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A fuerza de arrastrarse: 16

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Escena IX

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BLANCA, JOSEFINA, PLÁCIDO, un CRIADO; después, DON ANSELMO VENTOSA.


CRIADO.-Don Anselmo.

DON ANSELMO.-A los pies de usted, Josefina... Blanca... Amigo Plácido. (Se saludan.)

JOSEFINA.-Muy bonitos, muy bonitos los versos que me ha escrito usted en el álbum. Venga usted, venga usted a sentarse a mi lado.

DON ANSELMO.-Es usted muy amable, Josefina.

JOSEFINA.-No con todo el mundo; con usted, sí.

DON ANSELMO.-Tanto más agradecido.

BLANCA.-(En voz baja, a PLÁCIDO.) Tienes la cara muy sombría, Plácido. Te olvidas de tu papel. Mira que es uno de los primeros críticos de la corte y que ha de juzgar tu comedia.

PLÁCIDO.-Es verdad.

JOSEFINA.-(Que no ve con gusto que PLÁCIDO y BLANCA hablen en voz baja, los interrumpe.) Plácido, venga usted aquí. Estoy hablando a don Anselmo de la comedia de usted.

PLÁCIDO.-¡No merezco tanto! Ocuparse de Plácido la más bella de Madrid y el primer literato de España.

DON ANSELMO.-Lo primero, sí. Lo segundo, no.

JOSEFINA.-Lo primero, no. Lo segundo, sí.

BLANCA.-(Aparte.) Lo primero, no. Lo segundo, no.

PLÁCIDO.-Si no fuera atrevimiento excesivo, yo le rogaría a usted que viese un ensayo de mi obra.

DON ANSELMO.-Ya lo he visto, y tengo escrita la crítica. Me gusta alentar a la juventud, y además se interesan por usted Josefina y el marqués... y supongo que Blanca también.

BLANCA.-Es paisano.

DON ANSELMO.-Es natural.

PLÁCIDO.-(Con fingida efusión.) Mil gracias, don Anselmo. JOSEFINA.-No tan aprisa; antes de darle las gracias hay que saber cómo le trata a usted. Yo soy muy positiva.

DON ANSELMO.-Plácido es muy simpático, muy modesto; no le falta ingenio; yo creo que hará algo bueno con el tiempo.

BLANCA.-(Con ansiedad.) Pero la comedia..., ¿qué le parece a usted?

DON ANSELMO.-Es discreta..., y tiene algo..., tiene algo...

JOSEFINA.-Vamos, mediana.

DON ANSELMO.-No se puede juzgar de ese modo, Josefina. Además, una obra que usted recomienda, para mí es admirable.

JOSEFINA.-¿Lo dice usted así?

BLANCA.-¿Dice usted que es admirable?

DON ANSELMO.-No digo tanto... porque hay que mostrar cierta imparcialidad. De lo contrario, el elogio resulta sospechoso.

JOSEFINA.-Estoy segura de que el artículo no es como yo quisiera.

DON ANSELMO.-Pues usted lo modifica.

JOSEFINA.-¿Me autoriza usted?

DON ANSELMO.-Plenamente autorizada.

PLÁCIDO.-¡Perdóneme usted, maestro! Soy joven, tengo ilusiones; acaso de usted dependa mi porvenir. ¿Ha de negarme usted su protección? ¡Le cuesta a usted tan poco hacer de mí un hombre!

DON ANSELMO.-Le comprendo a usted, y simpatizo con usted..., y Josefina lo manda.

JOSEFINA.-Claro.

DON ANSELMO.-Dispense usted, Josefina. El marqués me mandó venir y todavía no le he avisado que estoy aquí. ¿Quiere usted tocar el timbre, Plácido, y usted dispense?

PLÁCIDO.-Usted echa las campanas a vuelo por mí; yo toco el timbre por usted. (Toca el timbre.)

DON ANSELMO.-(A un CRIADO que se presenta.) Avise usted al señor marqués que estoy a sus órdenes.

JOSEFINA.-(Aparte, a PLÁCIDO.) ¿Vendrá para lo que usted me dijo?

PLÁCIDO.-Seguramente.

JOSEFINA.-Pues yo le sigo. Entro en el gabinete; los oigo..., y ya verá usted cómo no hay duelo.

PLÁCIDO.-(Fingiendo interés.) Sí, por Dios, Josefina.

CRIADO.-El señor marqués le espera a usted.

DON ANSELMO.-Voy en seguida. Con el permiso de ustedes.

JOSEFINA.-Yo le acompaño a usted hasta el despacho de mi padre.

DON ANSELMO.-Tanto honor...

JOSEFINA.-Blanca, espérame en mi cuarto. (Salen DON ANSELMO y JOSEFINA. BLANCA hace un movimiento de enojo que no puede reprimir.)