Surcando Anarda sus luces
Surcando Anarda sus luces,
La mano entonces parece
En brillantes ondas de oro
Pequeño bajel de nieve.
Peine de marfil aplica,
Mas dudará quien la viere,
Si se peina los cabellos
Con la mano, o con el peine.
¿Quién puede temer borrascas?
En ondas de oro, ¿quién puede?
Pues turbias se temen nunca,
Lucidas se logran siempre.
Si entre las flores hermosas
Se hallan sierpes, bien se infiere
Que es su rostro hermosas flores
Sus cabellos rubias sierpes.
El Sol, y el Alba aquel día
Sin ser mañana aparecen,
Sol el cabello se esparce,
Alba la mano se ofrece.
Es tan luciente en sus rayos
El cabello, que bien puede,
Si faltare el Sol al día,
Ser sustituto luciente.
Desatado por el cuello
Contrarios efectos tiene,
Pues cuando más suelto al aire,
Entonces más almas prende.
Dije en fin que Amor echaba,
Para que las almas pesque,
En dulce mar de jazmines
Dorados hilos de redes.