Zora la tártara
Apariencia
I Si cantáis himnos de flores ¿Por qué no cantáis a Zora, La querida del pirata De las africanas costas? La tártara es tan garrida Como las perlas de Akoja; Como el sol en los diamantes Brilla el amor en sus formas. De púrpura de Helesponto Cinta delicada y corta, Si el silencio la selló, Viene a ser su linda boca Y abultados levemente Tiene los labios de rosa, Como de los mutuos besos Conviene a las dulces glorias. De una perfección oval Es su cara encantadora Que tiene una languidez, Tiene un imán, una cosa Que conmueve el corazón Tocando sus fibras hondas Y que el labio no la explica, Pero el ánima la goza. Son tan largos los cabellos Que si desatados flotan Sobre el cuerpo de jazmín, Lo embellecen y lo adornan; Porque la naturaleza Se los diera como joya, Como velo de placeres Para el lecho de las bodas. ¡Sus ojos...! ¡ah...! se reflejan En ellos las dichas todas Y son para los creyentes Paraíso de Mahoma. Del trono de Salomón Con las perlas se corona, De la reina de Sabá Puede superar la pompa Y es su talle tan flexible Como rama que se dobla Del fresco rosal de Irém En los valles del aroma. En los palacios de Orán Tal es la risueña esposa De Assém, el feroz pirata De las africanas costas. II Los vientos con gran furor Baten las hinchadas lonas; Son las cuerdas cuando silban Fibras de metal sonoras: Hierve el mar, de hirviente lava Son sus encontradas olas Y en montañas que se estrellan Asaltan la firme proa. -«¡Muy bien! exclamó el pirata; »Ya no hay vista más hermosa »Que una atmósfera de fuego »Y una tempestad tras otra. »¡Vengan truenos! ¡vengan rayos! »Que si el cielo se desploma, »Si los mares nos sepultan »Ni me pesa, ni me enoja. »Los relámpagos brillaron »Sobre vuestras frentes torvas: »Hombres de hierro...! entonad »Vuestros cánticos ahora. »Cantad, que el león de Orán »Vio una presa muy famosa: »Sí...; mirad por dó señala »Mi cuchilla vengadora. »¿Qué es lo que acabáis de ver, »Hijos de Omar, entre sombras?» -»Un navío que naufraga»: Gritaron mil voces roncas. -«Escuchad, volvió a decir, »Las señales no dudosas »De que pierde la esperanza, »Porque su agonía toca. »¡Sangre...! ¡muerte! ¡destrucción! »Abordarlo es lo que importa; »¡Mueran todos degollados! »¡Viva Assém y viva Zora »Porque mi amada es muy bella »Y entre muchas ella sola »Puede ablandar con sus ojos »Este corazón de roca. »Yo le di de los dos mundos »Las riquezas, las estofas, »Las esencias del Arabia, »Los diamantes de Golconda. »Porque es fiel: que si una vez »La pudiese hallar traidora »Con su sangre lavaría »Mi baldón y su deshonra.» Dijo y requirió el puñal Del cinto con las pistolas Arrojando infausta luz Sus pupilas horrorosas. Su velero bergantín Se arrojó con furia loca Sobre el náufrago navío Como flecha voladora. Se oyó un grito: -«Dios es Dios, »Su profeta fue Mahoma, »Mueran todos los cristianos, »Viva Assén y viva Zora.» III La tártara sobre un lecho Que las púrpuras adornan Del áloes y el jazmín Los gratos olores goza. De la suerte del pirata No se muestra cuidadosa: La pasión del africano Muy grosera se le antoja. Y aunque son de flor sus grillos Y de flor son sus esposas Maldice su esclavitud, La maldice y después llora. Mas venga la tiranía Del señor que la aprisiona Reclinándose en los brazos De un esclavo a quien adora. La bella quiere a Taléb, Hecho esclavo entre las ondas Del golfo fatal de Ormuz Que han cruzado avaras flotas. ¡Ay...! ¡qué lenta va la noche! ¡Qué pesadas son sus horas...! Taléb tarda y sin dormir En vano le espera Zora. De repente en sus jardines Resonaron voces sordas Y bajo de las palmeras Vio la luz de cien antorchas. Cayó en tierra desmayada, Retornó al lucir la aurora, Pero vio al feroz Assém Que le dijo: -«Ingrata, toma, »Toma el último regalo »Con el cual mi amor te dota, »No puedes ver un tesoro »Más digno de nuestras bodas.» Y arrojó sobre su falda Una cabeza espantosa...: La cabeza de Taléb Con la cual manchó sus ropas.