Thirsi pastor

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Poesías de Francisco de Figueroa
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

ÉGLOGA PASTORAL.


Thirsi, Pastor del mas famoso rio,
Que dá tributo al Tajo, en la ribera
Del glorioso Sebeto á Daphne amaba
Con ardor tal, que fue mil veces visto
Tendido en tierra en doloroso llanto
Pasar la noche, y al nacer del dia
Como suelen tornar otros del sueño
Al exercicio usado, asi del llanto
Tornar al llanto, y de una en otra pena
Rompiendo el ayre en semejantes voces.
Fiero dolor, que del profundo pecho
De este tu propio antiguo usado nido
De encendidos Suspiros y de llanto
Vivo, tan abundante y larga vena
Sacas, y fuera envías por tus ministros
Los ojos tristes, y la amarga boca,
Que á entrambos el debido oficio impides,
Afloja un poco, ¡ó dolor fiero! afloja,
Fiero dolor, un poco: y de las lágrimas,
Que en mis ojos cuajadas hacen turbia
Mi débil vista, alguna parte enjuga;
Porque con este hierro, que algun dia
Ha de dar fin á mi cansada vida,
En este tronco escriba mis querellas;
Do por ventura la engañosa Daphne
Tornando de la caza calurosa,
O sedienta, á buscar ó sombra ó agua,
Vuelva acaso los ojos y los lea.
O si esto no, serán piadoso exemplo
A amorosos pastores: mas en vano
Te pido luz: que mal podrá escribirlas
La flaca mano; ántes alarga el freno,
Dexa libre salir esta corriente
De llanto: y ciega á tu placer mis ojos,
Los espesos suspiros templa un poco:
Porque puedan salir á vueltas de ellos
Mis roncas voces: Daphne, ingrata Daphne,
Que miéntras vas con el sol nuevo alegre
Del espacioso mar las bravas ondas,
Que crecen de mis lágrimas, mirando;
O en jardín deleitoso, al manso viento
De cuidados de amor libre paseas;
O en apartado valle en árbol verde
Por ventura de amor pensosa escribes:
Miéntras do quier que vas, das con los ojos
Lumbre, reposo, yerbas, flores, hojas:
Tu Thirsi, ¡ay Dios! tu Thirsi un tiempo yace
Solo con su dolor entre esta selva,
Encerrado en sus tristes pensamientos:
Que ya ni verde prado, ó sombra fresca
Ni olor suave de diversas flores,
Ni dulce murmurar de clara fuente,
Ni otra cosa otro tiempo dulce y cara
Le es dulce, ó cara, sino el llanto solo;
Con éste riega en torno el bosque, y corren
Por estos valles de él mil turbios ríos.
¡Quántos Pastores, quántas Pastorcicas
Amorosas, oyendo mis gemidos,
Han llorado conmigo, consolándome,
Sin saber de mi mal la dura causa!
¿Qué me dixo una vez la blanca Alcea
Movida á compasion? ¿Qué dixo Clori?
La rubia Clori, amor de mil Pastores:
Que estando yo cantando, ella vencida
Del amor que me tiene, entra estas ramas
Escondida, tu nombre oyó en mis versos.
¿Ay amargas palabras, quán impresas
Os tiene dentro el corazon, ó Thirsi,
De tus riberas no pequeña gloria,
Quál estrella cruel, quál fiera saña
Te mueve contra tí? ¿Tú mismo buscas
Tu presto fin en tus mas tiernos años,
¿Quién te fuerza á pasar tan triste vida
Apartado de aquel sabroso tiempo,
Dónde con honra tanta en tantas pruebas
Sobre qualquier Pastor glorioso andabas?
¿No te ví Thirsi yo? Ah, que bien debo
Acordarme del día, en las solemnes
Bodas de Alcipe, estar qual prado en Mayo
De guirnaldas ganadas en mil pruebas
Cercado al derredor, ufano y ledo.
¿Qué tienes ya de aquel? de aquel que pudo
A mí misma robarme? ¿A dónde es ida
Tu gracia? ¿á dónde la color del rostro?
¿A dónde está la fuerza de tus ojos
Amorosos ó ayrados? ¿Quién te tiene
Parado tal? que si tu imágen viva
Desde aquel, para mí cuitado dia,
Dentro el pecho esculpida no estuviéra,
Te conociéra apénas. Mira, ó Thirsi,
Que aun á mí tu dolor me desfigura:
¿Y tú cruel, el justo amor debido
A tu Clori, tan mal en Daphne empleas?
Mas así va: son estos los misterios
De la Diosa cruel Reyna de Cipro,
Que desiguales ánimas y formas
Se deleyta enlazar con crudo juego.
Alcipe ama á Damon: Damon á Clori:
Arde Clori por Thirsi, y Thirsi ingrato
Por Daphne: Daphne está entregada á Glauco:
En Glauco no hay amor. Apénas pude
Escuchar hasta aquí, que ayrado en vista,
Y muy mas dentro el corazon, le dixe:
Huye delante mí, malvada Clori,
No me fatigues mas con falsas nuevas.
Ella se fue; mas levantó primero
Los ojos lagrimosos ácia el Cielo:
Y no sé si pidió de mí venganza:
Pero bien se la doy: desde aquella hora
He estado sin moverme aquí tendido
Conmigo imaginando, cómo sea
Que por amar á Glauco á Tirsi olvides.
De secreta virtud pequeña yerba
No nace, ó planta en este monte ó valle,
De quien no tenga yo cierta noticia,
Y la sepa apropiar á sus efectos.
¿Quándo nació jamás por aquí entorno
Contienda pastoril, que yo no fuese
Elegido juez por ambas partes?
¿Quándo en fiesta quedé sin algun premio?
Testigos son esta zampona y vaso,
Y ese collar, que cuelga de tus pechos.
Pues si versos se precian, ya te diéron
Otro tiempo loor mis dulces versos:
Y si envueltos en lágrimas no fuéran,
Te pudiéran dar nombre y gloria eterna.
Mil ovejas, que van presas del lobo
Por estos bosques, y solian ser mías,
¿No te diéron un tiempo de sus partos?
¿No te diéron mis versos fruta y flores?
¿Por qué me ha de vencer pastor ageno,
Y si no vil, que yo ménos famoso?
En ánimo gentii bien poco debe
Poder caduca flor de hermosura:
¿En qué me pasa Glauco? Mas tú eres
La causa, que á él la das, y á mí la quitas:
Que si suerte trocásemos, sería
Por ventura al revés. ¡Ah Daphne ingrata!
¡Ah Daphne desleal! perjura Daphne!
Si esto es verdad, cruel Daphne, ¿qué hago?
¿A qué quiero esperar, que venga á pasos
Perezosos la muerte? aunque está cerca,
Yo quiero apresurarla. En esto prueba
A levantarse, pero no sostienen
Los pies débiles carga tan pesada:
Torna á caer, y con dolor de verse
Estorvar el morir, corre á la muerte,
Perdiendo los espíritus vitales.
Mas presto torna, á su pesar, la vida:
Y torna juntamente el llanto amargo.