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A fuerza de arrastrarse: 52

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Escena XVIII

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PLÁCIDO, BASILIO, BLANCA; después, JOSEFINA, el MARQUÉS y JAVIER.


BLANCA.-(Entra de pronto, en el momento preciso en que PLÁCIDO está a los pies de BASILIO, y se detiene de golpe.) ¡Ah! ¡Siempre arrastrándose! (Con dolor, repugnancia y desprecio. Al oír la voz de BLANCA se levanta y hay una pequeña pausa. Después se acerca a ella y habla en voz baja.)

PLÁCIDO.-¿Por qué vuelves?

BLANCA.-Iba a buscar a Josefina, la vi de lejos y sin poder contenerme retrocedí.

PLÁCIDO.-(Con ironía triste.) ¿Y diste conmigo? No ganas en el cambio.

BLANCA.-Vienen todos..., echa a ese hombre.

PLÁCIDO.-(Acercándose a BASILIO, en voz baja.) Salga usted.

BASILIO.-¡Señor vizconde!

PLÁCIDO.-Pero que no te encuentre en mi camino porque te estrangularé pensando que me estrangulo a mí mismo. Vete, que se me van las manos, no sé si a tu cuello o al mío. ¡Vete! (Al salir BASILIO entra JOSEFINA muy aprisa; detrás de ella, el MARQUÉS con JAVIER.)

JOSEFINA.-(Corriendo hacia BLANCA y abrazándola con mucho cariño aparente.) ¡Blanca!... ¡Querida Blanca!... ¡Cuánto me alegro de verte!

BLANCA.-(Procurando dominar su repugnancia.) ¡Querida Josefina!...

JOSEFINA.-Me dijeron que estabas... y en seguida vine a buscarte. ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Qué olvidadiza! ¡Qué ingrata!

BLANCA.-Vámonos, Javier. Josefina tendrá que atender a sus amigos.

JOSEFINA.-Se marcharon ya todos.

BLANCA.-Razón de más; hay que respetar la intimidad de la familia. Adiós, señor marqués. Adiós, Josefina... Adiós, Plácido. (Todos se van despidiendo y se dirigen al fondo. PLÁCIDO queda en primer término en pie y sombrío. BLANCA vuelve a buscarle.) Aquel retrato de tu madre, que creías perdido, Javier lo pudo adquirir de uno de allá. Te lo mandaré.

PLÁCIDO.-No..., que se quede en tu casa... ¡Allí tendrá un altar!... ¡Aquí, entre Josefina y el marqués y yo!... ¡Calla!..., ¡calla!..., ¡qué profanación!

BLANCA.-Como quieras; te lo guardaré.

PLÁCIDO.-¿Me das la mano?

BLANCA.-(Dudando un momento.) Sí... Adiós...

PLÁCIDO.-¡Adiós!... No dices, ¡qué pena!

BLANCA.-Sí..., ¡qué pena!..., ¡muy grande!