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Cautela contra cautela/Acto II

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Acto I
Cautela contra cautela
de Tirso de Molina
Acto II

Acto II

Sala de una casa pobre
a que se ha retirado ENRIQUE.

 

ENRIQUE, CHIRIMÍA, JULIO.

  

ENRIQUE

A esta pobre casa, amigos,
se redujo mi grandeza:
temblando está mi cabeza
de mis fuertes enemigos,
no de mis culpas, y ansí 5
pienso que a los mismos hoy
da lástima lo que soy,
como envidia lo que fui.
El agua que inunda el orbe,
del piélago se desata, 10
y en golfos de nieve y plata
tantas máquinas se sorbe:
baña con curso ligero
montes y valles sombríos;
y al fin, al fin hecha ríos, 15
vuelve a su centro primero.
Los hombres son desta suerte:
de polvo y de nada nacen,
y así su pompa deshacen
en la desdicha y la muerte. 20
Los criados que tenía,
y mi casa han ilustrado,
como sombra me han dejado,
al caer la luz del día.
Por no poder sustentar 25
algunos, los despedí,
y otros me dejan a mí,
viendo que no han de medrar.
A los dos se ha reducido
mi familia y aparato.

JULIO

Pues yo, señor, aunque ingrato
no soy al bien recebido;
como el hombre siempre aspira
a su bien y conveniencia,
te vengo a pedir licencia. 35


ENRIQUE

Nada me espanta y admira,
después de mi adversa suerte;
pero tú eres, Julio, a quien
hice en mi vida más bien.


JULIO

La pobreza es civil muerte, 40
el Conde ocupa tu puesto:
pues sabes que te soy fiel,
suplícote que con él
me acomodes, porque en esto
sabes, mi señor, que acierto. 45


ENRIQUE

Bien está: lo que deseas,
Julio, haré porque me veas
hacer bien después de muerto.
¿Y quién duda que también
licencia me pedirás 50
para decir que jamás
de mí recibiste bien?

CHIRIMÍA

Razón, mi señor, tendrías:
si reparas en los nombres,
notarás que no son hombres 55
ingratos los Chirimías.
Yo nací de buena gente:
deciendo por línea reta
de un bajón y una corneta
y un soplador excelente. 60
Porque acompañar solía
a escribanos y alguaciles,
Neblís de garras sutiles,
me llamo Chirimía.
Pero aquesto, en conclusión, 65
me da grande pesadumbre:
polvo, ni caldo, ni lumbre,
soplé, por no ser soplón.
Y con pocos intereses
te sirvo, dilo tú mismo, 70
diez años ha, que en guarismo
montan ciento veinte meses;
pero en cuenta castellana,
tomando papel y pluma,
lo que te he servido suma 75
quinientas y diez semanas;
y si la cuenta confías
de un zángano entremetido,
te dirá que te he servido
tres mil y seiscientos días. 80
Y si todo aquesto ignoras,
te sacará desta duda
la aritmética menuda:
son ochenta y seis mil horas.
Servirte siempre imagino 85
como lo he hecho hasta aquí:
soy español, y comí
tu pan, y bebí tu vino.
Hoy también servirte quiero,
vivas gordo, o mueras flaco, 90
y no como este bellaco
ingratonazo y grosero,
Asado estés en dos hornos,
no tengas honra ni fama:
hombre que Julio se llama, 95
¿qué ha de hacer sino bochornos?

Un CRIADO, ENRIQUE, CHIRIMÍA, JULIO.


CRIADO

Señor Don Enrique, aparte
oiga una palabra.


ENRIQUE

Di.


CRIADO

Señor Don Enrique, aquí
vendrán esta noche a hablarte 100
dos príncipes, y el secreto
es de importancia.


ENRIQUE

Esperando
estaré con gusto.


CRIADO

Cuando
esté en silencio perfeto
la noche, con vigilancia 105
han de venir recatados.
Haz recoger los criados.


ENRIQUE

En buen hora: de importancia
es la cautela.
 
(Vase el CRIADO.)

ENRIQUE, CHIRIMÍA, JULIO.


ENRIQUE

(Aparte.)
 
Ya empieza
a obrar mi falsa caída. 110
¡Cielos, amparad la vida,
el Estado y la grandeza
de Alfonso, mi buen señor!


CHIRIMÍA

Ludovico viene.


ENRIQUE

Venga,
porque su amistad detenga 115
a mi desdicha el rigor.

LUDOVICO, dichos.



ENRIQUE

(A LUDOVICO.)
 
Quién en mis males mostrara
pecho magnánimo y rico,
sino el Conde Ludovico,
nuevo Marqués de Pescara? 120
¿Quién pudiera ser primero
en levantar un caído,
sino aquel que sólo ha sido
el amigo verdadero?
Para que llorar no pueda, 125
me honra el cielo deste modo;
porque no me falte todo,
pues tal amigo me queda.
No dije bien; y antes digo,
y es decillo justa ley, 130
que nada me quita el Rey,
pues me deja tal amigo.
¿Quién duda, señor Marqués,
que te haya dado tristeza
la desdicha y la pobreza 135
que en aquesta casa ves?
Pero la fortuna esquiva
no me tiene de vencer:
deme más que padecer,
como Ludovico viva. 140


LUDOVICO

Don Enrique, todo pasa:
un día sigue a otro día,
y muy en vano porfía
la fortuna. Que esta casa
reconozca, me ha mandado 145
el Rey, y en efecto quiero
ser en servirle el primero.
Ved este papel cerrado,
que es del Rey.


