Situación inalterable del justo
Apariencia
Al ambicioso aterran los cuidados de ser entre los hombres el primero. Al avaro la sed del vil dinero, cercado de temor por todos lados. Al jugador la suerte de los dados, de los dañosos naipes y el tablero. Al soberbio le ahoga su ardor fiero. Al lascivo deseos no arreglados. A éstos destruye la voraz conciencia, poniendo los delitos por delante, y dándoles pesar con su presencia. Mas el justo, sereno su semblante, sabe la grande indubitable ciencia de no temer a nadie ni un instante.