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Venera y Madona

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Venera y Madona
de Mihai Eminescu


Ideal perdido en la noche de un mundo antiguo,

Mundo que pensaba en cuentos y hablaba en poesías,

¡ Oh ! te puedo ver, oír, pensar, joven y dulce aviso

Desde un cielo con otras estrellas, otros paraísos, otros dioses.


Venera, mármol cálido, ojos de piedra que centellean,

Brazo lacio como el pensamiento de un emperador poeta,

Fuiste la divinización de la belleza femenina,

De la mujer, que sigo viendo hermosa hoy.


Rafael, perdido en sueños como en una noche estrellada,

Alma embriagada por rayos y por eternas primaveras,

Te vio y soñó el paraíso con jardines embalsamados,

Te vio flotando como una reina entre los ángeles del cielo.


Y creó sobre la tela vacía a la Madona divina,

Con diadema de estrellas, con sonrisa virginal,

Cara pálida entre rayos rubios, rostro de ángel, pero mujer,

Porque la mujer fue el modelo para los ángeles del cielo.


Así, yo, perdido en la noche de una vida de poesía,

Te vi, mujer vana, sin corazón, sin fuego,

E hice de ti un ángel, tierno como un día mágico,

Pensando que en mi vida vacía ríe un rayo de fortuna.


Vi tu cara pálida por una enferma embriaguez,

Tu labio cárdeno por el mordido de la corrupción,

Y eché sobre ti, cruel mujer, el velo blanco de la poesía,

Y a tu palor otorgué el rayo de la inocencia.


Te di los rayos pálidos que rodean con magia

La frente del ángel-genio, del ángel-ideal,

De un demonio hice una santa, de una carcajada, sinfonía,

De tu mirada sucia, el ojo de la aurora matinal.


¡ Pero hoy el velo cae, cruel mujer! arrebatado de mis sueños huecos,

Mi frente fue despertada por el hielo de tus labios,

Te miro ahora, demonio, y mi amor apagado y frío

¡ Me enseña observarte con desprecio !


Tu me pareces una bacante, que tomó con un engaño

Desde la frente de una virgen el mirto verde de mártir,

De una virgen que tenía un alma santa como un rezo,

Mientras el corazón de la bacante es un delirio largo y espasmódico.


Oh, como Rafael creó la Madona divina,

Con su diadema de estrellas, con su sonrisa tierna, virginal,

Así yo hice deidad a una mujer pálida,

¡ Con corazón vacío, frío y con alma de veneno !


¿ Lloras, niña ? ¿ Con una mirada húmeda y suplicante

Puedes de nuevo aplastar mi corazón rebelde ?

A tus pies yo caigo, miro en tus ojos negros como la profundidad del mar,

Y besando tus manos te pregunto si me puedes perdonar.


¡ Limpia tus ojos, no llores más !... Fue cruel mi acusación,

Fue cruel e injusta, sin motivo, sin sostén.

¡ Alma ! Si fueras hasta demonio, eres santa por amor,

Y yo quiero a éste demonio, con ojos grandes, con pelo rubio.