Una traducción del Quijote: 13

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


XII.

Tres horas después, Miguel entraba en su casa.

Estaba situada ésta en la calle del Sombrerete, en el piso bajo de un mezquino edificio, y se componía de tres piezas muy reducidas y un patio pequeño, donde había una cuadra, en la cual apenas podia revolverse el caballo del jóven. Al verle entrar Damián, su antiguo y fiel criado, quedóse sorprendido observando la dolorosa agitación que revelaba su semblante.

— Damián, —dijo el jóven dejándose caer sobre una silla;— ¿mañana es jueves?

— Si, señorito.

— Dia de mercado.

— Creo que sí.

— Pues bien, mañana, irás al mercado y venderás el caballo.

— ¿Qué caballo? —preguntó el criado, no seguro de haber oido bien.

— ¿Cuál ha de ser? Rustan. ¿Tenemos otro acaso?

— ¡Vender Rustan! —exclamó Damián en el colmo del asombro.— ¿El caballo de su padre de V?...

— Si, el caballo de mi padre, —interrumpió el jóven;— la caja de oro de mi padre, el bastón de concha de mi padre; todos los objetos de algún valor.

Damián estaba mudo de sorpresa, y miraba á su jóven amo creyendo descubrir en su semblante síntomas de locura. Aun en dias de las mayores privaciones, Miguel no habia querido desprenderse de aquellas prendas amadas.

— Tengo que emprender un largo viaje, —repuso el jóven.

— ¡Usted solo, señorito?

— Ni me atrevo á proponerte que me acompañes; porque el país adonde voy es muy lejano y poco conveniente á tu edad, sobre todo no contando con más recursos que la Providencia; ni me decido á separarme de ti dejándote abandonado.

— Señorito, dijo el fiel criado; — ¿hay posibilidad de que yo acompañe á V., como siempre?

— Creo que sí.

— Este pobre viejo ¿no servirá á V. de estorbo?

— ¿Qué dices, Damián? ¿Por ventura puede estorbar un padre? Y tú hace muchos años que lo eres para mi.

— Pues entónces, si V. me lo permite, le serviré y le seguiré hasta el fin del mundo.