Compendio de la historia civil del reyno de Chile/Libro II

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LIBRO SEGUNDO.

CAPITULO I.
SITUACIÓN, CARÁCTER, VESTIDO
y habitaciones de los Araucanos.

Los Araucanos habitan el bello espacio de pais situado por una parte entre los rios Biobio, y Valdivia, y por otra entre el mar y la gran cordillera de los Andes, que es decir, entre los grados 36, 44, y 39, 50 de latitud austral. Toman el nombre de Araucanos de la provincia de Arauco, la qual, aunque sea la mas pequeña de su estado, ha dado, como la Holanda, el nombre á toda la nacion, ó porque fuese la primera á coligarse con las provincias vecinas, ó porque en otros tiempos que nosotros no alcanzamos, las haya sujetado á su dominio. Este pueblo, constantemente adicto á la independencia, ama con gusto ser llamado Aucá, esto es, franco, ó libre. Aquellos Españoles que de las guerras de los Paises-Baxos pasaban á militar á Chile, dieron á esta comarca, por analogía, el nombre de Flandes Araucana, ó el de estado indómito, y tuvieron consecutivamente la generosidad de celebrar con cinco ó seis Poemas, en una de sus colinas, las alabanzas de un pueblo, que por conservar la antigua libertad, ha esparcido con intrépido valor tanta sangre de sus compatriotas [1].

Los Araucanos, aunque no excedan la ordinaria estatura de la especie humana, son generalmente nerviosos, robustos, bien proporcionados, y de un aspecto enteramente soldadesco. Es muy raro encontrar entre ellos alguno disforme, ó torcido; no porque tengan la cruel costumbre Espartana, como quisieron inferir algunos, de sufocar los hijos defectuosos, sino porque dexan á la naturaleza misma el cuidado de formarlos, sin estorbarla en sus operaciones con los impedimentos importunos de las faxas, y de las cotillas. Su carnadura, á excepcion de los Boroanos, que hemos dicho son blancos y rubios, es de un moreno roxo, mas claro que el de los otros Americanos. Tienen la cara quasi redonda, los ojos algo pequeños, pero vivaces, y llenos de expresion, la nariz un poco chata, la boca bien hecha, los dientes iguales y blancos, las piernas musculosas, y bien formadas, y los pies pequeños y planos.

Son comunmente de poca barba, como los Tártaros, y en sus semblantes jamas se ve algun pelo, por la extrema atencion que tienen de arrancar aquel poco que allí asoma, estimando en poca policía el ser barbados, de ahí es, que por escarnio llaman barbudos á los Européos. La misma diligencia practican en lo que mira á las partes cubiertas del cuerpo, donde esta vegetacion natural es mas abundante. Sus cabezas estan bien proveídas de cabellos negros, pero un poco asperos, los quales se dexan crecer, y se los anudan al rededor. De estos cabellos hacen tanta estimacion, quanta es la adversion que tienen á la barba; el tusarlos seria la mayor afrenta que se les podia hacer. Las facciones de sus mugeres son, como requiere el bello sexô, mas delicadas, y se ven muchas de ellas bien parecidas, especialmente entre las Boroanas.

Dotados de una complexîon fortísima, y libres de las fatigosas ocupaciones, que perturban los pueblos cultos, no se sujetan sino tarde á las vicisitudes que trae consigo la vejez. Después de la edad de sesenta, ó setenta años, empiezan á encanecer, y no se arrugan ni encalvecen hasta que son ya octagenarios. La vida de ellos es de ordinario mas larga que la de los Españoles, se encuentran no pocos que viven mas de cien años. Hasta la edad mas avanzada conservan sana la vista, la dentadura, y la memoria.

A la ventajosa constitucion de sus cuerpos corresponde la índole de sus ánimos. Son intrépidos, animosos, atrevidos, constantes en las fatigas de la guerra, pródigos de sus vidas quando se trata del bien, de la patria, amantes excesivamente de la libertad, que estiman como un constitutivo esencial de la exîstencia de ellos; zelosos del propio honor, cuerdos, hospitalários, fíeles en los tratos, reconocidos á los beneficios, generosos y humanos con los vencidos. Pero tantas bellas qualidades quedan ofuscadas con los vicios inseparables del estado de vida semi-salvage que tienen hasta ahora, sin cultura y sin letras. Estos vicios son la embriaguez, la pereza, la presuncion, y la altanería con que desprecian todas las otras naciones. Si las plausibles costumbres, y los inocentes conocimientos européos se introduxesen entre ellos, se formaria bien presto un pueblo merecedor de la estimacion universal. Pero esta afortunada combinacion, permaneciendo el sistema presente, parece casi imposible.

Todas las naciones que se vieron obligadas, ó por influxo del clima, ó por la decencia, á cubrirse el cuerpo, usaron al principio de vestidos largos, porque eran mas fáciles de hacerse. Los Araucanos al contrario, inclinados demasiado á la guerra, que creian el manantial de la verdadera gloria, quisieron vestirse de un hábito corto, como el mas á proposito para manejarse en los conflictos militares. Este hábito, texido todo de lana, como era el de los Griegos y Romanos, consiste en una camisa, un jubon, en un par de bragas estrechas y cortas, y en una capa en forma de escapulario, que tiene en el medio una abertura para introducir la cabeza; larga y ancha de modo que cubre las manos, y llega á las rodillas. Dicha capa se llama poncho, y es mucho mas cómodo que los tabarros Italianos, porque dexa los brazos libres, y se puede doblar sobre la espalda quando se quiera: defiende mejor de la lluvia y del viento, y es mas apto para andar á caballo: por lo qual no solo los Españoles de Chile, pero aun los del Perú y del Paraguay, lo usan comunmente.

La camisa, el jubon y las bragas, son siempre de color turquí, que es el color favorito de la nacion, como lo es entre los Tártaros el color roxo. Las personas de inferior condicion llevan tambien el poncho turquí, pero las gentes ricas ó acomodadas, lo llevan blanco, roxo, ó azul, con listas del ancho de un xeme, texîdas con arte, de figuras, de flores, ó de animales, en el qual sobresalen todos los colores. El ribete está adornado con un bello fleco. Algunos de estos ponchos son labrados con tanta finura y gracia, que se venden en ciento y cincuenta pesos.

Los Araucanos no usan turbantes ni sombreros, pero llevan en la cabeza una faxa de lana bordada, á manera del diadema que usaban los antiguos Soberanos. Esta se la levantan ó alzan un poco, en señal de cortesia, al tiempo de saludar, y quando van á la guerra la adornan de varias vistosas plumas. Se ciñen tambien al rededor del cuerpo una faxa de lana, pero mas larga, é igualmente bien labrada. Las personas de conveniencias llevan botas, asimismo de lana de varios colores, y chinelas de cuero que llaman chelle. Lo restante del pueblo va siempre con los pies descalzos.

Las mugeres van vestidas con mucha modestia y simplicidad. El trage de ellas es todo de lana, y segun el genio de la nacion, de color turquí. Este consiste en una túnica, en una faxa, en una mantilla corta, llamada ichella, la qual se atan delante con una hebilla de plata. La túnica, denominada chiamal; es larga hasta los pies, sin mangas, atada sobre la espalda con dos hebillas ó broches asimismo de plata. Este vestido, autorizado por la costumbre, jamas se cambia; pero despues para satisfacer la propia codicia de parecer bien, se adornan con todas aquellas bagatelas que les sugiere el capricho ó la vanidad. Dividense el cabello en varias trenzas, que dexan caer con graciosa negligencia sobre la espalda. Se adornan la cabeza con ciertas falsas esmeraldas que llaman llanca, de las quales hacen muchísimo aprecio. Llevan collares y manillas de cuentas de vidrio, y zarzillos de plata en forma quadrada. Todos los dedos de sus manos estan adornados de anillos, la mayor parte de plata. Se cree que mas de cien mil marcos de este metal, sean empleados en estos mugeriles adornos, pues ninguna, ni la mas pobre, dexa de llevarlos.

Hemos dado ya una idea de las habitaciones de los antiguos Chilenos. Los Araucanos, tenacísimos de sus patrióticas costumbres, como lo son todas las naciones no corrompidas del luxo, nada han cambiado de aquella manera de fabricar. Pero así como son quasi todos polígamos, así construyen sus casas proporcionadas en extension al número de las mugeres que pueden mantener. Los ornatos de estas casas presentan una viva imagen de aquellos que se usaban en el tiempo en que los Caciques de la Grecia iban con mil piraguas á asaltar al Rey de Troya. El luxo de comodidad, de magnificencia, y de bagatelas, es allí enteramente desconocido,. Las solas necesidades naturales son consultadas en la eleccion de sus muebles.

Estas chozas no forman poblaciones regulares, pero sí lugares el caserías, mas ó menos grandes, en las orillas de los rios, ó en las campañas que pueden regarse fácilmente. Cada familia ama habitar en aquella parte de terreno que le fue transmitida por sus antepasados, donde exercitando la agricultura se procura la propia subsistencia. La índole de este pueblo altivo, en el qual predomina aun el genio selvático, no sabria adaptarse á habitar dentro de ciudades muradas, las quales ellos miran como un signo de servidumbre.

CAPITULO II.
DIVISIÓN DEL ESTADO
Araucano: constitucion política leyes civiles.

La regularidad, pues, que no se encuentra en sus poblaciones, es observada con mucha inteligencia en la política distribucion de su estado. Ellos lo han dividido del septentrion al mediodia en quatro Butalmapus, ó sean Tetrarquías paralelas, y quasi iguales, á las quales dan ' el nombré de lauquen-mapu, esto es, pais marítimo; lelbun-mapu, pais llano; inapire-mapu, pais subandino; y pire-mapu pais andino, ó de los Andes. Cada Butalmapu se subdivide en cinco aillaregues, ó provincias; y cada aillaregue, en nueve regues, ó condados.

El pais marítimo comprehende las provincias de Arauco, Tucapel, Illicura, Boroa, y Nagtolten. El pais llano abraza las de Encol, Puren, Repocura, Maquegua, y Mariquina. El subandino contiene Marven, Colhue, Chacaico, Quecheregua, y Guanagua. En el pais andino finalmente se comprehenden todos los valles de la cordillera, puestos dentro de los límites ya dichos, los quales son habitados de los Puelches [a]. Estos Montañeses, que antes formaban una tribu aliada de los Araucanos, ahora viven unidos á su gobierno, y tienen sus mismos Magistrados.

Esta division, que presupone ya un cierto grado de refinamiento en la política administracion, es anterior á la época del arribo de los Españoles, y sirve de base al gobierno civil de los Araucanos, el qual es aristocrático, como lo ha sido el de quasi todas las naciones barbaras. Tres órdenes de Representantes, subordinados los unos á los otros, forman esta especie de República, esto es, los Toquis, los Apo-Ulmenes, y los Ulmenes, y todos ellos tienen sus respectivos vasallos. Los Toquis, que pueden llamarse Tetrarcas, porque son quatro, preceden á los Butalmapus. Se denominan Toquis del verbo toquin, que significa juzgar ó mandar, y son independientes entre ellos, bien que confederados para el bien comun. Los Apo-Ulmenes, ó sean Archi-Ulmenes, gobiernan las provincias baxo los respectivos Toquis: los Ulmenes, pues, que son los Prefectos de los Regues ó Condados, relevan á los Apo-Ulmenes. Esta dependencia, pero, no se extiende mas, que á las cosas de la guerra. Aunque los Ulmenes sean los ínfimos en la aristocracia Araucana, las dinastías superiores, generalmente hablando, son tambien comprehendidas baxo el mismo nombre, el qual equivale al de Cacique.

La insignia distintiva del Toqui, es una hacha de pórfido, ó de marmol. Los Apo-Ulmenes, y los Ulmenes, llevan bastones con puño de plata, pero los primeros añaden por distincion, en el medio de sus bastones, un anillo del mismo metal. Todas estas dignidades son hereditarias en la linea masculina, y se obtienen por órden de primogenitura. He aquí los Duques, los Condes, y los Marqueses de la aristocracia militar del septentrion, establecidos desde tiempo inmemorial, baxo diferentes nombres, en un ángulo de la America Meridional.

