Ir al contenido

Album poético-fotográfico de las escritoras cubanas/Brígida Agüero

De Wikisource, la biblioteca libre.




Bríjida Agüero y Agüero.

Murió tan jóven, tan jóven,
¡Tan triste, tan sin ventura!

J. J. Palma.


Dios ponga en nuostros lábios al pronunciar el dulcísimo y querido nombre de esta sentida poetisa, toda la santa elocuencia de Bossuet, para remontar el corazon y el pensamiento de los que nos escuchan hácia el cielo, donde sin dudu alguna debe habitar, porque ella era un ángel encarnado en la forma de una mujer.

Quisiéramos, al hacer resonar de nuevo su nombre en el mundo, que fuera nó con la voz y algazara de la agitacion que reina en él, sino así como una queja inarticulada, vaga como un ensueño; pero sin que á ese culto de nuestra ternura se mezclasen las palpitaciones de la vida, sino la piedad de que se reviste su recuerdo inmortal.

Ni que al trazar lijeramente un diseño de su ser y sus hechos en estas pobres pájinas, escritas mas bien con el corazon que con el dietàdo del pensamiento, pueda el génio del bien que parece estiende sus alas sobre la blanca y modesta tumba en que duerme, inclinar mústia la frente temiendo sea profanada.

Aunque ahora la despojemos de su mortuoria veste, y tratemos de animar su sombra con el recuerdo de los dias en que como unia aparicion lució en el suelo, no por eso perderá el explendor de que nos parece la vemos circuida, así como si fuese una imájen que errante, y envuelta en un ropaje explendoroso como la luz, é impalpable y aéreo como el éter, posa sus plantas silenciosas sobre el puro cristal del cielo.

Bríjida Agüero y Agüero nació en el mes en que la naturuleza desplega todos sus encantos en nuestro suelo: en Mayo, el dia doce, del año 1837.

Los padres de esta virtuosa joven son los Sres. D. Francisco de Agüero y Estrada y la Sra. Ana Maria Agüero y Varona, personas muy respetables y distinguidas de la sociedad principeña, no solo por la alta gerarquía de su estirpe sino tambien por sus excelentes cualidades. El Sr. de Agüero Estrada, geralmente apreciado por su talento literario, y por ser uno de los primeros poetas de Puerto-Príncipe, de donde es natural, y todos sus hijos incluso Bríjida, es mas conocido por el seudónimo de El Solitario del Camagüey que por su propio nombre.

Bríjida se crió en el aislamiento y tranquilidad de nuestros campos: sus estudios se limitaban á los elementos de una instruccion primaria que recibía de sus mismos padres.

Pero el orden de acontecimientos que suelen parecer casuales y no son sino las leyes severas del destino, bien pronto vinieron á turbar aquel género de vida que tanto se adaptaba á su angélico y dulcísimo carácter: su familia el año de 1851 sufrió desgracias que por su misma naturaleza y oríjen hacen simpático é interesante su dolor á todos los cora zones sensibles; y desde entonces no hubo para ella, puede decirse, un solo dia de felicidad.

Entonces fué conocida de la sociedad camagüeyana, pues el trastorno de esos mismos acontecimientos hizo que se trasladase á la poblacion.

Ya por esta época habia dado muestras de su talento en algunos versos que si bien de poco valor, al ménos revelaban el elevado temple de su alma.

Hasta los diezisiete años de edad no pudo dedicarse con atencion prolija al cultivo de las letras, en cuya noble senda hubiera alcanzado muchos y merecidos láuros, si la muerte —¡azote del universo!— no hubiera venido á tronchar su vida en flor, cuando aun apénas habia dado muy cortos pasos de la tierna adolecencia á la hermosa juventud, cuando modulaba su garganta un himno de admiracion á los encantos de la vida.

No se sabe fijamente cual fué el asunto ni género literario en que expresó su primera impresion poética.

En el año de 1861 estableció la Sociedad Filarmónica de Puerto-Príncipe unas clases de Literatura, que aun existen, y en ellas figuró como alumna. Allí con su asidua constancia y aplicacion hizo en buen tiempo muy rápidos progresos y el Instituto por premiar sus talentos, la nombró socia facultativa de dicha Seccion.

