Soneto otoñal

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Nota: Poema número 64 de Las flores del mal (edición de 1861).

Ellos me dicen, tus ojos, claros como el cristal:
"Para ti, caprichoso amante, ¿Cuál es, pues, mi mérito?"
—¡Eres encantador, y callas! Mi corazón, que todo irrita,
Excepto el candor del antiguo animal,

No quiere mostrarte su secreto infernal,
Mecedora cuya mano a largos sueños me invita,
Ni su negra leyenda con el fuego escrita.
¡Yo odio la pasión y el espíritu me hace mal!

Amémonos dulcemente. El amor en su guarida,
Tenebroso, emboscado, tiende su arco fatal.
Yo conozco los artilugios de su viejo arsenal:

¡Crimen, horror y locura! — ¡Oh, pálida margarita!
Como yo, ¿no eres tú un sol otoñal,
Oh, mi blanquísima, oh, mi frigidísima Margarita?