Daany Beédxe/5

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Daany Beédxe
de Guillermo Marín Ruiz
Cuarta parte
D A A N Y B E É D X E.
CUARTA PARTE

El majestuoso estruendo de las olas que golpeaban las piedras del acantilado despertó a Águila Nocturna. Se encontraba en una saliente de unas rocas, abajo el inmenso mar azul.

El guerrero despertaba de un profundo sueño. Como una fantasía lejana y vaga, quedaba el recuerdo de Jaguar de Fuego y sus compañeros de expedición en la selva del Sur. Águila Nocturna había amanecido en Acajutla en la parte más alta de un acantilado. Un cuasi recuerdo de un vuelo nocturno por toda la costa, se desmoronaba rápidamente en su mente. Sentimientos encontrados y confusos lo envolvían en una bruma pesada, que no le permitían pensar con claridad. Solamente su cuerpo vibraba con la necesidad estremecida de encontrar su hogar.

Un sentimiento profundo recorría a todo su ser. La urgencia imperiosa de encontrar su identidad, de conocer sus orígenes, de reconocer su propio rostro y su corazón verdadero. Lo arrastraba indefenso, a la más profunda crisis.

No estaba dispuesto a morir ni a vivir; sin antes haber encontrado la verdad. El conocer su historia personal, además de permitirle entender en dónde estaba y qué hacía, era el más elemental derecho de cualquier ser humano. Sin el conocimiento de su pasado, su presente no tenía ningún sentido. Sin el conocimiento de su pasado, no tenía futuro. Sin la recuperación de su memoria, nunca encontraría la plenitud. Águila Nocturna decidió emprender el camino por la costa en dirección Poniente. Ese cuasi recuerdo de volar hacía el Noroeste por la costa, lo llevo a no pensarlo y como por instinto, se dejó llevar por un lejano sentimiento.

Caminó por horas por aquel acantilado. Abajo, las incansables olas se estrellaban una y otra vez en las formidables piedras. La espuma blanca se alzaba de un lugar a otro, encima de las crestas de las olas, para finalmente estrellarse y saltar en millones de gotas, humedeciendo la brisa. Los cangrejos cargando sus gigantescas tenazas, caminaban rápidamente a intervalos, como midiendo el momento para aferrarse a la roca, cuando llegaba la embestida del agua.

Cuando el Señor de los Dardos de Fuego empezaba a acercarse al inmenso mar, allá en el fondo del horizonte; la tarde se incendió en naranjas y rojos. Algunas nubes en la parte más alta del cielo se tiñeron de colores. Las pequeñas olas que se movían en la lejanía, reflejaban la luz del sol, parecía que tenían vida propia. El mar se preparaba para recibir al Águila Incandescente y se vestía de dorado para honrar su llegada. Pelícanos en formación, pasaban volando a ras del agua. Pequeños peces saltaban por todas partes. La tibieza de la tarde se acentuó.

Águila Nocturna caminaba sin ningún pensamiento en la mente. Caminaba sintiendo todo cuanto le rodeaba. Caminaba por instinto por la costa, hacía el lugar donde se metía el Sol. No había probado alimento, ni bebido agua en todo el día. El sol estaba a punto de meterse bajo el mar. Por breves minutos la luz del sol se tornó roja y se reflejaba vibrante en todo lo que iluminaba.

Llegó al final del acantilado y empezó a bajar por una ladera arenosa hasta la playa. Sus pies desnudos tocaron la arena húmeda y refresco su cuerpo en el mar. El sol inmenso, empezó a naufragar en el horizonte. El cielo se llenó de colores y por breves momentos, todos los objetos tomaron la luz tenue de sol como propia y empezaron a brillar por sí mismos. La primera estrella de la noche apareció y el mar despidió el día con potentes tumbos, que azotaba en las indefensas playas.

Águila Nocturna caminaba a la orilla del mar. La playa era barrida por el agua de las olas, que después de estrellarse corrían hacía arriba, alisando a la arena. Diminutos cangrejos aparecían de la arena, dejando sus huellas pequeñas y nerviosas, después de que la resaca se regresaba ruidosa y juguetona a juntarse con el océano. El mar y la arena zumbaban, como una gigantesca caracola. El aire olía a sal. La brisa volaba los cabellos de Águila Nocturna.

La noche entró poco a poco, venía de atrás de las montañas de la sierra de Apaneca Ilamatepec. El fósforo marino iluminaba la playa. Águila Nocturna seguía caminando, cuando en la lejanía vio una pequeña fogata a la orilla de la playa. Siguió caminando hacía la luz, sin ningún pensamiento, se dejó atraer a la luz como un insecto nocturno. Sentía como los dedos de sus pies, se hundían en la arena húmeda. El placer oculto de dejar sus huellas en la playa, era negado constantemente por las envidiosas olas.

Cuando llegó a la fogata que estaba iluminando la playa, la noche ya se había apropiado de la costa. Las estrellas adornaban el firmamento y la fuerza del mar había cedido. Frente a la fogata estaba un anciano preparando unos pescados en las brasas. Con unas ramas verdes, los pescados estaban atravesados y puestos a una distancia prudente del fuego.

El guerrero se sentó al lado del anciano sin decir palabra alguna. Después de un rato el hombre de cabellos blancos le pasó un guaje con agua fresca. Águila Nocturna a pesar de la sed, bebió muy poco y regreso el guaje con una expresión de agradecimiento.

La fogata levantaba columnas de fuego. Daba la impresión que las llamas bailaban enigmáticas. La mirada del guerrero estaba totalmente concentrada en sus movimientos. Parecía que se podía introducir a un mundo de misterio y peligro, en donde era ajeno el pensamiento. El cuerpo del guerrero estaba tranquilo. El anciano desconocido le inspiraba confianza y mucha paz.

Cuando los pescados estuvieron listos, fueron comidos lentamente por los dos hombres sin mediar palabra alguna. Todo estaba dicho o más bien, no había nada que decir. Después de comer Águila Nocturna se estiró como un animal y se acostó al lado de la fogata para quedar dormido.

Esa noche su sueño fue intranquilo. Pasaron por su mente cantidades enormes de recuerdos, como parvadas de patos sobre las lagunas. Los recuerdos volaban en formación y siempre iba un recuerdo de líder a la cabeza, atrás de él, en su justo lugar venían todos los demás. Pero cuando los recuerdos llegaban hasta un asombroso salto, desde un acantilado de una alta montaña, aparecía un inmenso bloque de niebla espesa, que impedía ver o pensar. Después de la última parvada de recuerdos, solo las nubes cruzaban por su mente. Como esas noches de tormenta, en que las vertiginosas nubes entrar del mar a tierra firme, antes de que se desencadene la tormenta, así se tiñen su sueño en bancos espesos de nubes.

Águila Nocturna empezó a penetrar en la bruma, deseaba llegar hasta el final y la bruma parecía cada vez más impenetrable e infinita. Sintió miedo y regresó en el sueño, a través de la bruma. Luchaba por salir del vacío y la desolación que produce la nada.

Deseaba llegar a la seguridad y la luz de sus recuerdos. De pronto, la niebla empezó a adelgazarse y poco a poco aparecieron pequeños espacios de lucidez y claridad, pero de pronto sintió como si su cuerpo cayera libremente de un acantilado. Un grito estremecedor rebotaba en las paredes verticales de la montaña. Era su voz pero al mismo tiempo él no sentía que estuviera gritando.

