Blasco en París

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​Obras Completas de Eusebio Blasco​
Tomo I.
Blasco en París de Juan Valero de Tornos


Nota:se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.

BLASCO EN PARÍS

La prodigiosa actividad cerebral de Blasco, sus excepcionales condiciones de literato y principalmente de periodista, donde más han demostrado su eficacia, ha sido en la época que Blasco vivió en París, desde 1881 a 1894.

La Ciudad Lumiere aún tolera a los literatos extranjeros que trabajan en su propio idioma, y corresponden con los periódicos de su país ó publican en castellano obras, para la que en París se llama América latina; pero pare que se le permita a un extranjero escribir en francés, para que su nombre vaya unido al de los primeros periodistas, se necesita ser Eusebio Blasco.

Llegar a París con una familia numerosa, sin poseer el francés de la manera exquisita que precisa poseerlo cuando se escribe para el público, sostener esta familia, llegar á dominar aquel idioma y haber sido en la capital de Francia lo que Blasco llegó a ser, con los pseudónimos de Dagobert y Mondragón; eso, creo que no ha habido ningún extranjero que en todo el siglo pasado lo haya logrado en París.

En sus casitas del boulevard Malesherbes, número 110, y de la rué Jouffroy, num. 68—naturalmente, pisos alquilados y no fincas propias—aquel luchador infatigable trabajó con heroísmo y en el Journal y en el Fígaro principalmente, se dió a conocer de Europa entera, realizando, repito, una obra de voluntad y de intelecto que en París no ha realizado nunca otro español. Su carácter agradable y atrayente, su viveza y su gran corazón, le dieron muchas simpatías en la sociedad y en los organismos franceses, tantas, que por un servicio que prestó—como siempre, a la causa de la humanidad y de la justicia—se le propuso para un título del Papa con la denominación de Marqués de Casa-Blasco, título que no quiso aceptar.

En Julio de 1884 le fué concedida la Cruz de Caballero de la Legión de Honor, y en Julio del año 91 la de Oficial.

De la misma manera que en España, sus gestiones y su talento consiguieron, en 1895, el indulto de un reo de muerte—Mateo Jordán, condenado en Jaca (Huesca)—y en 1901 el de tres sentenciados en Santander; en París trabajó cuanto pudo hasta lograr el del famoso Luna, porque Blasco era todo caridad y todo corazón.

Allá por los años de 1889, y durante la Exposición Universal, Blasco fué encargado por la Comisaría francesa de la Sección española del Pabellón de la Prensa, y no habrá periodista español ó americano de los que concurrieron a aquel Certamen, que no recuérdelo que hizo para ayudar a los intereses españoles.

Todo el tiempo que vivió en Francia, recordó constantemente a la madre Patria, fué allí un propagandista de nuestra cultura, ayudó cuanto le fué posible a todos sus compatriotas desgraciados, se captó el cariño de la gente intelectual francesa, y seguramente en los círculos literarios de París, y muy principalmente en la casa que en la rué Druot tiene el Fígaro, la muerte de Eusebio Blasco habrá sido tan sentida como en toda España.

No ha dejado fortuna, pero su entierro ha demostrado que el trabajo y el entendimiento representan algo más que la riqueza Me parece que fué el mismo Blasco quien lo dijo: «Cuando muere un hombre que solo es rico, deja poco rastro, es algo así como un saco de oro que se cae al mar.»

Juan VALERO DE TORNOS