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Cuitada navecilla

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

CANCIÓN II.

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Cuitada navecilla
Por mil partes hendida,
Y por otras dos mil rota y cascada.
Tirada ya á la orilla
Como cosa perdida,
Y aun de tus mismos dueños olvidada:
Por inútil dexada
En la seca ribera
Fuera del agua, y de las olas fuera.

¿Has de volver agora
Desamparada y sola
A recibir del mar de nuevo afrenta,
Y aguardar cada hora
Tras una y otra ola,
Una y otra cruel fiera tormenta?
¿Tendrás de nuevo cuenta,
Si se enmaraña el cielo,
Si nace ó muere el sol claro ó con velo?

¿Y si su faz serena
Muestra la instable luna?
¿O si cubierta va de manto escuro?
¿Si va menguada ó llena?
¿Si amenaza fortuna,
O promete bonanza el ayre puro?
¿Si habrá puerto seguro?
¿Si tus enfermos lados
Viniesen á herir vientos ayrados?

No, no, tente á la tierra;
O ya si al agua has vuelto,
Mira no salgas de seguro abrigo.
¿No ves rota la guerra?
¿No ves á Boreas suelto?
¿Y que Orion armado, tu enemigo,
Vendrá á envestir contigo?
Y estarás tú muy buena,
Desclavado el timon, rota la entena.

Si por dicha te atreves
A tener confianza
En el favor incierto de Neptuno,
Porque viages breves
Hiciste con bonanza,
Y, aunque sin fruto, con honor alguno;
Ya no es tiempo oportuno
De en fiuzia de pasadas
Venturas, emprender nuevas jornadas.

El sabio marinero
Al menester no fia
En la pintada popa del navío,
Ni en si ganó primero
Por dichosa osadía
De las aguas del mar el señorío;
Ni en la pujanza y brio
De su pasada gente,
Si ve flaca y cansada la presente.

¿No ves que aunque corrieses
El mar de parte á parte,
Dando la caza á flotas enemigas,
Y las unas rompieses
Por fuerza, otras con arte
Hicieses declarar por tus amigas;
De tan graves fatigas
El galardon mas cierta
Será encallar al embocar del puerto?

Dexa, dexa naveguen
Las poderosas naves
Con las velas hinchadas y tendidas,
Del Tajo al Gange lleguen
Con viento y mar suaves.
Y de joyas ganadas, y ofrecidas
Vuelvan enriquecidas
Sin envidia, que temo
Que está la tempestad en el estremo.

La nave mas famosa,
La mayor que fué vista,
La primera que abrió en el mar camino,
Por quien gente gloriosa
La célebre conquista
Acabó del dorado Vellocino;
Tras sus triunfos vino
Con fortuna á perderse,
Por no saber á tiempo recogerse.

Esto te baste solo:
Huye la furia insana
De los hijos de Eolo;
Y con tan claro exemplo
Cuelga tus velas y tu xarcia al Templo.