Su cuerpo vibraba, al golpe del aire por la velocidad de la caída. Su cabeza iba por delante y llevaba los brazos extendidos. A pesar de ser de noche, sus ojos percibían la energía que todos los cuerpos despedían, permitiéndole ver a través una extraña y opaca luminosidad. Un zumbido que subió de frecuencia hizo que estallara su cuerpo en millones de partículas luminosas y cada una de ellas, era habitada al mismo tiempo por él. Una poderosa descarga eléctrica, precedió a un trueno. De pronto, sintió dispersa a su consciencia, en millones de consciencias y al mismo tiempo percibió con nitidez, el nacimiento de su angustia. La necesidad de recuperar todas y cada una de las consciencias dispersas, para reconstituir plena y totalmente su identidad. Esa era la verdadera búsqueda.

Cuando Águila Nocturna despertó, se encontraba solo. El anciano de larga cabellera blanca se había marchado, dejándole un guaje de agua y otro de maíz tostado. Lo buscó en el entorno y lo único que encontró, fueron sus huellas en la arena que se dirigían hacia el Poniente y se perdían en la playa rumbo al mar.

El guerrero caminó a lo largo de siete lunas por la costa. Durante el día caminaba sin pensamientos. Ponía su mente en blanco y abría su visión, sin enfocar ningún objeto en especial. Solo sentía con todo el cuerpo. A lo largo de los días, empezó a sentir como le hablaba el mar, el sol, la vegetación. Escuchó sin sonidos y sin palabras, el dialogo de la vida.

De vez en cuando al llegar la tarde, Águila Nocturna veía en la lejanía la fogata encendida y cuando llegaba a ella, siempre había pescado y guajes con agua y maíz. Y a lo largo de aquellas noches, llegaba a su sueño el anciano de cabellos blancos y sin hablar lo acompañaba, inspirándole una inmensa sensación de tranquilidad y paz espiritual.

A través de la caminata, con las alas de la percepción totalmente extendidas, barriendo de la tierra al cielo; el guerrero empezó a recuperar una energía, que un día estuvo en su interior. Por las largas y agotadoras caminatas sin pensar, Águila Nocturna no sola había logrado templar su espíritu, sino extrañamente su cuerpo se fortaleció de manera asombrosa. Parecía que al no desperdiciar energía con los pensamientos y al captar la energía del entorno, gracias a mantener las alas de la percepción abiertas en la caminata, el guerrero estaba recuperando su vitalidad.

Fueron muchos días de dialogo con el mar, quien le contó muchas historias de poder, increíbles descripciones de lo que fue el mundo antes de los cuatro soles anteriores. El mar también le enseñó a cantar canciones mágicas, que convocan a las fuerzas que comparten con los humanos este mundo.

El Mar le enseñó, que casi todos los grandes conglomerados de energía tienen conciencia propia, que no es precisamente vida como la entienden los humanos. Simplemente tienen conciencia de ser; y esta conciencia tiene millones de años de existencia. Las montañas, los bosques, las selvas, los ríos y lagos; las grandes piedras, los grandes árboles y desde luego todas las estrellas. La consciencia de ser de un humano, frente a estos antiquísimos e inconmensurables conglomerados de energía, resulta insignificante y fugaz. La consciencia de un ser humano común, es influida por estas grandes fuerzas, aunque él no se dé cuenta por su limitada percepción y porque la mente ocupa casi toda la energía disponible, para "crear" el mundo que se ajusta siempre a sí mismo.

Pero un ser humano que desarrolle su sensibilidad y domine a su mente, puede llegar a comunicarse o por lo menos a convocar la atención y en su caso la ayuda de estas grandes consciencias, que a fin de cuentas, son energía pura y que comparte el mismo espacio y el mismo tiempo.

A lo largo de los días el mar compartió con el guerrero, desde la salida del inframundo, de la noche y la materia, al Señor de los Dardos de Fuego, que era acompañado por aquellos guerreros impecables que habían muerto intentando ser lo mejor de sí mismos y florecer su corazón en la Batalla Florida; hasta el cenit donde era recibido por las guerreras, quien lo acompañaban custodiando su camino, para nuevamente ir a luchar contra la oscuridad y la inercia que degrada y destruye a la materia. Por las noches era acompañado en sus sueños por el anciano de cabellos largos, quien lo llevaba por extraños mundos e increíbles lugares. Águila Nocturna cada noche que soñaba con este misterioso hombre, despertaba con el corazón sereno y con una profunda alegría, que le daba equilibrio y bienestar todo el día.

Pero un día que caminaba por la selva que bordea el mar, al morir la tarde, vio en una pequeña playa, una luz que iluminaba más que una fogata. Salió del monte y caminó por la playa hacia ella La noche había entrado, extrañamente el sol se retiró rápida y sigilosamente. La luz era de un azul blanquecino, que impedía verla fijamente. Con descargas intermitentes, parecía que buscaba algo. Pequeñas y potentes emisiones de luz azul, entraban en la selva o bajo el agua.

Águila Nocturna sintió la necesidad de acercarse y ser iluminado por ella. Salió de la selva y caminó por la playa. En cuanto se fue acercando, la luz se empezó a mover con mayor rapidez, emitiendo un sonido bajo y grave, que cambiaba de tono de manera rítmica, muy parecido al que hacen las chicharras antes de caer el agua.

El guerrero sentía como toda su energía entraba en una gran conmoción. Algo estaba pasando adentro de él. De súbito empezó a vibrar levemente todo su cuerpo y escuchó un sonido que salía del interior de todo su ser. Un zumbido que tenía reminiscencias del mar, del viento y del fuego, intermitentemente, como un ronroneo que buscaba fundirse con el sonido que emitía la fuente de luz. Águila Nocturna cerró los ojos y se sintió todo el mar, todo el viento y todo el fuego del universo, que revueltos circulaban a una velocidad increíble por todo su cuerpo en busca de una salida. Sintió la necesidad de explotar, pero el zumbido que producía su cuerpo, lo aprisionaba en una frecuencia muy alta, pues se había logrado afinar con el que emitía la luz, produciendo un extraño sonido, que jamás había escuchado. El sonido tenía vida propia, era energía sonora que poseía consciencia de ser. La luz comenzó entonces a crecer en intensidad. Había dejado de moverse nerviosa y se concentraba en el cuerpo del guerrero, el cual tomó un color casi violeta. Ya no era intermitente y por el contrario iba creciendo en intensidad, a la par del sonido que emitían la luz y el cuerpo de Águila Nocturna.

Con los ojos cerrados y con la mente en blanco, Águila Nocturna se abandonaba a la sola e intensa percepción. No había tiempo o espacio, solo energía que fluía y buscaba integrarse a la inconmensurable energía externa. De pronto, como la fugaz visión que produce un relámpago, Águila Nocturna alcanzó a percibir que la luz tenía forma de cruz.

Después de esa imagen fugaz, algo en la base del cráneo del guerrero tronó y la obscuridad cayó de golpe. La oscuridad más negra invadía todo su cuerpo, pero no había pensamientos o sentimientos, solo obscuridad y silencio absoluto.

El sonido de las olas mansas que llegaban a lamer la playa, lo trajeron con dificultad, de un remoto lugar. Escuchaba primero muy lejana y después cada vez más cerca el agua sonora que jugaba con la arena. No podía abrir sus ojos. Sentía a su cuerpo como un madero, duro y poroso, hinchado por la humedad marina. No podía mover su cuerpo, lo sentía estacado en la arena de la playa.

Habían pasado días enteros y Águila Nocturna se había quedado inmóvil, parado en el mismo lugar en que había encontrado la intensa luz.

Pasó el tiempo, sintió como el sol empezaba a declinar. Sus oídos escuchaban todos los sonidos del mundo, y uno a uno, los iba recuperando en la memoria. Empezó poco a poco a restaurar la sensibilidad de su cuerpo, iba ganando espacios que reconocía inmediatamente, hasta que sintió la plenitud de todo su cuerpo en conjunto y entonces sintió la necesidad de abrir los párpados. Lentamente empezó a entrar la luz por las ventanas de sus ojos, algo más que la luminosidad entraba a todo su cuerpo y lo inundaba de confianza y tranquilidad.

