Su modo de vivir en la vejez
Apariencia
Deseáis, señor Sarmiento, saber en estos mis años, sujetos a tantos daños, cómo me porto y sustento. Yo os lo diré en brevedad, porque la historia es bien breve, y el daros gusto se os debe con toda puntualidad. Salido el sol por oriente de rayos acompañado, me dan un huevo pasado por agua, blando y caliente. Con dos tragos del que suelo llamar yo néctar divino, y a quién otros llaman vino porque nos vino del cielo. Cuando el luminoso vaso toca en la meridional, distando por un igual del Oriente y del ocaso, me dan asada y cocida una gruesa y gentil ave, con tres veces del süave licor que alarga la vida. Después que cayendo, viene a dar en el mar Hesperio, desamparado el imperio que en este horizonte tiene; me suelen dar a comer tostadas en vino mulso, que el enflaquecido pulso restituyen a su ser. Luego me cierran la puerta, yo me entrego al dulce sueño, dormido soy de otro dueño; no sé de mi nueva cierta. Hasta que, habiendo sol nuevo me cuentan cómo he dormido: y así de nuevo les pido que me den néctar y huevo. Ser vieja la casa es esto: veo que se va cayendo, voile puntales poniendo porque no caiga tan presto. Más todo es vano artificio; presto me dicen mis males que han de faltar los puntales y allanarse el edificio.