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Vencedor después de muerto

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Poesías religiosas, caballerescas, amatorias y orientales
Vencedor después de muerto

de Juan Arolas


Un lustro gozara el Cid
De sus lauros el honor,
Ocupando su vejez
En servir y orar a Dios:

Entonces le fueron nuevas
De la grande expedición
De treinta y seis Reyes moros
Que el Rey Búcar preparó.

Estuvo el Cid muchos días
Entendiendo en oración
Y en visitar los altares
Con muchísimo fervor:

Calenturas le postraron
Y en ellas solo tomó
Mirra con agua rosada
Y un bálsamo que por don

Le remitiera el Soldán
Cuando el bélico rumor
De sus hechos y proezas
Por Egipto se esparció.

Consolado con los gustos
De una angélica visión
Cumplió el plazo de sus días
Y en su palacio espiró.

No se hizo llanto alguno
Ni triste demostración
Porque lo ignorase el moro
Que a la ciudad cerco dio.

Guardias y velas le hacían
Como vivo a su Señor
Los caballeros cristianos
En su cámara y salón.

Pasados seis días fueron
Y cuando el alba rayó
Salieron los de Valencia
Con sus haces en unión.

Iba el cuerpo del buen Cid
Con tal arte que admiró:
Muy religado a la silla
Encima de su trotón:

Con papeles plateados
La armadura se fingió;
Iba enhiesto, ojos abiertos,
Llevaba lanza y guión.

Con la bandera del Cid
Pero Bermúdez llevó
La primer haz esforzada
Y de ella marchan en pos

Acémilas con fardaje
Y un magnífico escuadrón
De quinientos caballeros,
Todos de fama y valor:

Seguía doña Jimena
Que adolorida lloró,
Con guerreros de alto nombre
Que eran la nata y la flor.

El cuerpo del noble Cid
La postrer haz resguardó
Y a su lado iba el obispo
Como buen padre y pastor.

Por la puerta de Roceros
Salieron y cual turbión
Dieron contra la morisma
Y un gran triunfo se logró:

Pasaron luego a Castilla,
Llevando con devoción
A San Pedro de Cardeña
El cuerpo del Campeador.

Del cual se dijo esta vez
Con muchísima razón
Que venció después de muerto,
Vivo y muerto vencedor.