salida de sus buques, cuando su destino no era ya un misterio para persona alguna; la inaccion absoluta con que ha aguardado los resultados de esta expedicion, que pudo detener en sus puertos o hacer retroceder fácilmente; i en fin, la impunidad de los cómplices oficiales i de algunos de los principales autores de esta odiosa trama, residentes en Lima i designados allí por la voz pública. La providencia de aprehender los buques del Estado peruano, surtos en el Callao, fué una consecuencia tan natural como oportuna i justa de estos antecedentes. Habíamos visto emplear una parte de la Escuadra peruana en un atentado que tenía por objeto destrozar e incendiar nuestra Patria. No era prudente aguardar que se diese igual destino al resto de ella, como todo debía hacerlo temer, si la expedicion revolucionaria hubiese tenido mejor suceso. Los sentimientos hostiles de la Administracion peruana no eran ya materia de conjeturas. Se nos debían satisfacciones i seguridades. En estas circunstancias, la captura de sus buques de guerra, por vía de prenda, para restituirlos cuando se nos hubiese hecho justicia, era una medida enteramente conforme a los principios del derecho público. Debo añadir que se tomaron todas las precauciones posibles para que, a este uso necesario de la fuerza, no acompañase ninguno de aquellos accidentes lamentables que no siempre pueden evitarse, i que apesar de nuestras intenciones hubieran podido darle un colorido hostil, que hiciese mas difícil la avenencia entre los dos Gobiernos. Bajo este respecto la conducta de don ▼Victorino Garrido no ha dejado que desear. En el desempeño de ella, el celo i espíritu de este individuo i de los que iban a sus órdenes, los han hecho acreedores a la aprobacion del Gobierno i al reconocimiento de la Patria. Un incidente del carácter mas grave, un ultraje público, perpetrado por órden de la primera autoridad, en la persona del Encargado de Negocios don Ventura Lavalle, ha sobrevenido desgraciadamente para poner el colmo a las ofensas anteriores, i hacer mas urjente i mas costosa la reparacion. Las inmunidades del representante de Chile han sido holladas. Me abstengo de calificar un hecho, cuya simple narracion, cual aparece en el documento que os acompaño [1], ha exitado la mas viva indignacion en todos los pechos chilenos. Deseo hablar el lenguaje de la paz; deseo creer que el insulto fué cometido en un momento de involuntario estravío; i me sería sumamente grato que el Gobierno peruano, dando lugar a consejos mas cuerdos, tuviese la magnanimidad de anticipar la satisfaccion a la queja. Ha llegado ya el caso de hacer oír nuestras justas reclamaciones. Las haremos en el tono firme pero decoroso, que conviene a la justicia. Si el Gobierno peruano se aviene a darnos garantías de paz i las debidas reparaciones, nos apresuraremos a soldar los vínculos fraternales entre las dos Repúblicas, como lo exije nuestro propio interes i nos lo prescribe la causa comun de la América. Si, por el contrario, se rechazan nuestras justas demandas, no nos queda otra alternativa que correr a las armas, ménos para vengar ultrajes que para asentar sobre bases sólidas la futura seguridad del Estado. Todo pende, pues, de la decision del Gobierno peruano. Pero, como entre el momento en que este rehusase satisfacernos i el de una declaracion solemne de guerra, pudiera mediar un intervalo considerable que mejoraría, sin duda, la posicion del enemigo; ocurro a vosotros, con acuerdo del ▼Consejo de Estado, para que, en caso de no obtenerse reparaciones adecuadas i condiciones que afiancen la Independencia de ▼esta República, me autoricéis a dar principio a las hostilidades. Sé que, pidiéndoos esta autorizacion, tomo sobre mí una grave responsabilidad, pero la conviccion de lo que aventurarían los mas caros intereses de Chile, si se desperdiciase un tiempo precioso en el estado actual de incertidumbre, que alarma, que tiene casi todos los inconvenientes de la guerra i ninguna de sus ventajas, me obliga a proponeros este medio; i creo que el conocimiento que ya os he dado de las disposiciones pacíficas del Gobierno, os asegura que, en el desempeño de tan alta confianza, se consultarán las reglas de la prudencia i no se procederá a un