Viaje en las regiones septentrionales de la Patagonia/II parte Capítulo V
2 de marzo.—En la mañana me fui con Inacayal i Dionisio el lenguaraz, al toldo del viejo cacique. Allí Inacayal contó lo que se habia pasado en nuestra visita. Hunicahual escuchó con mucha atencion i despues dijo: que su parecer era de no precipitar las cosas, i quedó convenido que Cárdenas haria el viaje a Valdivia i traeria solamente un par de estribos de plata. En el mismo momento llegó José Maria el lenguaraz de Paillacan que venia de su parte, para decirme que le mandase la corneta que le habia cambiado por el caballo, i ademas que le regalase algunas otras cosas; entregué la corneta, i por lo demas le mandé a todos los diablos. Hunicahual mismo, enojado i disgustado por la avaricia i rapacidad de su pariente, dió el recado siguiente a José Maria: dí a Paillacan que yo Huincahual, le preguntó si nunca ha visto prendas de plata, o no ha tenido algunas en su poder, que parece tan ávido de ellas.
Cárdenas salió para Valdivia, habiendo empleado toda la mañana en buscar dos caballos que sospeché nos habian sido robados por un chileno que se habia ido con Antileghen. Queria tener ocho o diez caballos a lo ménos para el viaje a Patagónica, aunque una vez comprados, era mui difícil conservarlos, con las contínuas visitas que hacian algunos indios de otros puntos, i que no habrian tenido escrúpulo en llevarlos sabiendo que pertenecían a los huincas. Los dos peones que estaban en las vecindades de Huentrupan, se fueron tambien con Cárdenas.
Habia visto algunos dias ántes una frutita blanca en manos de Quintuñanco nieto de Huincahual. Comí algunas i me parecieron de buen gusto, pregunté a Quintuñanco cómo se llamaba i en dónde se encontraba esta especie de papitas; me contestó que se llamaba: yahu-yehuin i si queria cojer algunas, por unos veinte cohetes me conduciria al lugar en donde habia; se los dí i salimos con Millaleufu hijo de Inacayal, de dos o tres años menor que Quintuñanco el cual podia tener de quince a diez i seis. Orillamos el Caleufu, aguas arriba, i como a dos leguas, me indicó Quintuñanco el lugar en donde habia yahu-yehuines.
Cojimos una buena porcion: es una plantita pequeña que crece en la arena, las papitas se dan pegadas a la raiz i enterradas como a veinte centímetros. Esta planta es una especie nueva de la familia de las Santoláceas, i el Dr. Phillippi la ha clasificado con el nombre de Arjonna appressa.
Como estuviese cerca la caballada, Quiutuñamco laceó un caballo i volvimos los tres, Quintunauno, Millaleufu i yo, montados en el mismo caballo; uno de ménos que los cuatro hijos Aymon de célebre memoria.
En la tarde quise aumentar el ordinario de nuestra comida con un plato mas: hice freir en una sarten las yahu-yehuines'; tenian un gusto azucarado mui agradable, pero se escondia el veneno bajo las flores, en la noche Lenglier i yo tuvimos grandes dolores de estómago i prometimos solemnemente contentarnos en lo sucesivo con nuestro asado de cordero.
En ese dia, mientras yo estaba ausente vino un indio preguntando por mí habló con Lenglier i le dijo que habia oido decir que traiamos remedios para ganar a la baraja. Lenglier no comprendió lo que queria decir el indio; al principio yo crei que pedia piedra alipe, (sulfato de cobre) de que tenia una porcion i que usan los indios como remedio disolviéndolo en agua, pero esta esplicacion no podia conciliarse con la palabra "baraja" con que habia concluido su pregunta el indio.
Algunos dias despues tuvimos la esplicacion de la cosa. Agustin, el Tehuelche habia reparado la brújula de bolsillo que tenia Lenglier i me vino a preguntar con aire misterioso, si queria cambalacharla por un caballo bueno; como le preguntarse a mi vez lo que quería hacer con ella, me contestó que servia de remedio para el juego, que en otro tiempo tuvo una, i que habiéndola puesto a su lado al jugar a los naipes, habia ganado una vez hasta siete caballos. No acepté la proposicion porque la brújula nos iba a ser mui útil en el viaje a Patagónica. Entónces comprendi lo que habia querido decir el otro indio con su remedio para la baraja.
A la noche el cielo se cubrió de nubes.
3 de marzo.—Ese dia por la noche vino Paillacan con el hijo de Huincahual padre de Quintuñauco que vivia en las orillas del Limai. Llegó feroz como Artaban, sin dignarse mirarme aunque pasó a mi lado: se apeó, i se le juntaron Inacayal, Huincahual i su hijo recien llegado, todos en el toldo del viejo cacique; enseguida trajeron lo que habia sobrado del aguardiente. Entonces principió un coloquio mui animado; unas veces en tono de coyagtun, otras de conversacion particular; el todo mezclado de frecuentes libaciones. Tenia muchas ganas de saber lo que decian, pero el tono de coyagtun que usaban por momentos prohibia que se acercasen otros, i como dijese a Gabino Martinez que me tradujera lo que trataban, me dijo que no se podia porque los cuatro hablaban para sí solos, aunque al hablar gritaban como demonios.
Pero al dia siguiente, me contó el lenguaraz Dionisio, que Inacayal i Huincahual habian hecho sangrientos reproches a Paillacan sobre su conducta para conmigo e Inacayal, que Paillacan no hizo mas que repetir que hubiera hecho mejor matándonos la primera vez, i que por último se habia animado Inacayal i le habia amenazado, i quien sabe lo que hubiera sucedido si Paillacan completamente ébrio no hubiese montado a caballo e idose a sus toldos.
4 de marzo.—En la mañana vimos llegar por la quebrada que baja de la gran meseta del Caleufú, dos hombres, de los cuales uno venia con lanza. Eran Motoco Cárdenas i un chasque de Huitraillan. Contaba que habia llegado una partida de indios de aquella tolderia que venian de Patagónica, trayendo unas cartas para Huincahual e Inacayal. Una era del coronel Murga, i la otra de Huentru-nahuel (tigre macho) pariente de Huincahual i que habiendo acompañado a Juan chileno en el precedente viaje a Buenos-Aires habia esperimentado algunas desgracias ocasionadas por las mujeres de esa ciudad, por cuya causa habia debido quedarse allí. Se reunió el consejo precidido por Huincahual en una ramada situada delante del toldo de Inacayal i se leyeron las cartas.