Varias ocasiones resonó su voz en aquel hermoso recinto, y siempre que se presentaba á leer las producciones de su fecundo ingenio era acojida con señaladas muestras de aceptacion y simpatía, hasta elevarla á un grado distinguido.

Esta poesía que á continuacion insertamos, arrancó muy nutridos aplausos la noche que fué leida por ella, en la Sociedad de que ya hemos hecho mencion.


A LOS SOCIOS DEL LICEO CAMAGUEYANO.

¿Quién al ver de la aurora los destellos
Iluminando las tempranas flores,
Bajo un cielo de fúlgidos colores
Allí en los campos, de mi patria, bellos,
No aspira á ser pintor de la natura,
Y á bosquejar su espléndida hermosura?

¿Quién que escuche del índico sinsonte
El melodioso, incomparable trino
En la espesura de encumbrado monte,
No siente de emocion arrebatada,
El sublime poder de la armonía?
Solo el que tenga un alma
Insensible al placer, lánguida y fria.
¿Quién al mirar del sol en occidente
La moribunda luz en su desmayo,
No se conmueve y siente
De tierna inspiracion vívido rayo?
—¿Quién habrá que resista
Al amor sacrosanto de la gloria?
¿Quien podrá con mirada indiferente
Contemplar del artista
Ebrio de gozo la radiosa frente?
Solo el que tenga un corazon de hielo,
Y una alma destituida
De entusiasmo feliz y de ilusion,
No siente de la gloria el noble anhelo,
Y sus puras y gratas impresiones:
Mas el que tenga un alma
Amante de lo bello y lo grandioso,
Entusiasta y sensible cual la mia,
Encontrará do quiera
Vida, hermosura, encantos y armonía.
Al contemplar los nombres que la historia
En sus brillantes pajinas conserva,
Mi corazon palpita
Henchido de una célica esperanza,
Y en sus trasportes de entusiasmo ardiente,
Tomo el laud y canto,
Las Artes y la Gloria, reverente.
Canto la gloria sí grande y sublime ,
Elevando del hombre el pensamiento
Con su divino acento
El abatido espíritu reanima;
Arranca al plectro cadenciosa rima,

Mueve el cincel, y muestra
Al músico, al pintor y al que proteje
El numen de la dulce poesía
Una vida eternal y una corona.
A su influjo recobran
Nuevo explendor las artes
Ilustrando la humana inteligencia;
Los pueblos civiliza
Y difunde la luz por todas partes.
Aun conserva los májicos cinceles
De Fidias, Miguel Angel y Canova,
Y enaltece al insigne Praxiteles
Cuya fecunda inspiracion arroba;
Que el genio esclarecido
En alas de la gloria refulgente
Arrebata sus nombres al olvido.
Por ella contemplamos
Ornados de laurel en letras de oro
Los nombres de Velazquez y Rivera,
Y aun viven con renombre de inmortales
Homero, Tasso, Milton y Petrarca,
Racine, Calderon y Garcilaso;
Su indómito poder todo lo abarca
Deteniendo los siglos en su paso......
¡Omnipotente gloria! resplandeces
Con el nombre de Guido,
La invencion de su Gama
Mide y convina el tiempo y el sonido.
Donizetti nos llena
De profunda emocion y sentimiento
Al mirar su Lucía
Víctima infausta de fatal destino.
Con estro peregrino
Expresa su dolor y su tormento,
Y de Edgardo infeliz en la agonía
El alma conmovida y delirante
Gime y padece con el triste amante
Al escuchar su dolorido acento.

