A fuerza de arrastrarse: 28
Escena IX
[editar]DICHOS y TOMÁS.
TOMÁS.-(Con mal tono.) Lo que pensé: los dos.
PLÁCIDO.-¡Eh! ¿Qué es eso? ¿Quién le ha llamado a usted?
TOMÁS.-¿Oye usted, señorita Josefina?
JOSEFINA.-Déjeme en paz.
TOMÁS.-Pero ¿es que den Plácido es ya el amo?
JOSEFINA.-¿Y qué que lo sea?
PLÁCIDO.-¡Lo, soy! ¡Y como soy el amo, te mando a los infiernos, mentecato!
JOSEFINA.-Bien, bien manda usted, Plácido; así me gusta.
TOMÁS.-(Casi llorando.) ¡Yo mentecato..., yo imbécil!... ¡Pues que los sorprendan a ustedes! ¡Ahí viene gente! ¡Me alegro! ¡El amo! ¡Ya es el amo!... (Sale aturdido y vacilante.)
JOSEFINA.-¡Dice que viene gente!... ¡Adiós, Plácido! (Va hacia la puerta.)
PLÁCIDO.-Pero, todo lo que me ha dicho usted, ¿habrá sido un sueño? (Siguiéndola.)
JOSEFINA.-No sé..., pero yo estaba muy despierta. (Se dan la mano. Él la besa y ella sale corriendo, ríe.)
PLÁCIDO.-¡Es mía!... ¡Es fea!... ¡Pero es un diablillo!... ¡y es millonaria!... ¡Esto ya no es arrastrarse...: es trepar! ¿Dijo Tomás que venía alguien?... (Asomándose a la puerta.) ¡Ah! ¡Claudio!... ¡Imbécil!...