El objeto de las cartas era siempre el mismo, los tratados de paz. Solamente lo que habia de mas era que manifestaban la conveniencia de que Foiguel hijo mayor de Paillacan, fuese con Inacayal a Patagónica. De esa manera estando presente los hijos de los caciques de mas fama en las pampas, los tratados tendrian mas solemnidad. Fué convenido que se man daria un chasque a Paillacan sobre este asunto, i en seguida, segun la costumbre despues de cada consejo, las mujeres trajeron a cada uno un plato de comida. Esta vez la carne venia mezclada con una especie de mazamorra, parecida a una pasta de fideos molidos. Motoco nos dijo que era hecha con quinoa [1], semilla de una planta que usan tambien los indios de Chile.Despues conversando a parte con Motoco, me dijo que si no conseguia ir a Patagónica con Inacayal, podria pasar con Cachiman hijo de Huitraillan. Los indios de Huitraillan no siguen el mismo camino que los de Huincahual. Aquellos toman por la orilla Norte del Limai, pasan a nado el rio Comoé o Neuquen que Villarino llamó equivocadamente el Diamante.
Por este camino hai poca caza; algunas veces los indios se ven obligados a matar caballos para comer. Otras veces tambien pasan el rio para ir a la banda del Sur en donde hai muchos guanacos i avestruces. En este caso dejan las caballadas en la banda setentrional. Pero este camino del Norte tiene sus ventajas; se anda solo por arena, mientras que en el del Sur hai muchas piedras que lastiman en poco tiempo las patas de los caballos, i ademas se evita la famosa travesía en donde no hai agua durante un dia i una noche, i es preciso manear los caballos para no perderlos. Un poco antes de llegar al Puerto-Carmen los indios pasan a la banda Sur del Limai. Tales fueron los informes que me dió Motoco sobre el itinerario de los indios de Huitraillan.
Yéndome por este camino esploraba todo el rio Negro, pero Villarino habia dado muchos pormenores sobre su curso i me parecia mas interesante para la jeografía seguir el camino del Sur. Asi atravesaba la Patagónica en toda su anchura, viaje que ninguno habia realizado hasta entonces. Dije a Motoco que me iria con Inacayal.
A la tarde se fué Inacayal a los toldos del otro lado del Caleufu en donde estaban los indios jugando a la baraja. No conozco jente mas aficionada al juego que los indios, hai unos que empeñan hasta su último caballo; Inacayal no llevaba este vicio al exceso: me dijeron que rara vez empeñaba cosas de mucha importancia.
5 de marzo.—Este dia sucedió una desgracia a Lenglier: habiendo ido segun su costumbre a fumar una cachimba al círculo de chinas que cocinaban cerca del fuego, perdió su cuchillo. Una de estas señoras se lo robó. En un pueblo poca importancia tiene la pérdida de un cuchillo; no es lo mismo en las pampas en donde esos utensilios son mui escasos i de primera necesidad, porque como no se come sino carne asada; sin cuchillo, uno debe servirse de las uñas, cosa poco agradable. En fin, mediante un par de calzoncillos obtuvo un cuchillo viejo.
En la mañana todas las mujeres se hallaban sentadas al rededor de los fuegos, que eran dos, porque siendo mui escasa la leña no se encendian sino dos para toda la toldería. Aprovecharemos esta ocasion para hacer el retrato de algunas de ellas.
No hablaré de las viejas: los trabajos, la vida al aire libre han impreso arrugas en sus rostros, i ademas las que teniamos a la vista no tenian nada de particular; pero hablaré de las jóvenes. La mujer de Marihueque, tercer hijo de Huincahual, tenia cerca de diez i ocho a veinte años. Por la elegancia de sus formas que diseñaba mui bien la manta india, podia rivalizar con la Venus Callipyge; por lo torneado de sus brazos i la redondez de su cuello, parecia una estatua griega. De una mediana gordura, su perfil era mui regular. Tenia la boca pequeña i guarnecida de dientes blancos como el marfil que mostraba a cada instante en sus accesos de risa infantiles; sus piernas redondas i hechas a torno estaban adornadas cerca de los tobillos con un par de pulseras hechas con cuentas de varios colores lo mismo sus muñecas. En sus cabellos peinados de trenzas, tenia la coquetería de poner todos las dias algunas flores.
Un poco diferente por sus ademanes i figura, era la mujer de Inacayal. No tenia tantos de los encantos de la juventud como la mujer de Marihueque, pero en cambio tenia mas de la gracia majestuosa de la mujer formada i de la madre de familia. Era de raza pampa, tenia la cara ovalada, la tez cobriza, i dos grandes ojos de gacela de una dulzura espresiva, tipo supremo de la belleza entre los arabes. Su fisonomía franca i abierta era mui graciosa; por otra parte, era tan discreta como la mujer de Marihueque en el asunto de pedir chaquiras, i mui diferente en eso a la insaciable Pascuala, mujer de Paillacan.
Habia dado bellos hijos a Inacayal, Millaleufu, rio de oro, Yahuelcó, cuya significacion en indio no he podido saber, ambos hombres; una niña de cuatro o seis años por la cual el viejo Hunicahual tenia mucha afeccion i otra de pecho.
Terminaremos esta série de retratos con el de Llancuhuel, la hija de Huincahual, hermana de Marihueque i Chiquilin. Llancuhuel tenia una cara graciosa i picaresca, ojitos negros i vivos, dientes blanquisimos. En poco tiempo se iba a celebrar por Llancuhuel la ceremonia acostumbrada cuando las niñas llegan a la edad nubil. Luego que una niña conoce los primeros indicios de su nubilidad, avisa a su madre o a su mas próximo pariente el cual dá parte al jefe de la familia. Este escoje su mejor yegua a fin de comerla con los amigos. La niña es colocada en el fondo de un toldo, separado de los otros i preparado con este objeto. Allí recibe las visitas de todos los indios e indias de la toldería que vienen a cumplimentarla por ser mujer i a recibir de ella un pedazo de yegua proporcionado a su rango o grado de parentezco. Despues se la pasea por la toldería sentada sobre una manta. Gabino que me relató estos pormenores me dijo que se le ponia en la boca un poco de tierra con sangre, pero no me pudo decir el objeto de esta medida. Despues de la procesion se mezcla la niña con sus compañeras de los toldos. Villarino en su viaje presenció una de estas fiestas. D'Orbigny dice que antes de concluir la procesion, conducen a la niña para que se bañe en un lago o rio. Gabino a quien interrogué sobre este particular me dijo que no sabia nada de eso.
Llancuhuel se encontraba en las vísperas de este estado que produce tanto cambio en la mujer, pero entonces sus formas estaban indecisas entre la niña i la mujer.
Pasaba su vida alegremente ocupada todos los dias de Dios en pintarse la cara de varios colores; repartiendo su tiempo entre los baños del Caleufu i paseos a caballo en ancas de la segunda mujer de Huincahual, en busca de ovejas estraviadas; i en la tarde, al frente de los toldos, se entretenia con sus hermanitos i sobrinos jugando a la pelota.