rompimiento, sino cuando esté colmada la medida de los sacrificios que debemos hacer a la paz. Santiago, 3 de Octubre de 1836. —▼Joaquin Prieto. —▼Diego Portales. Núm. 251 [2][editar]▼El ciudadano Luis José Orbegoso, etc., Considerando: I. Que el tratado de amistad, comercio i navegacion entre esta República i la de Chile, celebrado en 28 de Enero de 1835, debió ratificarse por este Gobierno en el término de ciento ochenta dias; II. Que el espresado convenio no fué presentado a la satisfaccion de la autoridad nacional en el territorio indicado; III. Que la ratificacion hecha por el sedicioso Felipe Santiago Salaverry es nula i de ningun valor, segun el artículo 173 de la Constitucion; IV. Que el Gobierno, por decreto de 14 de Enero último, en uso de facultades estraordinarias, declaró subsistentes dichos tratados por el término de cuatro meses, sin que empezaran a correr desde el 16 del citado mes, con el doble objeto de no perjudicar a los especuladores i dar tiempo para iniciar otro convenio; V. Que ha espirado el dia de hoi el término de cuatro meses sin que se haya promovido nueva estipulacion, He venido en declarar i ▼declaro: «Artículo único. —Queda sin efecto desde el dia de hoi el tratado de amistad, comercio i navegacion celebrado entre esta República i la de Chile, firmado en la ciudad de Santiago a 20 de Enero de 1835.» El ▼Ministro de Estado del Departamento de Gobierno i Relaciones Esteriores queda encargado de la ejecucion de este decreto, i de mandarlo imprimir, publicar i circular. Dado en el Palacio del Supremo Gobierno en Lima a 16 de Mayo de 1836, 17.º de la Independencia i 15.º de la República. —Luis José Orbegoso. —P.O. de S.E., Mariano de Sierra. Núm. 252[editar]▼Informe presentado al Excmo. señor ▼Presidente de la República por el ▼Ministerio de Hacienda sobre las bases del tratado de amistad, comercio i navegacion entre el Perú i Chile, firmado el 20 de Enero de 1835, i sobre lo que demanda la proteccion de los intereses nacionales. Excmo. Señor:
La cuestion no podía resolverse de otra manera por V.E., i así parece haberlo estimado el Gobierno mismo de Chile, cuando reconoció por el órgano del Ministerio de Relaciones Esteriores: «que a V.E., por la dignidad misma de su posicion, no le era dado mirar como válida la ratificacion del tratado por el Jeneral Salaverry; pues que era nula de derecho la intervencion de una autoridad que V.E. no podía ménos de calificar de ilejítima.» Mas, en el acto mismo de cumplir V.E. con sus deberes como Supremo Majistrado constitucional del Perú, dió una prueba inequívoca de su deseo de conservar la mejor armonía posible con el Gobierno de un pueblo hermano, i de atender a los intereses de la nacion, dejando abierto el campo, mediante la prórroga hecha, para el ajuste de un convenio sobre bases de la mas completa reciprocidad i de mútua conveniencia. El término de la prórroga concedida con aquella mira fenece el dia de hoi sin que, por una fatalidad lamentable, se haya realizado el deseo de V.E. En semejante estado de cosas, ha debido prever V.E. todos los casos posibles; i se ha servido mandar que por el ▼Ministerio de Hacienda se le informe si serán o nó admisibles i ventajosas al Perú las bases del tratado en cuestion en el evento de iniciarse un convenio como también que sele ▼propongan medidas calculadas para protejer en justicia los intereses nacionales.
Núm. 253[editar]▼El ciudadano Luis José Orbegoso, etc., Considerando El informe presentado en esta fecha por el ▼Ministerio de Hacienda sobre el tratado de amistad, comercio i navegacion, firmado entre el Perú i Chile en 20 de Enero de 1835 i sobre lo que demanda la proteccion de los intereses nacionales; He venido en decretar i ▼decreto: «Artículo primero. Desde el dia de mañana todo lo relativo a navegacion i comercio propios de Chile en los puertos i aduanas del Estado, con excepcion de los trigos i harinas, se establecerá al pié en que se hallaba ántes del 20 de Enero de 1835, cesando las franquicias, rebajas de derechos i todas las demas ventajas i exenciones concedidas a los buques de bandera chilena privilejiados por el tratado predicho, i tambien las otorgadas a los efectos, manufacturas i productos de Chile o procedentes de aquel pais, privilejiados por el mismo tratado, que entraren desde el dia precitado en los puertos del Estado, bien sea en buque peruano o chileno. «Art. 2.