Cuando tuvo la percepción total de su entorno, vio que estaba parado frente a una inmensa cruz, hecha con dos inmensos maderos. Al ver la cruz, tuvo un recuerdo o un presentimiento, que le decía, que él ya había estado ahí y que su hogar, El Valle de Etla, estaba del otro lado de las montañas, tierra adentro.

Con plenitud y vitalidad, inmediatamente se encaminó por las escarpadas montañas. Una alegría interna, un regocijo sereno lo impulsaba. A cada tramo del camino, venían recuerdos no entendidos, imágenes inexplicables, que aunque él no comprendía, sabía que tenían que ver con su pasado. La emoción vibró en su garganta, cuando desde lo más alto de la cordillera, vio los hermosos valles que llegaban hasta los pies de la serranía. Un inmenso cielo azul, limpio y transparente, cubría las tierras ocres. A lo lejos se veía otra cadena de montañas, en el horizonte se dibujaba su perfil en tonos de un azul muy intenso. El guerrero emocionado apresuró el paso.

En pocos lugares en el mundo, la tierra y el cielo se tocan tan intensa y cristalinamente como en estos valles. Acechados de montañas agrestes y desiertas; los valles condensan la energía humana y la exaltan a la atmósfera, uniendo al ser humano, con lo divino y lo sagrado.

Cada montaña es una masa energética, una consciencia diferenciada de la otra. Las poderosas y desafiantes montañas y el alto cielo azul, transparente y luminoso; representan un multiplicador milenario de la fuerza espiritual que comunica al cielo con la tierra, al hombre con lo inconmensurable y lo maravilloso.

Águila Nocturna caminaba lleno de emoción. Los valles generosos, lo recibían con sus flores y aromas. Algo en sus adentros le decía que estaba pisando la tierra que lo vio nacer. Por la noche, llegó a una pequeña comunidad de campesinos. Fue invitado a cenar con una familia que le dio albergue.

Águila Nocturna había cambiado mucho físicamente. Fueron años intensos los que habían vivido en La Tierra de la Serpiente Emplumada. Años de trabajo físico, de sufrimiento, de intensa vida profana, rodeado de personas comunes e inmersas en actos comunes.

El semblante fresco y tierno de aquel joven que un día salió del Valle de Etla, estaba ahora convertido en el rostro de un hombre maduro. Con la piel quemada y las manos callosas. Sus cabellos tenían ahora un color rojizo, debido a los años que vivió como pescador al lado del mar. Su cuerpo había embarnecidos, sin perder la elasticidad y el vigor. Pero lo más cambiado era su rostro y en especial, su profunda mirada.

La templanza y la sobriedad eran rasgos que dominaban su semblante, ahora tranquilo y sereno. Su mirada transmitía paz y confianza. Un rostro impasible, que parecía haberlo visto todo en la vida; pero sobre todo, una mirada firme y reposada, llena de humildad y sabiduría.

La presencia de Águila Nocturna emanaba respeto y admiración. Los campesinos sin preguntar sabían, que aquél caminante era un hombre muy especial, por lo que inmediatamente, como es una costumbre milenaria de los hombres del campo, le brindaron su humilde hospitalidad.

Águila Nocturna se sentó en una piedra alrededor del fuego, en donde tres mujeres echaban las tortillas al comal de barro rojo, que estaba asentado sobre tres piedras grandes. En torno al comal estaban tres hombres y dos jóvenes, más allá, distantes y respetuosos, cinco niños de diferentes edades, que atentos escuchaban la plática de los adultos y esperaban pacientes su turno, para recibir su tortilla; todos bebían atole en unos recipientes de barro. En un molcajete estaba una olorosa salsa. Para los campesinos el momento de la cena es muy especial. Es el espacio más familiar, en donde la oscuridad del entorno y el fuego de la cocina, son los cómplices de todas las historias que relatan la forma de vivir, pensar y sentir, de aquellos que viven haciendo temblar a la tierra. Porque el campesino es un amoroso artista que a través de su trabajo hace que la tierra tiemble.

El guerrero muy respetuoso escuchaba la plática a intervalos silenciosos de los hombres, pocas veces interrumpido por alguna mujer y en la total expectación de los menores. Sin pensarlo de pronto escucho la voz del anciano de cabellos blancos, que le dijo adentro de su cabeza:

—Escuchar a la gente del campo conversar, es escuchar la misma voz de la tierra. Los campesinos son la voz más tangible de la tierra. Nuestra Madre Querida guarda en ellos todos sus secretos, sus intimidades, su sabiduría, sus necesidades. Nuestra Madre Querida hace a sus hijos a su semejanza, ya sea fértil o estéril, húmeda o reseca, suave y prieta o dura, pálida y pedregosa. Sus hijos, de la misma manera resultan ser cálidos, tersos, cultivables donde todo germina y fructifica, o son rejegos, ásperos, duros, hechos de tepetate, impenetrables. Escuchar a los campesinos platicar es poner un oído en la tierra.

Águila Nocturna sintió entonces la presencia del anciano en aquella cocina y entendió que lo acompañaría hasta el final de la travesía. Los campesinos tendieron sus petates y se dispusieron a descansar después de cenar.

A la mañana siguiente Águila Nocturna emprendió la marcha. Después de despedirse de la familia, la mujer más grande le entregó una red, con alimentos y un guaje de agua para el camino.

Cinco días se llevó el Guerrero en cruzar los valles hasta llegar al Valle de Etla, que estaba en la parte Oriente, muy cerca de los pies de la otra serranía.

En la medida en que se acercaba a su hogar, la tierra estaba laboriosamente trabajada. Era claro que estaba llegando a una ciudad, pues se veían caminos y pequeños núcleos de casas en torno a los sembradíos. Grandes extensiones de canales, en donde viajaba el agua que surtía a todo el valle. Esta agua venía de las grandes montañas que estaban en la parte Oriente.

Al bajar unas lomas vio en la lejanía La Ciudad del Valle de Etla. Sobresalía una enorme pirámide, que estaba en una plaza muy amplia, que tenía escaleras hacia la parte Poniente.

Águila Nocturna caminaba con el corazón en las manos. Esa tierra le hablaba a su espíritu y su cuerpo reconocía. La mente del guerrero era la que estaba confundida, pues deseaba racionalizar los sentimientos.

Al entrar al núcleo central de la ciudad, Águila Nocturna se dirigió a La Casa de Todos, lugar en el que atendían las autoridades a los ciudadanos. Después de esperar su turno fue atendido por El Que Habla, quien se sintió muy conmovido por la historia de Águila Nocturna, pero le dijo que él no recordaba a una persona llamada Águila Nocturna y no conocía a su familia. Fue entonces enviado con uno de los administradores de las tierras, pues tal vez él tendría alguna información. El administrador tampoco lo conocía o recordaba, por lo que lo envió con el responsable del Trabajo de en Medio, ya que él conocía a todas las familias, que tenían la obligación de cooperar con el trabajo voluntario, para las obras y mejoras de la comunidad. Nadie lo conocía o recordaba.

Águila Nocturna había entrado en una confusión interior. Su cuerpo casi hablaba, pues reconocía plenamente aquel lugar, su mente estaba ofuscada y atrapada entre la incredulidad, la emoción y la frustración; y sus sentimientos en momentos estaban exaltados por la posibilidad de que alguna persona le diera información de él y su familia, y cuando le decían que no lo conocían, la tristeza y el dolor se apoderaban de su corazón.