Todas estas buenas impresiones desaparecian al verlas entregarse a una ocupacion por la cual ellas tenian una decidida predileccion. Despues de llenar las principales obligaciones del menaje se sentaban por parejas i daban principio a tranquilas cacerias del sucio bicho que se cria en la cabeza. Esta operacion no me era del todo desconocida; la he visto ejercer a jente mas civilizada; pero lo que me llenó de horror, fué que se echaban a la boca los frutos de sus escrupulosas pesquisas i se los comían con la mas animada espresion gastronómica. De esta notable distincion solo goza el pediculus capiti, el pediculus corpori, que es el mas abundante, abundancia de la que dolorosamente participamos nosotros, jeneralmente para su felicidad es despreciado: se contentan con depositarlos relijiosamente a un lado. Sin duda, convencidos de que la muerte de unos pocos, no agotaria una especie tan millonaria. El viejo cacique, algunos dias, queriendo manifestar a sus nietos las tiernas afecciones con que los distinguia el corazon de su abuelo, se tendia al sol, i a una señal se precipitaban los chiquillos a escalmenar los enredados cabellos del viejo, buscando al mismo tiempo con avidos ojos el premio de sus trabajos. Algunas veces, por castigo, solia exceptuarse a uno de los nietos, el cual de léjos aflijido por su privacion, contemplaba a los demas que gozaban de tan distinguido favor.Para completar lo que he dicho de las chinas, dare algunos detalles sobre sus vestidos i vida.
Se ha hablado mucho de la condicion desgraciada de las mujeres indias. Creo que hai alguna exajeracion en esto. Es cierto que una bloomerista yankee, con sus ideas avanzadas sobre la perfecta igualdad de los dos sexos, veria sus teorias mal recibidas por mis amigos los Pehuenches i Pampas, pero debo decir en honor de estos últimos que nunca maltratan a sus mujeres. Con lo que he observado no puedo creer en todas las falsedades que se cuentan sobre este asunto i atiéndase bien que yo hablo de lo que se pasa entre los Pehuenches i Tehuelches i no de los Araucanos a quienes no he visitado. Si se cree a algunas personas, la china tiene a su cargo los trabajos mas penosos: debe ensillar el caballo de su señor i dueño cuando se le antoja a este montarlo, desensillarle a la vuelta etc., etc. Error profundo, en cuanto a lo que pertenece a los caballos. El indio nace jinete; no recurre a nadie en lo que concierne a sus caballos, sino a él mismo; cuando quiere ir a pasear va en busca de su caballo lo lacea i ensilla. Cuando una mujer quiere ir a pasear sucede lo mismo, su marido o uno de sus parientes u otro cualquiera a ruego de ella va a lacearlo, le trae al frente del toldo i entonces la mujer lo ensilla i lo hace porque la montura de las indias tiene una forma particular i es complicado el aparejo. En cuanto a ir a rodear los animales, nunca he visto hacerlo a ninguna china, sino a la segunda mujer de Huincahual que no teniendo hijos, se ocupaba en eso por diversion, como me lo dijo un dia al cuidar las ovejas, ocupacion de que participaba montada a sus ancas, la traviesa Llancuhuel.
Las mujeres en la toldería del Caleufu i otras que hemos visitado, no tenian otros trabajos que los própios de su sexo entre jente civilizada. Cuidan sus hijos, hacen la comida, tejen ponchos i preparan cueros de guanacos. Todo esto es trabajo de mujer. Iré mas lejos en eso, porque todo lo que digo, puedo probarlo por ejemplos que he visto con mis propios ojos. Las mujeres tienen influencia en el menaje, ademas, poseen como los hombres, i tienen sus propiedades particulares. Dos o tres hechos que he presenciado bastarán para probarlo.
Despues del naufrajio, cuando hice algunos regalos de charqui i de harina al viejo Paillacan, me dijo que sentia no poder retornarme algo porque las ovejas que veia en el corral todas pertenecian a su mujer, la Pascuala, pero que iba a pedirle una prestada, en lo que no consintió la Tehuelche, sino mediante algunas chaquiras i cuentas, i el poco de café que habiamos salvado.En mi última visita a los toldos de Paillacan queria tratar con Quintunahuel hijo de ese cacique para cambalachar por un poncho overo. Me dijo que su mujer estaba ausente i que no queria tratar sin la presencia de ella.
En fin se puede recordar la discusion que he citado entre la mujer del indio que encontré en las orillas del Caleufú i a quien compré el caballo choiquero.
Las chinas tienen sus cosas propias, como se puede ver por el ejemplo de las ovejas de Pascuala, i no seria estraño que casi todas las ovejas del Caleufu, fuesen de la segunda mujer de Huincahual, cuando recuerdo el cuidado que tenia la china para hacerlas entrar todas las noches al corral.
Por esto se verá pues, que las indias estan en mejor condicion de lo que se ha dicho.
La india en su tierna edad, anda vestida en invierno con una pequeña huaralca; en verano con dos mantitas; mas grandes, a la edad de diez o doce años, llevan el vestido comun a todas las mujeres. Consta de una manta de lana gruesa o paño que se ata al hombro izquierdo con una aguja, dejando los brazos libres; las dos estremidades vienen a juntarse atras. El pecho queda cubierto; otra manta tapa las espaldas i atada delante por un alfiler mui grueso adornado jeneralmente de un gran círculo de plata. Otras veces es una bolita que tiene como siete a ocho centímetros de rádio. Los pendientes de las orejas son de plata así como el cabo del alfiler, i consisten en una planchita cuadrada hasta de diez centímetros algunas veces. Un alambre de plata semi-circular los sujeta a las orejas. Su coquetería es tener bonitas pulseras en los tobillos i muñecas, hileras de dedales de colores pendientes de la aguja. Peinan sus cabellos en forma de trenzas, pero no las he visto usar diademas de cuentas tan frecuentes como a las indias de Valdivia.
Las mujeres Tehuelches solo usan cueros de guanaco como vestido pero con los mismos adornos de las otras.
La ocupacion de las indias en la toldería, ademas de cuidar sus hijos, es tejer ponchos i frazadas de lana teñida con añil i tierras de color, que les vienen del Sur de la Patagónica, i tambien preparar los cueros de guanaco.
Para esta última ocupacion, principian por rapar la parte del cuero opuesta a los pelos, con una especie de cepillo de madera que tiene un pedernal en el medio; despues los ponen mui bien estirados en el suelo por medio de estacas, los mojan de tiempo en tiempo al pintarlos; en cajitas pequeñas tienen lápices de pintura con los que hacen dibujos. Estas pinturas son; arcillas chloriticas i otras rojas i amarillas. Cuando todos los cueros que deben componer la guaralca estan listos, los cosen en mayor o menor número segun las dimensiones de la guaralca que se quiere confeccionar.
