Yo te amo
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(Londres 1833.)
Angelito, dame un beso; dame un beso y un abrazo, que tu padre está en la guerra hace ya más de dos años, y de entonces nada basta para darme buenos ratos sino una voz de tu boca, sino un beso de tus labios. ¡Pobrecillo!... ¡Cuántos lloros a mí mísera has costado! De tu padre, ángel del cielo, eres el vivo retrato. Esas mejillas de rosa, esos ojos azulados que respiran solo amor... Eso todo, no hay dudarlo, eso todo es de mi Antonio... Aprende, niño adorado, a decir como tu madre: «Yo te amo, yo te amo». Mamá, mamá, ¿por qué quieres que suspire al pronunciarlo? -Hijo mío, dame un beso. -Mamá mía, yo te amo. Vino luego de la guerra el militar suspirado, y al darle un abrazo tierno, fuera de sí, enajenados, hijo y madre repetían: «Yo te amo, yo te amo».