Este gobierno, baxo la apariencia del sistema feudal, conserva tambien quasi todos sus defectos. Los Toquis no tienen mas que la sombra de la soberanía. La triple-potencia que la constituye, reside en el cuerpo entero de los Varones, los quales, tratandose de qualesquier negocio de importancia, lo deciden al uso de los pueblos originarios de la Gemrania, en una Dieta general, que se llama Butacoyag, ó Aucacoyag, esto es, el Gran Consejo, ó el Consejo de los Araucanos. Estos congresos se hacen de ordinario en algun espacioso prado, donde no se delibera sobre los negocios públicos, sino entre los placeres de la mesa.

El cuerpo de sus leyes, que se conserva por tradicion, se denomina Admapu, que quiere decir, las costumbres del pais. Efectivamente estas leyes no son otra cosa que sus primeros usos, ó las tácitas convenciones que se han establecido entre ellos, como fueron en sus principios quasi todas las leyes de las demas naciones, y por conseqüencia tienen los vicios propios de tales constituciones, pues no siendo escritas, no pueden ser, ni bastante públicas, ni bien, compendiosas.

Las mas claras entre las leyes políticas y fundamentales, son aquellas que regulan los distritos de cada potestad; la succesion en los Toquiatos, y en los Ulmenatos; la confederacion de las quatro Tetrarquías; la eleccion, y el poder de los Supremos Comandantes en tiempo de guerra, y el derecho de convocar las Dietas generales, que es privativo de los Toquis; las quales son todas dirigidas á la conservacion de la libertad, y de la establecida gerarquía. Según estas leyes, dos, ó mas estados jamas pueden recaer baxo de una misma cabeza. Los vasallos, extinguida que sea la linea masculina en la familia dominante, recobran el derecho natural de elegir el propio Señor, en aquella familia que mas les agrada; pero antes de instalarlo deben presentarlo al Toqui del Butalmapu de ellos, el qual despues da aviso á sus colégas, á fin que el nuevo Régulo sea de todos reconocido y respetado en calidad de tal.

Los susodichos no estan como en el gobierno feudal, sujetos á la leva, ni á algun genero de servicio personal, sino es en tiempo de guerra. Tampoco son obligados á pagar tributo á sus Señores, los quales deben sustentarse de sus propios bienes. Bien que los respetan como á sus superiores, ó mas bien como á los primeros entre sus iguales; en lo demas se atienen á sus decisiones, y los escoltan quando van fuera del estado. Los señores, engolosinados con el dominio, quisieran ampliar su autoridad, y gobernar como absolutos dueños. Pero el pueblo, que no está aun en estado de sobrellevar el despotismo, huye de sus pretensiones, y los obliga á contenerse dentro de los límites prescriptos por la costumbre.

Las leyes civiles de una sociedad, cuyas costumbres son simples, y los intereses poco complicados, no pueden ser en gran número. Los Araucanos tienen muy pocas; estas todavia, atendido el estado de vida de ellos, serian suficientes, si fuesen mas respetadas y menos arbitrarias. El sistema especialmente de su criminal jurisprudencia, es muy imperfecto. Los delitos que se reputan dignos de pena capital, son la felonía, el homicidio voluntario, el adulterio, el hurto de cosa grave, y la hechiceríta. Sin embargo los homicidas pueden librarse del suplicio, por via de composicion con los parientes del muerto. Los padres de familia no estan sujetos á ninguna pena quando matan á sus hijos ó mugeres, porque por sus estatutos estan declarados dueños naturales de sus vidas. Los pretendidos hechiceros, que no exîsten sino en aquellos paises donde reyna la ignorancia, son primero atormentados con fuego, á fin de que descubran sus cómplices, y despues muertos á puñaladas.

Los otros atentados menores se castigan con la pena del talion, la qual entre ellos está muy en uso, baxo el nombre de thavlonco. La justicia se hace tumultuariamente, y sin alguna de aquellas previas formalidades, en la mayor parte inútiles, que se observan en los paises cultos. El reo encontrado culpable de delito capital, es luego destinado á muerte, al uso militar, sin haberlo hecho antes podrirse en las prisiones, las quales no estan en uso en los dicasterios Araucanos. No obstante de esto, Cathicura, Toqui del Lavquen-mapu habia comenzado á introducirlas en su residencia de Tucapel, poco antes de nuestra partida de aquellos paises: pero ignoramos el exîto de esta novedad, que ciertamente era mal mirada de sus subditos.

Los Ulmenes son los jueces legítimos de sus vasallos: la autoridad de ellos no es por esta razon menos precaria. El indomable orgullo de la nacion no sabe adaptarse fácilmente á la sabia circunspeccion de la vindicta pública. Ella solo tiene ideas groseras y vagas sobre los principios de la union política. Así la potestad executiva, permaneciendo en la mayor parte sin efecto, la justicia distributiva es mal administrada, ó se abandona al capricho de los particulares. Las familias injuriadas se usurpan muy amenudo el derecho de perseguir á los agresores, ó á su parentela, y de hacerlos sufrir la pena. De este abuso provienen las denominaciones y distinciones tan usadas en su jurisprudencia de genguerin, gengúman, genlá, &c. las quales denotan los principales parientes del ofensor, del ofendido, ó del muerto, que se creen autorizados por la naturaleza para sostener con la fuerza las razones de sus deudos.

Un sistema de proceder judiciario tan irregular, que parece incompatible con la exîstencia de qualquiera sociedad civil, viene á ser un manantial de continuos desórdenes enteramente opuestos al objeto primario de todo buen gobierno, que es la pública y privada seguridad. Quando las personas enemigas tienen un partido considerable, hacen reciprocamente correrias en sus respectivos terrenos, donde destruyen ó queman todo aquello que no pueden transportar consigo. Estas hostilidades privadas, que se asemejan mucho á las faides Germánicas, se llaman malocas, y son muy temibles quando se mezclan en ellas los Ulmenes, porque entonces se vuelven guerras civiles. Pero es menester confesar que de ordinario se hacen sin efusion de sangre, y se limitan á solos saqueos. El pueblo, á pesar de su innata fiereza, pocas veces permite el uso de las armas en las riñas particulares, las quales se deciden á puñadas, ó á palos.

CAPITULO III.
SISTEMA MILITAR, ARMAS,
y manera de hacer la guerra.

El gobierno militar de los Araucanos, no solo es mas razonable y mejor sistemático que el civil, pero parece en cierto modo que supera la inteligencia de una nacion inculta. Tomado que se haya en el Gran Consejo la resolucion de hacer la guerra, se pasa luego á la eleccion del Generalísimo, el qual debe ser escogido entre los quatro Toquis, que son los Generales natos, ó los Statuderes de la República. Si ninguno de ellos es estimado idóneo para el mando, depuesto á un lado todo particular respeto, se confiere el generalato al mas digno entre los Ulmenes, ó al mas meritorio entre los Oficiales ordinarios, con tal que tenga los requisitos necesarios para cubrir este importante cargo. Así Vilumilla, hombre de baxo origen, y Curiñancu, hijo segundo de un Ulmen de la provincia de Encol, comandaron con honor las tropas Araucanas contra los Españoles, el primero en la guerra de 1722, y el segundo en la que se terminó en 1773.

Hecha y aceptada la eleccion, el nuevo General toma en sí el título de Toqui, y empuña la hacha de piedra en señal de la suprema dignidad, la qual deponen los Toquis nátos no siendoles licito llevarla durante el gobierno de este Dictador. Los mismos, sacrificando por el bien comun su natural ambicion, le prestan juramento de obediencia, y de fidelidad, juntos con los otros Ulmenes. El pueblo mismo, que en tiempo de paz se muestra melindroso á toda subordinacion, entonces se presta pronto y sumiso á la voluntad del militar Soberano, el qual sin el consentimiento de los primeros Oficiales de la exército, no tiene poder de condenar á ninguno á muerte: pero así como estos son electos por el mismo, así el mando de el se puede mirar como absoluto.

Desde el arribo de los Españoles en aquellas partes, hasta nuestros dias, se ha observado que todos los Toquis creados en tiempo de guerra, han sido originarios de las provincias de Arauco, de Tucapel, de Encol, y de Puren. No sabemos si esta parcialidad sea un efecto de la supersticion de ellos, el tal vez alguna antigua convencion ó ley, la qual seria contraria á las instituciones de la sana política. Es cosa rara que todas las partes de un estado se conserven largo tiempo unidas quando no participan igualmente de las ventajas del gobierno. Por esta particularidad es digno de admirar que no haya acaecido allí algun cisma.

Entretanto del Consejo de Guerra se expiden ciertos enviados llamados Guerquenis, á las tribus confederadas, y aun á los Indios que residen entre los Españoles, para informar á los primeros de la inminente guerra, y para solicitar de los segundos que tomen el partido de sus compatriotas. Las credenciales de estos enviados son algunas pequeñas flechas liadas con un hilo roxo, símbolo de la sangre. Pero si hubiesen comenzado las hostilidades, unen á las flechas un dedo de un enemigo muerto. Esta expedicion, que llaman púlquitúm, esto es, correr la flecha, se hace con tal secreto y precaucion en el pais Español, que pocas veces se llega á descubrir.

El Toqui prescribe á los Tetrarcas el número de soldados que cada uno debe mandarle de su Butalmapu. Estos tasan el contingente pedido á los Apo-Ulmenes del distrito de ellos, los quales despues lo reparten entre los respectivos Ulmenes. Cada Araucano nace soldado. Todos se presentan á porfia para ir á la guerra: de modo que las levas se hacen con suma facilidad. En poco tiempo se congrega todo el exército, que por lo ordinario es compuesto de cinco á seis mil hombres, sin los cuerpos de reserva que se tienen preparados para los casos fortuitos, ó para reemplazar los muertos.

Luego el General nombra su Lugar-Teniente Toqui, con los otros Oficiales del Estado mayor, que deben comandar baxo de él, los quales recíprocamente crean á sus subalternos. Con este método, aunque no del todo plausible, se mantiene la armonía, y la subordinacion entre los respectivos Comandantes. El Vice-Toqui se toma casi siempre entre los Puelches, á fin de tener contenta esta valerosa tribu, que forma, como hemos dicho, la quarta parte del estado. Estos Montañeses nunca han dado motivo á los Araucanos de arrepentirse de su eleccion. Leviantu, Lugar-Teniente de Curiñancu, dio mucho que hacer á los Españoles en la última guerra.

El exército es compuesto de caballería y de infantería. La caballería jamas estuvo en uso entre ellos. Pero despues que vieron en las primeras batallas dadas á los Españoles la preponderante ventaja de los caballos, procuraron bien presto adiestrarse tambien ellos en el manejo de los mismos. Se hicieron de numerosas y buenas castas, por lo qual en breve tiempo criaron de manera, que cerca del año 1568, esto es, diez y siete años despues que hicieron frente por la primera vez al exército Español, pudieron desfilar varios esquadrones en sus tropas. El Toqui Cadeguala fué el primero que en 1585 dio un órden estable á la caballería.

La infantería, que ellos llaman namuntulinco, está repartida en regimientos, y en compañias. Los regimientos son compuestos de mil hombres, y las compañias de ciento. Así cada regimiento comprehende diez compañias. De la misma manera se divide la caballería, pero el número de caballos es variable. Todos estos cuerpos tienen sus banderas particulares, en las quales se ve señalada una estrella, que es el escudo de la nacion. Los soldados no estan vestidos con uniformidad, al uso presente européo, pero llevan baxo del vestido ordinario, corazas hechas de cuero endurecido con cierto adobo particular, del qual hacen tambien los yelmos y los escudos.

La caballería está armada, de lanzas, y de espadas, y la infanteria, de picas, ó de mazas guarnecidas de puntas de fierro. Antiguamente se servian tambien de hondas, y de flechas, en cuyo manejo eran diestrísímos, pero despues del arribo de los Españoles, las han abandonado quasi del todo, pues la experiencia les ha hecho conocer, que es mas acertado venir luego á las armas cortas, y mezclarse con los enemigos para impedirles el uso de las armas de fuego.