Águila Nocturna fue conducido con los administradores de los cuatro barrios, nadie lo conocía. Habló con los sacerdotes de los templos de la ciudad y no obtuvo respuesta. Finalmente regreso con El Que Habla y él le dijo que hablara con las autoridades de Hilera de Casas, que tal vez ellos supieran algo de su pasado.

Cuando llegó al recinto donde un día estudió, su cuerpo vibraba de la emoción. Esas viejas paredes lo reconocieron de inmediato como uno de sus mejores frutos, no así, los maestros e instructores, pues había pasado tanto tiempo desde su partida, que los más viejos habían muerto y los demás no lo conocían.

Águila Nocturna fue invitado a permanecer en el recinto. El Venerable Maestro de La Casa de la Medida le dijo que necesitaba detener el mundo, deshacer su tumulto y reagruparse emocionalmente. Le dijo que había perdido el equilibrio, por lo cual necesitaba recluirse, que tal vez aislándose podría llegar a él la claridad. —"Debes serenar tu corazón"—, le dijo el Venerable Maestro.

Durante una luna, Águila Nocturna estuvo recluido en una pequeña habitación. Había entablado una lucha interna que lo desgarraba. Todo era para él, confusión y dolor. La larga búsqueda de su hogar lo había llevado a un lugar en el que no lo conocían. Era un hombre sin rostro y su corazón estaba desgarrado y confundido, en un mar tormentoso de semi recuerdos y sentimientos encontrados. En su pecho sólo había la más profunda y desolada tristeza.

Sin el conocimiento de su historia, sin la fuerza interior que da la identidad, no era más que una hoja al viento. Un extraño ignorante de su propia vida, un extranjero en su destino. La vida de esta manera no tenía sentido. Vivir en la oquedad de vivir por vivir, de hacer por hacer, con la carencia de una dirección, de un propósito, de una fuerza interior.

La desolación creció de manera espaciosa, cayó sin tregua la angustia de no saber quién era él, en la vida. La tristeza se fue expandiendo rápidamente, primero por todo su cuerpo, después se introdujo en su corazón desgarrado y empezó a trepar por todos los sentimientos. Águila Nocturna no quiso comer y se dejó morir de pena. Una noche que estaba tirado en su petate esperando la muerte, empezó a escuchar un zumbido parecido al de un abejorro. Después vio en la oscuridad total de la pequeña habitación, un puntito de luz. Pensó que era producto de la debilidad. El punto empezó a crecer. La luz que proyectaba era blanca con un ligero tono azul. La luz creció del tamaño de un aguacate y después se convirtió en una cruz, para finalmente transformarse en el anciano de cabellos blancos, que lo acompañó durante el viaje de regreso.

El anciano le sonreía al guerrero.

Águila Nocturna no tenía fuerzas ni para hablar. Se quedó viendo al anciano con una profunda mirada y de sus ojos rodaron lágrimas.

El anciano sin hablar le dijo que Águila Nocturna era un guerrero y que los guerreros no se dejan morir así. Que un guerrero lucha hasta el final, dejando fluir su espíritu, sin interesarle la victoria o la derrota, sino el ejercicio de su impecabilidad. El guerrero está entrenado para la guerra y para ello ha fortalecido su cuerpo, templado su voluntad y afinado a su espíritu. Un guerrero no se deja morir como un perro viejo. Un guerrero pelea hasta el último momento. Un guerrero no se entrega nunca a nada y menos a la muerte.

Águila Nocturna sentía que su cuerpo elevaba la temperatura. Una poderosa corriente de energía lo recorría. El anciano le ordenó que se incorporara y lo siguiera, dando la media vuelta y saliendo de la habitación. El guerrero sintió que el cuerpo no le respondía y de pronto, ya estaba incorporado, pero al voltear vio que su cuerpo estaba tirado en el petate durmiendo. Fue atrás del hombre de cabellos blancos. No caminaba solo se deslizaba a impulso de su voluntad. Pasó entre los edificios de La Casa de la Medida y llegó a un conjunto de pirámides.

Entró a un patio que estaba rodeado de cuatro pirámides altas y empinadas. En el centro de la plaza, estaba una piedra rectangular en dirección Norte—Sur. El anciano le ordenó que se recostara sobre la piedra con la cabeza al Sur. Aquí te recargaras de energía y perderás toda la compasión que tienes por ti.

Después lo invitó a que lo siguiera, el anciano se dirigía al Oriente. Al terminar las construcciones estaba una inmensa piedra verde, que asombrosamente se convertía de súbito hacia el Sur, en un pequeño acantilado.

El Guerrero se sentía muy bien en ese lugar. El anciano le informó, que estaban sobre una de las rocas más grandes del mundo, que lo que se veía, no era más que apenas una mínima parte de lo que estaba enterrada y que llegaba hasta el corazón de nuestra Madre Querida.

Esta roca es tan antigua, que cuando La Serpiente Emplumada hizo sacrificio, al bañar de su sangre a los huesos de los seres humanos, que habían vivido en el cuarto sol y para que de ellos naciera la quinta humanidad. La Serpiente Emplumada vino a este lugar y en uno de estas oquedades en la piedra, puso los huesos y los roció con su propia sangre, dándoles vida y movimiento. Como recuerdo de este hecho, en la piedra quedó grabada la huella de La Serpiente Emplumada, como lo puedes ver.

Esta piedra es el lugar de los pedimentos, cuando puedas regresar aquí, ponle una luz y hazle un pedimento. Esta enorme piedra seguro que te escuchará y te ayudará. Recuerda, que eres un guerrero. Cumple con tu destino.

Cuando Águila Nocturna abrió los ojos era medio día, inmediatamente pidió de comer, había luz en sus ojos.

Después de quince días, el guerrero casi estaba recuperado y una tarde se dirigió a aquella formidable peña. Llevaba en su morral, copal, cacao, carbón, frijoles, maíz y unos pedazos de ocote, para hacer una luz. La tarde estaba fresca, aunque acababa de llover, estaba el cielo limpio y despejado. Un pesado banco de nubes descansaba en la cordillera que estaba al oriente del valle. Un olor a tierra mojada se mezclaba con los aromas de las flores y las yerbas del campo. La tierra había sido removida para la siembra y su color era oscuro.

Águila Nocturna se acostó en lo más alto de la piedra y la estuvo acariciando. Le hablaba muy tenuemente y se frotaba en ella. Le pedía que le diera consejo para resolver su problema. El guerrero se quedó dormido.

Apareció entonces un guerrero que llevaba puesto un espléndido penacho de plumas, extendidas como un sol. Sobre la frente tenía la cabeza de una serpiente disecada. Una banda de piel de serpiente de cascabel pasaba por su frente y se ajustaba en su cabeza. Por las sienes, bajaban las colas de dos serpientes, con sus cascabeles que le llegaban a los hombros.

En la cara llevaba una nariguera de oro y su rostro estaba pintado con los colores rojo y negro. Llevaba una capa y un ceñidor blanco de algodón. Águila Nocturna se incorporó de inmediato y el guerrero le dijo que él era el guardián de la piedra.

El sol se estaba ocultando detrás de las montañas del Pueblo de las Nubes y en las montañas del Oriente se había desencadenado un fuerte aguacero. Se veía a lo lejos a las pesadas nubes grises, descargar sobre parte del valle y en las laderas de las montañas. Soplaba un viento fresco del Norte.

El guerrero le habló de esta manera a Águila Nocturna:

—El sacrificio es la esencia de la vida. El ser humano ha venido a sacrificarse a esta tierra. Tú bien sabes que solo estamos de paso aquí. Nosotros nos dirigimos a nuestra verdadera casa.

