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Correo de Comercio: 5 de mayo de 1810/3

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Correo de Comercio

Número 10

Del Sábado 5 de mayo de 1810

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La série de sucesos extraordinarios en que nos hemos visto envueltos, nos ha privado de las resoluciones beneficiosas de nuestros Soberanos, sobre puntos los mas interesantes á estas Provincias, que han llamado y llaman la atención de nuestro Gobierno: entre ellas contamos la de que se pusiesen los medios para que el puerto de la Ensenada de Barragan sirviese para el abrigo de los buques mayores que arriban á este amarradero, y pudieran executar sus descargas y cargas con toda seguridad, y en el menor tiempo posible se despachasen las expediciones de nuestro giro marítimo, que tanto movimiento dá á las producciones de este continente.

Nunca podremos ponderar bastante la necesidad que hay de franquear á las embarcaciones un asilo seguro en donde puedan permanecer resguardadas de todo temporal, con el menor costo que sea dable, y en el qual puedan recorrerse y alistarse para las dilatadas navegaciones que deben emprender, en términos que no causen perjuicios á los cargamentos que se pongan á sus bordos, que siempre han de resultar en contra de nuestro comercio.

Ese asilo lo presenta la Ensenada de Barragan, acaso como ningún puerto en el Rio de la Plata; porque se halla resguardada de los vecinos mas impetuosos que soplan en esta Zona; de consiguiente los buques pueden estar amarrados con los cables mas infimos, sin temor de ninguno de los accidentes que sobrevienen en las calas ó puertos, donde no se goza de iguales ventajas: los buques que se recorran no tienen que detener ni un solo instante sus trabajos; porque nada hay que altere aquellas aguas; siempre están tranquilas, y casi como en la mayor calma.

Su entrada es facilísima, no tiene escollo alguno, por mas que se ha querido decantar, y el Canal del S. por donde deben navegar las Embarcaciones que se conduzcan á la Ensenada es el mejor de este Rio, por su mayor anchura y mejor fondo: todo consiste en navegarlo con aquel cuidado que exigen todas las navegaciones de los Rios, y que los Pilotos no piensen que se hallan en el anchuroso é insondable Mar.

No se entienda que esto sea querer aspirar á que solo el Puerto de la Ensenada sea el único en el Rio de la Plata para admitir los Buques de nuestro comercio marítimo; estamos muy distantes de pensar en esta exclusiva odiosa, pues nuestra idea es, conforme á las intenciones de nuestro Gobierno de proveer las mayores ventajas a los subditos; que se abran al comercio todos los Puertos que se conocen en la Costa Septentrional y Meridional de este gran Rio, conociendo que este es uno de los principales arbitrios de atraer nuestras gentes á las riberas,y poblarlas como es debido para tener los medios mas prontos de su defensa.

Creemos de la mayor importancia aun obligar á que los Buques que vienen al amarradero entren al Puerto de la Ensenada por muchas consideraciones, y la mas principal porque se respete como es debido á nuestro Gobierno, y sepa éste quien entra y sale en este Rio; y mas á la vista de los celadores se executen las cargas y descargas, lo que ahora es bien dificultoso por mas celo y cuidado que se ponga; á mas de que estando baxo el cañon, no se avanzará ninguno á faltar á aquellos respetos, ni los comerciantes estarán con el subsidio de que algún mal intencionado se les escape sin haber salvado sus obligaciones respectivas.

No hay que temer el contrabando con que se ha arguido para desviar la idea del Puerto de la Ensenada; este es un bú para amedrentar á los niños; no es tan fácil como se ha pensado, y si hay alguna facilidad es la misma que hay en todos los puertos por mas resguardados que estén; pero todavía hay mas que quando se execute nunca será tanto como el que se hará estando las embarcaciones fuera de la vista de los celadores, y no teniendo ninguno á su bordo; á que se agrega que no porque pueda traer un mal alguna cosa, se ha de prohibir enteramente; desgraciado el género humano si se le sujetara á esta clase de prohibiciones.

