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Un crimen

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Un crimen
de Ignacio Rodríguez Galván

     - I -
Hubo un tiempo en que atónito miraba
a una joven, que ardiente idolatraba,
modelo de beldad.

"Te adoro, te idolatro", me decía;
y en su pálida frente relucía
pudor, virginidad.

Y brillaban mis ojos de contento.-
Era su hálito puro mi alimento,
mi concierto su voz;
ero su rostro, su mirar mi encanto;
era su triste y doloroso llanto
mi tormento feroz.

Como la flor en el pantano inmundo
la arrojó el cielo despiadado al mundo
entre angustia y dolor.

Y yo corrí, volé de gozo lleno,
y delirante recogí en mi seno
la ternísima flor.

"Huérfanos somos, sin ningún abrigo,
y pobres, desgraciados, sin amigo;
el cielo nos unió.
Tu serás, dulce prenda, mi consuelo,
y para mí será la tierra el cielo..."
Así la dije yo.

Y ella llorando se arrojó en mis brazos,
y en deliciosos, en estrechos lazos,
anudado me vi.
Y en su seno purísimo y constante,
como en la madre el delicado infante,
tranquilo me dormí.


     - II -
Y desperté de súbito,
y busqué enajenado
el ángel adorado
de mi ternura objeto y de mi amor.
Pero en silencio lúgubre,
y en soledad y calma
estaba todo; y mi alma
fue presa de inquietud y de dolor.

Me levanto frenético,
a mi adorada llamo;
el eco a mi reclamo
retumbando tan solo respondió.
Y triste, y melancólico,
mi consuelo buscando,
voy lento meditando
las penas en que el cielo me arrojó.


     - III -
¿Dó te escondes,
mi querida?
¿Dó mi vida,
te hallaré?
Si no vienes
al instante,
dulce amante,
moriré.
"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

De la vida
en el camino
mi destino
me arrojó;
y de duelo,
de quebranto,
y de espanto
me inundó.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

Pero dióme
para guía,
vida mía,
tu virtud;
Y trocóse mi tormento
en contento
y en salud.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

La joya eres
más hermosa,
más preciosa
que se vio
en el suelo
mexicano,
do mi mano
te cogió.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."


     - IV -
Mi pecho agitado de rudo tormento,
el canto elevaba mi lánguida voz;
y solo en respuesta notaba que el viento
espigas y ramas movía veloz.

La luna brillaba purísima y bella
en medio al espacio de claro zafir,
cual cándida, joven, modesta doncella
que mira al amante gozoso venir.

Tan solo escuchaba los lúgubres gritos
de pobre aldeano que alababa al Señor;
y mi alma oprimían los seres malditos
que asaz provocaron del cielo el furor.

En locas ideas mi mente perdida,
pregunto a mi mismo: - ¿Por qué huye de mi?
¡Maldita por siempre, maldita mi vida!.."
Y un ronco gemido feroz despedí.

Temblaban mis miembros, sudaba mi frente,
espesa tiniebla mis ojos cubrió;
y luego del seno quejido doliente,
cual de honda caverna, vibrando salió.

Mas, cielos ¡qué miro!.. ¿La vista me engaña?
¡Es ella!.. la veo.. ¡Qué dulce placer!..
Mas alguien... un hombre... ¡Gran Dios! la acompaña!
Infame, traidora, perversa mujer!

Le mira amorosa... le lleva a su seno..
-¡No más! ya la daga feroz empuñé....
y vuelo... de rabia frenética lleno
en sangre mi diestra, mi brazo empapé!...