Los Guerreros por más conocimientos que posean, siguen siendo seres humanos, atrapados en el mundo cotidiano. Existen dos clases de sacrificio en la vida. El primero es el del hombre común, el que genera la propia existencia en el mundo cotidiano. El segundo es el que selecciona el guerrero, que está dirigido a purificar su espíritu, templar su corazón y fortalecer su cuerpo. Los dos sacrificios traen consigo sufrimiento y dolor. La diferencia es que el primero es estéril y el segundo es generador de corazones florecidos y espíritus libres. Mientras uno nace en la mezquindad y es producto de la torpeza; el segundo es el camino luminoso del guerrero, su temple, su batalla florida, su íntima predilección.

Existen dos formas de encarar la vida, la que busca el placer huyendo del dolor; y la que asume el sacrificio como una decisión personal y selecciona su personal campo de batalla.

Los seres humanos hemos venido a sufrir a la tierra. La diferencia es que un sufrimiento debilita y destruye; y el otro fortalece y prepara al guerrero para emprender el vuelo de la libertad.

Tú eres un guerrero, que has nacido en esta tierra y haz cumplido como pocos con su destino. Una etapa de tu camino fue formarte y partir, para regresar con una enseñanza que los años de estudio en centros de conocimiento, no te la pudo dar. Me refiero al mundo profano, a la vida diaria, al mundo cotidiano. Al mundo de los hombres y sus pasiones. Como tú sabes, el equilibrio es el resultado de balancear lo espiritual con lo material y lo racional con lo irracional, el par de opuestos complementarios en que está conformado el mundo profano.

Haz sido un guerrero inmaculado y te perdiste en las profundidades del mundo cotidiano y estuviste a punto de no regresar, pero milagrosamente aquí estas. El Espíritu del guerrero te forjó y trascendió.

En esta prueba de conocimiento haz invertido muchos años de tu vida; tantos que nadie te recuerda ahora que regresaste, porque además te lograste borrar impecablemente de la faz de la tierra y eso solo lo logran los inmaculados guerreros. Ya nunca volverás a ser Águila Nocturna, quizás nuca lo fuiste, acaso desde el principio fuiste un espíritu encarnado en el vuelo solitario de una águila nocturna, que muy pocos mortales vieron pasar en la oscuridad de la noche.

A pesar de todo tu sacrificio, todavía no llegas a recuperarte totalmente. Sigues en el camino, viajero del espíritu, todavía no has llegado. Tú has descubierto, en el mundo cotidiano, con el dolor en carne viva, una de las normas de los aspirantes a la libertad total. Que los guerreros no tienen ni nombre, ni tierra, ni familia, ni apego a las personas, sentimientos, ideas y mucho menos a los objetos. El guerrero es invulnerable porque no tiene nada que defender. Es poderoso porque no desea nada. El guerrero es invisible y transparente, porque no tiene importancia personal que imponer y cargar. El guerrero es impecable porque no gasta su preciada energía en actos y sentimientos estériles y fallidos. Usa al mundo como un campo de batalla de su Guerra Florida y al mismo tiempo evita al máximo tocar y lastimar ese mismo mundo.

Después de muchos años, regresas y estas aquí, y todavía no has llegado. Te falta alcanzar la última renunciación. Te falta llegar al final del camino, para que encuentres tu rostro propio y tu corazón verdadero. Cuando sepas de dónde vienes, sabrás quién eres y a dónde quieres ir en la vida. Serás el verdadero dueño de tu destino.

Finalmente te dejaré un regalo que te manda la piedra de los pedimentos, a través de mi persona; escucha bien Águila Nocturna.

"—El ave para nacer, necesita romper el cascaron."

Águila Nocturna despertó cuando la luna estaba en lo más alto del cielo. El frío de la noche había enfriado su cuerpo. Desde la roca, veía a su pueblo natal dormir. La luna estaba radiante y la atmósfera completamente limpia y transparente. El viento del Norte volaba los cabellos del Guerrero.

Esa noche Águila Nocturna lloró todas las lágrimas que le quedaban para el resto de su vida. Contemplaba a su pueblo como una imagen fantasmal. Esa noche, Águila Nocturna iba a sacar de su corazón, todos los afectos y pasiones que sentía por ese añorado y al mismo tiempo desconocido pueblo. Esa noche, abajo de esa luna brillante, como un sol nocturno, Águila Nocturna renunciaba a su pueblo, a su nombre, a su pasado. Había decidido desprenderse de todos los sentimientos, de todas las ideas y deseaba fundirse con el todo; con la noche, la luna y el viento. Él sabía que nunca jamás derramaría una sola lágrima, por nada de este maravilloso y aterrador mundo profano. Después de aquella noche, su espíritu quedaría libre de ataduras terrenales.

Cuando la claridad empezó a asomar cautelosamente por el Oriente, detrás de las montañas, Águila Nocturna se dirigió al recinto de La Casa de la Medida, convertido en un viento de la noche, que repetía un verso como estribillo.

"¡Sólo te busco a ti, padre nuestro dador de la vida:
sufriendo estoy: seas tú nuestro amigo,
hablemos uno a otro tus hermosas palabras,
digamos por qué estoy triste:
busco el deleite de tus flores,
la alegría de tus cantos, tu riqueza!

Dicen que en buen lugar, dentro del cielo,
hay vida general, hay alegría:
erguidos están los tambores:
es perpetuo el canto con el que se disipa
nuestro llanto y nuestra tristeza:
¡es donde ellos viven, es su casa:
ojalá lo supieras así, oh guerreros!"

"¿Se irá tan solo mi corazón
como las flores que fueron pereciendo?
¿Nada mi nombre será algún día?
¿Nada mi fama será en la tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Cómo lo hará mi corazón?

¡Ay, en vano pasamos por la tierra!".

Águila Nocturna habló con el Respetable Maestro de Hilera de Casas, acerca de su decisión. Se le trató de convencer al guerrero, pero su decisión estaba ya tomada y totalmente asumida.

El Respetable Maestro le pidió que hiciera un ayuno de cuarenta días, para purificar su cuerpo y su espíritu, para confirmar su decisión.

—La tierra es nuestra madre, —dijo el Respetable Maestro—, de ella venimos, de ella nos alimentamos y a ella iremos cuando la muerte nos toque por la parte izquierda. Ayuna y pídele que te ayude a aclarar tu mente y tus sentimientos. Entiérrate y recibe el "impulso" de su energía.

Fue entonces llevado el guerrero a un patio que estaba rodeado de cuatro pirámides. En el centro del patio, en dirección Oriente, estaban unas escaleras que descendían más de dos cuerpos de profundidad y llegaban a un túnel estrecho, por donde apenas pasaba una persona agachada.

A pocos pasos de la entrada, el túnel tenía unas escaleras que subían, lo cual se tenía que hacer muy inclinado, para no golpearse con el techo.

Las escaleras desembocaban en un pasillo angosto, que estaba labrado en piedra y recubiertas con láminas de oro, los símbolos del sacrificio espiritual a través de dos especie de ganchos invertidos y la greca del equilibrio entre los dos pares de opuestos complementarios, simbolizados en una cruz rodeada de una línea quebrada. También estaban las grecas que representaban a la energía luminosa y a la energía espiritual.

El pasillo era parte de una cruz subterránea, que simbolizaba los cuatro rumbos de la existencia. Las paredes recubiertas en oro, le daban una belleza y majestuosidad al recinto, fluyendo una energía muy sutil que inundaba de misticismo los cuatro pasillos del recinto. Siguiendo la enseñanza del Señor de los Dardos de Fuego, el guerrero se introduciría bajo la tierra, para librar su batalla con las fuerzas de la gravedad, que atraen a los cuerpos, precipitando su caída y generando su corrupción.