Estos valerosos guerreros no han sabido hasta ahora descubrir el arte de hacer la pólvora. Parece, no obstante, que cuiden poco de ello, ó bien que aquellos Españoles, con los quales comercian algunas veces, no hayan querido enseñarles el modo de hacerla, si es que estos mismos lo saben. Se cree sin embarco, que en sus principios ellos hiciesen esfuerzos para indagar y poseer un secreto de tanta importancia, para saber el modo y manera de hacer la guerra en el dia. El terrible descubrimiento de la pólvora, se sabe muy bien deberse atribuir antes al acaso, que á la industria del hombre. Con todo eso, algunos pretenden que esta composicion, destruidora de tantas vidas, exîstiese en la China mucho antes del pretendido descubrimiento européo. A este propósito se nos permitirá añadir aquí una anécdota, la qual aunque parezca fabulosa, está acreditada por la tradicion. La primera vez que los Araucanos vieron negros al servicio de los Españoles, creyeron que del extracto de sus cuerpos se hiciese la pólvora. Luego, tomado uno de aquellos infelices, lo rayeron primero de la cabeza á los pies, despues con el fuego hicieron de su cuerpo un carbon, para ver si con el mismo reducido en pequeños polvos, podian encontrar el deseado secreto: pero se desengañaron muy presto del falso resultado de sus principios químicos. Con la continuacion del tiempo, en las derrotas que dieron á los Españoles, se apoderaron alguna vez de la pólvora de estos, y de sus escopetas, de las quales en las siguientes batallas supieron servirse con tanta destreza, que parecian de mucho tiempo exercitados en tal manejo: pero gastada la pólvora volvieron de buena gana al uso de sus armas. Los Holandeses, quando se hicieron dueños del puerto de Valdivia, habian tentado de hacer alianza con ellos, prometiendo suministrarles pólvora y cañones, pero como desconfian de todos los Européos, no quisieron admitirles sus ofertas.

Antes de hacer marchar el exército á la determinada expedicion, el General señala el término de tres dias para que se pueda de nuevo considerar mejor el negocio. Cada uno tiene la libertad de poder decir su sentimiento, si lo cree importante al buen éxîto de la empresa. Entre tanto el delibera en secreto con los Oficiales del Estado mayor, sobre el plano que ha de formarse, y sobre la manera de remediar los sucesos contrarios.

Sobre este pie, el exército se pone en marcha al son de sus tambores, precedido siempre de varios exploradores para evitar las sorpresas de los enemigos. La infantería camina tambien á caballo, pero quando ocurre venir á las manos, se desmonta prontamente, y forma su esquadron en sus respectivos cuerpos. Cada soldado debe conducir consigo, de su casa, no solo las armas, pero aun los viveres, como acostumbraban hacer los antiguos Romanos. Así como todos son obligados al servicio militar, así no hay allí ninguno que deba contribuir á la subsistencia del exército.

La vitualla de cada soldado consiste en una bolsa de harina de trigo tostado, que disuelta en agua suministra á aquel individuo un alimento suficiente, hasta que llega á vivir á expensas del enemigo. De este modo las tropas, libres y desembarazadas del empacho de los bagages, se mueven con mas presteza, no pierden la ocasion de atacar con ventaja, ó de retirarse prontamente quando conviene. El sabio Rey de Prusia, y el Mariscal de Saxonia, hicieron tentativas para restablecer este antiguo método de proveer los exércitos, pero la tropa européa no se halla en estado de volver á la primitiva simplicidad.

Es increible la vigilancia de la milicia Araucana. Especialmente de noche toma las mas justas medidas para acamparse en los lugares ventajosos y seguros. Por todas partes se ponen centinelas; y quando se encuentra al frente del enemigo redobla las precauciones, y estrecha con fuertes trincheras los puestos ocupados. Cada soldado, de noche, para mostrarse mas vigilante, debe hacer fuego delante de su tienda. La multiplicidad de estos fuegos impone al enemigo, y presenta de lejos un golpe de vista extraño.

Ademas saben muy bien el arte de construir obras militares, y de prevenirse con profundos fosos, los quales entretexen con ramas espinosas, esparciendo abrojos al rededor, que llaman copin, para reprimir el ímpetu de la caballería enemiga. En suma, no hay alguna estratagema de la qual no se sirvan á su tiempo y lugar. Por esta razon, escribiendo de los mismos el célebre Ercilla, que militó contra ellos en el principio de la conquista, se admira fuertemente de haber encontrado sus tropas exercitadas con una táctica tan fina, que como él dice, los mas famosos hombres de h tierra no aprendieron sino difícilmente y despues de un largo curso de guerras [2].

Quando es menester venir á un hecho de armas, dividen la caballeria en dos alas, y colocan la infanteria en el centro, compartida en varios batallones, cuyas filas son compuestas alternativamente de piqueros, y de mazeros, de manera que entre pica y pica se encuentra siempre una maza. El Vice-Toqui manda la ala derecha, y la izquierda un Oficial de mérito. El Toqui, que corriendo por todas partes se hace presente á todos, los exhorta con un discurso patético á combatir valerosamente por la libertad. Pero ellos se muestran tan prontos, que los Oficiales tienen mucho mas que hacer para retener su ímpetu, que para conducirlos á la pelea: demasiado persuadidos, que el morir en guerra sea el mayor honor que pueda adquirirse un hombre en esta vida, dada la señal de la batalla, luego se avanzan desesperados, levantando gritos espantosos, y á pesar del estrago que hace en ellos la artillería, se esfuerzan para penetrar en el centro del exército enemigo. Saben muy bien que las primeras filas son sacrificadas á una muerte quasi cierta, y con todo eso á porfia se presentan para tener allí un puesto, ó para ser cabezas de fila. Apenas se ha desaparecido la primera, quando le sucede la segunda, y luego la tercera, hasta que llegan á romper la vanguardia contraria. Pero en medio de su furor saben mantenerse en órden, y hacer todas las evoluciones comandadas por los Oficiales. Los mas terribles entre ellos son los maceros, los quales, como otros tantos Hércules, destruyen con sus claveteadas clavas todo quanto se les pone delante [3]

CAPITULO IV.
DIVISION DEL BOTIN
sacrificio despues de la guerra: congresos de paz.

Los despojos del campo se dividen entre aquellos que tienen la suerte de apoderarse de ellos. Pero quando hacen la presa en comun, entonces se distribuye entre todos en partes iguales, que llaman reg; de manera que en esta division ningun Oficial, ni aun el Toqui, viene á gozar de alguna preferencia. Los prisioneros de guerra, segun la costumbre de todos los pueblos semibárbaros, se hacen tavaichós, esto es, esclavos, hasta que son cangeados ó rescatados.

Ordena el Admapu, que uno de estos infelices sea sacrificado á las sombras de los soldados muertos en guerra. Sin embargo esta ley cruel, de la qual se encuentran vestigios en quasi todos los anales de las naciones, no ha sido puesta en práctica, sino una ó dos veces quando mas, en el espacio de cerca de doscientos años. Los Araucanos son sensibles á los impulsos de la clemencia, aunque lo contradigan ciertos escritores que no pusieron la debida atencion, los quales, despues de haber establecido por principio indubitable, que ellos nunca dan quartel á los enemigos, vienen despues á contradecirse, refiriendo el gran número de prisioneros Españoles, que se cambian, ó son rescatados, acabada la guerra. El sacrificio arriba dicho, llamado pruloncon (bayle de la cabeza) se hace de la manera siguiente.

Los Oficiales al rededor de los soldados forman un circulo, en el centro del qual se planta, en medio de quatro puñales, que representan los quatro Butalmapus, la hacha distintiva del Toqui. El infeliz prisionero, conducido para su mayor afrenta, sobre un caballo sin orejas y sin cola, es colocado inmediato á la hacha, con la cara vuelta hácia el propio pais. Después le ponen en las manos un manojo de palillos, y un leño agudo, con el qual le obligan á cavar un hoyo en la tierra, dentro del qual debe echar uno á uno aquellos palillos, mientras va profiriendo el nombre de los hombres mas valerosos de su nacion. Los soldados entretanto, con horribles gritos, van execrando la memoria de aquellos aborrecidos nombres. Se manda despues al prisionero volver á cubrir el hoyo, como si entendiesen sepultar allí dentro la gloria, y el valor de los nombrados enemigos.

Entonces el Toqui, el qualquiera otro de sus esforzados campeones, á el qual concede el honor de esta bárbara execucion, le quebranta la cabeza con un golpe de maza. Dos Ministros luego le extraen el corazon palpitante, y lo presentan al General, este le chupa un poco de sangre, y lo entrega á los Oficiales, para que hagan de mano en mano la misma ceremonia. Entretanto él va incensando con humo de tabaco que tiene en una pipa, los quatro puntos cardinales de la tierra. Los soldados hacen flautas con los huesos descarnados de aquel cadáver, y cortada la cabeza, la conducen al rededor, sobre una pica, entre las aclamaciones de los concurrentes, los quales, dando patadas en la tierra, entonan la horrenda cancion marcial, acompañada del sonido lúgubre de aquellas funestas flautas. Esta bárbara fiesta se termina con aplicar al cuerpo del despedazado prisionero la cabeza de un carnero, y con embriagarse á vista de un tan tétrico espectáculo. Si el cráneo, no obstante los golpes de la maza, se conserva sin romperse, hacen de él una taza que llaman ralilonco, de la qual se sirven para beber en sus banquetes, como lo hacian los antiguos Escitas y Godos.

Terminada, pues, que sea la guerra entre las dos naciones, se hace luego un congreso, que los Españoles llaman Parlamento, y los Araucanos Huincacoyag. Por lo comun este se forma en una bella llanura que hay entre los rios Biobio y Duqueco, en los confines del uno y del otro estado. El Presidente Español, y el Toqui Araucano, se conducen allí con la escolta establecida en los artículos preliminares. Los quatro Butalmapus envian ademas quatro Diputados, que son comunmente los mismos Tetrarcas, cuyo unánime consentimiento es esencial para el establecimiento, y la ratificacion de la paz. En el Parlamento que se hizo despues de la guerra de 1723, se encontraron 130 Ulmenes con su respectivo acompañamiento, que ascendia al número de 2000 hombres. Las dos naciones contratantes se alojan con distancia de dos millas la una de la otra.

Se da principio á las conferencias con muchos cumplimientos de ambas partes, y en señal de la reciproca futura amistad, juntan los bastones de los Ulmenes, y el del Presidente Español, todos en un atado, dexando este enmedio de la Asamblea. Entonces un Orador Araucano, presentando primero un ramo de canela, que entre ellos es el simbolo de la paz, y puesta la manó izquierda sobre el manojo de los bastones, hace en lengua Chilena una arenga bien entendida, sobre los motivos que han ocasionado la guerra, y sobre los medios mas oportunos de conservar la buena armonía entre los dos pueblos. Luego pasa á exponer con mucha facundia y energía, los daños que trae consigo la guerra, y las ventajas que derivan de la paz, á la qual exhorta con una patética peroracion á los Xefes del uno y del otro partido. Un intérprete, prestado primero su juramento, va explicando punto por punto todo lo que va diciendo el Araucano. El Presidente Español responde con otro discurso adaptado á la materia, el qual es del mismo modo interpretado. Se establecen, pues, los artículos del tratado, que se ratifican con un sacrificio de varios chilihueques, ó camellos Chilenos, que los Araucanos hacen inmolar por el feliz suceso de la paz. El Presidente come en una misma mesa con el Toqui, y con los Ulmenes principales, á quienes hace en nombre del Soberano, los regalos acostumbrados [4].

