A Borinquen
Salud, Isla preciosa, donde la vez primera
Mis ojos contemplaron de un Dios el resplandor;
Desde Barcino bella, famosa y altanera
Salúdate angustiado tu humilde trovador.
Perdona si atrevido su canto te dirige
No digno de la gloria que mereciste ya;
Ausente de tus lares su corazon se aflige,
Y en ti halla su consuelo cuando afligido está.
Las dulces suaves horas recuerda acongojado
Que en un tiempo pasara de dicha у de placer,
Cuando en tu seno amigo mas que hora afortunado
Sus dias de ventura feliz viera correr.
De un padre idolatrado recuerda las caricias
Que alegre recibiera su vírgen corazon,
Que solo conocia la edad de las delicias
En que do quiera vemos fantástica ilusion.
Recuerda cuando amante su madre cariñosa,
Modelo de ternura, pureza y de virtud,
Colmábale de besos ufana y amorosa
A que él correspondiera con tierna gratitud.
Mas hora en vano busca los goces inocentes
Que tanto reanimaran su rostro juvenil
En tus floridos campos, amenos y rïientes,
Que imitan ilusorio, bellísimo pensil.
En vano diligente la cúspide altanera
De tus montañas busca que siempre el sol doró:
En vano, que es grandiosa, inmensa la barrera
Que vegas y montañas tan bellas le oculto.
Al verte solitaria en piélago espacioso
Y bella como el niño sonriendo de placer,
Y al ver tu seno virgen y fértil y frondoso,
Su amparo omnipotente te dió el Supremo Ser.
Espléndido de entonces te colma de favores
Que gozan ya tus hijos con ansia y gratitud;
Pobló tu aire tranquilo con ágiles cantores
Que ensalzan tu belleza cruzando la altitud.
La brisa juguetona que halaga tus jardines
Se impregna del aroma que recogiendo va
De rosas matizadas, claveles y jazmines
Que imitan el aliento divino de Jehová.
Son magas y sirenas tus hijas seductoras
De amor ardiente y puro como el primer albor;
De formas hechiceras y asaz inspiradoras
Las gracias en que abunda su rostro encantador.
Tu cielo es siempre limpio y azul y trasparente,
Poéticas tus noches de encantos y de paz:
Ansioso de admirarlas mi corazon ardiente
Aquí en vano procura tener dulce solaz.
Por eso, Isla preciosa, do vió la luz primera
Tu bardo, acongojado pulsando su laud,
Desde Barcino bella, famosa y altanera
En trova melancólica envíate salud.