De la misma manera que el sol, Águila Nocturna se introduciría en el mundo de la materia y la corrupción; el dominio del Señor y La Señora de la Muerte. Libraría su batalla con las fuerzas que corrompen a la energía luminosa y espiritual; y regresaría purificado y renovado a la superficie, para iniciar su ascenso luminoso.

El guerrero se preparó, tomando un baño de temascal, donde fue tallado su cuerpo con plantas que le desprendían todas las impurezas energéticas y reanimaban sus tejidos. Acto seguido se realizó una ceremonia de pedimento, para que ayudaran todas las advocaciones de “Aquél por quien se vive” al Guerrero en su entierro. Finalmente una noche fue conducido por cuatro sacerdotes al interior de la cripta, quienes le dieron las instrucciones.

Águila Nocturna debía pasar diez días en cada una de los extremos de aquella cruz subterránea. Cada diez días entraría un sacerdote a media noche y haría sonar un caracol para que el Guerrero cambiara de posición y le dejaría a la entrada un cántaro de agua y volverían a cerrar la entrada, con una gran piedra a modo de puerta.

A los cuarenta días llegaría una comitiva para desenterrarlo y regresarlo al mundo de la luz, limpio y renovado, por la energía de la Madre Tierra.

Águila Nocturna fue puesto en la esquina Norte de la cruz, que representa el mundo de la razón. Al retirarse los sacerdotes con las antorchas, el guerrero se quedó en la más absoluta oscuridad. Se escuchó como un eco lejano, el ruido de la gran piedra, que era movida para cerrar la entrada. El ambiente era húmedo y caluroso. La cruz subterránea tenía su propia energía, de hecho era un ser vivo con su propia consciencia y que había sido construida en la remota antigüedad, para curar y purificar a los seres humanos.

La tierra posee ciertas energías que estimulan para bien y para mal a los seres humanos. Los Viejos Abuelos toltecas, desde tiempos inmemoriales, enseñaron a los seres humanos a utilizar estas energías para equilibrar y desarrollar las propias.

Águila Nocturna a pesar de tener que estar cuarenta días, apuntando a los cuatro rumbos de la existencia, haría su viaje en tres partes, este es el misterio de cómo el cuatro se transforma en tres.

La primera confrontación se daba en el terreno racional y se desembocaba en la parte material de la existencia. Por más agudas y desarrolladas que se tengan las ideas, el pensamiento se estrella en el mundo de la materia, pues a final de cuentas estamos frente a un universo de campos energéticos y la racionalidad, no es más que un acuerdo de cómo interpretar estos campos.

El ser humano se refugia pensando que vive en un mundo material y que le rodean objetos, desde un árbol hasta la luna, pero esos objetos no son más que cargas energéticas, percibidas como objetos por nuestra razón, quien ajusta así la realidad, para delimitar su mundo y hacer más segura la existencia, en los parámetros de su racionalidad.

La segunda confrontación se da, cuando el hombre se pierde en los terrenos de la materia, en donde la racionalidad ha quedado muy atrás. La materia es energía, la energía está en permanente movimiento y transformación; y los campos energéticos son inconmensurables. Cuando el ser humano intenta alejarse de los limites conocidos, inmediatamente se da cuenta que está rodeado por lo infinito e innombrable, lo desconocido. Apenas termina el campo seguro de la racionalidad y la materia, el hombre cae en los abismos desconocidos de lo irracional. El mundo desconocido y de la irracionalidad conforma una parte del ser humano y al mismo tiempo conforma parte del universo mismo. Lo desconocido y lo irracional, ocupan la mayor parte del ser humano y del universo. Lo racional y material es extremada y asombrosamente limitado.

Finalmente, cuando el ser humano ha rebasado los alcances de la racionalidad y el mundo material; logrando regresar intacto de lo inconmensurable, lo misterio y lo irracional. El hombre llega a los campos de lo Espiritual, como el único medio real de rebasar sus propias limitaciones físicas y mentales. La capacidad espiritual del ser humano es la única diferencia real, con las demás organizaciones energéticas que tienen consciencia de ser, y la única alternativa real, de entrar en contacto con lo inconmensurable y abstracto. Si el ser humano tiene alguna ventaja sobre otras formas de vida, es su capacidad de generar energía espiritual.

No es a través de la razón y la materia, como el ser humano logra romper sus limitados espacios de la existencia; es la fuerza del Espíritu, lo que lanza al ser humano a lo inconmensurable y le abre la rendija para alcanzar La Libertad Total.

Águila Nocturna vivió en carne propia esta enseñanza. Su entierro en la cruz lo llevó a entablar una batalla de poder. El enclaustramiento, la oscuridad, el ayuno y el recinto mágico, se combinaron de tal manera, que el resultado fue demoledor. Los cuatro rumbos de la existencia: la razón, la materia, lo irracional y lo espiritual, encontraron el punto de equilibrio en el guerrero.

La racionalidad incontenible, la fuerza gravitacional de la materia, la seductora fuerza de la irracionalidad y la pasión de la espiritualidad; fuerzas que arrastran y empujan al ser humano por la existencia, encontraron su punto de equilibrio, su centro, en el plexo solar del guerrero e hicieron brotar la flor de cinco pétalos.

Cumplidos los cuarenta días, cuando el sol estaba en lo más alto del cielo. Los sacerdotes ordenaron abrir una cámara que estaba sobre la parte central de la cruz. La entrada se hacía por debajo y la salida del enterrado, tenía que hacerse por el centro.

Cuando se terminó de quitar la última piedra del túnel superior, la luz penetró totalmente, iluminando la cruz; que debido a las paredes recubiertas de láminas de oro, multiplicaban los rayos de luz y daban un efecto luminoso muy especial, pues parecía que manaba luz de la cruz subterránea y de ella el Guerrero, ahora limpio y claro, sereno y reposado.

Por la tarde habló Águila Nocturna con el Respetable Maestro de La Casa de la Medida y le confirmó su decisión.

Águila Nocturna había decidido quitarse la vida.

En lo más alto de un cerro, Águila Nocturna veía hundirse al Señor de los Dardos de Fuego, en las montañas distantes. A sus pies estaba ese hermoso Valle de Etla, con sus tierras labradas y en las casas de los campesinos, el fuego de los hogares, dejaba salir al cielo, tiras de humo azul por donde pasaban volando las garzas y los zanates, en busca de su nido para descansar.

El pueblo se preparaba para recibir la noche. Águila Nocturna se preparaba para recibir a la muerte. El guerrero había cortado las pocas ligas que tenía con este mundo. Su decisión nacía de lo más profundo de su ser.

Habían pasado muchos años desde que un día salió de este pueblo en busca del conocimiento. Sus sienes ya pintaban canas y en su cuerpo, ya asomaban los años vividos en busca de su identidad.

El guerrero había sido impecable en su tarea, había logrado borrarse de este mundo, sin dejar huella. Nadie lo reconocía, nadie sabía de él, había logrado disolver su importancia personal en la oscuridad de la noche. Había logrado romper las murallas del yo y traspasar las fronteras de lo innombrable. El desafío de llegar a ser nada, para poder serlo todo. Estar y no estar, ser invisible e impalpable, disolverse en la nada.

Águila Nocturna ya no buscaba nada en este mundo, no tenía nada a que aferrarse, había cumplido con su destino y era libre. La muerte de esta manera, era el inicio de un nuevo ciclo y su decisión personal.

Ni los sacerdotes, ni los dirigentes, ni los administradores de su pueblo, le habían dado una respuesta satisfactoria al qué hacer en la vida. No le interesaba ya nada de este mundo y la muerte se presentaba atractiva. Un nuevo y aterrador desafío.