Este Parlamento se renueva tedas las vences que. arriba á Chile un nuevo Presidente de España, sin poder dispensarse de hacerlo, porque procediendo de otra manera, los Araucanos se creerian menospreciados, y volverian á comenzar sin otro motivo la guerra. De ahí es, que en el Real Erario está destinada una suma considerable para los gastos nada indiferentes, que se necesitan hacer en semejantes ocasiones. Un enviado llamado Comisario de Naciones, va á los quatro Butalmapus, y convida en nombre del nuevo Presidente á los Toquis, y á los demas Ulmenes á hablarse juntos, para darse reciprocamente á conocer, y para consolidar mejor la amistad establecida con los antecesores de él. En este Congreso convencional, se practícan quási las mismas ceremonias que se hacen en las juntas instituidas para tratar de la paz. Los Ulmenes concurren á él, en mayor número, no menos para conocer personalmente al nuevo Xefe de los Españoles, que para deducir de su gravedad, y de su fisonomía las disposiciones pacificas ó guerreras de su ánimo. La abertura de todos estos Parlamentos reclama un gran número de mercaderes, los quales hacen allí una especie de feria ventajosa á una y otra nacion.

CAPITULO V.
SISTEMA DE RELIGION
y funerales.

El sistema de religion de los Araucanos es simple, y acomadado á su manera libre de pensar y de vivir. Ellos reconocen un Ente supremo, autor de todas las cosas, á el qual dan el nombre de Pillan: esta voz deriva de púlli ó pilli (la alma) y denota el espíritu por excelencia. Lo llaman tambien Guenu-pillan, el espíritu del Cielo; Buta-gen, el gran Ser; Thalcave, el Tonante; Vilvemvoe, el Creador de todo; Vilpepilvoe, el Omnipotente; Mollgelu, el Eterno; Avnolu, el infinito, &c.

El gobierno universal de Pillan es modelado sobre la policía Araucana. El es el gran Toqui del mundo invisible, y como tal tiene sus Apo-Ulmenes, y sus Ulmenes, á los quales entrega la administracion de las cosas inferiores. Este modo de pensar es muy grosero; pero es menester confesar que no son solos los Araucanos los que quieren regular las cosas del cielo por las de la tierra.

A la primera clase eje estos dioses subalternos pertenece el Epunamun, que es el Marte de ellos, ó sea el Dios de la guerra; el Meulen, Dios benéfico, y amante del genero humano; y el Guecubu, ente maligno y autor de todos los males, el qual no parece diverso de el Algue. De donde se ve, que el sistema de dos principios opuestos, impropiamente llamado maniqueismo, es muy extendido, ó por mejor decir, se encuentra establecido en casi todas las naciones bárbaras de ambos continentes, las quales no siendo capaces de investigar el origen del bien y del mal, han ocurrido á inventar dos agentes contrarios (como lo son los efectos) para salvar la aparente contradicion.

El Guecubu es el Mavari de los Orinocos, y el Abariman de los Persianos. El es, segun la comun opinion de los Araucanos, la razon suficiente de todas las desgracias que acaecen. Si un caballo se cansa, sucede porque el Guecubu se ha montado en sus ancas: si la tierra se mueve, el Guecubu le ha dado un empujon: ninguno se muere que no sea sufocado del Guecubu, Este ente dañoso en suma, tiene sobre las desgracias la misma influencia que tenian las qualidades ocultas de los Escolásticos sobre los efectos físicos; y si su potencia fuese real, él seria el agente mas laborioso que exîstiese en este valle de lagrimas.

Los Ulmenes de la gerarquia celeste Araucana, son los Genios, los quales presiden particularmente á las cosas creadas, y de acuerdo con el buen Meulen, procuran equilibrar la enorme prepotencia del Guecubu. Hay allí varones y hembras: estas permanecen siempre vírgenes, porque la generacion no tiene lugar en el mundo intelectual. Los varones se nombran Gen, que quiere decir los señores, sino es que sean tambien los Gin de los Arabes. Las hembras, pues, las llaman Amei-malghen, esto es, las ninfas espirituales: las mismas hacen acerca de los hombres el oficio de Lari, ó de espíritus familiares. No hay algun Araucano que no se alabe de tener una á su servicio. Nien cai ni Amchi-malghen: yo tengo aun mi ninfa, dicen, quando salen bien en qualquier negocio.

Promoviendo siempre mas aquellos nacionales la analogía entre su gobierno y el del cielo, sostienen, que asi como los Ulmenes terrestres no pueden someter á sus pueblos á alguna especie de agravio, así mucho menos deben hacerlo los celestes mirando á los mortales, supuesto que de nada necesitan. Reglados por este extraño principio, no les prestan ningun culto exterior. No tienen templos, ni idolos, ni sacerdotes, ni acostumbran ofrecer algun sacrificio, fuera del caso de qualquiera grave enfermedad, ó quando hacen la paz, como queda dicho: entonces sacrifican animales, y queman tabaco, que creen es el incienso mas grato á sus Numenes. Sin embargo los invocan en las necesidades urgentes, é imploran la asistencia de ellos, dirigiendose principalmente al Pillan y al Meulen. De esta irreligiosidad proviene la indiferencia con que miran la introduccion de el Christianismo, el qual es tolerado en todas las provincias que dominan. Los Misioneros eran respetados, bien acogidos, y tenian plena libertad de exercitar publicamente su ministerio, pero eran pocos los que se convertian.

Si los Araucanos se muestran poco cuidadosos de sus divinidades, son por otra parte muy supersticiosos en otros puntos de menor importancia. Encaprichados del acierto de los agoreros, miran con suma atencion las señales prosperas ó adversas que estos se han formado en su fantasia. Sus vanas observaciones se dirigen especialmente, sobre los sueños, y sobre el canto y vuelo de las aves; estimados por casi todas las naciones como los interpretes más verídicos de los dioses. El intrepido Araucano, que hace frente con increible valor á la muerte en los combates, tiembla á la vista de un buho, ó de una lechuza. La pueril debilidad de ellos en este genero, pareceria incompatible con la fuerza de sus ánimos, si la historia de el espíritu humano no nos suministrase continuos exemplos de semejantes contradiciones.

Consultan en todos sus negocios de conseqüencia á los adivinos, ó sean los charlatanes de lo por venir, que se llaman ya Lligua, ya Dugol (los hablantes) entre los quales algunos se venden por Genguenu, Genpuñu, Genpiru, &c. Es decir, por los dueños del cielo, de las epidemias, y de los gusanos, porque se jactan, como los Lamas del Tibet, de poder hacer llover, é impedir los tristes efectos de las enfermedades, y de los gusanos destruidores de los granos. Temen mucho á los Calcus, ó sean los pretendidos hechiceros, porque dicen que estos habitan de dia en las cavernas con sus discípulos, llamados Ivunches (hombres animales) y de noche transformandose en páxaros nocturnos, hacen correrias en el ayre, y disparan contra los enemigos sus flechas invisibles. Su credulidad se manifiesta particularmente en las serias relaciones que hacen de las apariciones de fantasmas, y de los duendes, acerca de los quales producen infinitas fábulas. Pero á decir verdad, en materia de supersticiones no hay algun pueblo sobre la tierra que tenga el derecho de reirse de los Araucanos. No obstante de esto hay entre ellos algunos filósofos nátos, que desprecian semejantes patrañas, y se burlan de la necedad de sus compatriotas.

Pero todos estan de acuerdo acerca de la inmortalidad del alma. Esta consolante verdad es radicada, y cómo innata en el espíritu de ellos. Confiesan que el hombre es compuesto de dos substancias esencialmente diversas, esto es, del cuerpo corruptible, que llaman anca, y de el alma, que denominan am, ó pulli, como hemos advertido antes, la qual dicen que es ancanolu, incorpórea; y múgealu, eterna, ó que durará siempre. Esta distincion es tan cierta entre ellos, que muchas veces se sirven metafóricamente de la voz anca, para decir la parte, la mitad, ó el argumento de qualquiera cosa.

En quanto, pues, al destino que tendrán las almas despues de la separacion de los cuerpos, sus sistemas no son uniformes. Todos convienen en decir con los demas Americanos, que despues de muertos van de la otra parte del mar, hácia el occidente, á un cierto lugar llamado Gulcheman, esto es, la morada de los hombres tramontanos. Pero algunos creen que aquella estancia sea dividida en dos regiones; una llena de delicias para los buenos, y la otra falta de todas cosas, para los malos. Otros por lo contrario, son de opinion que todos los muertos gozarán allí indistintamente placeres eternos, pretendiendo que las acciones mundanas no tengan ningun influxo sobre el estado futuro.

Aunque conozcan la diferencia que hay entre el cuerpo y el alma, todavía sus ideas sobre la espiritualidad de esta, no parecen muy limpias, como se deduce de las ceremonias que practican en sus funerales. Luego que uno ha muerto, sus parientes y amigos, sentados sobre la desnuda tierra, al rededor del cadaver, lloran por un gran rato, y despues lo exponen, vestido de su mejor ropa, sobre un alto ataud, que llaman pillúay: así lo tienen toda la noche, la qual pasan parte llorando, y parte comiendo y bebiendo, en compañia de aquellos que han venido para consolarlos. Esta junta se llama curicahuin, esto es, el convite negro, porque este color es tambien entre ellos simbolo del luto.

El dia siguiente, y tal vez el segundo, ó el tercero despues de la muerte, llevan el cadaver procesionalmente al eltun, ó sea al cementerio de la familia, que por lo comun es situado en un bosque, ó sobre una colina. Dos jóvenes á caballo, corriendo á rienda suelta, preceden el acompañamiento. Los parientes principales llevan el ataud, el qual es rodeado de muchas mugeres que lloran al difunto á modo de las plañideras de los Romanos. Otra muger entre tanto, va esparciendo en el camino, detras de el féretro, rescoldo, para que el alma no pueda volver mas á la casa.

Llegados al lugar de la sepultura, ponen el cadaver sobre la superficie de la tierra, ocupando su circunferencia, segun el sexô; ó sus armas, ó los instrumentos mugeriles, con gran cantidad de víveres, y de vasos llenos de chicha, ó de vino, que segun su opinion, deben servirle para su tránsito á la eternidad. Entre ellos hay algunos que matan tambien un caballo, y lo entierran en la misma sepultura. Hecho esto, se despiden con mucho llanto del muerto, anunciandole un feliz viage, y despues lo vuelven á cubrir de tierra y de piedras, en forma piramidal, sobre la qual derraman chicha en abundancia. Es inútil referir la gran semejanza que se encuentra entre estos ritos funerales, y los que se practicaban por los antiguos pueblos del viejo continente.

Al instante que los parientes han abandonado al difunto, una vieja llamada tempulcague, viene, como ellos dicen, en forma de ballena, para llevarlo á los Campos Elisios, pero antes de arribar allí, debe pagar el pasage á otra pésima vieja, que está en cierto paso estrecho, la qual quita un ojo á los pasageros, quando no es puntualmente satisfecha. Esta fábula, como se vé, es muy semejante á la del viejo Caronte, no porque haya sido copiada la una de la otra, sino porque la mente humana, puesta en las mismas circunstancias, se forma las mismas ideas. Las almas, pues, separadas de los cuerpos, exercitan en la otra vida las mismas, funciones que exercitaban en esta, solamente que allá no padecen ninguna fatiga en la continuacion de ella. Los casados tienen allí las mismas mugeres, pero estas no paren, porque aquella feliz morada no puede ser habitada sino de los muertos. A mas de que para la generacion se requiere el cuerpo, pero aquella encantada region no sufre cuerpos terrestres; todo debe ser espiritual, ó análogo á el espíritu.

Así como, segun ellos dicen, las almas, á pesar de su nuevo estado de vida, no se despojan de sus primitivos afectos, así quando vuelven á pasar entre nosotros, lo que hacen muy amenudo, se baten furiosamente con las almas de sus enemigos, cada vez que las encuentran por el ayre, de cuyos combates tienen origen las tempestades, los truenos, y los rayos. No sucede algun temporal sobre los Andes, ó en el mar, que no se imaginen aquellos nacionales ver en la tormenta una formal batalla entre las almas de sus compatriotas, y las de los Españoles. Dicen que el ruido de las nubes es el pisar de los caballos; el retumbo de los truenos, el de los tambores; y el estruendo de los rayos, el estrepito de la artillería. Si la tempestad se dirixe hácia el territorio Español, afirman que sus espíritus ponen en fuga á los espíritus Españoles, y como triunfantes gritan: inavimën, inavimën, puen, laguvimën. Seguidles, seguidles, amigos, matadlos. Si sucede, pues, al contrario, se entristecen grandemente, y consternados exclaman: es yavulumën, puen namuntumën, ea esforzaos, amigos, deteneos.

