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Viaje maravilloso del Señor Nic-Nac/XIII

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CAPÍTULO XIII.
Jesu-Cristo Marcial

En Marte lo mismo que en la Tierra, puesto que en ambos planetas hay habitantes, mas aún, hay hombres, ó si quereis, existe la humanidad, y esta humanidad,—sino es idéntica en ambos, por lo menos es muy semejante,—tiene sus elementos de relacion, contándose la palabra entre los mas esensciales, en Marte, decía, hay tambien refranes.

Esto no os extrañará, seguramente, porque heemos llegado á un punto tal que no dudo os parecerá todo muy natural; pero lo que ha de llamar vivamente vuestra atencion, os lo aseguro, es que muchos refranes usados en la Tierra lo son tambien en Marte, y el principal de ellos es: "El que se mete á Redentor, sale crucificado."

Si hemos de admitir aquella célebre teoría, segun la cual los planetas han formado en otro tiempo parte del Sol, del que se han desprendido, bajo la forma de materia cósmica, gaseosa, por la fuerza centrífuga, tenemos que reconocer que Marte se desprendió del Sol mucho antes que la Tierra, ó en otras palabras, que Marte es el planeta mas antiguo de los dos.

Y efectivamente, así ha sido.

Ménos voluminoso que la Tierra, su masa se enfrió mas pronto, y por lo tanto la vida apareció en su superficie mucho antes que en aquella, de manera que cuando recien se presentaron en esta los primeros rudimentos de la organizacion, la primera intencion de vida, hacía ya mucho tiempo que ésta palpitaba en cada una de las formas organizadas de Marte.

Primero el mineral luchó con el mineral, y de esta lucha apareció el vegetal, rudimentario y movible, y cuando éste, despues de haber pugnado, sintió acercarse la hora suprema de la aparicion del animal, se humilló ante el movimiento conciente y se fijó al mineral por medio de la raiz.

Los tres reinos lucharon, pero lucharon armónicamente, subordinándose los unos á los otros, por una extraña relacion de existencia, y cuando por fin el ser humano apareció en Marte, sujetó los reinos al imperio de su vida intelectual.

¡Qué bello espectáculo debió presentar la Tierra al primer hombre que selló con su pié las húmedas playas de Marte! Un globo inmenso de fuego flotando rápidamente en el espacio, era un fenómeno grandioso, cuya contemplacion debió herir de espanto al primer Marcialita.

Pero la humanidad Marcial fué mas lenta en su desarrollo que lo que lo ha sido la humanidad Terrestre, y es porque aquella poseyó desde el primer momento de su vida una fuerza de que esta careció: la luz propia.

Si cada Marcialita llevó en sí desde su cuna la luz que le era necesaria durante su vida, es incuestionable que la civilizacion no podía desarrollarse rápidamente, porque la civilizacion es hija de las luchas que se establecen entre el ser humano y los elementos circundantes, y cuanto mas enérgicas sean estas luchas, tanto mas poderosa será la civilizacion.

Y es porque la educacion de la inteligencia. está en armonía con la suma de necesidades de los séres y siendo la luz artificial, ó por lo menos, los medios de obtenerla, uno de los problemas que mas hayan agitado ó estimulado la inteligencia de la humanidad primitiva, de ahí que aquella investigacion haya sido uno de los elementos principales del adelanto intelectual en la Tierra, lo que no sucedió en Marte.

Llegó un momento en que la humanidad Marcial detuvo la marcha de sus progresos, y permaneció estacionaria, como esperando que llegara la hora de la transformacion.

La hora llegó por fin, pero llegó desde la Tierra.

Marte y la Tierra, hijos del Sol, chispas de un incendio planetario, esperaban juntos la hora suprema.

La hora sonó por fin, pero sonó en la Tierra.

La humanidad Terrestre se había detenido tambien en la senda del progreso.

Un hombre como todos los hombres, levantó la voz entre los hombres, y su palabra, palpitando de siglo en siglo, ha llegado hasta nosotros y llegará hasta la última generacion y llegará hasta el último momento de los siglos.

Sembró en la humanidad una idea, y la humanidad, suelo fecundo donde todo germina, la ha multiplicado indefinidamente conservándole su naturaleza inmutable é inmarcesible.

Tas fué Jesu-Cristo, tal el carácter de su doctrina.

Pero aquella humanidad que había recibido el supremo de los dones, juzgó necesario crucificar á aquel hombre que le había dicho "Ama á tu prójimo como á ti mismo," y le crucificó.

La tierra guardó su despojo mortal, pero la Tierra no podía encerrar su espírítu.

Desde la cima del monte voló tambien, espíritu imájen, á las rejiones etéreas, y arrastrado por el torbellino de los otros espíritus-imájenes, fué á sembrar en Marte el gérmen sublime que había sembrado en la Tierra.

Las mismas peripecias, los mismos tormentos, los mismos vejámenes, todo le hicieron sufrir los Marcialitas, pero conservaron su doctrina, y mas felices que la humanidad terrestre, la han sentido difundirse en toda la superficie de su mundo.

Hé ahí por qué se usa el mismo refran en ambos planetas.

¿Le sucederá lo mismo al Voltaire Marcial?