º Los trigos i las harinas de Chile que entraren desde mañana en los puertos del Estado, pagarán el siguiente derecho de introduccion; a saber: dos pesos la fanega de trigo i cinco pesos tres dos tercios reales el saco de harina. «Art. 3.º A los introductores de trigos i harinas que llegaren a los puertos del Estado desde el dia de mañana, se les exijirá en la aduana respectiva, ademas de los correspondientes derechos de importacion, una fianza a satisfaccion del jefe de la oficina, por la cual se obliguen a pagar en los casos previstos en el artículo 11 del informe del Ministerio de Hacienda, una cantidad dupla de la que hubiera adeudado o pagado por los respectivos derechos arriba espresados. «Art. 4.º Los efectos, productos i manufacturas de Chile, como los de todos los otros Estados hispano-americanos, que llegaren desde el dia de mañana en adelante a los puertos del Estado, pagarán los derechos de importacion que causaren, en los mismos plazos i términos que se practica con los frutos, productos i manufacturas de las demas naciones que comercian con el Perú. «Art. 5.º Lo dispuesto en los artículos 1.°, 2.º i 4.º rejirá hasta que se espida un nuevo reglamento de comercio, o hasta que se haga un ajuste con la República de Chile, debiendo, en caso de efectuarse alguna variacion a lo mandado en este decreto, darse con suficiente anticipacion el aviso necesario, para que no se siga detrimento a aquellos a quienes pudiese afectar la variacion. «Art. 6.º Lo prevenido en el artículo 3.º continuará en toda su fuerza i vigor hasta nueva órden del Gobierno, la que se espedirá oportunamente. El ▼Ministro de Estado en el Departamento de Hacienda queda encargado del cumplimiento de este decreto.» Dado en el Palacio del ▼Supremo Gobierno en Lima a 16 de Mayo de 1836, 17º de la Independencia i 15º de la República. —Luis José Orbegoso —P.O. de S.E. —Juan García del Rio. Núm. 254[editar]▼Insertando lo que se ha publicado recientemente en Lima, con autoridad del Gobierno peruano, acerca del tratado entre las dos Repúblicas, ajustado con plenos poderes e instrucciones del Jeneral Orbegoso i ratificado por el Jeneral Salaverry, hemos querido poner a la vista del público chileno todos los antecedentes que puedan ilustrar su juicio i hacerle capaz de apreciar la conducta de uno i otro Gobierno. Es ajeno de nuestro propósito discutir las máximas políticas i económicas del señor ▼Ministro de Hacienda peruano. Lo que no creemos que se nos dispute por los ajentes de aquella Administracion, es que las reglas a que desean ahora sujetar el comercio de los dos paises, difieren mucho de las que el ▼Ministro Plenipotenciario don Santiago Tábara propuso a este Gobierno a nombre del suyo, o bajo cuya influencia se negoció i concluyó el tratado; observacion importante para que se mire bajo su verdadero punto de vista la conducta de la Administracion peruana. El señor García del Rio, Ministro de Hacienda, ha apurado su elocuencia para pintarnos la declaracion de nulidad del tratado como una medida de imprescindible necesidad, en que se interesaba la dignidad del Gobierno i el honor nacional. Pero se confunden con estudios dos cosas absolutamente distintas: el tratado ajustado i concluido con poderes e instrucciones del Jeneral Orbegoso i la ratificacion del Jeneral Salaverry. Sea nula enhorabuena la ratificacion. El Gobierno de Chile reconoció francamente desde el principio que el Jeneral Orbegoso, «obrando en el ínteres de su causa i consultando la dignidad de su posicion, no podía mirar como válida la ratificacion del Jeneral Salaverry.» ¿Para qué insistir tanto en lo que nadie disputa? Es nula de derecho la ratificacion i el tratado carece de una formalidad esencial. Mas, ¿por ventura no admitía ningun remedio este defecto? ¿La mano ilejítima del Jefe Supremo, Salaverry, pudo acaso contajiar de nulidad unos actos en que él no intervino, i que aun precedieron a su ▼existencia.? «Era imposible aprobar el tratado (dice el señor Ministro peruano), porque en todos los anales de la diplomacia no se encontrará un ejemplar de que ninguno se