Las teorías de ellos sobre el origen de las cosas creadas, son tan necias y ridiculas, que de referirlas no se podria sacar otro fruto que el de manifestar mucho mas la insuficiencia de la mente humana, quando está abandonada á sí misma. Se conserva entre ellos la memoria de un gran diluvio, en el qual dicen que no se salvaron sino pocas personas, sobre un alto monte dividido en tres puntas, llamado Thegtheg, esto es, el tonante, ó el centellante, que tenia la virtud de fluctuar sobre las aguas. De aquí se infiere que este diluvio no vino sino despues de alguna erupcion volcánica, acompañada de grandes terremotos, y verisimilmente es muy diverso del Noético. Efectivamente, siempre que la tierra se sacude con vigor, aquellos habitantes procuran refugiarse á los montes que tienen quasi la misma figura, y por conseqüencia, la misma propiedad de nadar; diciendo ser de temerse, que despues de un fuerte temblor salga el mar otra vez fuera, é inunde toda la tierra. En estas ocasiones llevan consigo muchos víveres, y platos de madera, para preservarse la cabeza del calor, en el caso que el Thegtheg, elevado por las aguas, subiese hasta el sol. Pero quando se les opone, que para este objeto serian mas acertados los platos de tierra, que son menos sujetos á quemarse, dan una respuesta que es tambien entre ellos muy comun, esto es, que sus antecesores lo hacian siempre así.

CAPITULO VI.
DIVISIÓN DEL TIEMPO:
nociones astronómicas: medidas.

Los Araucanos dividen el tiempo en años, en estaciones, en meses, en dias, y en horas, como lo hacemos nosotros, pero con método muy diverso. El año de ellos, que es solar, principia á 22 de Diciembre, ó sea inmediatamente despues del Solsticio Estival. Por eso llaman á este Solsticio Thaumathipantu, que es decir, fin y cabo de año: asi denominan el de Junio Udantipantu, el dividor del año, porque lo divide en dos partes iguales. Estos dos puntos importantes saben determinarlos con bastante inteligencia, por medio de las sombras solsticiales. El año, pues, se llama tipantu, esto es, la partida, ó el giro del sol, porque este astro parte, el parece partirse de su trópico, para hacer su revolucion anual. Se divide en doce meses, cada uno de treinta dias, como eran los de los Egypcios, y de los Persianos; por lo qual para completar el año Trópico se requieren cinco dias epagomeni de mas, los quales no me acuerdo donde los intercalan; pero es verosimil que estos sigan en el último mes, que en este caso tendria treinta y cinco dias. Estos meses se llaman en general cújen, ó lunas; porque en sus principios debieron regularlos enteramente por medio de las faces de la luna. Sus nombres propios, en quanto pueden referirse á los nuestros, son los siguientes, los quales se toman de las cosas mas notables que suceden, ó se hacen en cada mes.

Avun-cújen, Enero. Mes de la fruta.
Cogi-cújen, Febrero. m. de la cosecha.
Glor-cújen, Marzo. m. del maiz.
Rimu-cújen, Abril. m. 1 del rimu.
Inanrimu-cújen, Mayo. m. 2 de la flor rimu.
Thor-cújen, Junio. m. 1 de la espuma.
Inanthor-cújen, Julio. m. 2 de la espuma.
Huin-cújen, Agosto. m. molesto.
Pillel-cújen, Septiembre. m. impostor.
Hueul-cújen, Octubre. m. 1 de nuevas ventas.
Inanhueul-cújen, Noviembre. m. 2 de nuevas ventas.
Huevun-cújen, Diciembre. m. de la fruta nueva.

Sus estaciones, que las computan de tres en tres meses, como en Europa, se llaman Peuggen, la Primavera; Ucan, el Estio; Gualug, el Otoño; y Puchem, el Invierno. Para uniformarse á la distribucion del año, dividen tambien el dia natural en doce partes, que llaman lliagantu, señalando seis al dia, y seis á la noche, como hacen los Chinos: los Japones, los Otahites, y otras naciones. Así cada lliagantu, ó sea la hora Araucana, corresponde á dos de las horas comunes. Las del dia las determinan por la elevacion del sol, y las de la noche, por la posicion de las estrellas: pero como no se sirven de instrumentos para este efecto, se sigue necesariamente, que semejantes divisiones, que deben ser desiguales, segun los diversos tiempos del año, lo sean tambien mucho mas, poí la imperfecta manera de reglarlas. Las principian á numerar desde la media noche, como se practica en quasi toda la Europa, y á cada una dan un nombre particular [5]. En los negocios civiles cuentan indiferentemente, ya por dias, ya por noches, ó por auroras; de manera que lo mismo quiere decir faltan tres noches, ó tres auroras, que tres dias.

A las estrellas las denominan en general huaglen, y las dividen en varias constelaciones que llaman pal, ó ritho, cuyas constelaciones por lo comun, reciben sus nombres individuales, del numero de las estrellas notables que las componen. Así las Cabrillas se llaman Cajupal, esto es, la constelacion de seis; y la Crua Antartica Meliritho, la constelacion de quatro; porque aquellas tienen seis estrellas muy claras, y esta quatro. La Vialactea se dice Rupúepeú (el camino de la fábula) por cierta historieta, que á la par de las otras naciones refieren en quanto á ella, la qual es reputada fabulosa por los Astrónomos del pais.

Saben tambien distinguir los planetas, á los quales dan el nombre de Gau, vocablo que deriva del verbo gaun (lavar) por cuyo motivo se puede inferir, que ellos han tenido en quanto á estos cuerpos, la misma opinion que tuvo ya el vulgo Romano, esto es, que en su ocaso se sumergiesen en el mar. No faltan entre ellos Fontenelles, que piensen que muchos de aquellos globos sean otras tantas tierras habitadas lo mismo que la nuestra: por eso llaman á los espacios celestes Guenu-mapu, los paises del cielo, y la luna Cúyen-mapu, el pais de la luna. Convienen, pues, con los Aristotélicos, en sostener que los cometas nombrados por ellos Cheruvoe, provienen de las exhalaciones terrestres encendidas en las regiones superiores del ayre. Pero no por eso los creen siempre precursores de las desgracias, como los han creido quasi todos los pueblos de la tierra. Los eclipses solares se llaman Layantu, y los lunares Laycújen, que es decir, la muerte del sol, ó de la luna. Pero estas expresiones son metafóricas, como lo son las correspondientes de los latinos defectus solis, aut lunæ. Yo no sabré decir qual sea la opinion de ellos acerca de la causa de estos fenómenos. Pero estoy informado que no se toman mayor pena por estos, que por los otros efectos poco comunes de la naturaleza. En su lengua se encuentran varios vocablos destinados únicamente á los objetos astronómicos, como Thorën, el tardo nacimiento de las estrellas, y otros semejantes, los quales indican que sus conocimientos sobre estas materias, son asimismo mas de lo que se piensa. Mis investigaciones en quanto á sus costumbres, por las razones otra vez expuestas, no eran aun maduras quando partí de aquel pais. Así, pues, qualquiera observador mas feliz que yo, podrá encontrar allí un numero considerable de materiales dignos de la pública curiosidad.

Las medidas lineales son rula, el palmo; duche, el xeme; namun, el pie; thecan, el paso; nevcu, el codo; y tupu, la legua; que corresponde á la legua marina, ó á la parasanga de los Persianos. Las distancias mayores las cuentan por auroras, que equivalen á las jornadas de Europa. Las medidas de los líquidos, y de los solidos, son en menor número; el guampar, una media azumbre; el can, una quarterola; y el mencue, un cántaro; sirven para medir los primeros. Las medidas de los segundos son el chiaigue, que hace cerca de seis quarterolas; y el liepu, que hace doble cantidad.

En lo que mira á las ciencias especulativas no tienen ninguna luz. Sus nociones geometricas, ó sus ideas sobre la propiedad de la extension, son groseras y limitadas, quales se pueden esperar de una nacion inculta. Sin embargo tienen voces propias para denominar las principales suertes de la cantidad, supongamos el punto, la linea, el ángulo, el triangulo, el quadro, el circulo, la esfera, el cubo, el cono, &c. Ademas de esto, la lengua de ellos, como se verá despues, es dócil, y susceptible de toda especie de composiciones; por lo qual ton facilidad se podrian formar las voces técnicas necesarias para acomodar las ciencias á la Araucana, y para hacerlas comunicables á aquellos pueblos.

CAPITULO VII.
RETORICA, POESIA, MEDICINA,
y comercio.

A pesar de la general ignorancia que reyna entre ellos, con todo cultivan con buen suceso la retórica, la poesía, y la medicina, á causa de que estas facultades se pueden adquirir con la práctica y y con las observaciones, pues hasta ahora no tienen libros, ni menos saben leer, ni escribir, ni procuran aprender; ó sea por la grande aversion que tienen á todas las cosas que ven practicarse por los Européos, ó mas bien porque estan aun dominados del genio selvático, despreciador de todo lo que no es patrio.

La retórica especialmente está entre ellos en gran estimacion, porque esta ciencia, como en la antigua Roma, conduce á los honores, y al manejo de los negocios. El primogénito de un Ulmen que no sepa arengar bien, es por esta sola razon excluido de la succesion paterna, á la qual es substituido uno de los menores, ó el mas próxîmo pariente que sea buen hablador. Con esta mira sus padres los acostumbran desde niños á hablar en público, y los conducen á sus juntas nacionales, en las quales los mejores oradores del pais hacen pompa de su eloqüencia.

De ahí deriva el cuidado que tienen generalmente todos de hablar bien la lengua patria, y de conservar en ella su puridad, mirando sobre todo á no dexar introducir ninguna palabra extrangera; en lo que son de tal modo zelosos, que quando un forastero se establece entre ellos, le obligan á abandonar el propio nombre, y á tomar otro del idioma Chileno. Los Misioneros mismos se veian obligados á conformarse á este singular estatuto si querian merecer la pública proteccion. Tenian mucho que sufrir de este demasiado purismo, porque mientras predicaban, los oyentes los interrumpian amenudo, y con importuna groseria, corregian luego todos los errores de la lengua, ó de la pronunciacion, que se les escapaba. Aunque muchos de ellos sepan perfectamente la lengua Española, así por la freqüente comunicacion que tienen con los Españoles confinantes, como porque, acostumbrados á hablar una lengua dulce, regular, y variada, se adaptan fácilmente á la pronunciacion y sintaxis de los idiomas européos, como observo el Capitán Wallis en quanto á los Patagones, que son verdaderos y reales Chileños[6]; con todo eso, jamas se ha dado el caso, que ninguno de ellos haya querido servirse del idioma Español en las asambleas, ó en los congresos que se tienen entre estos dos pueblos. Quieren mas bien sufrir la incomodidad de escuchar un tedioso intérprete, que degradar el nativo lenguage.