ENRIQUE

Entrad, señor.


LUDOVICO

Yo la he de reconocer. 150


CHIRIMÍA

(Aparte, a JULIO.)
 
¿Que esto un amigo ha de hacer?


JULIO

(Aparte, a CHIRIMÍA.)
 
Verse un hombre en tanto honor
hace mudar condición.


CHIRIMÍA

(Aparte, a JULIO.)
 
En criados mal nacidos.


ENRIQUE

Alma, fe, vida y sentidos 155
de mi Rey y vuestros son.
Entrad a reconocer
casa que baña mi llanto.


LUDOVICO

Ved el papel entre tanto,
porque habéis de responder. 160

(Entrase.)

ENRIQUE, CHIRIMÍA, JULIO.


ENRIQUE

¡Sello del Rey! Yo confieso
que alegre el alma dispongo.
Sobre mi cabeza os pongo,
con el alma y boca os beso.

(Lee.)
 
«No soy Rey si me faltáis, 165
mi Enrique: sin vos, ¿qué valgo?
Si de nuevo sabéis algo,
me avisad, y cómo estáis.
Si tenéis amigo fiel,
voy investigando ya, 170
porque nunca lo será
el que lleva este papel.
César solicita amigo
que a mi palacio tornéis.
¡Feliz vos, que conocéis 175
el amigo y enemigo!»
Trae recado con que escriba.
 
(Entrase CHIRIMÍA.)

¡Ah gran Rey! ¡Cuánto te debo!
Nuevo Numa, César nuevo,
siglos tu grandeza viva. 180


CHIRIMÍA

(Dentro.)
 
Señor Conde, ¿es alguacil?
¿Qué busca por los rincones?
Ojos tiene porquerones
y alma corcheta sutil:
cese su curiosidad. 185
Pues, ¿qué mira? No tenemos
sino dos grandes extremos
de pena y necesidad.
Todo el Rey nos lo ha quitado
por bellacos y malsines, 190
¿Qué busca? Amigos rüines
nos trujeron a este estado.

 
(Vuelven LUDOVICO y CHIRIMÍA:
éste saca recado de escribir,
que pone en una mesa,
a la cual se sienta ENRIQUE y escribe.)

LUDOVICO, CHIRIMÍA, ENRIQUE, JULIO.


  

LUDOVICO

Tu humor bufonesco y frío
no debe extenderse a tanto;
que se ofende el sacrosanto 195
mandato real.


CHIRIMÍA

Conde mío,
grave y enojado estás.


LUDOVICO

Ministros que son severos,
de los hombres chocarreros
no deben gustar jamás. 200


ENRIQUE

Pídeme el Rey dos papeles,
y así donde están le aviso.

(Cierra, sella y da un papel a LUDOVICO.)
 
Ya que la fortuna quiso
darme estrellas tan crueles,
que influyen adversidades, 205
suplico, señor Marqués
a Vuexcelencia, pues es
tan amigo de verdades,
que ampare ansí mi virtud
tan perseguida.


LUDOVICO

Sí haré, 210
y al Rey también hablaré.


CHIRIMÍA

(Aparte.)
 
Ansí sea tu salud.


ENRIQUE

Julio servirle desea:
suplícole le reciba
en su servicio, ansí viva 215
largos años.


LUDOVICO

Julio sea
mi criado.


JULIO

A tal merced
dé el alma correspondencia.


ENRIQUE

Los pies beso a Vuexcelencia.


LUDOVICO

Dios guarde a vuesa merced. 220
 
(Vase y JULIO le sigue.)

ENRIQUE y CHIRIMÍA.

 

CHIRIMÍA

Vuesa merced, ¿Vuesa... qué?
Baje un rayo y le eche a pique.
¡Vuesa mercé a Don Enrique,
habiendo sido quién fue!
¡Vuexcelencia ayer, y hoy 225
vuesa merced!


ENRIQUE

El Marqués
sabe muy bien ser cortés.
Enrique de Avalos soy
solamente, y no me toca
agora otra cortesía; 230
ten paciencia, Chirimía.


CHIRIMÍA

Coso a dos cabos mi boca.


ENRIQUE

(Aparte.)
 
Al Rey he avisado ya
la junta que han aplazado
esta noche: bien sellado 235
va el papel, no le abrirá.
 
(Sale CÉSAR y vase CHIRIMÍA.)

CÉSAR y ENRIQUE.


ENRIQUE

César generoso y rico,
¿venís con otro papel
tan riguroso y cruel
como el Conde Ludovico? 240
¿Venís a llevarme preso
a más estrecho cuidado,
ya que por cárcel me han dado
la ciudad?