haya ratificado fuera del término prefijado, como que, en verdad, en caso de serlo envolvería por el mismo hecho un principio de nulidad.» Efectivamente, no hai ejemplar alguno de ratificaciones que no hayan sido otorgadas dentro de algun plazo convenido al efecto entre los contratantes. Pero hemos visto ejemplares i modernísimos de prefijarse, por un convenio especial de los contratantes, un nuevo plazo para la ratificacion, cuando por algun accidente ha espirado el primero. En el corto número de tratados que las nuevas Repúblicas americanas han ajustado con las otras potencias, ha ocurrido varias veces este caso; i a ninguna de ellas le ha venido a las mientes que una vez espirado el plazo prefinido para la ratificacion, fuese necesario consignar al olvido lo obrado i proceder a un nuevo convenio sobre bases del todo diversas. Desearíamos, pues, por el honor del Perú, que no volviese a alegarse en esta controversia, como obstáculo insuperable, la falta de una mera formalidad, facilísima de llenar, porque semejante alegacion pudiera parecer a los ojos de la jente sensata un nuevo pretesto para disfrazar la inconsecuencia de conducta i la versatilidad de principios. Dígase injénuamente que el Perú no reconoce lo hecho i estipulado a su nombre por su lejítimo ▼Ministro Plenipotenciario; hable el Gobierno peruano un lenguaje sincero i franco; i nos encontrará tan dispuestos a respetar hasta las fluctuaciones de su juicio, en lo tocante a la direccion de sus intereses propios, como resignados a que, cancelada no solo la ratificacion sino el pacto, vuelvan las cosas al punto en que se hallaban ántes del 20 de Enero de 1835. Tanto en el informe del señor Ministro peruano como en el artículo editorial del redactor, se discurre sobre el principio tácito de que un pacto no ratificado no vale absolutamente nada, i de que miéntras un Gobierno no ha sancionado formalmente lo que se ha estipulado a su nombre por su lejítimo mandatario, se halla en libertad absoluta para darle o nó su sancion. Es verdad que, según la práctica moderna, los tratados no dan derechos perfectos si no han sido ratificados. Pero tambien es cierto que, «para rehusar honrosamente la ratificacion de lo que se ha pactado en virtud de plenos poderes, (son palabras de Vattel) es preciso que el Soberano tenga fuertes i sólidas razones i que haga ver en particular que su Ministro se ha separado de sus instrucciones.» Sobre esta materia no encontramos la mas lijera indicacion ni en el informe del señor García del Rio, ni en el artículo del redactor. Creemos haber demostrado que la cuestion no es sobre si debe o nó tener valor la ratificacion del Jeneral Salaverry, sino sobre si debe o nó ratificarse un pacto hecho a nombre i con plenos poderes e instrucciones del Jeneral Orbegoso. El Perú ha manifestado que no es su voluntad hacerlo. Falta ver cual es la conducta que, a consecuencia de esta esplícita i solemne manifestacion, nos ha sido posible o conveniente adoptar. Por el decreto del Jeneral Orbegoso, se tomó definitivamente la resolucion de declarar inválido el tratado, prorrogando, sin embargo, su observancia por el término de cuatro meses, a beneficio del comercio. En el informe ministerial se dice que «mediante esta prórroga se dejaba abierto el campo para el ajuste de un convenio hecho sobre las bases de la mas completa reciprocidad i de nuestra conveniencia,» i que la prórroga había fenecido «sin que, por una fatalidad lamentable, se hubiese realizado el deseo de S.E.» (el Jeneral Orbegoso). Cualquiera, al leer estas cláusulas, creerá que la Administracion peruana ha dado a conocer de algun modo sus deseos de que se realizase otro convenio, i que el Gobierno de Chile no ha querido corresponder, por su parte, a esta benévola invitacion. Pues, sepan nuestros lectores que, existiendo en Lima un ajente chileno o en Santiago un Ministro peruano, ni por uno ni por otro conducto se han dado al Gobierno de Chile espiraciones algunas, como parecía natural i aun necesario al tomar una medida que concernía directamente a los intereses comerciales de esta República. El Jeneral Orbegoso rasga un pacto celebrado por su propio Plenipotenciario i el de Chile, i lo rasga sin dignarse dirijir una sola palabra