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A secreto agravio, secreta venganza/Jornada 1/Escena VII

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Jornada primera

Escena VII

DON BERNARDINO, DON LUIS y CELlO, que se quedan lejos de DOÑA LEONOR, SIRENA, MANRIQUE

DON LUIS

Soy mercader, y trato en los diamantes,
que hoy son piedras, y rayos fueron antes
del sol, que perficiona y ilumina
rústico grano en la abrasada mina.
Paso desde Lisboa hasta Castilla,
y en esta aldea vila maravilla
del cielo, reducida en una dama
que acompañáis; y luego de la fama
supe que va casada o a casarse.
Y como suele en todas emplearse
este caudal más bien, porque las bodas
en la gala y la joya empiezan todas,
enseñaros quisiera algunas dellas,
que no son más lucientes las estrellas,
por ver si la ocasión con el deseo
hacen en el camino algún empleo.

D . BERNARDINO

La prevención y la advertencia ha sido
acertada. A buen tiempo habéis venido, pues yo,
por divertirla y alegrarla
(que está triste), unajoya he de feriarla.
Aquí esperad, y llegaré primero a prevenirla.

DON LUIS

Pues ahora quiero
que la llevéis, señor, para bastante
prueba de mi verdad, este diamante:
(Dásele.)
que visto su valor y su excelencia,
no dudo yo, señor, que os dé licencia
de llegar a sus pies.

D. BERNARDINO

¡Es piedra rara!
¡ Qué fondo ! ¡ Qué caudal! ¡ Qué limpia y clara!
Aquí, divina Leonor. (Llégase a ella.)
Ha llegado un mercader,
en cuya mano has de ver
joyas de grande valor,
ricas, costosas y bellas.
Divierte un poco el pesar;
que yo te quiero feriar
lo que te agrade dellas.
Este diamante, farol
que con luz hermosa y nueva,
para su limpieza prueba
ser luciente hijo del sol,
viene por testigo aquí.
Toma el diamante. (Dásele.)

DOÑA LEONOR

(Ap.) ¿Qué veo?
¡Cielos!

D. BERNARDINO

Dime...

DOÑA LEONOR

(Ap.) Aún no lo creo.

D. BERNARDINO

Si ha de llegar.

DOÑALEONOR

(Ap.) (¡Hay de mi!
Este diamante es el mismo...)
Dile que llegue. - ¡ Sirena!
( Apártase Don Bernardino).
(Ap.) Sáqueme amor desta pena,
deste encanto, deste abismo.)
Este diamante que ves,
luz que con el sol la mides,
di a don Luis de Benavides.
Prensa mía y suya es.
O mis lágrimas me ciegan,
o es el mismo. Hoy sabré yo
cómo a mis manos volvió.

SIRENA

Disimula, que ya llegan.
(Llega Don Luis).

DON LUIS

Yo soy, hermosa señora...

DOÑA LEONOR

  (Ap.) Alma de la pena mía,
cuerpo de mi fantasía.

SIRENA

(Ap. a ella.) Disimula y calla ahora;
que ya veo la razón
que tienes para admirarte.

DON LUIS

Yo soy quien en esta parte
piensa lograr la ocasión,
habiendo a tiempo llegado
en que pueda mi deseo
hacer el feliz empleo
tantos años esperado.
Traigo joyas que vender
de innumerable riqueza;
y entre otras, una firmeza
sé que os ha de parecer
bien; porque della sospecho
que adorne esa bizarría,
si es que la firmeza mía
llega a verse en vuestro pecho.
Un Cupido de diamantes
traigo de grande valor;
que quise hacer al amor
yo de piedras semejantes,
porque labrándole así,
cuando alguno le culpase
de vario y fácil, le hallase
firme solamente en mí.
Un corazón traigo, en quien
no hay piedra falsa ninguna:
sortijas bellas, y en una
unas memorias se ven.
Una esmeralda que había,
me hurtaron en el camino,
por el color, imagino,
que perfecto le tenía.
Estaba con un zafiro;
mas la esmeralda llevaron
solamente, y me dejaron
esta azul piedra que miro;
y así dije en mis desvelos:
«¿Cómo con tanta venganza
me llevasteis la esperanza
para dejarme los celos?»
Si gusta vuestra belleza,
descubriré, por más glorias,
el corazón, las memorias,
el amor y la firmeza.

D. BERNARDINO

El mercader es discreto.
¡Qué bien a las joyas bellas,
para dar gusto de vellas,
las fue aplicando su efeto!

DOÑA LEONOR

Aunque vuestras joyas son
tales como encarecéis,
para mostrarlas habéis
llegado a mala ocasión.
Y yo, en ver su hermoso alarde,
contento hubiera tenido,
si antes hubierais venido;
pero habéis venido tarde.
¿Qué se dijera de mi,
si cuando casada estoy,
si cuando esperando estoy
a mi noble esposo, aquí
pusiera, no mi tristeza,
sino mi imaginación
en ver ese corazón,
ese amor y esa firmeza?
No los mostréis; que no es bien
que, tan sin tiempo miradas
agora, desestimadas
memorias vuestras estén.
Y tomad vuestro diamante;
que ya sé que pierdo en él
una luz hermosa y fiel,
al mismo sol semejante.
No culpéis la condición
que en mí tan esquiva hallasteis;
culpaos a vos, que llegasteis
sin tiempo y sin ocasión.
(Ruido dentro).

MANRIQUE

(Mirando dentro.) Ya don Lope mi señor llega.

DON LUIS

(Ap.) ¿Habrá en desdicha igual
mal que compita a mi mal,
ni dolor a mi dolor?

DOÑA LEONOR

(Ap.) ¡Qué veneno!

DONLUIS

(Ap.) ¡Qué crueldad!

D. BERNARDINO

A recibirle lleguemos. (Vase.)

MANRIQUE

Callen todos, y escuchemos
la primera necedad;
porque un novio a quien le place
la dama y a verla llega,
como necedades juega,
es tahúr que dice y hace. (Vase.)