CÉSAR

No vengo a eso,
pues cuando su Majestad 245
tan rigurosos decretos
ejecutar me mandara,
con lágrimas y con ruegos,
del Rey al Rey apelara,
o me quitara primero 250
deste corazón la vida,
la cabeza deste cuello.
No soy ministro del Rey;
a sólo avisaros vengo,
con su licencia, que agora 255
más os amo y más os quiero.
Cuando en el verano alegre
está rico, está soberbio
el árbol en cuya pompa
el sol recibe desprecios; 260
cuando sus flores compiten
con las estrellas del cielo,
en su verde majestad,
blasón hermoso del tiempo;
cuando en su gallardo fruto 265
roba el color lisonjero
al topacio y el rubí,
rojo y pulido bosquejo:
¿qué mucho que el pajarillo,
entre sus pimpollos tiernos, 270
contra pájaros rampantes,
tome su amparo y sustento?
Mas cuando llega el octubre,
y con los soplos del cierzo
derriba la verde pompa 275
que abril y mayo le dieron,
y cuando las inclemencias
de las aguas y los vientos,
en arrugadas cortezas
le dejan desnudo y feo; 280
cuando las aves le esquivan
por encogido y por seco,
sin ver que otra primavera
galas le dará a su tiempo,
entonces sí que se muestra 285
aquel amor verdadero,
aquel instinto piadoso
y bruto conocimiento
de la viuda tortolilla,
que entre los ramos, trofeos 290
en quien mostró su poder
la helada faz del invierno,
vive triste y muere alegre.
Así yo, cuando los cielos
con sus astros favorables 295
prosperidad te infundieron,
no hice mucho en ser tu amigo
si los Príncipes del reino,
como al sol los girasoles,
a tu voluntad atentos, 300
del aliento de tu boca
pendían, y mi provecho
entre las honras hallaba
de tu amistad, o a lo menos
parecer ambición pudo 305
lo que era amor; pero luego
que la fortuna y los hados
se te mostraron adversos,
y en la noche de tu dicha
cual vanas sombras huyeron 310
los que a la luz te servían,
tórtola soy que te muestro,
buscando tus yertos ramos,
mi dolor y sentimiento.
Por ti mismo te he querido 315
para el amor de mi pecho,
lo que fuiste eres agora;
y aun eres más, pues teniendo
magnánimo corazón,
mereces renombre eterno 320
de varón constante y fuerte:
un Hércules y un Teseo,
otro Pílades y Orestes,
otro prodigioso ejemplo,
en los anales del mundo, 325
de tierna amistad seremos.
Bien sé que al Rey no ofendiste,
en mi mismo pensamiento
reconozco tu lealtad:
que vivifica dos cuerpos 330
una alma sola, y ansí
siendo tú otro yo, bien puedo
decir que traición no hiciste,
pues que yo traición no he hecho.
Envidia te ha derribado, 335
que es rayo, aborto del trueno,
que en lo poderoso y alto
funda su poder violento.
Hoy el Rey (como hombre, al fin
sujeto a humanos efetos) 340
pasó su amor a otros polos,
como el sol a otro hemisferio.
Yo, Enrique, pobre no estoy,
si hacienda heredada tengo:
dueño eres della, pues eres, 345
alma de su mismo dueño.
Si acaso estás temeroso
del enojado y severo
semblante del Rey, a España
pasarnos los dos podemos. 350
Corramos una fortuna,
suframos los dos el peso
de la herida que te oprime,
girando en fatales vuelcos.
Joyas tengo y dos caballos 355
que español cristal bebieron
en las márgenes del Betis,
uno blanco y otro negro,
que a los del alba parecen:
vayamos los dos en ellos 360
a otro clima, a otra región,
a otros mares, a otros cielos,
y a otro Rey que reconozca
tus grandes merecimientos:
a otro Rey que niegue oídos 365
a engañosos lisonjeros.


ENRIQUE

¡Dichosa mi adversidad,
pues es la piedra en que pruebo
los quilates de tu amor!
Con el alma te agradezco 370
la generosa intención;
pero no me oprime el miedo,
la conciencia está segura,
y espero en Dios que algún tiempo...

(Aparte.)
 
Pero, secreto, detente: 375
no te atrevas al silencio.

CHIRIMÍA, ENRIQUE, CÉSAR.

  

CHIRIMÍA

Aquí ha llegado, señor,
a la puerta un escudero
de la Condesa.


ENRIQUE

¿De cuál?


CHIRIMÍA

Eso es lo que yo no entiendo. 380
«La Condesa, mi señora,
(dijo) que tiene deseo
de ver al señor Enrique»,
y volvió la espalda luego.


ENRIQUE

De Elena debe de ser, 385
que el enojo de los celos
serenó con mis desdichas.
Porcia, como pobre, entiendo
que mi estado pretendía,
y ya habrá dado a los vientos 390
su esperanza y su cuidado.


CÉSAR

Si ha sido amor verdadero
el de Elena, con su estado
vivirás rico y contento.


ENRIQUE

Del amor y la amistad 395
un examen voy haciendo:
amor, descúbrete agora,
haz tu valor manifiesto
pues la amistad sacrosanta
su verdad ha descubierto. 400

(Vanse.)

Sala en casa de ELENA.

 

(ELENA e ISABEL.)


ISABEL

¿Es posible, bella Elena,
que ya no te comunique
en las desdichas de Enrique
el amor alguna pena?
¡Pobre Enrique! ¿Alegre estás? 405
Enrique sin su privanza,
Enrique en tanta mudanza,
¡y tú no lo sientes más!


ELENA

Isabel, una verdad
quiero que sepas agora: 410
ni se rinde ni enamora
mi soberbia voluntad.
Nunca supe qué es amor:
y aquel fingido cuidado
era una razón de estado 415
y desinio superior.
Hablando afecto, no amaba;
mi aumento así pretendía,
porque ser mujer quería
del que este reino mandaba, 420
Cayó, y así te prometo
que mi intención hizo pausa,
porque cesando la causa,
ha de cesar el efeto.