El Venerable Maestro de La Casa de la Medida, ordenó que una comitiva llevara a Águila Nocturna a Mictlán, la Tierra del Lugar de los Muertos. Mictlán estaba en un valle hacia el Oriente. Ahí iban a morir todas aquellas personas que por su edad, enfermedad o desolación deseaban quitarse la vida.

La Tierra del Lugar de los Muertos, estaba constituida por cinco espléndidos conjuntos arquitectónicos, que en el inicio de los tiempos, Los Viejos Abuelos habían construido en torno a una profunda caverna, que era la entrada al señorío del Señor y la Señora de la Muerte.

Águila Nocturna caminó hacia el lugar, despidiéndose de este maravilloso mundo. El cielo, la luz, las montañas y la tierra eran apreciadas con pasión e intensidad. El guerrero sabía que esa era la última vez que estaría en este astro y con toda la lujuria callada que podía desarrollar, se iba despidiendo de todo cuanto veía, olía, escuchaba y sentía.

Por la tarde, la comitiva llego a La Ciudad de los Muertos, y Águila Nocturna fue conducido, por cuatro sacerdotes vestidos con ropas negras y pintado su cuerpo de color rojo y negro, a una habitación.

Por la noche llegó el Sumo Sacerdote y le preguntó la razón para emprender el camino al lugar de los muertos. Águila Nocturna le dijo que no tenía sentido su vida, que no había logrado recuperar completamente la memoria y que los recuerdos que tenía de su vida, eran buscar el Valle de Etla, en donde él creía estaría su hogar y su identidad. Sin embargo, venía de ahí, pues después de muchos años y sacrificios, al llegar al Valle de Etla, nadie lo había reconocido y no tenía más nada en la vida, que tan solo esperar a la muerte.

Águila Nocturna le dijo que en el camino en la búsqueda de sus orígenes, había logrado desprenderse de todos los sentimientos de posesión, y especialmente, del vicio de sentir amor malsano por sí mismo. Que toda la importancia personal había sido reducida a casi nada. Que no encontraba interés en el mundo de las ideas y de los objetos; que no ansiaba nada y que no rechazaba nada; que sabía que nadie lo derrotaría y que a nadie le ganaría. En la quietud de su espíritu, había decidido dejar este mundo.

—Siento que mi tarea en este mundo ha concluido— dijo el guerrero dándole un tono, definitivo y sin lamento a sus palabras—, es mi decisión interior.

—Así sea, —contesto el Sumo Sacerdote, y acto seguido le pidió que lo siguiera. En el centro de un patio, que estaba rodeado de cuatro edificios rectangulares, estaba la entrada a un subterráneo.

A través de un pasillo, llegó a una cámara muy amplía que tenía una forma cuadrada. En cada una de las paredes de esa inmensa cámara, había cuatro puertas que conducían a sendas habitaciones.

En la primera a mano derecha, estaba un bellísimo altar al Señor y La Señora de La Muerte. La segunda habitación era una inmensa cripta, profusamente labrada con grecas, en donde estaban los restos de los Sumos Sacerdotes del Señor y La Señora de La Muerte. En la tercera habitación había otra cripta, en la que descansaban los restos de los dirigentes de los pueblos de la región. La última puerta, que esta hacia el lado Norte, conducía a una habitación que estaba vacía y solo había una gran loza circular, del tamaño de la pared y como de tres cuerpos de ancho. Era la entrada a la tierra de los muertos.

Con mucho esfuerzo, los sacerdotes movieron la loza y apareció la entrada a la caverna. Águila Nocturna recibió una antorcha y siguiendo las instrucciones, de caminar en esos laberintos, hasta encontrar la muerte, se internó hacia lo profundo de la gruta.

Escuchó el ruido de la piedra al cerrar la entrada. El aire estaba viciado, un calor húmedo se mezclaba con el olor putrefacto de cadáveres en estado de descomposición.

El eco del sonido de la losa provocó una reacción muy extraña en el cuerpo del guerrero. Un sentimiento se apoderó de su cuerpo, un cuasi recuerdo empezó a vibrar en todo su organismo. Tiró la antorcha al suelo y empezó a caminar como por instinto, sin necesidad de luz.

Caminó por horas, entre los laberintos de la inmensa gruta. Como sí su cuerpo caminara por un lugar muy conocido, Águila Nocturna se dejó ir. La temperatura de su cuerpo empezó a subir y había desconectado totalmente su mente. Avanzaba como poseído por una energía que lo atraía como piedra de imán, a las profundidades de la caverna.

Cuando sentía que su cuerpo se iba a desmayar, entró a una inmensa sala. Aunque estaba totalmente oscuro, Águila Nocturna percibía el entorno con su cuerpo. La espaciosa sala y el techo tan alto, hacían sentir a Águila Nocturna su pequeñez e insignificancia.

En el centro de la sala se encontraba una piedra rectangular labrada en sus cuatro caras. El guerrero se acercó e instintivamente se acostó en la piedra. Sentía que se acababa su energía y con ella su vida.

Una especie de sonido muy extraño empezó a salir de todo su cuerpo. Como el canto de un grillo, intermitente, cambiaba de frecuencia y tono. Era un sonido que tenía tres dimensiones y casi lo podía tocar.

Águila Nocturna sintió que empezaba a caer en un abismo y a cada momento de la caída, el sonido se perdía por la distancia, hasta que nuevamente se hizo el silencio y llego la obscuridad total. Poco a poco, sin fuerzas y tenuemente Águila Nocturna sintió que se disolvía en la obscuridad de la nada.

Resuenan desesperadas las partículas que no se resignan a morir. La energía en llamas consume todos los recuerdos. Un flujo y reflujo de energía corre por todo el cuerpo inerte. La unión ha sido rota, se instaura la confusión, pues existen partes que no lo quieren aceptar y otras ya olvidaron el acuerdo original, emprendiendo con furia, el camino de la reintegración al todo.

Con profundo dolor, en medio de grandes estruendos, lo más esencial del guerrero, se empieza a desprender de aquel cuerpo derrumbado sobre la piedra.

En medio de la absoluta oscuridad y total silencio de la gruta. Primero se empieza a escuchar un zumbido muy agudo y la inmensa piedra, empieza a fulgurar.

Descargas eléctricas se desprenden de las paredes y el techo de la gruta y todas se concentran en el cuerpo inerte del guerrero, que yace sobre la piedra.

El zumbido se torna tan agudo, que se empieza a convertir en luz. La caverna se ilumina y resplandece el cuerpo de Águila Nocturna.

Su rostro ahora está tranquilo y la blancura de la luz, lo convierte en una estatua perfecta. De lo más profundo y remoto de sus adentros, Águila Nocturna empieza a regresar con mucha dificultad y un gran dolor invade todo su cuerpo. La conciencia de Águila Nocturna regresa con gran velocidad y pasa rápidamente por ese presente, para introducirse en el pasado. Los recuerdos como imágenes empiezan a pasar velozmente por la mente del guerrero.

Como en sentido inverso, recorre raudamente el camino de su vida. Imágenes en vértigo de rostros de personas que él trató; del El Valle de Etla, el mar, la selva, las ciudades y lugares que conoció, para finalmente llegar al piso del arco en donde calló, allá en Uxmal, "La Tierra de La Serpiente Emplumada".

Ahí se detienen los recuerdos y surge una inmensa pared de niebla. Águila Nocturna siente angustia y le tiembla todo el cuerpo. La pared de niebla empieza a crecer y con ella el dolor.