al Gobierno de Chile, si no es el seco i desnudo aviso de haberlo rasgado, i de serlo esta sin resolucion definitiva. El señor Riva-Agüero, en oficio de 24 de Febrero, trasmite al Gobierno copia de un oficio del señor Ministro de Relaciones Esteriores del Perú, en que se le incluye copia de dicho decreto, i se le dice simplemente que, imparta esta noticia al Gobierno de Chile. ¿Se ha usado jamas este jénero de cortesía en la correspondencia entre dos Estados, que hayan tenido abiertas las comunicaciones diplomáticas? ¿Puede verse en este procedimiento el menor deseo, no ya de ajustar convenciones de comercio, pero ni aun de cultivar relaciones pacíficas? Trascurren cuatro meses en este estado de misteriosa reserva, i cumplida la prórroga, llega el caso de dictarse las reglas a que debía sujetarse de allí adelante el comercio de Chile en los puertos peruanos. Estábamos prevenido para ver revivir el órden de cosas anterior al año de 1835; pero ¿quién pudo prever un procedimiento tan irregular i estraño, como el que nuestros lectores habrán visto con asombro en el decreto de 16 de Mayo? Ya que el Jeneral Orbegoso quiere que los azúcares peruanos gocen de un privilejio en nuestros puertos ¿no era el primer paso para obtenerlo manifestar sus deseos al Gobierno de Chile? ¿Indicar los términos que estaba dispuesto ▼a concedernos en cambio? ¿Esplorar nuestra opinion? ¿Oírnos? El Jeneral Orbegoso ha preferido adoptar en sus relaciones con este pais un método mas sencillo i espedito. Prescribe los derechos que deben cobrarse a los trigos chilenos en el Perú, i a los azúcares peruanos en Chile; i establece las penas en que incurriremos si no adherimos al nuevo sistema a que, sin consulta nuestra, ha querido someter el comercio entre las dos Repúblicas. Exije el Jeneral Orbegoso que no cobremos a los azúcares peruanos mas de dos tercios de los derechos que pagan o pagaren los azúcares de la nacion mas favorecida ¿No nos será lícito poner unos i otros a la par? ¿No pudiéramos justificar esta igualdad con los principios mismos del señor ▼Ministro de Hacienda peruano, segun el cual, los favores concedidos a un Estado estranjero son siempre perjudiciales? ¿No nos quedará siquiera el recurso de conceder a los azúcares del Perú, la rebaja de un cuarto o de un quinto, respecto de los derechos que pagan o pagaren los azúcares de la nacion mas favorecida? Nó. La rebaja ha de ser precisamente de un tercio; i si tenemos la osadía de cobrar un centavo mas a los azúcares del Perú, los trigos i harinas de Chile pagarán, desde el 16 de Mayo de este año, el doble de los derechos que se les mandan exijir por el nuevo decreto. Sic volo, sic Juleo. Rejístrense los anales diplomáticos i dígase si jamas se han conducido de este modo las relaciones de dos naciones amigas, mucho ménos las de dos naciones, que, por valernos de la espresion del señor Ministro de Hacienda peruano, están ligadas entre sí por recuerdos gratos i per sinceros i estrechos vínculos de confraternidad. Dado por nulo el tratado revive el estado de cosas anterior a él. Si este ha de ser o nó definitivo depende de graves i difíciles consideraciones en que el Gobierno se ocupa actualmente, i fijada la opinion del Gobierno, le resta proponer a las Cámaras el nuevo arreglo que le parezca mas conveniente al pais. No es necesario asegurar a nuestros lectores que, en el exámen de la cuestion, no tendrán cabida los sentimientos de irritacion a que pudieran naturalmente dar motivo la desdeñosa reserva i el tono dictatorial de la Administracion peruana con esta República. El bien duradero del pais, que es inseparable del bien comun de ámbas partes, será el norte de las deliberaciones del Gobierno. Pero no debemos disimular que un decreto, que puede derogarse con la misma facilidad con que se espidió, i que aun sin derogarse pudiera ser barrenado como otros decretos peruanos con excepciones i privilejios particulares, es una base demasiado insubsistente i precaria para que pueda establecerse sobre ella un arreglo durable; que aun los tratados no están a cubierto de este peligro; i que el Perú se halla en una época de transicion que no es la mas propicia para entablar con él nuevas negociaciones i celebrar nuevos pactos. |