A fuerza de arrastrarse: 51
Escena XVII
[editar]PLÁCIDO y BASILIO.
PLÁCIDO.-¡Hace bien! ¡No me necesita, le repugno!... ¡Acabemos! (Se dirige a la puertecilla y la abre.) Entre usted. (Todo lo que sigue, en voz baja; conversación entre cómplices.)
BASILIO.-(Inclinándose.) ¡Señor vizconde!
PLÁCIDO.-¿Trae usted eso?
BASILIO.-Aquí está. (Enseña un manojo abultado de cuartillas y varios papeles atados con una cinta.) ¿Y usted tiene lo prometido? (Retirando como por descuido los papeles.)
PLÁCIDO.-Aquí está. (Pausa. Se miran los dos. Esta escena difícil queda entregada a los actores.)
BASILIO.-Estas son las cartas y documentos justificativos. Estas, las cuartillas del folleto preparadas para la imprenta. Pero entre tanto... (Retirando los papeles y extendiendo la mano.)
PLÁCIDO.-(Con repugnancia. Le da el sobre con el talón.) ¡Tome usted!
BASILIO.-(Recogiendo el sobre y mirando lo que hay dentro.) ¡Qué fáciles son estos conciertos entre caballeros y personas leales!
PLÁCIDO.-¡Basta! (BASILIO le da los documentos, que PLÁCIDO recoge y guarda en el pecho. Al darle las cuartillas, dice BASILIO.)
BASILIO.-Más prisa que usted, señor vizconde, en recogerlas, tengo yo en desprenderme de estos papeles infames. (Al darle las cuartillas, fingiendo desprecio y volviendo la cabeza, deja caer dos o tres. PLÁCIDO, instintivamente, se baja para recogerlas, poniendo una rodilla en tierra. De suerte que hay un momento muy rápido en que PLÁCIDO está a los pies de BASILIO; y éste, erguido, burlón, insolente, le contempla «desde su altura».)