Para coser se sirven de una lesna de zapatero, i de nérvios de choiques, o caballos, pero son mejores los de choiques (Avestruz). Se ve que las materias no son de primera calidad, sin embargo apesar de la imperfeccion de los instrumentos, es mui curioso ver con cuanta solidez i rapidez suelen hacer estas operaciones.
En cuanto a los ponchos i frazadas, los tejen como se vé diariamente hacerlo a las mujeres en Chile.
Sus diversiones son los bailes que suelen celebrar los indios i visitas a sus parientes i amigas de las tolderías vecinas. Estos bailes, se celebran sin motivo particular, solo como un pretesto para agotar algunos barriles de aguardiente que se han procurado los indios. Se desnudan de sus huaralcas i ponchos, reservando solo un pequeño chiripá para cubrirse; se adornan la cabeza con plumas de avestruz i princpian la ceremonia bailando al rededor de unas pieles, al sonido de tambores de cuero i de los monotonos alaridos de las chinas. Este ejercicio va aumentando hasta que sucumben con las repetidas libaciones. Las mujeres son solo espectadoras.
A estas diversiones van solas; se les trae caballos, ellas mismas los ensillan, principian por poner un monton de cojines de cuero llenos de paja, unos encima de otros, que sobrepuestos componen al fin una especie de cilindro bastante alto para que las piernas de la china sentada encima apenas alcanzen al pescuezo del caballo.
No suelen usar estribos; una cinta en cuya riqueza ponen su coquetería i que dá vuelta al pescuezo del caballo, las ayuda a montar. Todas son aficionadas al caballo; me recuerdo que, cuando se paraba un caballo de algun chasque, delante de los toldos, luego las hijas de Antileghen, quiero decir las menores, lo montaban i se iban cabalgando a carrera por la pampa. La china lleva tambien sus hijos a caballo, aunque sean de pecho, para eso tienen cunas en forma de círculos, de manera que puedan colocarse encima de los caballos. Son hechas de palos entrejidos, una tablita guarnecida de un colchoncito i fija encima de la curva, recibe al niño. Así se iban a pasear a caballo mis lamuenes, (hermanas) del Caleufu, i tambíen mama Dominga, la mujer de Jacinto, cuando iba a buscar sacos de manzanas a Huechuhuehin, espediciones a la vuelta de las cuales me reservaba en el seno las mejores manzanas, i cuya oferta me ponia siempre en tan duros aprietos.
No olvidaré aquí de hablar de Calli-pai, jóven Huaicurú, de horrible figura i que vivia en la toldería. Vendida por su padre, o reducida a la esclavitud, en un malon, habia venido a la toldería, con la primera mujer de Inacayal. La pobre era todo lo que se podia ver de mas asqueroso: cuando comia, se lamia los brazos hasta el codo para no perder nada de la grasa que habia corrido al largo de ellos. Era esclava, pero tratada con bondad por la mujer de Inacayal, su dueña. La sola cosa que la diferenciaba de las otras, era que no podia llevar los mismos adornos que las otras chinas. Fué lo que me hizo reparar mama Dominga una vez que movido de compasion i cediendo a las solicitaciones de la pobre criatura, le habia regalado algunas chaquiras. Pero fuera de eso, de no poder llevar adornos, i que no es poco para una hija de Eva, era tratada bien i no trabajaba mas que Llancuhuel, hija del cacique, ni que las otras chinas del Caleufú.
En la tarde llovió un poco, con granizo, acompañado de truenos i relámpagos, i a juzgar por la direccion del ruido debió haber estallado una tempestad cerca de Huechu-huehuin. En la noche se veia el Oriente surcado de luces que de cuando en cuando echaba vivos reflejos sobre la pamqa.
Cuando ibamos a acostarnos llegó un chasque trayendo un mensaje para el viejo Huincahual, i en seguida se fué hasta Lalicura.
6 de marzo.—Por la mañana, el viejo Huincahual se despertó mas temprano que de costumbre, i reparamos un cierto movimiento en el campamento. El viejo acompañado de dos indios sus edecanes, habia ido a sesenta metros enfrente da los toldos, i los ocupaba en cavar un agujero. Juan chileno nos informo que habia venido un chasque, trayendo noticias que ocasionaban la rogativa que ibamos a presenciar. El chasque decia que el rayo habia muerto dos caballos ensillados en Huechu-huehuin. El Dios de los Pehuenches estaba enojado, era preciso apaciguarlo por un sacrificio. Por otra parte del Norte venian noticias estrañas. Hacia algun tiempo, que un cacique de los Picuntos habia soñado, i como todos los sueños son incoherentes, este no luce por la coherencia, pero lo relato testualmente, como me lo contó el honrado Juan chileno. Al cacique de los Picantes, en su sueño, se le habia aparecido un hombre ensangrentado que le habia dicho que era la Gallina con pollos (así llaman los indios a la constelacion de las Pleiadas), que todavia estaba peleando contra sus enemigos, pero que para tomar nuevas fuerzas, necesitaba un sacrificio que debia celebrarse al alba i de la manera siguiente: se debia cavar un pozo, matar una oveja en la boca del pozo, derramar la sangre acompañando la operacion con rezos i plegarias, comer la carne, en seguida debian botar los huesos en el pozo, i cubrirlos con tierra. Ni un perro debia probar de la oveja, aun el mas pequeño hueso. Tal era el sueño que el cacique de los Picuntos mandaba contar a Huincahual, para que él tambien se conformase con lo que se ordenaba i avisase a sus vecinos del Limai. Por eso desde la mañana se habia cavado el pozo, i la oveja estaba con el cuchillo en la garganta en el borde del agujero. Habiéndose reunido todos los hombres de la toldería, el viejo Huincahual principió la ceremonia mojando sus manos en la sangre i haciendo aspersiones; dió tres o cuatro chivateos, hablando entre dientes palabras sin significacion para nosotros.
Cada uno hizo otro tanto; el viejo nos mandó decir con Juan chileno que rezasemos tambien dirijiéndonos a nuestro Dios. Se vé pues que el viejo cacique tenia ideas bastantes largas en materia de relijion. Hicimos como ellos, dirijiéndonos a Dios, pero no aludiendo al sueño estrambótico del cacique picunto, sino rogándole que nos favoreciese en nuestro viaje hasta Patagónica i que nos hiciera salir sin daño alguno de entre esa jente. Despues se encendieron los fuegos, el cordero fué despedazado i puesto en las ollas; los perros atraidos por el olor de la cocina, hacian inútiles esfuerzos para allegarse cerca de las cocineras; los Pehuenchitos los alejaban con piedras i se divertian persiguiéndolos con laquis hechos de dos manzanas atadas con un lacito. Comimos todos los hombres, i despues las chinas i los niños; se recojieron todos los huesos i se les botó en el pozo, en seguida fué cubierto de tierra. Concluida la ceremonia todos se volvieron a los toldos.
