Comentarios de la guerra de las Galias (1919)/Prefacio
Los Comentarios de la Guerra de las Galias, de Cayo Julio César, es obra que siempre se leerá con interés. Posee, en efecto, aparte del literario, un valor histórico inapreciable; el estilo, transparente, sencillo y sobrio, coloca a su autor entre los prosistas clásicos por excelencia; por su contenido, es un documento de gran importancia para conocer la vida y costumbres de los pueblos galo y germano y la ciencia militar romana. Sabe César, en todo momento, poner de relieve su figura y hazañas con exquisita habilidad, y procura presentarnos sus intenciones y su conducta como irresponsables; de aquí que, no poseyendo ningún otro relato de estos hechos, nos sea difícil, o, mejor dicho, imposible, comprobar la veracidad del de César y cerciorarnos de si es o no sincero.
Espíritu fino, orador no superado sino por Cicerón, gramático, astrónomo, general y hombre de Estado, César es digno de admiración por la variedad de su talento. Nació en Roma en 652 o 654. A los trece años fue nombrado sacerdote de Júpiter; a los diez y ocho contrajo matrimonio con la hija de Cinna. Para evitar el odio de Sila marchó a Posio, de donde volvió a la muerte del dictador. En 680 fué nombrado pontifice, cuestor en 686, época de su viaje a España; edil curul en 689, gran pontifice en 691 y pretor al año siguiente: en calidad de tal administró la provincia de España. En 694 formó con Pompeyo y Craso el primer triunvirato, y un año después obtuvo el consulado. Conocidos son los acontecimientos de la última etapa de su vida: su ruptura con Pompeyo, el paso del Rubicón, límite de su provincia; la batalla de Farsalia y la muerte de su rival. En 709, con la victoria de Munda, César quedó como único dueño de los destinos romanos. Pero su dictadura no fué larga: el día 15 de Marzo de 710 moría violentamente a manos de los conjurados, dirigidos por C. Casio Longino y M. Junio Bruto. "Al ver—dice Suetonio en su Di vus Julius—que le atacaban puñal en mano, envolvióse la cabeza con la toga y bajó hasta los pies su vestidura interior para caer más honestamente." Esta preocupación, presente a su espíritu en aquellos momentos terribles, nos da idea, mejor acaso que cualquier otro detalle, de la especial psicología del diotador.
De su producción literaria sólo conservamos los siete libros de los Comentarios de la Guerra de las Galias, publicados después de terminada la guerra, en 703, y los tres de la guerra civil, que, según parece, no fueron terminados. La primera de estas dos obras narra los acontecimientos de la conquista de las Galias; la segunda los de la lucha con Pompeyo hasta la guerra de Alejandría. El relato de las peripecias del octavo y último año de la conquista es debido a A. Hirtio, que procura imitar, no sin habilidad y talento, el estilo de César.
Los Comentarios de César han sido objeto de multitud de ediciones, comentarios y traducciones. Enrique IV de Francia y Napoleón III hicieron de ellos objeto preferente de sus estudios. Una de las primeras traducciones en lengua vulgar fué la castellana hecha por Fr. Diego López de Toledo, comendador de Castelnovo: es obra de juventud, y bastante defectuosa. En el siglo XVI tradujo los Comentarios Pedro García de Oliva. Digna es también de citarse la versión publicada en 1748 por D. Manuel de Valbuena; pero la mejor seguramente es la del presbi tero D. José Goya y Muniain, tanto por su fidelidad cuanto por la elegancia de su estilo. Dióla a luz su autor en Madrid, Imprenta Real, año 1798, en una edición lujosa, acompañada de mapas y del texto latino; esta versión es la que ahora reproducimos, después de introducir en ella algunas modificaciones. Refiérense éstas al modo de puntuar, a la corrección de algunos nombres propios y a la sustitu ción de ciertos pasajes o expresiones por otros más en consonancia con las mejoras introducidas en el original de los Comentarios por la moderna crítica textual. Hemos tenido presente para esta labor de cotejo minucioso y detenido la edición publicada, con gran número de notas e ilustración, por Benoist v Dosson (París, Hachette, 1617).