Ir al contenido

Admonición a un poeta novel contra la tentación de escribir sátiras

De Wikisource, la biblioteca libre.
Nota: Se respeta la ortografía original de la época

ADMONICION A UN POETA NOVEL
CONTRA LA TENTACION DE ESCRIBIR SATIRAS.

Sé dócil, Fabio, atiend, e á mis razones;
Y no corras derecho al precipicio.},
Sin ver el grave riesgo á que te expones.
Eres mozo y honrado, ves al vicio
Alzar impune la soberbia frente,
Y á su aspecto no mas, sales de quício;
Sin reparar, ó joven inocente,
Que con vano sermón nada se alcanza,
Si se va contra el viento y la corriente.
No es mejor que á la insípida alabanza
Consagres tus vigilias y sudores,
Ganando para tí lucro y holganza?
Celebra á los maguates y señores:
Por Mecenas elige el mas menguado,
Y derrama á dos manos tus loores;
Que aunque en lugar de incienso regalado
Mezclas inmunda pez, resina y brea,
Y al ídolo en su, altar dejes ahumado,

Verás cuál se entumece y pavonea
Con el tributo vil, y paga ufano
Cuanto su necio orgullo lisonjea.
Si es de mal corazón, llámale humano;
Si pródigo, gafan y generoso;
Sabio y modesto, si ignorante y vano:
Miente y adula á roso y á velloso,
Seguro que ninguno te desmienta,
Cierto de hallar aplauso numeroso;
Y en un año, en un mes, por mí la cuenta
Si has menester Apolo ni Pegaso
Para lograr honores, fama y renta.
No traigo á la memoria un solo caso
En que el decir verdad premio consiga;
Y antes por ello vi mas de un fracaso:
Asi, no es de estrañar que el tropel siga
La senda mas trillada y espaciosa;
Que el término conduce sin fatiga;
En tanto que apocada y temerosa
Se esconde la virtud bajo la tierra,
Y aun allí el vicio con furor le acosa.
Mas si vivir no quieres siempre en guerra
A sombra de desvan, pobre y desnudo,
A Persio y Juvenal con llave encierra;
Deja el voraz estilo, áspero y rudo,
Y alambica un elojio albimarado
Que cuele blandamente sin embudo.
Yo no be visto en mi vida potentado
Que un Licurgo no fuese en su alto asiento,
Y de todas virtudes fiel dechado;
Ni uno tampoco he visto que, al momento
Que por tierra cayó, no mereciera
Servir, cual otro Luna, de escarmiento.
No he visto un general que no pudiera
A César y á Pompeyo dar lecciones,
Y que no esté atrasado en su carrera;
Ni un asentista, henchido de doblones,

Que no fuese columna del Estado,
Del pueblo entre las crudas maldiciones.
¿Quién halló un juez venal en alto estrado?
g Quién no encontró talento á su palaciego?
¿Quien conoce un bribón condecorado?...
Pues en la corte estás, y no eres ciego,
Dime si, aunque demonio te volvieras,
Hallaras leña en que echar tu fuego.
Juro y rejuro, hablándote de veras,
Que falta material á la censura;
Como mentir y calumniar no quieras;
Y si debiste a! cielo por ventura
Musa festiva, alegre y burladora,
La diestra armada de manopla dura.
Hazle amanzar su furia azotadora,
O procura que pague el escudero
El encanto fatal de su señora.
Este es el medio, Fabio, que prefiero;
Que no es nuevo pagar el inocente,
Y ostentarse el culpable erguido y fiero:
Y sin lanzar no puedes de la mente
La viva comezou de incuba Musa,
Que ni paz ni reposo te consiente,
De aquel feliz árbitro al menos usa,
Y en posadera ruin descarga recio,
Sin tener que pedir perdón ni escusa.
A un alcalde pedáneo llama necio;
Dí que roba á man-salva un boticario;
Trata a un pobre cornudo con desprecio;
Saca á plaza un poeta perdulario;
Empluma alguna vieja Celestina,
O acusa á un fiel de fechos de falsario...
Mas cuenta que la misma ventolina
No te engolfe después en mar bravia,
Do el piloto mas diestro halla su mina.
Regla sin escepcion: en viendo «sza,
Hermanadas están virtud y ciencia,

Y las debes tratar con cortesía;
Y si asomos vislumbras de excelencia,
O de una aplaca atisbas los reflejos,
Ya les puedes hacer la reverencia.
Mas si infundados juzgas mis consejos,
Por norma elija al cazador prudente,
Que audaz persigue á liebres y conejos;
Y cura bien noecharla <le valiente
Con los soberbios tigres y leones,
De corva garra y de aguzado diente.
Del mar en las undívagas regiones
El pez mayor embiste el pequeñuelo,
Y huye de los hambrientos tiburones;
Y en las aves aligeras del cielo
Tras la paloma arrójase el milano,
Y del buitre rapaz no turba el vuelo.
Tan natural y propio al ser liumauo
Es perseguir al débil y abatido,
Y evitar aun el riesgo mas lejano.
Que no verás rapaz recien nacido
Que al flaco gozquecillo no atormente,
Y de robusto Can no huya al ladrido.
Lo mismo debe hacer hombre prudente;
Que lo demas son pláticas de antaño,
De que se burla ya la culta gente.
Y si tal vez creyeres que te engaño,
A salvo pongo el áuima y conciencia
Con prevenirte á tiempo de tu daño;
Haz por juego si quiera la esperiencia;
Mas no te quejes del rigor del hado,
Cuando sufras la dura penitencia.
Yo por mi parte huiré de tal pecado,
Aunque Apolo me ofrezca su corona:
Que es lícito en eL muudo ser malvado;
Mas decir la verdad no se perdona.