El cacique Huincabual daba siempre el ejemplo con sus sentimientos relijiosos. Todos los años en, la primavera, escojia el mejor de sus potrillos i un cordero i los ofrecia en sacrificio al Hualichu. La ceremonia se celebra del modo siguiente: degüellan los animales en las orillas del rio, los rellenan con pasto nuevo de la pampa, yerba mate, azucar, aguardiente si hai, en fin con todo aquello que mas les agrada, en seguida cosen la herida i arrojan los animales al medio de la corriente del rio. Este sacrificio tiene por objeto asegurarse la buena voluntad del Hualichu para todo el resto del año; nunca ha dejado de ejecutarlo el viejo cacique, i me decia que gracias a eso habia vivido tan largos años sobre la tierra i podido contemplar a sus hijos i nietos.
A la tarde Huincahual mandó a su hijo Chiquilin como chasque a los indios del Limai, para avisarles de lo que habia sucedido.
A la noche se fué Motoco.
7 de marzo.—Este dia se pasó sin incidente alguno. Lo consagraremos reasumiendo nuestras observaciones respecto de los indios con quienes hemos vivido.
Es mui difícil hacer categorías separadas por razas de los indios que viven desde la cordillera hasta el Atlántico i desde los 35° de latitud hasta el cabo de Hornos. Como los indios son mui errantes i viven en la compañía de los caciques que mas les agrada, la homojeneidad de raza ha desaparecido. Para dar un ejemplo de esto, hablaremos de los que vivian en los toldos del Caleufu: Huincahual i Antileghen eran Pehuenches, Inacayal su hijo habia nacido de una madre pampa; Agustin i Jacinto eran Tehuelches, i el moceton mordido por los perros, era de oríjen Huaicuru, tribu que habita cerca de Magallanes. Establecido aquí, se casará, de él nacerán hijos que vendrán a aumentar la mezcla en las razas: la misma variedad se observa en las mujeres.
En las tolderías del otro lado del rio, casi todos eran Tehuelches. Casi todos los indios habitan la falda de la cordillera hasta unas veinte o veinte i cinco leguas de ella, nada mas; los otros que se encuentran en la pampa, son indios que andan cazando o viajando con sus tolderías hasta las ciudades de Buenos-Aires o Patagónica. Me parece mejor clasificados por los idiomas que usan, i entonces se podrá hacer una distincion de ellos.
l.° Los Pehuenches que hablan el armonioso idioma Araucano Chilidugu; se dividen en Picun-pehuenches Pehuenches del Norte i Huilli-pehuenches, Pehuenches del Sur. Principian desde los confines de la provincia de Mendoza hasta el rio Limai; aqui se confunden con los pampas o Tehuelches del Norte. En otro tiempo vivian los Pehuenches en las faldas occidentales de la cordillera. Cuando llegaron los españoles, los invasores, los empujaron poco a poco hasta forzarlos a pasar la cordillera. En el viaje del padre Melendez, unos indios que encontró al Sur del Limai, le suplicaron que los ayudase a rechazar a los Pehuenches que invadian sus terrenos. En ese tiempo, las invasiones no debian datar de mui léjos, pero desde entonces los indios Pehuenches han hecho alianza con los otros que encontraron en el pais i viven en tan buena intelijencia como es posible entre indios: maloqueándose entre si para despuntar el vicio. En tiempo de Villarino, no habian todavia bajado hasta el Limai. Su nombre les viene de la palabra Pehuen que significa piñon, i che jente, por que vivian principalmente en faldas de las cordilleras en donde crece este árbol.
2.° Los indios Pampas o Tehuelches del Norte, principian desde el rio Limai, en donde viven mezclados con los, Huilli-pehuenches i alcanzan al Sur hasta el rio Chupat. Uno de sus caciques con unos ciento cincuenta indios, vive en las inmediaciones del pueblo del Cármen, se llama Chagayo; hablan un idioma mui rudo que no tiene semejanza alguna con el chileno.
3.° Desde rio Chupat hasta el cabo de Hornos, viven dos clases de Tehuelches, que se diferencian solo en el idioma, pero con las mismas costumbres i vida.
4.° Los Huaicurúes que viven en la orilla Norte del Estrecho de Magallanes, estos parecen descendientes de Tehuelches i Fueguinos. Su idioma, se parece algo al de los Tehuelches.
5.° Los Fueguinos o habitantes de la tierra del Fuego, que los indios del Limai nos decian haber oido mentar, que viven de pescado i andan en canoas.
De todas esas razas, los que tienen mas propension a vivir de una manera fija son los Pehuenches, i los mas errantes son los Tehuelches que caminan siempre, pudiéndose decir que no viven en ninguna parte.
Estos Tehuelches viven sin fé ni lei, son unos verdaderos judioerrantes de la Patagonia. En donde algun desgraciado buque es arrojado a la costa por alguna tempestad, es seguro que se verán llegar Tehuelches que saquean toda la carga para ir a vender por aguardiente el producto de sus latrocinios. Son los abastecedores jurados de los Pehuenches. Hemos Visto en la toldería del Calefú, caserolas i bayetas traidas por los Tehuelches; muchos de ellos tienen sus toldos hechos de tripe cortado ingles. Con los instrumentos que recojen en los naufrajios, han aprendido a trabajar: he visto en manos de Inacayal una cachimba bien hecha de arcilla cuyos círculos de cobre i bombilla del mismo metal, habian sido trabajadas por los Tehuelches. Por otra parte son excelentes cazadores, i en sus terrenos abundan los guanacos i avestruces; de esta manera no tienen mucho trabajo para abastecerse de pieles, que en seguida van a cambalachar por aguardiente a la colonia de Magallanes o a Puerto Cármen. Les importa poco la distancia, vienen de 150 leguas hasta Limai para emborracharse, i cuando no tienen mas con que comprar aguardiente, se van cazando i orillando el Limai hasta Puerto-Cármen, haciendo doscientas leguas sin mas preparativos de viaje que los que hace un buen paisano de Santiago que toma el Ferrocarril i va a dar un paseo hasta San Bernardo. En efecto, no es su ropa la que necesita maletas, sus únicos vestidos son una huaralca. La comida no les inquieta tampoco, bolean avestruces, guanacos, y llegan a Patagónica con buena provision de cueros i plumas. Allí otra borrachera, i cuando no les quedará nada mas que cambalachar, iran a dar un paseo de placer por las costas orientales de la Patagónica para ver si no hai algun buque barado. Algunas veces, antes de salir, si tienen demasiada sed, venderán sus mujeres o hijas.
