Zoraida (Jorge Isaacs)
¡Ay! ¡Temblamos de amor y ante el delito!
Es un crimen amarnos y le adoro:
Fuerza o perdón, mi Dios, ya sólo imploro...
¿Cuándo fue tanto amor por ti maldito?
Tú lo sabes... tú viste... En vano el grito
De la conciencia... Muévate mi lloro
Y este dolor eterno que devoro,
Que va en mi frente avergonzada escrito.
Madre del corazón, mi amparo y guarda,
¿Por qué tan sola y débil me dejaste,
Por qué el momento de seguirte tarda?
Si le oyes y le miras... y si amaste,
¡Dime cómo a sus pies, así vencida,
Podré quitarle con mi amor la vida!
¡Un año que partiste!
¡Un año de dolor, un año entero!
Sollozando, de mí te despediste...
Y era eterno ese adiós; en vano espero.
¡Un año que partiste!
Creer aún en tu constancia quiero...
Tu esclavo vil mi corazón hiciste,
¡Y me engañaste... y te perdono... y muero!
Así sus labios trémulos y ardientes
El reposo y el alma me robaron
Desde el instante mismo en que obedientes
Éstos a sus caricias encontraron;
Los ojos que en mis ojos se miraron
De mi traviesa voluntad pendientes,
Loca de amor me vieron indolentes
Y morir de dolor, ¡y no lloraron!
Quedó mi corazón ahumado escombro:
Huye la llama de la mustia escoria...
¡y de mi triste soledad me asombro!
¡Sus banderas! ¡Batallas!... ¡La Victoria!
En vano, en vano al expirar le nombro:
¡Tu amor le basta, maldecida gloria!
Secose de mis lágrimas la fuente,
Y absorta de alegría
No puede, no sabe decirte qué siente
La pobre alma mía.
No es sueño que me ahogas amoroso
Y que en buscar se empeña
Mis labios esquivos tu beso ardoroso:
¡Así no se sueña!
¡Sí, tuya!, o para qué la vida quiero,
¿Por ti no ser amada?
Escúchame... mira... mil muertes primero,
¡La tumba, la nada!
¡Tu esclava, mi Señor! Por ti la ira
Del cielo desafío
Delira en mis brazos, dichoso delira...
¡Perdona, Dios mío!