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Cartas a Lucilio - Carta 33

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Cartas a Lucilio - Carta XXXIII - Libro IV
de Lucio Anneo Séneca
Las sentencias de los filósofos

Deseas que también a estas cartas, como a las anteriores, añada algunas sentencias de nuestros próceres. Ellos no se ocuparon en florecillas; todo el tejido de sus obras de ellos es varonil. Que sepas que la desigualdad existe cuando las cosas eminentes son notadas. No es admirable un árbol cuando a la misma altura se alza toda la selva. Llenas son de estas sentencias las obras de los poetas y las historias. No quiero, pues, que creas que con de Epicuro, son de todo el mundo y más que más nuestras (de los estoicos) pero en él son más notadas, porque se dan muy raramente, porque son inesperadas y porque es cosa admirable que palabras tan importantes salgan de un hombre que hace profesión de blandura. Pues es así como la mayor parte lo juzga; para mí, Epicuro es también fuerte, aunque lleve mangas.(no llevar mangas era señal de valentía) L<a fortaleza y la traza y la prontitud para la guerra pueden encontrarse tanto entre los persas como entre los pueblos vestidos de largo. No me exijas , pues, sentencias cortas y citadas de otros autores, ya que en los nuestros (los estoicos) es frecuente el que en los otros se encuentra difícilmente. No tenemos estas apariencias para engañar al comprador que no encontrará nada, cuando entre, sino aquellas cosas que hay pensadas delante de él; nosotros les permitimos escoger entre las muestras. Imagínate que nosotros quisiéramos separar del conjunto todas y cada una de las sentencias. ¿A quién se las atribuiríamos? ¿A Zenón, o a Cleantes, o a Crísipo, o a Panesio o a Posidonio? No somos súbditos de un rei, antes cada uno de nosotros reclama su libertad. Los otros (los epicúreos) atribuyen a un solo maestro todo lo que dijo Hermarc o Metrodor; todo lo que cada uno ha dicho en su escuela, lo ha dicho bajo la guía y los auspicios de uno solo.(derecho que tenía el general en jefe de consultar los auspicios). Nosotros no podemos, repito, aunque lo intentemos, obtener nada de un conjunto de cosas iguales; <<contar el rebaño hace pobre>>(así o dice Ovidio en las Metamorfosis, XIII, 823) Donde quiera que pongas la vista, te sorprenderá una cosa que podría sr emergente si no se leía mezclada ente cosas iguales. Por tanto, abandona esta esperanza de poder degustar sumariamente el genio de los barones más grandes; hace falta que los estudies y que los uses todos ellos. El plan se va tejiendo en la obra del genio hilo por hilo, y no se puede excluirse nada sin destruirla. No te niego que examines los miembros uno por uno, mientras los refieras al mismo hombre; no es bella la mujer de la cual se alaba la pierna o el brazo, sino aquella la figura de la cual se extiende por todos sus miembros la admiración de los que la ven Pero si lo prefieres, no me comportaré contigo agarradamente, sino que te serviré a manos plenas: hay un gran conjunto de sentencias; se pueden tomar por todos lados sin excluir. No caen pobremente, antes brotan en abundancia; se encuentran sin interrupción formando un solo tejido. No no hay dudad de que así son muy provechosas a los rústicos, a los que escuchan desde fuera, pues cualquiera recuerda más fácilmente las sentencias concisas y condensadas en forma de versos. Por eso hacemos aprender a los niños sentencias sueltas, y aquello que los griegos llaman <<chrias>> (usan de esta palabra los retóricos para significar extractos o sentencias de un autor para uso de los escritores) para que el alma infantil pueda memorizarlas, y no podría abarcar cosa más extensa. Al varón que ya hizo sus avances, no le está bien buscar florecillas y usar un pequeño número de sentencias trilladísimas, ni afianzarse en un recurso nemotécnico: afírmese ya en sí mismo. Hable por cuenta propia; no retenga solo lo ajeno, pues es cosa vergonzosa al anciano o al que se acerca a la ancianidad, de tener como única sabiduría cosas sabidas de memoria. "Esto dice Zenón" ¿Y tú que tienes que decir? "Esto dice Cleantes" ¿Y tú qué? ¿Hasta cuándo te moverás a la voz de otro? Manda tú alguna vez, y di una cosa que sea memorizable; saca agua de tu propio pozo. Todos estos hombres, nunca autores, siempre intérpretes, escondidos bajo la sombra de otro, no tienen para mí nada de valientes, pues no gozan nunca cumplir aquello que hace tiempo han aprendido. En obra de otro ejercitaron su memoria, pero una cosa es recordar, y otra saber. Recordar es guardar una cosa encomendada a la memoria; al contrario, saber, es habérsela hecho suya y no estar pendiente del ejemplo, tener que esperar en cada momento al maestro. "Esto dijo Zenón, esto Cleantes" No te limites a ser un libro. ¿Hasta cuándo aprenderás? Ya es hora de que enseñes. ¿Qué es lo que puedo oír de ti, lo que puedo leer? "Mucho hace la viva voz", dice. No aquella que toma palabras de otro, y no hace el oficio de escribano. Añade que estos hombres que no salen nunca de la tutela de otro, primeramente siguen los antiguos en aquello en que ninguno no es apartado, después en aquello que aún se busca y que no se encontrará nunca, si nos acontentamos con las cosas ya encontradas. Contrariamente, quien sigue siempre a otro, no encuentra nada, ni tan sólo busca- ¿Pues qué? ¿No caminaré por las pisadas de los antepasados? Yo seguiré asimismo el camino pisado, pero si descubro uno de más breve y plano, yo lo abriré. Los que antes que nosotros trillaron sendas, no son nuestros amos, sino nuestros guías. La verdad se ofrece a todos, aún no ocupada; mucha parte de ella se deja para la posteridad.

Notas

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