Correo de Comercio: 5 de mayo de 1810/2

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Correo de Comercio

Número 10

Del Sábado 5 de mayo de 1810


CONCLUYE LA MATERIA DEL NUMERO ANTERIOR.


Parece que ya oigo que dirán algunos, vaya que ésta es una Bachillera que receta á su antojo. No, Señores, yo sé dónde y en que Pueblo hablo: aquí no se necesita mas sino que haya personas que llamen la atención de estos vecinos á las cosas buenas, para que ellas se executen, ¿se creería alguno que no conociese el espíritu de estos habitantes que tantas desgracias como hemos tenido se habían de haber remediado tan pronto y también? Por de contado que no; pero yo, y todas las gentes que sabemos qual es el carácter de nuestros hombres ricos, no dudamos un punto que así había de suceder.

Si nuestros Párrocos se aunan con los vecinos mas caracterizados de sus Parroquias para exigir las limosnas, me atrevo á asegurar que no solamente veríamos esos establecimientos para mi sexo, y el de vmds., sino que también cada Parroquia tendría un Médico para los pobres, viviendo en ella, y no necesitarían muchos de aquellos ir á los Hospitales, hallando quien los atendiese en sus propias casas, de que no sacaría pocas ventajas la humanidad.

Vmds. observarán que no hago mas que apuntar las ideas generales, porque el por menor es obra de los que los adopten, en consecuencia de las circunstancias que se presenten, y porque verdaderamente mis conocimientos no alcanzan hasta señalar el órden que se ha de seguir en lo económico, que además se haría fastidioso, privando á otros del gusto de figurarse creadores.

Añadiré solamente una ocurrencia que me parece no dexaria de valer al pensamiento, y es la de que se podrían asociar las personas de mi sexo á esas hermandades, con el objeto de atender á los establecimientos de enseñanza de las niñas, y socorro de las mujeres pobres, así para sus industrias, como para sus enfermedades.

Creo positivamente que esto importaría mucho; porque en nosotros hay otra sensibilidad que en los varones, nos agradan estas ocupaciones, y también nos picamos de manifestar con nuestro celo y eficacia, que no somos ménos aptas que ellos pava desempeñar lo que se nos encarga en asuntos que parece salen de la esfera, de los que hacen nuestra principal atención diaria, que aunque es verdad no son de ménos importancia al Estado, que los grandes negocios, con todo, gustamos entrar en ellos, y no vivir eternamente condenadas á tratar de cosas caseras, y que el público no conozca nuestro mérito.

Esto del aura popular es para nosotras también muy agradable: en nuestros primeros años la buscamos, generalmente hablando, adornando las gracias que nos ha dispensado la naturaleza; quando estas se nos escapan, no por eso se nos marcha el deseo de causar impresiones favorables hacia nuestras personas; y procuramos adquirir dotes que conserven nuestro imperio, ¿porqué pues no se han de aprovechar estas disposiciones, para dirigirlas á la obra tan santa que he propuesto?

Yo veo, Señores, tantas cosas que no cuestan nada, y valen tanto para los adelantamientos de la sociedad, y de las que parece que todos se olvidan.... pero basta de importunar á vmds., de quien se dice apasionada.

La Amiga de la Suscriptora incógnita.

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