Las oraciones de sus retóricos se parecen á las de los Asiáticos, ó por mejor decir, á las de todos los oradores bárbaros. El estilo es sumamente figurado, alegórico, altanero, y adornado de frases, y de maneras de hablar, que solo usan de ordinario en semejantes composiciones; por lo qual llaman coyagtucán el estilo de las arengas parlamentarias. Las parabolas y las apologías entran en él muchas veces, y tal vez suministran todo el fondo del discurso. No obstante, estas oraciones contienen todas las partes esenciales que requiere la retorica artificiosa; lo que no debe causar maravilla, porque aquellos habitantes han aprendido el uso en la misma naturaleza, la qual conduxo á los Griegos á reducir en arte la eloqüencia. No faltan en ellas ni un exôrdio adaptado á la materia, ni una narracion clara, ni una confirmacion muy fundada, ni un epilogo afectuoso. Dividen comunmente las proposiciones en dos ó tres puntos, que llaman thoy, los quales especifican diciendo, epu thoygei tamën piavin, en dos puntos se divide esto que voy á decir. Distinguen en sus locuciones varias suertes de estilos, entre los quales estiman mucho el rachidugun, que equivale al estilo académico. Sus poetas se llaman Gempin, esto es, los dueños del decir. Este nombre expresivo conviene á ellos perfectamente y porque movidos de aquel impetuoso entusiasmo, que les suelen inspirar las pasiones no debilitadas con los refinamientos de la vida civil, no siguen otras reglas en las composicionnes, que los impulsos de su imaginacion. Así la poesía de ellos, por lo ordinario, solo consiste en las imágenes fuertes y vivas, en las figuras osadas, en las alusiones y semejanzas freqüentes, en la novedad y fuerza de las espre siones, y en el arte de conmover y interesar al corazon humano, excitando su natural sensibilidad. Todo en ella es metafórico y animado, y las alegorias son, por decirlo así, el alma, ó la esencia. El entusiasmo desenfrenado es el carácter primario de toda la poesía de los salvages. Tales fueron las de Bardi entre los Celtas, y de Scaldi entre los Daneses. El pretendido editor de las composiciones de Ossian, estaba plenamente instruido del genio poético de las naciones bárbaras.

Las canciones de los Araucanos se dirigen especialmente sobre las acciones de sus heroes. Yo presentaria de buena gana á mis lectores alguna de tales composiciones, pero la dificultad de adquirirla, atendida la distancia del pais, no me permite satisfacer mis deseos. Sus versos se componen por lo mas de ocho, ó de once sílabas, metros que parecen los mas proporcionados al oido humano. Estos versos son los escogidos, pero de quando en quando introducen alguna rima colocada al arbitrio del poeta.

Los Araucanos tienen tres suertes de medicos, los Ampives, los Vileus, y los Machis, Los Ampives, que equivalen á los empíricos, son los mejores de todos. Estos se sirven en sus curas solo de simples. Son buenos herbolarios, y tienen buenas nociones del pulso, y de los demas señales diagnosticos. Los Vileus corresponden á los metódicos. Su principal sistema consiste en asegurar, que todos los males contagiosos provienen de los insectos, opinion ya seguida de muchos medicos en Europa. Por cuyo motivo á las epidemias dan en general el nombre de cutampiru, que es decir, enfermedades vermiculares, ó de gusanos.

Los Machis son médicos supersticiosos, quales se encuentran entre todos los pueblos salvages del uno y del otro continente. Sostienen que todos los males graves derivan de maleficios, y pretenden poder curarlos con medios sobrenaturales, por lo qual estos son llamados en los casos desesperados, esto es, quando los esfuerzos de los Ampives, ó de los Vileus son insuficientes. El método curativo de ellos se denomina Machitun, y consiste en las siguientes vanas operaciones, que se practican siempre de noche.

Se ilumina con muchas luces el aposento del enfermo, y en un rincon de él se coloca, entre varias ramas de laurel, un grueso ramo de canela, del qual pende el tambor mágico: allí junto está un carnero preparado para el sacrificio. El Machi manda á las mugeres que se encuentran presentes entonar una lúgubre cancion al sonido de ciertos pequeños tambores que ellas tocan al mismo tiempo. El entre tanto inciensa, con humo de tabaco, tres veces la canela, el carnero, las cantarinas, y el enfermo. Hecho esto, mata el carnero, le saca el corazon, y chupandole la sangre, lo ensarta en el ramo de canela. Se acerca despues al enfermo, y con ciertos prestigios finge que le abre el vientre para observar donde está encerrado el veneno suministrado por los pretendidos malhechores. Tomado despues el tambor mágico, canta paseandose junto con las mugeres, y improvisamente, como un aturdido, se cae por tierra haciendo espantosos gestos, y horribles contorsiones del cuerpo, ya abriendo los ojos, ya cerrandolos, y haciendo visages á manera de energúmeno.

Durante esta cómica convulsion, los parientes del enfermo le interrogan sobre el orígen, y sobre el éxîto del accidente, á cuyas preguntas, el fanático impostor responde como mas le tiene cuenta, ó nombrando por autores del mal aquellos de quienes quiere vengarse, ó dando una respuesta equívoca en quanto al suceso de sus mágicas operaciones. Así estos diabólicos charlatanes son muy amenudo la causa de horrendos homicidios, porque los parientes de los supuestos maleficiados, teniendo por cierta la imputacion, matan sin piedad á los inocentes calumniados, y alguna vez se enfurecen tambien contra la familia de aquellos desgraciados, quando ella no tiene fuerzas bastantes para oponerse á la violencia de ellos. Estos malvados por otra parte tienen la prevencion de no tocar á las familias poderosas. Los Machis, en suma, aunque no sean revestidos de la dignidad sacerdotal, como lo son los medicos de todos los demas salvages, se parecen mucho por sus imposturas á los Shamanis de Kamskadalia; á los Mokkisis del Africa; y á los Piachis de los Orinoqueses; cuyas patrañas describe acertadamente el Señor Abate Felipe Salvador Gilj, en su historia del Orinoco [7].

Aunque los médicos de estas tres clases sigan sistemas efectivamente diferentes, sin embargo alguna vez se juntan para satisfacer las solicitudes, ó la vanidad de los parientes de los enfermos. Sus consultas, que se llaman Thauman, tienen el mismo éxîto que solian tener no pocas veces las de los Esculapios de Europa. Ademas hay otras dos suertes de profesores adictos á la medicina. Los primeros, que merecen en cierto modo el nombre de cirujanos, saben muy bien volver á poner en su lugar los huesos desconcertados, acomodar las fracturas, curar las heridas, las úlceras, &c. Se nombran Gutarve, son verdaderamente estimables, y hacen muy amenudo curas admirables. No sucede así con los segundos, llamados Cupove, del verbo cupon, anatomizar, los quales infatuados del Machismo, abren los cadáveres, para demostrar las entrañas, que dicen estan contagiadas del veneno mágico. No obstante de esto, á merced de este exercicio, poseen nociones no despreciables sobre la estructura del cuerpo humano, cuyas partes saben explicar con nombres particulares.

Antes del arribo de los Españoles, estaban ya en uso entre aquellos nacionales las sangrias, las ayudas, las calas, los vomitivos, los catárticos, y los diaforéticos. Todos estos remedios tienen vocablos peculiares en la lengua del pais. Extraen la sangre con la punta de un pedernal introducido en una varita, á la quaí dan el golpe con el dedo índice apoyado sobre el pulgar. Este instrumento lo prefieren á la lanceta, porque lo creen menos expuesto á faltar. En lugar de xeringa, se sirven, como los habitantes de Kamschatska, de una vexîga, á la qual aplican un canuto. Los eméticos, los purgantes, y los sudoríficos, los toman casi todos del reyno vegetal.

No solamente las dichas profesiones estan separadas entre ellos, sino aun la de los herreros, de los plateros, de los carpinteros, de los alfareros, &c. Pero todas estas artes se encuentran hasta ahora en su infancia. El comercio interno y externo es entre ellos muy limitado. Aun no se ha introducido el uso de moneda. Todo suele hacerse por la via del cambio: este es reglado por una especie de tarifa convencional, segun la qual todas las cosas comerciables son apreciadas con el nombre de cullin, ó paga, como se usaba en los tiempos de Homero. Así un caballo, ó un freno, forma una paga; un buey, dos, &c. El comercio externo se hace con los Españoles, á los quales dan ponchos, y animales en cambio de vino, el de las mercerias de Europa. Siempre ha sido aplaudida la buena fe de aquellos Pueblos en esta especie de contratos [8].

CAPITULO VIII.
ARROGANCIA DE LOS ARAUCANOS:
caridad recíproca entre ellos: manera de saludarse i nombres propios.

Aunque los Araucanos hayan salido mucho tiempo hace del estado salvage, con todo conservan todavia en muchas cosas las preocupaciones y el carácter propio de aquel primitivo periodo de la vida humana. Desvanecidos de su valor, y de su libertad ilimitada, se creen los solos que merecen el nombre de hombres sobre la tierra. De ahí es, que ademas del título de aucá, ó libres, de que tanto se precian, se dan tambien por antonomásia, los nombres de che, ó sea gentes; de Reche, gente pura; y de huentu, hombres: esta palabra equivale al vir de los latinos, y así como de esta viene el vocablo virtus, así de aquella deriva huentugen, que significa lo mismo.

De esta necia arrogancia proviene el desprecio con que miran á todas las demas naciones. A los Españoles dieron en sus principios el sobrenombre de chiapi, esto es, soldados picaros, de donde quizá es derivada la denominacion de chiapeton, con que son nombrados en la América meridional. Después los llamaron huinca: esta perversa denominacion, que con el uso y con el tiempo ha perdido su odiosidad, viene del verbo huincun, que significa asesinar. Las primeras guerras habidas con ellos, dieron quizá motivo á tales oprobriosos sobrenombres, de los quales se sirven hasta ahora para denotar un Español. Estimandose felices en su barbarie, llaman culme-huinca, ó miserables Españoles, á aquellos Indios que habitan en las colonias Españolas. A los demas Européos, Ingleses, Franceses, Italianos, &c. que ellos saben bien distinguir, dan el nombre de Muruche, cuya etimología deriva tal vez de la voz moro, que la plebe usaba indistintamente en España para denominar á todos los extrangeros. Entre ellos mismos se nombran peñi, que quiere decir hermanos. Así suelen tambien llamar á aquellos que nacen en el pais de padres forasteros.

Es singular la benevolencia con que comunmente se tratan aquellos nacionales. Para decir amico tienen seis ó siete voces en su lengua, las unas mas expresivas que las otras, entre las quales es canay la que corresponde al alter ego de los latinos. Las relaciones que resultan de las recíprocas situaciones, ó de los negocios comunes, son otros tantos títulos expresivos con vocablos particulares, para amarse con especialidad. Aquellos que tienen un mismo nombre, se llaman entre ellos lacu, y los que no convienen mas que en una parte del nombre, apellacu. Estas denominaciones inducen la obligacion de estimarse recíprocamente. Los parientes de consanguinidad se nombran en general monmague, y los de afinidad guillan. Su árbol genealógico es mas enredado que lo que comunmente se usa; todos los grados imaginables de parentela son en él individualizados con nombres particulares.

Del amor recíproco que reyna entre ellos, deriva el cuidado que tienen de socorrerse mutuamente en sus necesidades. No se vé en todo el estado algun mendígo, ó andrajoso. Aun los mas invalidos van decentemente vestidos.

La beneficencia no se limita á solos los compatriotas. Se extiende á la mas preveniente hospitalidad, comprehendiendo á todos los forasteros, de qualquiera nacion que sean: un viagero puede alvergarse en qualquier parte sin hacer gasto.

La salutacion comun, quando se encuentran, ó se hablan juntos, es marimari, y quando se despiden ventempi, ó venteni. Son un poco pesados en sus cumplimientos, porque de ordinario los hacen demasiado largos, complaciendose en tales ocasiones, como en todas las demas, de ostentar su eloqüencia. La mano derecha es entre ellos, como en Europa, la parte mas honorífica, al inverso de lo que se practica en quasi toda la Asia, donde la siniestra goza esta prerogativa. Son naturalmente codiciosos de las protestaciones de honor, y ninguna cosa sufren de mas mala gana que el desprecio, ó la falta de atencion. De ahí es, que quando un Español les habla con el sombrero en la cabeza, le dicen con la mayor indignacion: entuge tami curtisia, quitate el sombrero. Con los buenos modos se obtiene de ellos todo aquello que se quiere, y los beneficios recibidos dexan en sus ánimos una impresion indeleble. Los malos tratamientos al contrario, los exâsperan de manera, que para vengarse, se precipitan en los mayores excesos.

Los nombres de los Araucanos son compuestos del nombre propio, que suele ser un adjetivo, ó un numeral, y del apellido de la familia, el qual se pospone siempre al nombre propio, como se usa en Europa: por exemplo, cari-lemu, verde bosque; meli-antu, quatro soles. El primero denota un individuo de la familia de los lemus ó de los bosques, y el segundo de la de los antus, ó de los soles. No hay allí quasi algun objeto material, que no suministre un apellido noble. De donde vienen las familias de rios, de montes, de piedras, de leones, &c. Estas familias, que se llaman cúga, ó elpa, son mas ó menos respetadas, á proporcion del grado de ellas, ó de los héroes que han dado á la patria. El orígen de tales renombres es desconocido, pero ciertamente precede muchos siglos á la época de las conquistas Españolas.

