Si quise, si adoré, ¡qué error terrible!
Apariencia
- Soneto XCI
Si quise, si adoré, ¡qué error terrible!, hermosura mortal, ¿cómo ignoraba la tuya celestial, pues me enseñaba lo invisible, Señor, por lo visible? Tu gloria, eterno Dios, incorruptible, cuando ídolos humanos fabricaba, como gentil y bárbaro trocaba en imagen del hombre corruptible. ¡Ay, Dios, y cuán escuro que tenía entonces mi turbado entendimiento, sin ver la luz en la mitad del día! ¿Qué excusa te dará mi entendimiento? Pero con tu piedad la más tardía halla en tu pecho dulce acogimiento.