Era preciso oir a Celestino que habia visto toda laya de cosas; hablando de los Tehuelches i de sus jigantescas orjías en Patagónica, no cesaba de contarnos. Como los mas borrachos, los Tehuelches estan colocados mui alto en la consideracion de los honrados comerciantes de aguardiente.
Cuando estábamos en el Calefú, los Pehuenches esperaban con impaciencia la llegada de esos insaciables tomadores.
Son tambien como estatura, los mas altos de los indios. Se ha dicho muchas cosas exajeradas sobre la talla de los Patagones, o de los Tehuelches que hacen parte de ellos; apenas los que he visto medirian unos seis pies ingleses, lo cierto es que ninguno es chicos. Solo dos he visto bastante grandes; uno sobre todo cuyos brazos le llegaban hasta las rodillas, se llamaba Bonifacio. Pero lo que los distingue particularmente de los Pehuenches i otros indíjenas, es el tener hombros anchos, un cuerpo robusto, buenas carnes, i formas macizas i hercúleas; tienen la cabeza grande i un poco aplastada atras, la cara ancha i cuadrada, los juanetes poco salientes, los ojo horizontales, la frente chica, las cejas espesas i los labios que bordean una grande boca, sobresalen tanto, que una linea perpendicular trazada de la frente a los labios, tocaría apenas la punta de la nariz que es chata i con las ventanillas abiertas.
El número de los Tehuelches Patagones, no es mui considerable; me decian los indios que apenas igualarian al doble de la poblacion de Puerto-Cármen, que es de tres mil almas.
Los Pehuenches tienen un tipo que se acerca mas al de los Araucanos: cara aplastada, juanetes salientes, tinte cobrizo, mirada feroz, narices cortas, boca prominente, barba pelada i cabellos espesos, pero se los cortan en el hombro.Con engaños i promesas de traerle ropa, logré conseguir que Antileghen permitiera dejarse tomar las medidas que pongo a continuacion. Este indio era un tipo perfecto de su raza.
Circunferencia del torax debajo de las axilas | 0,950 |
Id. del abdómen en su parte media | 0,795 |
Id. de la pelvis | 0,868 |
Id. del muslo | 0,557 |
Id. de la pantorrilla | 0,336 |
Id. del brazo | 0,253 |
Id. del ante-brazo | 0,279 |
Largo de la cara desde la symphisis de la barba hasta el nacimiento del pelo | 0,177 |
Largo del cuerpo desde la symphisis pubiana hasta la parte superior del esternon | 0,532 |
Largo del muslo | 0,411 |
Id. de la pierna | 0,369 |
Id. del brazo | 0,318 |
Id. del ante-brazo i mano | 0,434 |
El diámetro comprendido entre la parte media del esternon i de la columna vertebral | 0,176 |
Ancho del torax | 0,292 |
Distancia de un hipocóndrio al otro | 0,207 |
Id. de la espina iliaca superior anterior a la otra | 0,321 |
Diámetro lonjitudinal de la cabeza (occipito frontal) | 0,191 |
Id. tranversal id. (biparietal) | 0,171 |
Distancia de un arco zigomántico a otro | 0,143 |
El traje de los Pehuenches difiere del de los Araucanos; tienen como todos los indios de la Pampa, el chiripá, que les sirve de calzones, mientras que los Araucanos usan el chamal.
El chiripá es una especie de pantalon mui cómodo; el Pehuenche se pone entre las piernas un pedazo de paño cuadrado o un poncho i se ata las cuatro esquinas a la cintura con una faja. Nosotros hemos llevado el chiripá todo el tiempo que vivimos con los indios i estuvimos mui satisfechos de su comodidad. El Gobierno Arjentino tambien lo ha adoptado para sus tropas de caballería de Patagónica. El oríjen de este vestido es Pampa, i puramente Pampa, porque es una palabra desconocida en el idioma Araucano. Para taparse las espaldas unos llevan ponchos, otros hacen entrar las estremidades de su huaralca en el chiripá, la parte superior cuelga de la cintura, i cuando quieren cubrirse los hombros, levantan las huaralcas i sujetan las puntas en el pecho.
En la cabeza, comunmente solo tienen un pañuelo que da vuelta al rededor de la frente; los elegantes usan sombreros, así como tambien los caciques; la forma de sombrero que parece estar de moda entre ellos, es la forma cónica. En cuanto al calzado, usan sumeles hechos con cuero de las patas de vaca o caballo.
No toleran pelo en la cara, ni en ninguna parte del cuerpo. Sucede lo mismo entre las mujeres; para arrancárselo usan tenacillas de plata. En esto se parecen las mujeres a los hombres, i éstos a ellas en que usan pendientes en las orejas, aunque mucho mas pequeños. Todos tienen las piernas arqueadas i no hai que admirarse de eso: el indio de la Pampa nace jinete; está todavía mamando cuando su padre le toma en los brazos, le envuelve en su huaralca, i se pasea con él a caballo. El hijo de Marihueque de tres o cuatro años de edad, llamado Notao, que Celestino bautizaba con el nombre de cabo Notao cuando se comportaba mal, elevándolo al grado de capitan Notao cuando al contrario, este niño, cada vez que veia delante de los toldos un caballo ensillado, se agarraba de los estribos i subiendo con la ayuda de los pies i de las manos, se colocaba al fin como podia encima del animal; las chinitas tienen la misma aficion: es mui natural que todos los indios tengan así las piernas viviendo casi siempre a caballo. Tienen estribos, pero no se sirven de ellos para montar; estos estribos son mui pequeños; hechos de cobre o de palo, les sirven solamente para descansar el pié, una vez montados. Nunca andan a caballo sin tener en la mano un rebenque o chicote de cuero cuyos mangos estan forrados con colas de vaca. Lucir acaballo, i en el mas bonito que se pueda, es la vanidad de un Pehuenche. Las montaras se componen de unas jergas, cubiertas por un gran mandil de cuero, i la silla o enjalma con un pellon: todo sujeto por una cincha que tiene una barriguera mui ancha.