ISABEL

Si aspiras a ser mujer 425
del privado, Ludovico
es ya generoso y rico,
y tu dote viene a ser
lo mejor del reino: intenta
rendirle la voluntad. 430
Con Estado y majestad,
el mismo Rey hará cuenta
de ti, según lo que veo.
Lo que te he dicho procura:
con riqueza y hermosura, 435
serás el sol y el trofeo
de Nápoles.


ELENA

Dices bien:
mi gallarda presunción
aconseja al corazón
que lo sienta ansí también. 440
Pero Ludovico tiene
amistad a Enrique fiel,
y intercediendo por él,
pienso que a mi casa viene:
porque me envió un recado 445
diciéndome que tenía
que hablar conmigo este día
un negocio, y he pensado
que le pretende casar
conmigo, sin duda alguna 450
pensando que su fortuna
ansí se ha de mejorar.
Pero son grandes engaños,
si esto Enrique imaginó.
¿Mujer de hombre pobre yo, 455
Isabela? ¡Malos años!


ISABEL

La Condesa Porcia viene.


ELENA

Como le doy alimentos
y está pobre, por momentos
me está pidiendo.


ISABEL

Ella tiene 460
conforme a su calidad
la riqueza y la hermosura:
prima es tuya, honrar procura
tu sangre con tu lealtad.

PORCIA, con manto. ELENA, ISABEL.


  

PORCIA

Yo he de volverme de priesa: 465
la silla espere.


ELENA

En buen hora
vengas, Porcia,


PORCIA

Mi señora,
mi bien, amiga, Condesa,
no vengo, como solía,
a recebir tus favores; 470
que son las penas mayores,
que están en el alma mía.
Amor mandó que viniera
a pedirte, como suelo,
a pesar de mi desvelo, 475
y basta que amor lo quiera.


ELENA

Desdichas, pena y dolor,
lágrimas, desasosiego,
humos son de oculto fuego:
mátenme si no es amor. 480


PORCIA

¡Ay prima! Tú has acertado.
Amor es, de amores lloro;
sino que está el que yo adoro
muy pobre y necesitado.
Perdóname mis ternezas, 485
porque son finas verdades.

ELENA

Dilas, prima, necedades,
afectos no, ni finezas.
¡Porcia ha de amar obligando!
Sangre de un Rey procedida, 490
¿ha de comprar ser querida?
Dime, Porcia, dime, ¿cuándo
has visto ilustre mujer
con ese cuidado vil?
¿De qué romana gentil 495
se oyó tal? ¿Tú has de querer
hombre pobre, siendo tales
sus partes, que amor te sobre?
Pobre tú, y tu amante pobre,
¿no es juntar dos hospitales? 500
Amor que forzosamente
por fin tiene el casamiento,
no debe ser tan violento,
tan necio y tan imprudente.
Tu hermosura y calidad, 505
fuerza es que causen cuidados
a Príncipes con Estados,
con riqueza y majestad.
Rica soy, Estados tengo:
rico también ha de ser 510
quien me quiera por mujer.


PORCIA

Incapaz, Elena, vengo
de consejo: tú me das
dos mil ducados de renta,
pues tu mano me alimenta: 515
dame una joya no más,
no quiero más alimentos,
no quiero más que me des,
como ostente amor al que es
alma de mis pensamientos.

ELENA

A tanta resolución
yo no tengo otra respuesta,
Porcia amiga, sino ésta:
Estas dos sortijas son
giros y esferas del día. 525

(Quitándoselas.)
 
Esta joya es relevante,
y en ella brilla un diamante
que al mismo sol desafía.
Cuatro mil ducados valen:
por ellas te los darán: 530
luces son que enjugarán
penas que del alma salen.
Toma, prima.


PORCIA

Yo he de ser
tu esclava, y en serlo gano.


ELENA

¿Qué tienes en esa mano? 535


PORCIA

Diéronme una nueva ayer,
de pesadumbre: tenía
un cuchillo, que fue rayo:
siguió al pesar un desmayo,
caí, y cortéme: y había 540
de escribir hoy un papel
acerca de mi cuidado,
y no podré. Trae recado.
  
(A ISABEL.)
 
y escribirás.


ISABEL

(A ELENA.)
 
Voy por él.

(Vase.)

ELENA y PORCIA.


ELENA

Yo seré tu secretaria, 545
y aprenderé, por si amare
alguna vez.


PORCIA

Quien hallare
esa quietud necesaria
al vivir, no quiera bien.
No inquiete, no, su memoria, 550
pues se pierde en esta historia
el alma y vida también.

ISABEL, con recado de escribir.
ELENA y PORCIA.


ELENA

Nota, prima, que en tu estilo
darás a mi entendimiento
o doctrina o escarmiento. 555


PORCIA

¡Felice ignorancia!


ELENA

Dilo
de veras.


PORCIA

Escribe, pues.


ELENA

Ve diciendo.


PORCIA

(Dictando.)
 
«Sabe el cielo,
mi señor...»

LUDOVICO, JULIO, ELENA, PORCIA, ISABEL.


LUDOVICO

(Aparte, a JULIO.)
 
Nada recelo,
que cierta mi dicha es, 560
si alcanzo lo que pretendo.
Con Elena me está bien
desposarme.


JULIO

A ella también.


LUDOVICO

Reparo que está escribiendo.


ELENA

Si es tu afición verdadera, 565
bien la encareces ansí.


ISABEL

Señora, el Conde está aquí.


ELENA

(A PORCIA.)
 
Di como si no estuviera.

(Aparte, a su ama, mientras sigue escribiendo.)


ISABEL

Ya que Ludovico vino,
dile a boca por papel 570
cómo le quieres a él.