La incomparable Norma
Hace inmortal el nombre de Bellini;
La sublime Traviatta
Eterniza de Verdi la memoria,
Y vivirá por siempre
En la italiana historia
El recuerdo feliz de Paganini.
Al pronunciar los nombres
De los ilustres hombres
Cuya inspirada frente
Admira el mundo de laurel ornada,
Os ruego que su ejemplo
Constantes imiteis en la jornada
Que lleva al genio de la gloria al templo.
Acaso encontrareis cardos y espinas,
Pero en cambio hallareis plácidas flores
De suave aroma y galas peregrinas.
¿No os inspiran las gracias
Que á las cubanas concedió el Eterno?
Son ardientes sus ojos,
Y su mirada de sin par ternura
Penetra el corazon; sus labios rojos
Vierten divina y celestial sonrisa
Que enajena de amor y de ventura,
Y el eco grato de su puro acento
Es de ilusion riquísimo tesoro,
Seductora expresion del sentimiento.
¡Oh no dejeis sus nombres
Dormir por siempre en funeral olvido!
Y cual repite el mundo
Los de Beatriz y Laura,
Haced que lleve susurrando el aura
Vuestras dulces querellas
De la tierra por todas las rejiones,
Y celebren los pueblos y naciones
La gracia y el candor de nuestras bellas.
Estudiad en sus obras la grandeza
Del Supremo Hacedor; tal en la vida

Es del artista la mision notoria,
Y haced que vuestro canto,
De patriotismo y de entusiasmo lleno,
Hasta el Empíreo suba
Con el nombre carísimo de Cuba.



Cuando vieron la luz pública estas otras poesias ya llevaba la inocente joven en sus entrañas el gérmen del terrible mal que pronto habia de terminar su vida. La tisis pulmonar dia por dia iba con su abrasado aliento languideciendo las galas de su hermosura, y no siéndole desconocido el lamentable estado porque pasaba, reconcentró todo su pensamiento y espíritu en la grandeza de Dios. A los transportes de una inspiracion arrebatadora, sucedió una meditacion solemne y augusta.

Los armoniosos acentos se apagaron, y como si hubiese desprendido de los sauces babilónicos las olvidadas liras de los bardos de la antigüedad, cada un canto suyo, fué desde entonces una nota de dolor.

Aquí están expresadas, en este lindo canto, las puras emociones de aquella alma melancólica y tierna.



¿Qué es lo bello? dirán, es la grandeza
Que en las obras de Dios fúlgida brilla,
El trino de la cándida avecilla,
El susurro del céfiro sutil;
El suave murmurar del arroyuelo
Que entre piedras y juncos se desliza;
La blanca aurora cuya luz matiza
Las flores del Américó pensil;

El lánguido rumor de sus palmares,
Y de sus bosques la apacible sombra;
Del verde césped la mullida alfombra,
Y el ígneo fuego de su ardiente sol;
Es la lluvia de perlas que se advierte
En el ramaje de la selva umbría,
Cuando aparece luminoso el dia
Entre nubes de nácar y arrebol.

Sus cedros y sus ceibas colosales,
Su cielo azul, sus nítidas estrellas,
Y de sus hijas púdicas y bellas
La interesante gracia y el candor;
Es la sonrisa de inocente niño
En el regazo de una madre tierna,
El grato acento de la voz materna,
Acento dulce que respira amor.

La lumbre del crepúsculo que vaga
Entre las hojas del florido monte
Tiñendo de carmin el horizonte,
Y dando al mundo su postrer adios,
De la luna los pálidos destellos.
La calma y el silencio de natura,
Los ensueños de amor y de ventura
Que raudos llegan de la noche en pos.

La mirada fugaz y pasajera
De enamorada vírgen pudorosa,
Palabra sin sonido y misteriosa
Que calma de un amante la inquietud,
Y mas bello que el sol en el Oriente,
Mas que el cielo de Cuba y sus colores,
Mas bello que sus palmas y sus flores,
El sagrado explendor de la virtud

Si, que la luz de la virtud explende
De la existencia en el erial camino,
Y á su influjo dulcísimo y divino

Palpita de placer mi corazon.
Y en éstasis feliz arrebatada,
Al escuchar su acento sacrosanto,
Preludio mi laud, alzo mi canto,
Llena el alma de mística emocion.

Emocion celestial, pura, sublime,
Incomparable, misteriosa, ardierte,
Que no puede expresarse cual se siente,
Que nunca el labio definir podrá.
Que mitiga mis penas y dolores,
Y de entusiasmo férvido me llena;
Enaltece mi ser y lo enajena,
Y solo en el sepulcro cesará.




