Carta de Juan Carlos Gómez a Estanislao del Campo
Del Campo:
Las buenas obras son siempre hijas de los bellos sentimientos, porque las mejores y mas grandes ideas nacen en el corazon, llevando consigo la emocion de que nacieron.
Su pobreza de poeta, empeñada en aliviar dolorosos infortunios, ha apelado á esa infatigable alquimista de la imajinacion, que elabora los sueños de oro y fabrica los palacios en el aire, y ella, evocándole al Demonio, ha tenido el poder de ponerlo al servicio de la santa accion con algo digno de la elevacion del propósito.
No es otra la idea jeneratriz del poema monumental de los alemanes.
Fausto trae el mal por la accion poderosa del jenio, á concurrir á la obra de la humanidad, y el mal no consigue triunfar de la altura de su alma, por que no alcanza á encontrarla satisfecha sinó en las grandes y nobles aspiraciones.
Su campestre guitarra bien podia sin ruborizarse pedir un óbolo al arpa homérica de Gœthe, y preciso es convenir en que la puerta del poderoso no se ha cerrado esta vez, como de costumbre, al llamado del mendigo.
El jenio del norte ha permitido al payador argentino pasear á la rubia Margarita por la pampa inconmensurable, en donde no habia estampado jamás su divina sandalia la musa de la epopeya, y ella, soñando con sus amores y encaminándose á su desastre, se ha detenido un instante en las orillas del Gran Rio,
« á ver las olas quebrarse
« como al fin viene á estrellarse
« el hombre con su destino.»
En esta importacion de la leyenda de la edad media, en esta nacionalizacion del poema metafisico, dadas las respectivas distancias, su trova americana ha conservado los rasgos característicos de las fisonomías, los suaves matices del sentimiento, las caprichosas sombras de la fantasía, como los
acordes de Mozart y las melodías de Bellini guardan su armonía ó su cadencia al resonar en una vihuela.
El mérito de su trabajo consiste para mi en haber comprendido y trasmitido en su relato los eternos tipos del Fausto: un artista vulgar no copiaría jamás los cuadros de Rubens ó las telas de Murillo.
Desnuda su bella composicion del lenguaje gaucho, veo diseñarse en sus estrofas á la niña que vivia entre las flores como ella, demandando á las margaritas los secretos del corazon, y se me representa la virgen de cera vestida de celeste, aérea vision de la Inmaculada, como la concibió su creador, imájen seductora de esa mujer querida del poeta, perdida en el mundo antes de ser hallada, que hay siempre la esperanza de encontrar algun dia, bello ideal que un ángel proscripto traeria de su Eden á la tierra.
El Satanás de sus versos huele á azufre, hace santiguarse, y su inacabable sarcasmo
« suelta una risa tan fiera
« que toda la noche entera
« en mis orejas sonó. »
Algo de siniestro sobrecoje á la naturaleza al aparecer con su infernal guitarra:—
« Haciendo un estraño ruido
« en las hojas tronezaban
« los pájaros que volaban
« à guarecerse en su nido.
El dolor suena en sus rimas con sus acentos verdaderos, con esos acentos que solo saben oir los inspirados artistas, y que el copista nunca trasmite:—
« Ya de sus ojos hundidos
« las lágrimas se secaban,
« y entre temblando rezaban
« sus labios descoloridos
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« Cuando el cuerpo de su hermano
« bañado en sangre miró, »
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« Apenas medio alcanzaron
« á darse una despedida,
« porque en el cielo, sin vida
« sus dos ojos se clavaron.
« Ella creia que como antes,
« al ir á regar su huerta,
« se encontraria en la puerta
« una caja con diamantes.
Darnos á saborear así, en humilde décima, la obra jefe que ha desesperado á los traductores de todos los pueblos, es algo que debe engreir sus ambiciones de literato.
Debe Vd. estar salisfecho de si mismo, pues que ha llegado Vd. á dar carta de ciudadanía á una creacion prodijiosa, en que el cielo y la tierra, las fuerzas vivas de la naturaleza y las sobrenaturales del espiritu, toman una figura humana para hacerse palpables á la sensibilidad del vulgo.
Pero, permítame Vd., que temiendo ver esterilizarse en una mala via las dotes preciosas de su imajinacion, por el éxito de su Fausto, le someta una opinion que me ha inducido á escribirle estos renglones, robando un instante á un fárrago de papel sellado.
Amo la poesía popular, cuanto detesto la poesía académica, ficticia, de frase perfumada con aguas de Lubin.
La poesía popular es Homero, es Osian, la del ciego que vá cantando por las faldas del Himeto los recuerdos aun vivos de la hermosa Elena y del temible Aquiles, la del bardo que, entre las brumas de la Caledonia, dá cuerpo á las tradiciones en las figuras del heróico Fingal y la pálida Malvina.
La poesía popular no es la frase chillona y ágria del rancho. La india de los toldos es tan hija de la naturaleza como la Eva de la Biblia, recien formada de la costilla del hombre, ó como la Venus mitolójica, saliendo nubil de las espumas del mar, pero no serviria jamás de modelo á los pintores y á los estatuarios.
El gaucho se vá. Es una raza de centauros que desaparece. Hay en ellos grandes cualidades, grandes pasiones, orijinalidades características, costumbres pintorescas, materiales abundantes para la poesía. De ellos se puede decir tambien—« no dejan tras sí grandes ciudades ni monumentos que desafien al tiempo, pero han vivido, » han padecido, se han inmolado, dejan un tierno recuerdo, y los que recojan piadosamente sus últimos suspiros tienen derecho á la simpatia y al renombre.
Arroje Vd., pues, lejos de sí la guitarra del gaucho, que si á veces nos toca el corazon, en la puerta del rancho, á la luz de las estrellas, es porque en ciertos estados del alma basta una nota melodiosamente acentuada para conmovernos profundamente y acosarnos por mucho tiempo con su vago recuerdo. Tome la lira popular, la lira de los edas, de los trovadores, de los bardos, y cuéntenos como ese gaucho caballerezco y aventurero abrevaba su caballo en los torrentes de la Cordillera, y arrollaba en los desfiladeros los tercios de Bailen y de Talavera, como salvaba la democracia con Artigas, se encaramaba en la tiranía con Rosas, y ha ido rodando en una ola de sangre hácia el mar de la nada.
Una sociabilidad orijinal y una revolucion fundamental, encierran todas las pasiones, todos los dolores, todos los infortunios, todos los dramas del corazon humano. La mina es vasta. Falta el minero capaz de esplotarla.
Descubra Vd. la veta, puesto que tiene Vd. el don de sentir al gaucho dentro de sí mismo. Piense, sienta como él, y háblenos como Vd.
Su leyenda del Fausto vale, por el tipo virjinal de Margarita, por la figura diabólica de Mefistófeles, que Vd. nos ha reproducido, por el perfume de pasion inocente, de estravio inculpable, de remordimiento sincero, y de relijiosidad injénua, que serán siempre fuentes inogotables de poesía.
La forma no ha matado al fondo. Por el contraio, el fondo ha dado vida à la forma.
Puesto que Vd. puede concebir y dibujar á Margarita, comprender y exhibir á Mefistófeles, es Vd. artista, tome la paleta inmensa de la pampa, y en la rica tela de su imajinacion ensaye un cuadro de verdadera literatura americana.
Tentanda via.