Gustaba ver a nuestro amigo Inacayal montado en su caballo overo, con freno guarnecido de plata, con grandes copas i estribos del mismo metal; las piernas forradas de sumeles nuevos, el pié armado de grandes espuelas de plata, chiripá de paño fino, i una chaqueta de oficial de caballería arjentino que le habia regalado el Gobierno del Plata. Pero todos no son bastantes ricos para tener espuelas o estribos de plata. Los pobres se contentan con estribos i espuelas mas modestos: la espuela es hecha de dos pedazos de palo con clavos en la punta, i unidos entre sí por lazos; hemos usado esas espuelas i son mui cómodas; no lastiman tanto el caballo como las que se usan entre los chilenos. El estribo de cuero consiste en dos o tres tirillas de cuero aplicadas una sobre otra que forman la parte superior del estribo i juntas abajo por un palo en el cual descansa el pié. Todos tampoco no tienen tan bonitos caballos como Inacayal, aunque jeneralmente son de una excelente raza. Lo que hai de particular es que casi todos son de colores claros, ¿es ésto una particularidad de la raza, o es que venden o matan los de colores oscuros? No lo sé.
Habrá quien pregunte lo que hacen nuestros Pehuenches durante el dia; no hacen nada; absolutamente nada de lo que se llama trabajo. El Pehuenche se levanta con el sol, se envuelve en su huaralca', va a hacer sus abluciones al rio, i vuelve a sentarse en un pellon delante del toldo; su mujer o sus mujeres han encendido el fuego, le traen un plato de comida i se echa otra vez a dormir o monta a caballo i va a pasear. Los que no van a pasear lo pasarán durmiendo i comiendo. Sus alimentos constan casi siempre de carne de caballo i grasa, sustancia que se apetece mucho cuando se come solo carne; esto nos sucedia a nosotros. Sus dientes aunque mui blancos, los tienen gastados en los estremos.
Los indios del Caleufu, que no tienen siembras como los de Huechu-huehuin, hacian fiesta cuando tenian harina o manzanas. Lo que notabamos siempre era que botaban ántes de comer un poco de la comida para alejar, decian, al espíritu malo. No hacen caso de la leche, o cuando la toman la aderezan de una manera estraña: hacen una mezcla de manzanas verdes con leche; he probado este plato i como es posible imajinárselo, no quise repetir. Suelen hacer bebidas con toda clase de semillas de plantas silvestres, principalmente de queneu (Muhlenbeckia sagittæfolia); planta que abunda mucho cerca del Limai; tambien conocen el mate, pero prefieren mascar la yerba en lugar de hacer infusiones.
Como he podido verlo, los indios gozan de bastante independencia, i los caciques tienen mas bien una autoridad concedida que de derecho. Apenas muere un cacique cuando los indios que vivian a su rededor se dispersan, unos van a vivir cerca de otro cacique, otros se quedan. Hai la mas grande semejanza entre el gobierno de esas tribus i el de los bárbaros que en el siglo quinto i siguentes, invadieron la Europa. Robertson en su historia de Cárlos V, trazando las costumbres i forma de gobierno de los Hunos i Vándalos, parece hablar de los indios de la pampa; i el sagaz historiador no deja de apoyar su comparacion con trozos sacados de las cartas del Padre Charlevoix.
El cacique no tiene otra influencia que la que le da el número de mocetones que lo rodea. Antileghen nunca ha querido ser cacique, i es rico; de lo que los indios llaman riqueza. Los indios con su vida errante i la falta de propiedades territoriales, no pueden tener otras cosas sino riquezas transportables. Así, en la pampa se llama hombre rico, al que tiene muchos animales, prendas de plata; este tiene influencia porque puede mantener cerca de sí a muchos mocetones, que se irán luego que no tengan mas de lo que necesitan cerca del jefe que han elejido voluntariamente. El comunismo, pero al mismo tiempo la libertad, existe de hecho en la pampa. En el Caleufu, si se mataba un animal, se repartia entre todos; si un indio traia sacos de manzanas de Huechu-huehuin, o alguna harina, su mujer luego hacia la reparticion i la distribuia en los toldos. En donde vive Huentrupan, que se siembra i cosecha, ya no es lo mismo, las ideas de propiedad comienzan a diseñarse. Un dia preguntando al compadre Pulqui, cuya niña bauticé en Huechu-huehuin, cómo se alimentaban los que no sembraban; me contestó "a punta de manzanas."
Por otra parte, no tienen leyes fijas, i a pesar de las cuestiones repetidas que hice a varios indios, siempre he obtenido la misma contestacion. En la vida parecen guiarse mas por el buen sentido que por leyes fijas: jeneralmente la muerte por asesinato se salva con un precio convenido entre las partes adversas, o la muerte del asesino, si no tiene que pagar o es el menos fuerte. El adulterio es excesivamente raro; nunca hemos visto en la toldería del Caleufu, a ningun hombre que hablase de una manera seguida con mujeres ajenas.
En cuanto a la celebracion de los principales actos de la vida; he aquí los detalles que me dió Gabino Martinez: cuando una mujer está cerca del parto, se le construye un toldo aparte, o si no, en otro toldo ya hecho, un compartimento bien cubierto con ponchos. Pregunté a Gabino Martinez que era casado i padre de familia, lo que se pasaba entónces; quien cortaba el cordon umbilical etc., me contestó no saber nada de eso; lo que me probaria que la aproximacion del lugar a donde está la mujer que acaba de parir, es formalmente prohibida a los hombres. Como habia leido en Falkner, que tenian la costumbre de aplicar sobre el pecho del recien nacido el corazon palpitante de una yegua, pregunté a mi amigo Gabino si habia visto practicar esa ceremonia; me contestó que nunca se encontró en esa circunstancia, pero sí, que habia oido decir que esta práctica era mui buena para curar a un niño enfermo del pulmon.
Para dar un nombre al recien nacido, el padre va a ver a una mujer vieja, sea de la toldería, o de otra vecina; le hace un regalo, i le pide que indique un nombre para su hijo. Ya he hablado como componen sus nombres; si hai unos que significan algo, otros no, como el nombre del hijo de Quintunahuel que se llamaba Quiñe-epu (uno-dos).Una cosa que reparé es el poco número de hijas que tienen los indios. Creo que debe atribuirse esto a dos causas: la primera es que el infanticidio i el aborto son mui frecuentes entre las mujeres. Gabino me dijo que conocia una mujer Tehuelche que se hizo abortar hasta cuatro veces sin que su marido le supiese. Pascuala la mujer de Paillacan, esto todos lo sabian, cada vez que se sentia embarazada se hacia tambien abortar apretándose el vientre con un cinturon.
La segundo razon a mi parecer debe provenir del alimento de esos indios que consiste esclusivamente de carne, pero aquí solo presento mi humilde opinion, dejo a los médicos el discutir la cuestion.
Otra razon me dió Gabino Martinez, pero esta solo puede decirse en la Pampa, entre indios; pero no aquí.
Estos resultados coinciden con el hecho de tener los indios poco pronunciada la parte posterior de la cabeza, en done los frenólogos colocan las facultades animales.
