Cancionero (Petrarca)/Dos grandes enemigas juntas fueron

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Dos grandes enemigas juntas fueron,
Beldad y Honestidad, y con paz tanta
que no sintió jamás el alma santa
cisma después que así las dos se vieron.

Hoy por muerte las dos se dividieron:
la una en el cielo en cuya gloria canta;
la otra, que el peso de la tierra aguanta,
cuyos ojos ayer mil flechas dieron.

El suave porte y habla dulce y nueva
que oí del cielo, y el mirar gallardo
que el alma me llagó (¡y aún pus rezuma!)

ya no son más; y, si en seguirlos tardo,
será quizás porque su nombre deba
yo consagrar con mi cansada pluma.