Sirvió Jacob los siete largos años,
breves, si el fin cual la aspereza fuera;
a Lía goza y a Raquel espera
otros siete después, llorando engaños.
Así guardan palabra los extraños,
pero en efecto vive, y considera
que la podrá gozar antes que muera,
y que tuvieron término sus daños.
Triste de mí, sin límite que mida
lo que un engaño al sufrimiento cuesta,
y sin remedio que el agravio pida.
¡Ay de aquel alma a padecer dispuesta,
que espera su Raquel en la otra vida,
y tiene a Lía para siempre en esta!