El niño crece en la toldería con los perros i gallinas; el hombre ejercitándose en el caballo i en manejar los laques; la niña con Las mujeres, aprende los trabajos peculiares al sexo. Cuando alcanza la nubilidad, he dicho ya que todos lo saben i pueden entónces proporcionar ventajas a su padre por un casamiento. Entre los indios las mujeres se compran; este artículo tiene algunas veces mucho valor segun el rango de la mujer o su belleza. Nuestro Paillacan se habia arruinado con la adquisicion de Pascuala, por la cual decia la crónica de los toldos que habia pagado en prendas de plata i animales el número de cuatrocientos. ¡Pagar tanto para participar la suerte de Menelao i de otros tantos desgraciados maridos célebres en la historia! Convenido el precio, el jóven puede ya vivir con la niña, pero en los toldos de su padre, i no puede llevarla al suyo hasta que no haya concluido de pagarlo todo. La convencion tiene lugar sin que se consulte a la mujer; i pagado el precio, el comprador viene con sus amigos, toma a la niña, i la lleva consigo en su caballo. Entónces se matan yeguas, i si hai aguardiente, mejor es la fiesta.
Los indios pueden tener tantas mujeres como pueden comprar, pero la primera tiene casi siempre el primer rango, Las otras son consideradas mas bien como sus criadas. He leido en varios autores que cada mujer tiene su fuego, i que para preguntar a un indio cuantas mujeres tiene, suele decirse ¿cuántos fuegos tienes?, bien puede ser esto en Arauco en donde no falta la leña, pero en la Pampa un lujo tal forzaría a los indios a cambiar todos los dias de campamento. En la toldería del Caleufu, no había mas que dos fuegos para todos.En fin, en cuanto a sus ideas relijiosas, no haí mas que recorrer las relaciones de otros viajeros que han visitado a los indios para convencerse de lo poco claras que son las ideas que han podido formarse sobre este asunto. Lo que se puede decir jeneralmente i lo que he comprobado por mis conversaciones con Inacayal, es que todos creen en la existencia de un ser superior, dueño absoluto del universo; que creen en una vida futura, de felicidad para los buenos i de penas i castigos para los malos. Inacayal me dijo que los malos serian castigados por el fuego en el infierno que él llamaba quetral-mapu (tierra del fuego), pero cuando le preguntaba lo que llamaba malos i buenos, sus ideas se oscurecian. Fuera de las ideas primitivas de un solo Dios i de una vida futura, su espíritu está sumerjido en las tinieblas de toda especie de supersticiones; creen en brujos i brujerías. Gabino Martinez me decia con mucha seriedad que un Tehuelche podia matar a un hombre, teniendo en su poder uno de sus cabellos. Todo lo que no conocen o que no entienden, es brujería para ellos. Cárdenas mi mozo, habia hecho parte, durante su cautiverio en los toldos de Paillacan, de una espedicion dirijida contra un brujo que vivia al Sur del Limai. No sé bajo qué fútíl pretesto se fué Paillacan con unos cuarenta mocetones a asaltar i matar a lanzazos al pobre Huilliche i toda su familia. Viendo i sabiendo todo eso, se puede concebir con qué prudencia viviamos entre ellos; nada mas que la vista de nuestras brújulas o reloj solar hubiera bastado para ser calificados de brujos. Este título ha causado bastantes muertes i asesinatos; tienen en su idioma una palabra calculn que significa ocasionar la muerte de alguno tratándolo de brujo.
Reconocen tambien un enemigo de los hombres, jenio del mal que se llama Pillan: los de la Pampa dicen que vive en los volcanes que guarnecen la cresta de los Andes. Llaman a todos los volcanes Pillan-tralca, fusil del diablo. Cuando están enfermos, recurren a médicos que llaman machis. En las publicaciones hechas sobre los Araucanos se ha hablado tanto de como se celebran los machitunes que creo inútil describirlo aquí, lo que hai de cierto es que esos machis son prestidijitadores mui diestros. Como la suerte de los hombres no depende mas de las manos de los machis Pehuenches que de la de los médicos con bonete de doctor, muere o no muere el indio segun la voluntad de Dios; si muere se le cubre con todo lo que le ha pertenecido: vestidos, prendas de plata, i a la noche se canta i llora al rededor del cadáver. Eso me dijo Gabino Martinez que se llamaba en idioma Araucano, inagu-machon. Pero, dice el Padre Febres en su diccionario con su escepticismo en todo lo que toca a los indios, ni media lágrima derraman, sino que riegan con chicha la tierra i sus gargüeros. Al dia siguiente se le lleva a un foso, la mujer sola sigue al cuerpo; ninguna otra mujer, pero sí todos los hombres, i se le entierra con todos sus vestidos i prendas de plata. Encima de la sepultura se quema su lanza i sus boleadoras. Se mata la mitad de los animales que poseia el difunto para pagar los gastos i celebrar el entierro. La otra mitad queda a aquella de sus mujeres que tiene mas hijos; las otras no tocan nada mas que lo que tenian al momento de la muerte, i se van a donde se les antoja, o se quedan con la heredera, si ella lo consiente; sin eso i si no tienen nada, viven de la caridad pública; suelen las viudas reunirse todas juntas en toldos separados. A su servicio se agregan jeneralmente a los cautivos que deben buscarles leña i agua. Ignacio Argomedo, que encontramos cautivo en los toldos de Paillacan, tenia por obligacion buscar leña para dos o tres viudas, de las cuales una era la madre de Paillacan, i ademas rodear las ovejas de Pascuala. Nunca en mi vida olvidaré las eternas frases de Ignacio-mamuln; Ignacio-ovijas. En castellano, Ignacio anda por la leña, anda por las ovejas, con que Pascuala atormentaba a Ignacio todos los dias.
Tales son los principales datos que he recojido sobres las costumbres de los Pehuenches i otros habitantes de la Pampa o de la Patagónia. Todo lo que escribo aquí, lo he visto o he oido de la boca de testigos oculares. Esta corta descripcion puede carecer de simetría i estilo, pero no carece de verdad. Mas adelante vendrán otros rasgos del carácter de esos Pehuenches, al medio de los cuales me condujo la fortuna.
A la noche vino un Tehuelche, trayéndome recados de un indio Casimiro, que veinte años atras habia ido de la colonia de Magallanes a Santiago. Decia que conocia al jeneral Bulnes, que su compañero Chaquetes habia muerto, i que los chilenos le habian regalado mucho; al mismo tiempo me anunciaba una visita, visita que no tuvo lugar. Casualmente yo habia conocido a ese indio en Valparaíso i habria tenido mucho gusto en verlo.
- ↑ Chinopodium quinoa (Lineo).