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Tratado de la pintura/CXXI

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


§ CXXI.

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De la mezcla de los colores.
Aunque la mezcla de los colores se extiende hasta el infinito, no obstante diré algo sobre el asunto. Poniendo primero en la paleta algunos colores simples, se mezclarán uno con otro: luego dos á dos, tres á tres, y asi hasta concluir el número de ellos [1]. Después se volverá á mezclar los colores dos con dos, tres con tres, cuatro con cuatro hasta acabar; y últimamente á cada dos colores simples se les mezclarán tres, y luego otros tres, luego seis, siguiendo la mezcla en todas las proporciones. Llamo colores simples á aquellos que no son compuestos, ni se pueden componer con la mixtion del negro y blanco, bien que estos no se cuentan en el número de los colores; porque el uno es oscuridad, el otro luz, esto es, el uno privación de luz, y el otro generativo de ella; pero no obstante yo siempre
  1. Hasta aquí parece que habla Vinci de los colores primitivos ó generativos solamente.
cuento con ellos, porque son los principales para la Pintura, la cual se compone de sombras y luces, que es lo que se llama claro y oscuro. Después del negro y el blanco sigue el azul y el amarillo; luego el verde, el leonado (ó sea ocre oscuro), y finalmente el morado y rojo. Estos son los ocho colores que hay en la naturaleza, con los cuales empiezo á hacer mis tintas ó mezclas. Primeramente mezclaré el negro con el blanco, luego el negro con el amarillo y después con el rojo; luego el amarillo con el negro y encarnado, y porque aqui me falta el papel (dice el autor) omito esta distinción para hacerla con toda prolijidad en la obra que daré á luz, que será de grande utilidad y aun muy necesaria; y esta descripción se pondrá entre la teórica y la práctica (7).