ELENA

(Aparte, a ISABEL.)
 
Sin duda me determino.


PORCIA

A solas sabrás mejor
qué te quiere. Doy lugar.


LUDOVICO

Si he venido yo a estorbar, 575
volveréme.


PORCIA

No, señor.

(Toma el papel y se va.)

ELENA, LUDOVICO, ISABEL, JULIO.


  

LUDOVICO

Señora, sin tu licencia,
hasta donde estás, me he entrado.


ELENA

Venir puede confiado
a su casa Vuexcelencia. 580


LUDOVICO

Señora, mi amor os digo
sin retóricos rodeos;
que no pueden mis deseos
con un tan grande enemigo
reposar: en conclusión, 585
puesto que el alma os adora,
alcance el Conde, señora,
lo que Enrique quiere.


ELENA

Son
inútiles pensamientos,
si ya os digo que elegí 590
otro vos por dueño, y si
entendéis bien mis intentos,
no os obligue el amistad
a hacer contra vos; y digo
que es bien que mire el amigo 595
primero su utilidad.
Atrévome a aconsejaros
por quereros bien; y en esto
no puede un amor honesto
más claramente mostraros 600
su intención.

LUDOVICO

(Aparte.)
 
¡La obligación
de la amistad me ha mostrado!


ELENA

Habiéndome declarado,
¡triste estáis! ¿Por qué razón?


LUDOVICO

Porque decís, mi señora, 605
que vos con Enrique estáis
en esa opinión.


ELENA

No vais
bien, porque mi pecho adora...
el que digo..., y me holgaría
que ansí de vos lo supiese. 610


LUDOVICO

¿Y no queréis que me pese?


ELENA

No, si estimáis la fe mía.


ISABEL

Enrique ha entrado.


ELENA

(Aparte.)
 
Esperando
la respuesta estaba.

ENRIQUE, CHIRIMÍA, ELENA, LUDOVICO, ISABEL, JULIO.


  

ELENA

(Retirándose.)
 
Adiós.
Por no estar entre los dos 615
adorando y despreciando...
Conde, ya os dije mi pena;
perdonad mi atrevimiento,
y haced este casamiento,
porque os sirva siempre Elena. 620
Enrique, el Conde os dará
respuesta a vuestra intención;
que pues me vio el corazón,
lo que en él pasa os dirá.
 
(Vase, y con ella ISABEL.)

ENRIQUE, CHIRIMÍA, LUDOVICO, JULIO.


  

LUDOVICO

(A ENRIQUE.)
 
Podré decir que no eres 625
desdichado en todo, pues
tuya la Condesa es.


ENRIQUE

¡Oh blasón de las mujeres!


LUDOVICO

Con gran fe, con gran prudencia
te está amando.


ENRIQUE

¿Quién podía 630
darme nuevas de alegría
que no fuese Vuexcelencia?


LUDOVICO

(Aparte.)
 
Corrido voy y afrentado.
¡Que conserve Elena amor
a un hombre medio traidor, 635
y que a mí me ha despreciado!


ENRIQUE

Irle tengo acompañando
si gusta.


LUDOVICO



CHIRIMÍA

(Aparte.)
 
¡Que se deje acompañar
Ludovico! Voy rabiando, 640
sí, vive Dios.


JULIO

¿No me ves,
que he de ir delante?


CHIRIMÍA

¿Esto pasa?


JULIO

¿Cómo va de hambre en casa?


CHIRIMÍA

Yo te lo diré después.

(Adelántase.)


JULIO

Tente.


CHIRIMÍA

Julio, si hasta aquí 645
Chirimía me llamé,
Mayo me llamo.


JULIO

¿Por qué?


CHIRIMÍA

Por ir delante de ti.
 
(Vanse.)

PORCIA, con una caja y un papel. CELIO.

  

PORCIA

¡Ce, Chirimía! ¡Ah criado
de Enrique! Fuese: no oyó. 650
Tras el Conde va, y entró
aquí: ¿si me habrá buscado?
Que es tanto lo que le quiero,
y le deseo servir,
que luego tiene de ir 655
a buscarle el escudero.
Toma, Celio, y vete presto

(Dale la caja y el papel.)
 
tras Enrique, y dale a él
estas joyas y papel.


CELIO

(Aparte.)
 
Mátenme, si amor no es esto. 660
 
(Vanse.)

Sala de la casa donde se hospeda ENRIQUE.

 

(ENRIQUE y CHIRIMÍA.)


CHIRIMÍA

A escuras nos deja Febo:
¿Quieres luz?


ENRIQUE

Sí, tráela apriesa.


CHIRIMÍA

Luz te traeré portuguesa.


ENRIQUE

¿De qué suerte?


CHIRIMÍA

Vendrá en sebo.
Ya la que labró la abeja, 665
blanca cera, entre miel pura,
en ti se ha vuelto gordura
de un chivato o una oveja.
Esta fortunilla vil
a sebo nos trae, de cera: 670
¡plega al cielo, que no quiera
bajar de sebo a candil!
Y aun, según es la fortuna,
aún deso podrá quitar,
porque nos vendrá a dejar 675
a los rayos de la luna.


ENRIQUE

Naturaleza los da
para ausencia de los días.


CHIRIMÍA

Son excelentes bujías
para lechuzas.

CELIO, ENRIQUE, CHIRIMÍA.



CELIO

¿Está 680
don Enrique en casa?


CHIRIMÍA

Sí.


