Correo de Comercio: 28 de abril de 1810/2

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Correo de Comercio

Número 9

Del Sábado 28 de abril de 1810


Señores Editores del Correo de Comercio.


Muy Sres. mios: tiempos ha que oí hablar de que se intentaba fundar un Hospicio en esta Capital, y que estaba la idea tan adelantada, que hasta se había comprado el sitio para construir el edificio: seguramente este pensamiento es uno de aquellos que han merecido la atención en todos los payses cultos, y no dexará de producir todos los efectos saludables en éste, quando sobre la materia hay tanto y tan bueno escrito para tomar lo que sea mas acomodado á nuestras circunstancias, y quando estamos careciendo de medios para socorrer enseñando.

Creo, en verdad, que las atenciones tan nuevas, para este continente, que han ocupado á este gran Pueblo, desde el suceso desgraciado de 1806, habrán también impedido á los dignos promotores de llevar sus ideas adelante, y por consiguiente privandonos de ver realizada una obra que tanto se ha deseado y desea para el beneficio público, y que no podemos dudar que es de la mayor importancia.

Pero mientras ella existe, ¿no seria conveniente que se dirigiesen las miras á buscar medios mas sencillos, y de menor costo para dar auxilios a los verdaderos pobres, y enseñanza á sus hijos? parece que no habrá quien con ansia no conteste que efectivamente conviene buscar esos medios, y adoptarlos con toda eficacia; porque todos conocen quanta es la necesidad que hay de socorrer al verdadero pobre, y socorrerlo haciéndolo útil al Estado, y asi mismo; también conocen la necesidad que hay de enseñanza, y de desterrar la ociocidad que tantos perjuicios trahe.

Yo, Señores Editores, me he atrevido á tomar la pluma para proponer un medio fácil con que se puede conseguir un fin tan santo, y en particular por respecto á mi sexo, que es el que mas necesita de aquellos auxilios, y veo con mucho sentimiento, sumergido en la mendicidad, y muy expuesto á desastres, aunque no por eso me olvido del de vmds., que por igual falta caen en otros males también terribles, como que su constitución fisica les hace participar de mayor energia en sus pasiones, que yo llamo ferocidad.

He leído algunos libros que por fortuna me han venido á las manos, que tratan del modo con que en las Sociedades cultas se han pensado en socorrer á los pobres, trayéndolos al camino mas ventajoso para que no sean una carga pesada á sus conciudadanos, y con utilidad suya puedan hacer la de la causa común.

Entre ellos encontré una noticia exacta de las Juntas de Caridad que hay establecidas en las Parroquias de Madrid, sin otro objeto que el de amparar al verdadero pobre, y este pensamiento me ha llenado tanto, que estaba ansioso de publicarlo, y sintiendo que en esta nuestra Patria no hubiese un Periódico en el que pudiera salir á luz.

Agitada con aquel deseo, y quando mas sentimiento tenia de no serme posible verificarlo, me encontré con el Prospecto de su Correo de Comercio en casa de una amiga mia, que compra quanto papel sale de la Imprenta, y me lo devoré instantáneamente, para saber si habría lugar al pensamiento de mi predilección.

No pueden vmds. persuadirse quanta fué mi complacencia al contemplar que ya se había abierto el camino para ver de letra de molde mis ideas, y que estas llegarían á penetrar en las casas de estos vecinos distinguidos que tanta caridad manifiestan, y que heredándose los sentimientos cristianos han dado y dan tantas pruebas de ellos, como nos los están manifestando los Templos, los Conventos, los Hospitales, &c. y por consecuencia obrarían en ellos todos los efectos que ya me he figurado.

Porque, ¿como he de pensar yo, Señores , que dexen de atenderse las necesidades de nuestros hermanos? ¡Y qué necesidades! las primeras, las mas urgentes, y de las que satisfechas, ó no, resulta el bien, ó el mal de la Sociedad : vmds. saben muy bien que en esto nada ménos consiste que la subsistencia y las costumbres: objetos que mirados como es debido, hacen la felicidad, ó infelicidad de los Pueblos.

Creo que nada tenemos que añadir á lo que hay establecido para conseguir fines tan santos. Todas las Parroquias tienen sus Hermandades con títulos de Dolores y Ánimas, del Carmen y Animas, &c. ¿por qué no podrían agregar el de Caridad, y constituirse igualmente á socorrer á los vivos, proporcionándoles la enseñanza? Este seria un mérito mas que sus individuos tendrían que agregar á los de sus devotos exércicios, tanto mas acepto á los ojos de Dios, quanto sería mayor el número de los que supiesen cumplir con sus obligaciones, y de los que diesen exemplo de las virtudes cristianas.

Generalmente en estas Hermandades se hallan alistados los sugetos mas condecorados de las Parroquias, y estos unidos con los Curas podrían destinarse en un día de la semana á pedir la limosna para atender á los respectivos pobres de su jurisdicción, privándose antes por el Gobierno que los mendigos anden por las calles, exercitando la cariad de sus convecinos , puede ser, sin causas justas.

Con el producto de las limosnas, que deberán depositarse en los Tesoreros de las Hermandades, podrían establecerse Escuelas para las niñas pobres, donde aprehendiesen á leer, escribir, coser, &c, y así mismo otras para enseñarlas alguna especie de industria, igualmente que á los niños pobres, porque estos ya tienen Escuelas de primeras letras, sostenidas por el Excmo. Cabildo en todas las Parroquias de esta Capital, como vmds. saben.

Del mismo modo se podra comprar lana, algodón, y algunas otras materias primeras, para dar que trabajar á los pobres, y con el producto de sus manufacturas socorrerlos hasta ponerlos en estado de no necesitar esos auxilios. [Se concluirá.]



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