A secreto agravio, secreta venganzaA secreto agravio, secreta venganzaPedro Calderón de la BarcaJornada 2: Escena IX
Jornada segunda
Escena IX
DOÑA LEONOR, SIRENA.
DOÑA LEONOR
Sirena.
SIRENA
Señora mía.
DOÑA LEONOR
¡ Cuánto tu ausencia me cuesta!
¿Hablástele?
SIRENA
Y la respuesta
en este papel te envía;
y de palabra me dijo,
que si él una vez te hablara,
él se fuera y te dejara.
DOÑA LEONOR
Con mayor causa me aflijo.
¿Para qué el papel tomaste?
SIRENA
Para traerte el papel.
DOÑA LEONOR
(Ap.) ¡Ay, pensamiento cruel,
qué fácil entrada hallaste
en mi pecho!
SIRENA
Pues ¿qué importa
que le tomes y le leas?
DOÑA LEONOR
¿Eso es bien que de mi creas?
La voz, Sirena, reporta,
con abrasarle y romperle.
(Ap.) Entiéndeme, necia, y sea
rogándome que le vea;
que estoy muerta por leerle.
SIRENA
¿Qué culpa tiene el papel
que viene mandado aquí,
señora, para que así
vengues tu cólera en él?
DOÑA LEONOR
Pues si le tomo, verás
que es sólo para rompelle.
SIRENA
Rómpele después de lêlle.
DOÑA LEONOR
(Ap.) Eso sí, ruégame más.
Pesadaestás, y por ti
rompo la nema y le leo,
por ti sola.
SIRENA
Ya lo veo.
Abrele, pues.
DOÑA LEONOR
Dice así:
( Abre el papel Doña Leonor, y lee.)
«Leonor, si yo pudiera obedecerte,
»y pudiera olvidar, vivir pudiera:
»fuera contigo liberal, si fuera
»bastante yo conmigo a no quererte.
»Mi muerte injusta tu rigor me ad-vierte,
»si mi vida en amarte persevera,
»¡pluguiera a Dios! y de una vez muriera
»quien de tantas no acierta con su muerte,
»¿Que te olvide pretendes? ¿Cómo puedo
»despreciado olvidar y aborrecido?
»¿No ha de quejarse del dolor el labio?
»Quiéreme tú; que si obligado quedo,
»yo olvidaré después, favorecido;
»que el bien puede olvidarse, no el agravio.»
SIRENA
¿Lloras, leyendo el papel?
Son, en fin, pasadas glorias.
DOÑA LEONOR
Lloro unas tristes memorias
que vienen vivas en él.
SIRENA
Quien bien quiere, tarde olvida.
DOÑA LEONOR
Como el que muerte me dio
está presente, brotó
reciente sangre la herida.
Este hombre ha de obligarme,
con seguirme y ofenderme,
a matarme y a perderme
(que aun fuera menos matarme),
si no se ausenta de aquí.
SIRENA
Pues tú lo puedes hacer.
DOÑA LEONOR
¿Cómo?
SIRENA
Oyéndole, que él dice
que en oyéndole una vez,
se ausentará de Lisboa.
DOÑA LEONOR
¿Cómo, Sirena, podré?
Que a trueco de que se vaya,
imposibles sabré hacer.
¿Cómo vendrá?
SIRENA
Escucha atenta:
Ahora es el anochecer,
que es la hora más segura,
porque ni temprano es
para que a un hombre conozcan,
ni tarde para temer
que la vecindad lo note.
De mi señor, ya tú ves
que nunca viene a esta hora.
Don Luis, no dudo que esté
en la calle; podrá entrar
a esta sala, donde habléis
los dos, y entonces podrás
decirle tu parecer.
Óyele lo que dijere,
y obre fortuna después.
DOÑA LEONOR
Tan fácilmente lo dices,
que no le dejas que hacer
al temor, ni aun al honor
que dudar ni que temer.
Ve ya por don Luis.