CELIO

Entro, pues. Sus manos besa
mi señora la Condesa,
y esto envía para ti.
(Da a ENRIQUE un papel y una caja,
besándolos antes, y vase.)


CHIRIMÍA

Caja y papel con respeto, 685
besándolo, te entregó,
y las espaldas volvió:
no vi viejo tan inquieto.
Él da, no pide, y se va
sin decirnos qué Condesa, 690
entre tantas, le da priesa.


ENRIQUE

El Papel nos lo dirá.


CHIRIMÍA

Voy por luz humilde y baja,
antípoda de la miel;
no para ver el papel, 695
sino para abrir la caja.


ENRIQUE

Finezas serán de Elena,
que hoy con discreto cuidado,
en su amor disimulado
embozó también la pena. 700


CHIRIMÍA

Lo que da mujer es viento:
tesoros de duende son.
¡No se nos vuelva carbón!
Abre la caja con tiento.


ENRIQUE

Veré el papel.


CHIRIMÍA

¡Pesia tal! 705
Abre la caja. ¿Qué lees?
En tu vida brujulees
las nuevas del bien o mal.


[ENRIQUE]

(Lee.)
 
«Sabe el cielo, mi señor,
las lágrimas y la pena 710
(letra es ésta de mi Elena:
¡oh!, qué finezas de amor!)
que me ha costado el rigor
con que la fortuna fiera
trata fe tan verdadera, 715
pues no tiene culpa, no,
hombre tal, que mereció
que yo le estime y le quiera.
Esas joyuelas te envío,
que son humildes trofeos 720
de mis gigantes deseos:
recíbelas, dueño mío;
que yo en el tiempo confío
que al discurrir y volar,
tu dicha ha de mejorar 725
por bien diferentes modos;
y cuando te falten todos,
yo no te puedo faltar.»

CHIRIMÍA

¿Firmó?


ENRIQUE

Cuando viene a ser
de una persona querida 730
la letra tan parecida,
la firma no es menester.
¡Oh soberana mujer!
Tú serás de aquí adelante
laurel que la fama cante. 735
Poetas, los que decís
que es vario animal, mentís:
veis aquí mujer constante.
Si en estado lastimoso
hay mujer que no me niega, 740
callad vos, Elena griega,
pues soy Paris más dichoso.


CHIRIMÍA

Abre ya, que no reposo
hasta ver la rica alhaja
que a Muza envió Daraja. 745
 
(Abre la caja.)

ENRIQUE

Más estima un alma fiel
las razones del papel,
que las joyas de la caja.


CHIRIMÍA

Por Dios, que brillan.


ENRIQUE

Yo vi
en su pecho aquesta joya; 750
aunque en las piedras no está
la fineza y la riqueza.


CHIRIMÍA

¿Pues dónde está?


ENRIQUE

En la fineza
de la mujer que las da.
 
(Llaman.)

CHIRIMÍA

Cierra la caja, que creo 755
que vienen por ella.


ENRIQUE

Vete
a dormir.


CHIRIMÍA

¿De qué clarete
me ves borracho?


ENRIQUE

Deseo
quedar solo; que peleo
con mis tristezas a solas. 760


CHIRIMÍA

Voyme a arrojar a las olas
del sueño, que es mar profundo.


ENRIQUE

Aquí empieza a ver el mundo
las cautelas españolas.
Ya está abierto, entre quien es. 765

El REY, como de noche. ENRIQUE.


REY

¿Estáis solo?


ENRIQUE

Solo estoy.
¿Quién es?


REY

Vuestro amigo soy:
¿no me conocéis, Marques?


ENRIQUE

Arrojaréme a tus pies
lleno de gozo y espanto, 770
viendo que es de favor tanto
incapaz el alma mía,
que el suelo regar querría
con su agradecido llanto.


REY

Alza, amigo.


ENRIQUE

No te espante, 775
si no te obedezco y digo
que es decir, «Levanta, amigo»,
decir que no me levante:
porque ese nombre gigante
no me ajusta: hormiga fui. 780


REY

Levanta, Enrique.


ENRIQUE

Eso sí.


REY

Eres vasallo leal.


ENRIQUE

Ese nombre es celestial,
y es, gran señor, para mí.


REY

Avisásteme que tienes 785
junta esta noche en tu casa,
y quiero ver lo que pasa
escondido en ella.

ENRIQUE

Vienes
a asegurar en tus sienes
la corona merecida, 790
vienes a darme la vida.


REY

Vengo a lo menos a verte;
que ésa es la causa más fuerte,
Enrique, de mi venida.
¿Cómo estás?


ENRIQUE

Como sin mí, 795
sin ti, en esta ausencia corta;
mas si mi ausencia te importa
y te dejo a ti por ti,
bueno estoy estando ansí.


REY

Yo, Enrique, como he tenido 800
sin ti el amor escondido
entre aparentes enojos,
vengo a exhalar por los ojos
el contento reprimido.
¿Examinaste la fe 805
de alguna dama?


ENRIQUE

Supuesto
que es amor casto y honesto,
sin vergüenza lo diré.
Sí, mi señor.


REY

¿Y quién fue?


ENRIQUE

La Condesa Elena.


REY

Enrique, 810
cuando el reino pacifique,
con ella te casarás.


ENRIQUE

Siglos del fénix y más
el cielo te comunique.
Esconde aquí tu valor, 815
que a la puerta sentí gente.


REY

La primera vez que siente
este pecho algún temor,
es ésta.


