Tu nombre
No se engañó el alma mía,
ni al decírtelo mentí
que tu nombre es para mí
nota de dulce armonía;
música suave que encanta
y que sorprende mi oído,
como el melodioso ruido
del ruiseñor cuando canta.
Tu hermoso nombre me suena
más dulce que los rumores
de la brisa entre las flores
soplando mansa y serena;
más que el plácido murmullo
del arroyo transparente,
más que el gemir de la fuente
de las auras el arrullo;
más que el trino encantador
del ave que en la enramada
saluda de la alborada
el prístino resplandor;
más que el suspiro anhelante
de la virgen pudorosa,
cuando la pasión rebosa
en su corazón amante.
Es fuente de inspiración,
señora, para tu amigo,
y así el instante bendigo
en que te alzo mi canción.
Y aunque el cielo me negó
del vate la luz divina
con que esclarece e ilumina
cuanto el hombre nunca vio;
al nombrarte siento arder
en mi interior una llama;
un fuego vivaz me inflama
que trasfigura mi ser.
Me juzgo entonces poeta
allá en mi loca ilusión,
y bulle en mi mente inquieta
del vate la inspiración.
Y por eso yo he cantado
de tu nombre los primores
con los vívidos colores
que en mi mente está grabado.
Y aquestas trovas sentidas
que me inspiran la amistad,
son un tributo en verdad
a tus virtudes cumplidas.
Pero ¡pobres!... ¿qué serán
¡ay! señora, en tu presencia?...
Mustias flores sin esencia
que su vida perderán.
Mas ¡qué bien tan soberano
si acaso te dignas leerlas!...
En tu boca serán perlas
y diamantes en tu mano.
Loja, junio 2 de 1862.