DEDICADA A MI QUERIDO PADRE.


¡Eres el astro que mis pasos guia,
Adorable virtud, hija del cielo!
Luz que alumbra el alma mia,
Mi escudo protector y mi consuelo!
Mitigas mi letal melancolía,
Impulso das á mi gigante anhelo,
Y cual iris de paz y de bonanza
Fortaleces mi débil esperanza.

Tu grato influjo sin cesar bendigo,
Que en la triste horfandad me consolaba
Cuando distante del paterno abrigo,
En angustiosa soledad lloraba.[1]

¡Cómo tu acento, cariñoso amigo,
En lo interior del pecho resonaba!
¡Y cómo entónces tu sin par dulzura
Mitigó mi dolor y mi amargura!

¡Oh! ¿qué fuera de mí sin tus favores,
Genio de bendicion, numen divino,
Muertas del alma las fragantes flores
Y errante de la vida en el camino?
Abrumada de penas y dolores,
Víctima infausta del feroz destino,
Mi esperanza feliz sucumbiría
Al fiero impulso de la duda impía.

Nunca, jamás mi corazon llagado
Con férvido entusiasmo palpitara,
Ni mi pobre laud abandonado
Llena de noble emulacion pulsara,
Si no sintiera tu poder sagrado,
Si tu gloria inmortal no iluminara
Con los destellos de tu llama ardiente
Las enlutadas sombras de mi mente.

Porque eres tú, dulcísima creencia,
Vívido faro de explendor interno,
Hermosa flor de incomparable esencia
Nacida junto al trono del Eterno;
El ángel tutelar de mi existencia,
Que me sigue do quier constante y tierno,
Del mismo Dios emanacion querida
Vida del alma, y alma de la vida.




Cuando ya estaba próximo el momento en que debia para siempre eclipsarse la pura luz de aquellas miradas, cuando al estertor de una violenta convulsion habia de quedar inerte aquel noble corazon, reasumiendo todas sus fuerzas un dia se incorporó, y casi trémula, convulsa, escribió este soneto que mas que una obra literaria—sin embargo de estar con forme á las reglas del arte—parece la ferviente oracion de una alma que conmovida implora á los cielos, con cantos de mística uncion, piedad para su dolor.


(SONETO.)

¡Soberano Señor Omnipotente
Por quien el sol expléndido fulgura,
El ave canta, el céfiro murmura,
Y vierte sus raudales el torrente!

Oye mi voz: el alma reverente
Implora tu piedad en su amargura;
Mitiga un tanto mi letal tristura,
Mi cruel angustia, mi ansiedad creciente.

Al través de una triste perspectiva
Miro tan solo un porvenir sombrío,
Y mas mi pena sin cesar se aviva.

Un mal terrible me atormenta impío ....
Mas si te place que muriendo viva,
«Cúmplase en mí tu voluntad, Dios mío.»



El dia 26 de Febrero del año de 1866, apénas habia la aurora mostrado al mundo su sonrosada faz, cuando Bríjida espiró; y los primeros resplandores del sol que alumbró tan triste dia, vinieron á mezclarse con la flébil llama de los opacos cirios que ardían en rededor de su lecho funeral.

Para nosotras nunca como ese dia habia silvado tan sordo el viento entre las ramas de los árboles, ¡qué triste vimos el Oriente!...... ¡Qué sombrío el Ocaso, qué lúgubre la noche y qué pálidos sus astros.....................................

Su memoria fué honrada con muchos homenajes respetuosos.

Los poetas cubanos hicieron una corona fúnebre poética lamentando tan triste acontecimiento.

Todos los que la trataron y comprendieron, conservan su recuerdo con placer, y siempre unido vá al pronunciar su nombre, ese jemido doliente que se escapa del corazon, y traduce la palabra en estas piadosas frases:

¡Descanse en paz!








  1. Alude la autora á una época en que estuvo ausente de su padre, y separada del resto de su familia.