CAPITULO IX.
MATRIMONIOS, Y OCUPACIONES
domésticas.

El Admapu permite á los Araucanos la poligamia. Por lo qual ellos toman por esposas á todas las mugeres que pueden dotar, ó mas bien comprar, supuesto que para casarse es menester que den á los padres de ellas una cierta cantidad de hacienda, como se ha practicado, y se practica, aun en la mayor parte del uno y del otro continente. Pero en el matrimonio evitan escrupulosamente los grados de inmediato parentesco. El celibato es afrentoso entre ellos. Los viejos celibes se nombran por escarnio vuchiapra, y las viejas cudepra, esto es, viejos vanos, inútiles, &c.

Las ceremonias del matrimonio son pocas, ó por mejor decir, no consisten en otra cosa, que en el simple rapto, el qual, como entre los negros del Africa, es creido de ellos un prerequisito esencial de las bodas. El esposo, de acuerdo con el futuro suegro, se oculta, en compañia de varios amigos, cerca del lugar por donde sabe que debe pasar la esposa. Llegado que haya, es tomada por asalto, y puesta sobre las ancas del caballo del esposo, á el qual se ata estrechamente, á pesar de la resistencia que ella hace, y de sus gritos, que no tienen nada de serio. En esta forma es conducida con gran ruido á la casa del marido, donde se juntan los parientes de él, y reciben los regalos convenidos, despues de haber asistido al festin nupcial. Así los gastos de las bodas Araucanas no son indiferentes; de donde viene, que solo los ricos pueden tener un buen numero de mugeres. Los pobres se contentan de desposarse con una, ó dos, á lo mas, lo que pueden hacer muy bien, porque entre ellos nacen mas hembras que varones, como acaece en todos los paises donde está en uso la poligamia.

La primera muger que se llama Unendomo, es siempre respetada como la verdadera y legítima esposa, de todas las otras que se nombran Inandomo, ó mugeres secundarias. Ella preside á las labores domésticas, y regla lo interior de la casa. El marido, que tiene bastante que hacer para mantener en paz tantas mugeres, entre las quales los zelos no estan ociosos, escoge cada dia, á la ahora de la cena, aquella que debe dormir con él, mandandole hacer la cama. Las otras duermen en la misma cámara, pero no le es licito á ninguna acercarse. A los forasteros, les dan alojamiento en cavaña totalmente separada del zeloso serrallo. Todas estas mugeres tienen sumo respeto al marido, á el qual dan comunmente el título de Buta, el grande.

Ademas de las ocupaciones mugeriles, estan ellas obligadas á aplicarse á muchas de aquellas que en los paises cultos son reservadas á los hombres, supuesto que, segun la máxima establecida entre todas las naciones bárbaras, el sexô débil ha nacido para la labor, y el fuerte para la guerra, y para el mando. Cada una debe todos los dias presentar á su marido un plato aderezado, hecho por ella en su cocina, ó fogon separado. Este es el motivo de que en las casas de los Araucanos haya tantos fuegos, quantas son las mugeres que habitan en ellas. Por lo qual para preguntar á uno quantas mugeres tiene, se usa como mas civil, de esta frase: mivu cuthalgeimi, ¿quántos fuegos tienes? Cada muger es obligada tambien de dar al marido todos los años, á mas del vestido necesario, una de aquellas mantas que ya hemos dicho se llaman ponchos, los quales hacen uno de los principales ramos del comercio Araucano.

Es singular la atencion que estas mugeres tienen en el aseo de sus casas, las barren, y sus patios muchas veces al dia. Apenas han usado qualquiera alhaja, al instante la limpian, y lavan, por lo qual gustan tener abundancia de agua corriente en sus casas. La misma limpieza acostumbran consigo mismas. Se peynan dos veces al dia, y todas las semanas se lavan la cabeza con una xabonada hecha de la corteza del quillay [c], la qual les mantiene limpios sus cabellos. En su ropa nunca se vé la menor mancha, ó suciedad. Los hombres son igualmente amantes del aseo, se peynan indispensablemente todos los dias, y acostumbran tambien lavarse la cabeza.

El baño es comunísimo entre aquellas gentes, como lo era entre todas las naciones antiguas, los quales lo creian necesario para conservar la salud, y para fortificar el cuerpo. Y así para poderlo hacer á su comodidad, procuran establecerse en las riberas de los rios. En las estaciones cálidas se bañan muchas veces al dia. En tiempo de invierno es raro aquel que dexa de bañarse á lo menos una vez: mediante este diario exercicio se hacen excelentes nadadores, dando pruebas admirables de su habilidad en este genero. Nadan ya con la cara hácia abaxo, como se practica comunmente, ya sobre uno ú otro lado, ya de espaldas, y ya con el cuerpo derecho, y con las manos extendidas fuera del agua, como si caminasen por la tierra. Nadan tambien entre dos aguas, pasando así los rios mas anchos, de cuyo exercicio resultan valientes buzos.

Las mugeres gustan igualmente bañarse muy amenudo, lo que hacen siempre lejos, apartadas de los hombres, para cuyo fin buscan los lugares mas sombrios y solitarios. El dia mismo en que paren un hijo, lo conducen al rio, lo lavan, se lavan ellas tambien, y dentro de poco tiempo vuelven á las acostumbradas ocupaciones domésticas, sin sentir alguna incomodidad: tan cierto es que la naturaleza humana no es delicada por sí misma, sino porque se acostumbra á serlo. Paren con suma facilidad, lo que se debe atribuir á su natural robustez; de donde proviene que tambien en Europa las mugeres plebeyas, segun los cálculos del Doctor Bland, registrados en las Transaciones Filosóficas, paren mas felizmente que las señoras, y estan menos sujetas á las consiguientes incomodidades.

Sea por el cuidado que tienen de dar hombres fuertes al estado, ó mas bien guiadas de la simple naturaleza, crian á sus hijos de una manera muy diferente de la que se usa en los paises cultos. Luego que lo han lavado en agua corriente, como hemos dicho antes, no lo faxan, ni lo ciñen de ningun modo; pero poniendolo en una cuna colgada, llamada chigua, cubierta de suaves pieles, lo cubren con una simple manta, y de quando en quando lo menean por medio de una larga cuerda, pendiente de la misma cuna: de este modo ellas permanecen mas libres para atender á sus ocupaciones domesticas.

Quando estas criaturas principian á caminar, lo que hacen muy presto, no les ponen ni corpiños ni otras ataduras, los tienen ligeramente vestidos, los dexan andar por todas partes, y comer de todas cosas. Formandose así por ellos mismos, resultan bien hechos, robustos, y menos expuestos á las enfermedades que trae consigo la delicadeza de la educacion. En efecto los males que reynan entre aquellos nacionales son pocos, el por lo mas se reducen á las fiebres ardientes, originadas, ó del demasiado beber, ó del excesivo exercicio que hacen alguna vez.

Si la educacion física de los niños Araucanos es en cierto modo laudable, la educacion moral, que se da á los mismos, no será ciertamente aprobada de todos. Sin embargo ella es conforme á las ideas que aquel indomito pueblo se ha formado en quanto á la innata libertad del hombre, y qual se puede esperar de una gente rustica. Sus padres se contentan de instruirles en el manejo de las Armas y de los caballos, y en la práctica de hablar con elegancia la propia lengua. Por lo demas los dexan en libertad de hacer todo aquello que les parece, y agrada y los aplauden quando los ven cometer insolencias, porque dicen que así aprenden á ser hombres. Rarísima vez los corrigen, ó los castigan, siendo máxîma constante entre ellos, que el castigo no puede hacer sino hombres viles y cobardes.

CAPITULO X.
ALIMENTOS, MÚSICA, Y
otros divertimientos.

La comida ordinaria de los Araucanos es muy frugal. Ellos se mantienen por la mayor parte de granos, y de legumbres que guisan de muy diferentes maneras. Estiman sobre todo el maiz, ó sea el grano de india, y las papas, de las quales cultivan mas de treinta especies diversas desde tiempo inmemorial, apreciandolas como un nutrimento sanísimo, segun se los ha demostrado la experiencia de tantos siglos. Aunque tienen volátiles, y animales grandes y pequeños en cantidad, todavia comen poca carne, y esta simplemente cocida ó asada. Con la misma parsimonia acostumbran comer puerco, del qual saben tambien hacer salchichas, y morcillas. Los mares de aquellas costas, y sus rios, abundan de peces delicados, y tampoco hacen gran caso de este genero de alimento.

En lugar de pan, que no acostumbran hacer sino quando tienen algun convite, comen tortas, ó papas cocidas con un poco de sal. Sus bebidas ordinarias consisten en varias especies de cerbezas y de sidras, que preparan con el grano de india, y con miel, y otros frutos del pais. Sin embargo son muy codiciosos del vino, que compran á los Españoles; pero hasta ahora, ó sea por miras políticas, ó mas bien por su descuido, no se han dedicado á propagar las vides, las quales, como se ve por los indicios, se producen muy bien en todas sus provincias.

El dueño de casa come con toda su familia en una misma mesa, sobre la qual no se pone mantel, ni servilleta. Sus platos son de barro, y las cucharas y vasos de cuerno, ó de madera. Los Ulmenes suelen tener plata labrada para el uso de sus mesas, pero no se sirven de ella, sino para obsequiar algun forastero de calidad, siendo ellos naturalmente inclinados á lucir, y á ser reputados por ricos. Con la pimienta de Guinea, con el madi, y con sal, forman todas sus salsas. En el estío gustan comer baxo de los árboles que siempre plantan con este objeto al rededor de sus casas. No usan eslabon para sacar fuego, pero se sirven, lo mismo que los Kamstchadales, de dos palitos secos, que introducido el uno sobre el otro, lo estregan con las manos, como se bate el chocolate, hasta que sale el fuego, que aparece en breve tiempo. Ademas de la comida y la cena, todos los dias hacen indispensablemente almuerzo y merienda, que consisten en un poco de harina de maiz tostada, y disuelta en agua caliente por la mañana, y fresca por la noche.

Pero de esta doméstica frugalidad se alejan muchas veces en las ocasiones de públicos convites que se hacen los unos á los otros, por motivo de funerales, de bodas, ó de otros notables sucesos: entonces no se repara en gastos: todo se disipa por contribuir al regocijo. En cada uno de tales banquetes, á los quales concurren por lo comun trescientas personas, se consumen mas animales, mas granos, y mas licores, que aquellos que podria necesitar una familia entera para sustentarse dos años. Estos convites, que suelen durar dos ó tres dias, se llaman cahuin, ó circulos, porque al rededor de un gran ramo de canela se sientan en circulo á comer y beber.

Semejantes comilonas se hacen gratuitamente, y es permitido á qualquiera que sea participar de ellas sin el menor interes. No sucede así en quanto á los mingacos, ó aquellas comidas que acostumbran hacer quando quieren cultivar la tierra, sembrar los granos, hacer una casa, ó qualquiera otra obra que requiera los esfuerzos combinados de mucha gente. Entonces todos aquellos que quieren gozar de ellas deben trabajar, hasta que la labor sea concluida. Pero así como aquella gente abunda de ocio, así los operarios concurren en tanto número, que en pocas horas se acaba el trabajo, y emplean despues el resto del dia en embriagarse. Los Españoles campesinos han adoptado tambien este método, prevaliendose de la misma industria para concluir sus labores de campo.

Las bebidas fermentadas, segun el juicio de aquellos naturales, forman la estimacion principal de un convite. Por lo qual quando estas no son superabundantes, aunque los comestibles lo sean con prodigalidad, se muestran descontentos, diciendo golingelai, mala fiesta, no se ha bebido. A la verdad como estos bacanales se suceden los unos á los otros, quasi sin interrupcion en todo el año, porque cada hombre de conveniencias tiene á honor el darlos en su casa, se puede afirmar que los Araucanos, quando no estan empeñados en la guerra, pasan la mayor parte de la vida en embriagarse, y en divertirse, ó como ellos dicen, en variar de ideas, caduamn.