ENRIQUE

¿Por qué, señor?


REY

Porque recelo perder 820
este reino, y no poder
hacerte bien.


ENRIQUE

Si perdida
no fue antes deso mi vida,
no te queda que temer.

 
(Escóndese el REY,
y salen los Príncipes
y LUDOVICO, embozados.)

El PRÍNCIPE DE TARANTO,
el de SALERNO y LUDOVICO.
ENRIQUE; el REY, oculto.


TARANTO

¿Podemos entrar? ¿Están 825
recogidos los criados?


ENRIQUE

Sí, señores embozados,
seguramente podrán
entrar.


SALERNO

Nos maravillas
viéndote alegre y constante. 830

(Desembózanse.)


ENRIQUE

¡Oh Canciller! ¡Oh Almirante!
Vuexcelencias tomen sillas.
Yo Príncipes he esperado,
mas no tan grandes. ¿Quién es
el embozado?


TARANTO

Después 835
hablará, que es un criado.
¿Posible es que a tal fortuna
Enrique Avalos venga,
y que rostro alegre tenga?
¡Hombre que pisó la luna, 840
estos desprecios padece
y alegre sufre esta injuria!
¿Cómo no crece la furia,
al mismo paso que crece
la adversidad? Esta casa 845
y esta luz agravios son
de un magnánimo varón:
de la injusticia que pasa,
son testigos.


SALERNO

Don Enrique,
a consolarte y a verte 850
venimos, para ofrecerte,
sin que el día lo publique,
nuestras haciendas y vidas:
y consentir no queremos
que lleguen a estos extremos 855
fortunas no merecidas.

ENRIQUE

Príncipes, alegre estoy,
aunque otra dicha no estoy,
las veces que considero
que en nada culpado soy. 860


TARANTO

Esa es mayor injusticia,
ése és el mayor agravio:
el castigo sufra el sabio;
mas no sufra la malicia.
Don Enrique, hablemos claro: 865
¿Queréis dar a vuestro honor,
con un estado mejor,
honra, nobleza y reparo?
Y pues que sois tan discreto,
y venido a tal miseria, 870
para hablar desta materia,
no hay que encargaros secreto.


ENRIQUE

La Naturaleza es tal,
que a los brutos enseñó
a querer su bien, y yo 875
alma tengo racional,
y he de apetecer lo mismo.
Salir con ansias deseo
del estado en que me veo;
mas hay en medio un abismo 880
de grandes dificultades.

TARANTO

Ese es prohibido temor,
pues no aventuras tu honor,
si a aquesto te persuades
con un impulso eficaz. 885
Pues los hombres desta tierra
hijos somos de la guerra,
¿para qué queremos paz?
Nuestro ánimo el mundo vea:
de estado nos mejoramos, 890
si los tres el reino damos
a Carlos, que lo desea.
Deste gallardo francés
firmas en blanco tenemos,
y en su nombre te ofrecemos, 895
porque tu ayuda nos des,
un Estado poderoso
en este reino.


ENRIQUE

Yo aceto
esa merced, y prometo
de recurrir animoso 900
a esa acción, y certifico
que imposibles venceré.


LUDOVICO

(Desembozándose.)
 
Agora sí que podré
descubrirme.


ENRIQUE

¡Oh Ludovico!


LUDOVICO

No esperé menos jamás 905
de tu corazón fiel.


REY

(Aparte, desde donde está oculto.)
 
Ni yo esperé menos dél.

(Como si hablara con ENRIQUE.)
 
Prosigue: descubre más.

ENRIQUE

¿Qué es lo primero que está
trazado?


SALERNO

Juntar conviene 910
nuestra gente, y la que tiene
nuestro primo, y él vendrá
en dando el francés aviso.


ENRIQUE

¿Y qué capitán valiente
ha de gobernar la gente? 915


LUDOVICO

¿Quién sino tú, pues que quiso
la militar disciplina
aprender reglas de ti?


ENRIQUE

Acepto el cargo.


REY

(Aparte.)
 
Y ansí
no temeré la rüina 920
de mi reino.


TARANTO

¿Por qué parte
se ha de empezar esta guerra?


SALERNO

Por Calabria, que es la tierra
más dispuesta al son de Marte.


ENRIQUE

Pues dadme una firma desas 925
del francés, dos veces franco,
porque pueda yo en su blanco
asegurar sus promesas.


TARANTO

Bien has advertido: alabo
la sagaz prudencia tuya. 930
Toma un papel en que va
firma de Carlos Octavo.

(Dásele.)

ENRIQUE

Famoso Rey, en quien puedo
decir que oyéndome estás,
pues con una firma das 935
mercedes, honor y miedo:
mi Rey eres, y protesto
que, aunque aventure mi honor
y me tengan por traidor,
te obedezco y sirvo en esto. 940
Óyeme, Rey liberal,
si aquí alcanza tu poder:
yo te prometo de ser
eternamente leal.
Este cargo que he aceptado, 945
en servicio tuyo fue,
porque a mi lealtad y fe
ningún vasallo ha igualado.
Recibe, Rey, mi deseo,
pues puedo decir que aquí 950
estás, y me escuchas.


REY

(Aparte.)
 
Sí.
Ya lo he entendido y lo creo.


LUDOVICO

Ya que al ayuda del Rey
prometes poner efeto,
desta verdad el secreto 955
debes jurar.