Hay también otros motivos muy poderosos, y de la mayor consecuencia para facilitar este Puerto, y ponerlo en el mejor estado posible, como quisiéramos qne lo estubiesen todos los que hay en nuestro Rio de la Plata; ellos son las puertas principales de nuestra Casa, y así política, como económicamente exigen de nosotros la mayor atención y cuidado baxo todas consideraciones: si ellos hubieran tenido el llamativo del comercio, estamos seguros que nuestras Costas presenciarían un aspecto muy diferente del que hoy tienen, y habrían causado, y causarían el respecto á que somos acreedores.

Ya hemos indicado que seria un arbitrio la entrada libre á los Puertos para llamar las gentes á poblar nuestras riberas: en efecto, los consumos de las embarcaciones, en todos sentidos, proporcionan utilidades reales y verdaderas á los que se dedican á proveerlas, asi se vé que las tierras que están á las inmediaciones de los Puertos de mar son las que están mejor cultivadas, y las que inmediatamente se pueblan tomando un valor crecido.

Nosotros necesitamos poblar la Costa S. de este Rio, y sin costo alguno del Erario, ni de la causa pública, se puede conseguir, con solo obligar a las embarcaciones que vienen al amarradero á que hayan de entrar á la Ensenada de Barragan: los costos y gastos que ellas han de hacer para la manutención de las tripulaciones, y para las operaciones precisas de cargas y descargas, serán un aliciente poderoso para reunir en aquel punto un gran numero de gentes que tenemos dispersas, y formar un Pueblo de toda consideración con utilidad grande del Estado, así por lo moral como lo fisico.

Ese Pueblo será una de las murallas que tengan que vencer los enemigos que quieran invadirnos, y acaso pueden encontrar en él su destrucción antes de dar un paso adelante, ó si lo mirasen con desprecio, muy bien podría sucederles ser victima de él, operando de acuerdo con las tropas de la gran Capital: no se daría entonces caso de que pudiésemos ser sorprehendidos aun en la paz mas profunda; pues para efectuar los enemigos sus ideas seria de necesidad que intentasen contra él sus primeros ataques, que nos pondrían en alarma.

A mas de tan poderosos motivos, tendríamos el de poner en valor todos los alrededores, y aun muchas leguas mas de distancia de la Ensenada; veríamos aprovecharse por nuestros Pastores un gran número de renglones que hoy abandonan, y que nuestros Labradores se dedicarían á cultivos provechosos de que no pocas ventajas sacaría la Provincia, por medio del consumo que las embarcaciones proporcionarían ya para sí, ya extrayéndoles sus frutos para el comercio de ultramar.

Y no se crea que esta es de las que nosotros llamamos obra de Romanos: en meses solo veríamos los progresos de aquel Pueblo; hoy casi abandonado, con solo la determinación indicada: quando no fuera la experiencia que nos lo ha enseñado en quanto Puerto se ha abierto al comercio, bastaría la que ese mismo Puerto nos presentó en los pocos días que estubo con el permiso de admitir los Buques del comercio marítimo para convencernos de la importancia de una determinación, á todas luces, tan benéfica. [Se concluirá.]


SUSCRIPCIÓN. Se dará de este Periódico un pliego en el Sábado de cada semana, y un medio pliego de suplemento; y se suscribirá á él en la Imprenta de Niños Espósitos; siendo su precio el de un peso al mes para los de esta Capital, diez reales para los Pueblos comprenhendidos en esta Administración principal de Correos, y doce reales para los del Perú y Chile; no admitiéndose suscripción para esta Ciudad por menos de tres meses, y de seis para los de fuera; debiéndose anticipar su importe, y recibiéndolo en sus casas los de esta ciudad; y fuera, francos de todo porte.


Buenos Ayres : en la Real Imprenta de los Niños Expósitos.


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