La música, el bayle, y el juego forman sus comunes diversiones. Pero la primera apenas merece este nombre, no tanto por la imperfeccion del sonido de sus instrumentos, que son los mismos de que se sirven en la guerra, esto es, las flautas y los tambores, quanto por su canto, que tiene por lo comun un no se qué de tétrico, y desagradable al oido, quando este no está acostumbrado á él desde algun tiempo. Los bayles, de los quales tienen muchas especies, son mas alegres, mas armoniosos, y mas variados. Las mugeres pocas veces son admitidas á danzar junto con los hombres, ellas forman por lo comun coros aparte, donde baylan al son de los mismos instrumentos.

Si acaso es verdad, como escribe el célebre Leibniz, que los hombres jamas han demostrado mayor talento que en los diferentes juegos que han inventado, los Araucanos pueden lisonjearse de no ser inferiores en esta prerogativa á las demas naciones. Los juegos hallados por ellos se dividen en sedentarios, y en ginnasticos. Estos son muchísimos, y por la mayor parte ingeniosos. Es digno de reflexîon, que entre los primeros se encuentre allí en uso, desde tiempo inmemorial, el artificioso juego del agedrez, al qual dan el nombre de comican. El 'quechu, que aprecian infinito, tiene una grande analogía con el juego de tablas, pero en lugar de dados se sirven de un triangulo de hueso señalado con puntos, que echan por un arillo sostenido de dos palillos, como era quizá el fritillo de los antiguos Romanos.

La juventud se exercita amenudo en la lucha, y en la carrera. Aman tambien el juego de la pelota, que llaman pilma, la qual hacen de una especie de junco. Pero entre todos los juegos ginnasticos, que son aquellos que requieren fuerza, el peuco, y el palicán son los mas acomodados á su genio, porque sirven como de preludio para la guerra. El primero, que representa el asedio de una fortaleza, se hace de la manera siguiente. Doce ó mas personas, agarrandose de las manos, forman un circulo, en el centro del qual está en pié un niño. Los contrarios en número igual, ó mayor, procuran con el arte, ó con la fuerza, romper el circulo, y hacerse dueños del muchacho, en lo que consiste la victoria. Pero esta no es tan fácil como parece. Los defensores, para sostenerse estrechamente unidos, hacen esfuerzos increibles. Por lo qual los asediantes, aunque robustos, á la par de aquellos, se ven obligados muchas veces por el cansancio á abandonar la empresa.

El palicán, que los Españoles llaman chueca, se asemeja al arpasto, ó sferomachia de los Griegos, y al juego del calcio de los Florentinos. Este juego, que tiene toda la apariencia de una batalla ordenada, se hace con una bola de madera llamada pali, en una llanura larga, media milla, poco mas ó menos, y cuyos límites estan señalados con ramos de árboles. Los combatientes, en número de treinta, armados de bastones curvos hácia la punta, se ordenan en dos filas, dispuestas de manera, que cada uno de ellos tenga delante su contrario. Quando los árbitros destinados para esto dan la señal, los dos contrarios, que se hallan en el octavo puesto, sacan con sus bastones la bola de un hoyo hecho en la tierra, procurando adelantarla hácia la mitad de su partido. Los otros la impelen ó rechazan, segun la direccion favorable ó contraria que ella toma, cuya victoria consiste en conducirla al término de su banda. De aquí nacen peleas entre los unos y los otros, de manera que en ocasiones no basta un medio dia para acabar una partida.

Este juego tiene sus leyes invariables, cuya observancia miran cuidadosamente los árbitros. No obstante de esto suceden muchas desgracias. Los valientes jugadores se adquieren una fama inmortal, y son convidados á todos los partidos considerables que se hacen en el pais. Quando dos provincias, como sucede muchas veces, se desafian la una á la otra, esta diversion viene á ser un espectáculo público. Concurre á ella un inmenso pueblo, y se hacen muy gruesas apuestas. Los campesinos de las colonias Españolas han adoptado este juego, que se ha hecho una de sus mas apreciables diversiones, á pesar de los bandos publicados de tiempo en tiempo por el gobierno contra aquellos que se atreven á promoverlo. Todas las familias campesinas estan divididas, en quanto al tal juego, en dos facciones, que se llaman plazas, y lampas.

Todo esto que hemos dicho hasta aquí de los Araucanos, se debe entender con alguna modificacion de los Puelches, ó sea de los habitantes del quarto Butalmapu, situado en la cordillera, los quales, aunque procuren conformarse á las costumbres de aquellos, se muestran todavia mas rusticos, y mas salvages. El nombre de ellos significa hombres orientales. Son de alta estatura, y aman la caza. Por eso mudan amenudo de habitaciones, y extienden sus colonias, no solamente á las faldas orientales de los Andes, pero aun al rededor del lago Naguelguapi, y hasta las riberas del mar del norte, en las grandes llanuras Patagónicas. Los Araucanos hacen grande aprecio de estos Montañeses, por los importantes servicios que reciben de ellos en tiempo de guerra, y por la fidelidad con que siempre se han mantenido en su alianza. Pero ya es tiempo de volver á tomar el hilo de nuestra Historia.

Notas del autor[editar]

  1. Hist. de los Establ. Européos en Amer. trad. del Inglés, vol. 1. part. 3. cap. 12. pag. 306.
  2. „Cosa es digna de ser considerada,
    „Y no pasar por ella fácilmente,
    „Que gente tan ignota, y desviada
    „De la freqüencia, y trato de otra gente,
    „De innavegables golfos rodeada,
    „Alcance lo que así difícilmente
    „Alcanzaron por curso de la guerra
    „los mas famosos hombres de la tierra.

    „Dexen de encarecer los escritores
    „A los que el arte militar hallaron,
    „Ni mas celebren ya á los inventores,
    „Que el duro acero, y el metal forjaron,
    „Pues los últimos Indios moradores
    „Del Araucano Estado, así alcanzaron
    „El órden de la guerra, y disciplina,
    „Que podemos tomar de ellos doctrina.

    „¿Quién les mostró á formar los esquadrones,
    „Representar en órden la batalla,
    „Levantar caballeros, y bastiones,
    „Hacer defensas, fosos, y murallas,
    „Trincheas, nuevos reparos, invenciones,

    „Y quanto en uso militar se halla?
    „Que todo es un bastante, y claro indicio
    „Del valor de esta gente, y exercicio.

    Ercilla Arauc. Part. II. Canto XXV.
  3. „Los naturales de Chile, los mas espirituosos, y los mas valerosos entre todos los Americanos, solos son exceptuados de esta observacion. Ellos combaten á sus enemigos en campaña abierta; sus tropas se avanzan, y atacan, no solamente con valor, sino con órden. Aunque los pueblos de la América septentrional hayan, por la mayor parte, cambiado sus arcos y sus flechas, por armas de fuego européas, ellos siguen siempre sus antiguas máximas de hacer la guerra, y nunca se apartan de su sistema particular; pero las operaciones de los pueblos de Chile, se parecen mucho á las de las naciones de la Europa, y de la Asia [b]. Robertson Hist. de la Amer. tom. 2. not. 52.
  4. Los Araucanos son en sus comarcas los enemigos mas comunes, mas intrépidos, y mas irreconciliables de la España. Estos son los únicos pueblos del Nuevo-mundo que se hayan atrevido á batirse con los Européos en campaña abierta, y que hayan imaginado el uso de la honda, para despedir desde lejos la muerte á sus enemigos. Su osadía llega hasta atacar los puestos mejor fortificados. Como estos Americanos hacen la guerra sin impedimento, ellos no temen su duracion, y tienen por principio el jamas pedir la paz. Los Españoles tienen á bien hacer de ella las primeras aberturas. Quando estas son favorablemente recibidas, se tiene una conferencia. El Gobernador de Chile, y el General Indio, acompañados de los Capitanes mas distinguidos de los dos partidos, arreglan, en las delicias de la mesa, las condiciones del convenio. La frontera era otras veces el teatro de estas Asambleas. Las dos últimas han sido enla capital de la colonia. Tambien han obtenido salvages que ellos habrán enviado allí á establecerse, como Diputados encargados de conservar la armonía entre los dos pueblos. Raynal Hist. Film de las dos Ind. lib. 8. pag. 255. edic. de Ginebra.
  5. Estos nombres, empezando desde media noche, son Puliuen, Ueún, Thipanantú, Maleu, Vutamaleu, Ragiantú, Culunantu, Gullantú, Conantú, Guvquenantú, Puni, Ragipun.
  6. Quando les hablábamos en Inglés, repetian ellos despues de nosotros las mismas palabras, como hubieramos podido hacerlo; y muy presto aprendieron de memoria estas: englishmen come on shore. Voy. par Hawkesw. tom. 2. cap. 1. pag. 19. edic. de Laus.
  7. Este autor, que yo estimo ciertamente, pero que jamas he pensado, como él se imagina, llamarlo respetable, creyendose ofendido de una proposicion mia, siniestramente interpretada, se ha tomado la molestia de dirigirse contra mí en varias partes de su IV tomo. Sus impugnaciones por otra parte hacen mi apología. Los principios sólidos satisfacen al entendimiento. Toda relacion no apoyada sobre este fundamento es inutil. Yo nunca he pretendido decir que todo se halle mejorado en América. Soy por carácter enemigo de comparaciones odiosas. Mi obra, leida sin prevencion, es un buen testimonio de ello. Nada de particular he dicho allí, que no lo haya confirmado con las autoridades de escritores imparciales, cuyas aserciones son para Chile mucho mas favorables que las mias. ¿Pero por qué el Señor Abate dexa á Ulloa, citado junto con los demas autores que han escrito de la fecundidad del trigo en Chile, de los quales se burla nominadamente? El motivo de tal silencio se puede encontrar en los prologomenos de su IV tomo. En otra obra mas general que pensamos dar á luz, diremos algunas otras cosas de su historia, no con ánimo de impugnarlo, del qual estamos muy lejos, sino porque así lo requerirá nuestro plano. Entretanto, pues, nos pregunta, si sea una expresion impropia, llamar América una parte principal de ella; le respondemos que en las proposiciones negativas, en las quales él se sirve amenudo de aquella voz general para denotar el Orinoco, es impropísima, como seria la de Europa, aplicada en semejantes proposiciones á qualquiera parte de ella. De modo que qualquiera que en vez de decir: las provincias septentrionales de Europa no producen vino, dixese: la Europa no produce vino: se explicaria, como es claro, muy impropiamente.
  8. El Español que quiere emprender este comercio, se dirige luego á las cabezas de familia. Quando ha obtenido el permiso necesario, corre por todas las habitaciones, y entrega indistintamente las mercaderías á todos aquellos que se presentan. Concluida su venta, anuncia su partida, y todos los compradores se apre- suran para entregarle, en el primer lugar donde se ha de manifestar, los efectos que han convenido. Jamas ha habido exemplo de la menor infidelidad. Raynal Hist. Fil. lib. 8. pag. 317.

Notas del traductor[editar]

  1. En los artículos segundo y tercero del Parlamento de Lonquilmo, celebrado el año 1784, se trató expresamente de la demarcacion de cada Butalmapu, señalando sus distritos. Se declararon pertenecientes á este de la Cordillera, los Huilliches de Changolo, los de Goyoltue y Rucachoroy hacia el Austro, los Puelches y indios Pampas que caen á el Septentrion, desde Malalgue y fronteras de Mendoza, hasta el Mamilmapu, en las Pampas de Buenos Ayres, formando todos un cuerpo con los Puelches y Pehuenches de Maule, Chillan, y Antuco. De manera, que al presente, en caso de infraccion de los Tratados, se puede saber facilmente el Butalmapu que debe dar la satisfaccion.
  2. Esta nota es la 74 en la edicion de París del año 1778.
  3. Quillaja Saponaria. La usan tambien mucho los Españoles, particularmente los que habitan en el campo.