ENRIQUE

Esa es ley
de todos los conjurados:
yo la estimo y reverencio.
Al secreto y al silencio
estemos juramentados: 960
y ansí, por la ley sagrada
que adora y sigue el cristiano;
por el cielo soberano,
y por la cruz desta espada,
juro, y digo que este intento 965
de mi boca no sabrán,
sino sólo los que están
oyendo mi juramento.
Juro por Dios trino y uno,
so pena de que esta espada 970
en mi sangre esté manchada,
de no tratar con ninguno,
fuera de aquellos que estamos
presentes, nuestra intención
y aquesta conjuración, 975


LUDOVICO

Todos ansí lo juramos.


TARANTO

Quédese para otro día
la sesión en este estado;
que pienso que ya ha llorado
sus perlas el alba fría, 980
y importa que no nos vean.
para que no se publique.


SALERNO

Bien dice: adiós, Don Enrique.


ENRIQUE

Como mis ojos desean,
suceda todo.
 
(Vanse los Príncipes y LUDOVICO;
el REY sale de donde se ocultó.)

El REY y ENRIQUE.


ENRIQUE

(Aparte.)
 
¿Quién vio 985
tal conflicto, tal contraste?


REY

¿Por qué no les preguntaste
que, habiéndoles hecho yo
tantas mercedes, por qué
ánimo traen malicioso? 990


ENRIQUE

Por no hacerme sospechoso,
que ya lo consideré:
y pues mi lengua atrevida,
al parecer y opinión
destos tres hizo traición, 995
quítame, señor, la vida.


REY

¿Qué dices, Enrique? Calla,
porque el Rey más singular
la vida puede quitar,
pero no puede alargalla. 1000
Sólo a Dios se reservó:
y yo quisiera tener
trocado aqueste poder
en ti solo, porque yo
el poder de Dios quisiera 1005
para darte vida tal,
que pareciera inmortal,
ya que infinita no fuera.


ENRIQUE

A ese amor no correspondo,
si no te beso los pies. 1010


REY

Gente he sentido, Marqués.
Otra vez aquí me escondo.

(Ocúltase.)

CÉSAR y ENRIQUE.



CÉSAR

No vengo, como solía,
en tu amistad confiado;
porque soy tan desdichado, 1015
que ese bien que yo tenía
ya me ha faltado, y así,
pues tanta desdicha tengo,
a que me des muerte vengo,
para vengarme de ti. 1020
Tu amigo fui, y, vive Dios,
que con tirana impiedad
se ha de borrar la amistad
con la sangre de los dos.


ENRIQUE

¡César! ¿Qué tienes?


CÉSAR

Dolor 1025
a los infiernos igual:
de día te hallé leal;
de noche te hallé traidor.
¿Qué he de tener, si esto pasa,
para más desdicha mía? 1030
Estas joyas te traía,
cuando salir de tu casa
hombres rebozados vi:
diome cuidado el suceso,
temí tu daño, y por eso 1035
a los dos reconocí.
El de Taranto y Salerno
eran éstos, y yo sé
que esta visita no fue
de piedad y de amor tierno. 1040
¡A estas horas, y estos dos,
de quien con causa sospecho
que traen veneno en el pecho
contra mi rey! Vive Dios,
que no es visita de amigo; 1045
indicios y amagos son
de alguna conjuración,
que se ha tratado contigo.
Y siendo de aquesta suerte,
muera el uno, si reñimos, 1050
porque nos digan que fuimos
amigos hasta la muerte.
Que no es razón que vivamos,
tú, porque traidor has sido,
ni yo, porque te he tenido 1055
por leal. Solos estamos,
mete mano, haz lo que digo;
que dirán contra mi honor
que Enrique ha sido traidor,
y que César fue su amigo. 1060
Si acaso me dieres muerte,
con esas joyas podrás
escaparte, y me darás
vida ansí, para no verte
cometer traición alguna; 1065
y si te matare yo,
tu delito te mató,
que no tu adversa fortuna.
Acábese con la muerte
amistad tan engañada.

ENRIQUE

Detén, amigo, la espada.


CÉSAR

No soy tu amigo, y advierte
que Estados puede quitar
el Rey, con razón y furia;
pero no es de aquesta injuria 1075
de quien se debe vengar
el vasallo, porque el Rey
es un dios, aunque pequeño:
de nuestras honras es dueño;
su gusto es su misma ley. 1080
No te engañen ni aconsejen,
con máscara de venganza,
a hacer alguna mudanza
y en el peligro te dejen.
Mira qué has hecho. Por Dios, 1085
que es el que vida ha de darnos,
o que habemos de matarnos,
o has de jurar que estos dos
en tu casa no han de entrar
otra vez.


ENRIQUE

Yo, César, juro 1090
que tu honor está seguro
y que te puedes fiar
de mi amistad.


CÉSAR

Ni te creo
ni te abono.

El REY, ENRIQUE, CÉSAR.


REY

(Saliendo.)
 
Yo le fío.


CÉSAR

¡Válgame Dios! Señor mío, 1095
¿cómo en esta casa os veo?


REY

Porque quiero que los tres
hagamos eternos lazos
de amistad. Dadme esos brazos.


CÉSAR

Dame tú, Señor, los pies. 1100


REY

Mi parte quiero tener
entre dos amigos tales.


CÉSAR

Diles vasallos leales.


REY

César, silencio.


CÉSAR

He de ser
un Argos que calla y vela. 1105

(Aparte.)
 
Ya alenté y cobré la vida.
¡Vive Dios, que es la caída
Cautela contra cautela!