La niebla lo aprisiona y lo expulsa, no lo deja avanzar hacia el pasado. El guerrero reúne todas sus fuerzas y se deja ir contra la pared, en un impulso definitivo, en el que va por delante todo cuanto es.

Un rayo de luz, sale del plexo solar del guerrero. Un sentimiento de intento inflexible, una carga energética de un propósito nítido e inmaculado. La voluntad de traspasar esa pared de niebla, se apodera como una sola nota, que vibra en todo el cuerpo del Águila Nocturna, por fin, ¡El Espíritu del Guerrero se manifiesta en total plenitud!

Y sucede lo imposible. Una explosión de colores, hace que se derrumbe la pared de niebla. Águila Nocturna cruza por la niebla y convertido en un águila que sobrevuela a lo largo de toda su vida. Sin sentimientos, sin pensamientos, va recuperando su historia. Como un espectador lejano, va ensamblando cada parte de su vida, sin pasión, ni emoción en su recorrido.

Regresa a DAANY BEÉDXE y lo recorren recuerdos con su Maestro. Cada una de esas milenarias piedras lo saluda al verlo pasar en su vuelo silencioso. Llega a su pueblo y ve desde lo alto La Casa de la Medida y La Casa de los Jóvenes; y se ve nuevamente estudiando con su primo Serpiente de Estrellas.

Encuentra a su madre y a su padre, trabajando en el campo y ahí, se ve él, pequeño y sonriente corriendo entre el maizal. Hasta que llega cansado a posarse en un árbol y es una noche de tormenta. Un relámpago primero y un poderoso trueno después, hacen que inicie de nuevo el vuelo, pero ahora en círculos sobre la casa de sus padres y ¡observa el momento de su nacimiento!

En ese instante Águila Nocturna abre los ojos y se acuerda totalmente de toda su vida, en ese momento el Guerrero se ha recuperado completamente. El Espíritu toma el control. En ese momento existe continuidad entre su pasado y su presente; en ese momento recupera la posibilidad de su futuro.

Un sentido de sobriedad y claridad envuelve su corazón y su mente. Se incorpora lentamente. Sus ojos ven perfectamente en la obscuridad.

Sabe que lo están esperando y se dirige a un túnel que está escondido al final de la sala y empieza a caminar rápidamente por él. Es un túnel excavado en la piedra que se dirige al Poniente.

Después de muchas horas de camino, el túnel empieza a ascender lentamente, hasta que llega a una cámara, en la cual, encuentra unas escaleras y empieza un largo ascenso.

Poco a poco, la luz del sol empieza a entrar por el túnel, la salida está cerca. Águila Nocturna encuentra escalones labrados en piedra, pasa a una pequeña sala, al final se ve en la parte superior la salida y una escalera de piedra. Águila Nocturna al terminar de salir de las escaleras se encuentra en el edificio central de DAANY BEÉDXE. La vista es maravillosa; el cielo limpio y de un azul intenso le da la bienvenida.

Una voz conocida le dice "llegaste justo a tiempo, te estamos esperando para partir". El guerrero buscó a la voz y al voltear, encontró al Venerable Maestro de DAANY BEÉDXE. Serpiente de Estrellas fue aquel anciano que le habló a su segunda atención, cuando era todavía un niño y le dijo que lo esperaría a que llegara a La Montaña Sagrada y cumpliera con su destino.

Serpiente de Estrellas seguía siendo el mismo anciano que conoció cuando él apenas era un niño y sin ningún cambio físico, cuando fue su maestro en DAANY BEÉDXE.

Serpiente de Estrellas añadió, como leyendo los pensamientos del guerrero:

—Para un hombre de conocimiento, el tiempo ya no funciona de la misma manera que para los hombres comunes. Un hombre de conocimiento puede vivir en un día, diez años de vida común. El tiempo tiene intensidad y en un instante, se puede llegar a la eternidad.

Para ti pueden ser muchos años los que han pasado desde que nos conocimos, para mi podría ser muy poco tiempo. Un hombre de conocimiento aprende a comprimir el tiempo.

Águila Nocturna se encontraba con su Maestro, en el edificio central de la gran plaza de DAANY BEÉDXE. Salvo su persona, que denotaba el paso de los años, pues su cuerpo a pesar de seguir elástico había embarnecido, su cabello estaba encanecido y en su rostro, se había tallado una expresión de paz y sabiduría. Parecía que no había pasado todos esos largos años lejos de la montaña sagrada.

Águila Nocturna no solo había recuperado su memoria y con ello su identidad, en la piedra de la gruta del lugar de los muertos. Sino lo que era tan importante como esto; es que había ensamblado el conocimiento adquirido durante toda su vida, en una sola unidad y esto le permitía tener una claridad y profundidad, que le proporcionaba una percepción amplia e integral de su vida y de su Batalla Florida.

Desde el momento de su nacimiento, hasta ese mismo instante. Toda su vida de estudio, esfuerzo, sacrificio y lucha; encontraban total sentido y plena coherencia.

Nada había sido fortuito y todo fue en su momento, en su lugar y con las personas señaladas. Águila Nocturna se había comprometido absoluta y totalmente en la empresa de ser lo mejor de sí mismo, de forjarse como ser humano y de florecer su corazón.

Águila Nocturna había recorrido de manera impecable el camino de guerrero, como la milenaria tradición lo marcaba. La meta final de los Guerreros era La Libertad Total. Arder y consumirse en el fuego interno, desaparecer sin ser devorados por lo inconmensurable, por La Fuerza, recibiendo el “Don del Águila”.

El desafío final, la única hazaña verdadera ¡burlar a la muerte! y penetrar en lo desconocido, en lo inconmensurable. Manteniendo la unidad y voluntad de su carga energética, sin dañarla; y seguir conservando al mismo tiempo, la misma conciencia de ser.

Águila Nocturna recorrió todos los edificios de los cuatro cerros, que integraban DAANY BEÉDXE. Recordaba con precisión, todo cuanto ahí aprendió y vivió.

La belleza y sobriedad de los edificios, su equilibrio y armonía perfecta, con el amplio espacio azul y las montañas que le rodeaban, estaban perfectamente diseñadas para causar un efecto de estabilidad y fuerza interna en los guerreros, de equilibrio.

Esas piedras no solo tenían mucha fuerza, sino tal vez, lo más increíble, las piedras poseían, sentimientos, conocimientos y vida propia. Esas piedras tenían cientos de atados de años que habían dejado de ser piedras comunes. Durante generaciones de guerreros y a través de cientos de años, DAANY BEÉDXE, había sido un puente entre el cielo y la tierra, entre lo conocido y lo inconmensurable, entre lo divino y lo sagrado.

Águila Nocturna entendió, por qué, nunca se les permitió a los hombres comunes subir a La Montaña Sagrada del Jaguar. Simplemente la energía de las piedras habría hecho mucho daño a cualquier mortal, que se acercara a ellas.

El día había amanecido limpio y transparente, desde La Montaña Sagrada del Jaguar se veía con toda nitidez el valle amplio y profundo, coronado de montañas.

Águila Nocturna fue llamado por su maestro, quien lo esperaba en la plaza Norte.

Serpiente de Estrellas estaba sentado sobre un petate en el centro del pequeño basamento central.

—Tenemos que hablar Águila Nocturna —dijo el Maestro. Hoy eres un hombre y haz dedicado tu vida entera al conocimiento de los secretos de Los Viejos Abuelos toltecas; desde que eras un niño el poder te señaló y tú has cumplido escrupulosamente con tu responsabilidad.

Ahora eres uno de nosotros y tu destino está unido totalmente a esta montaña.

Como sabes, todo en el universo es cíclico, compuesto de pares complementarios. Y así, como es el día es la noche, así como es lo frío es lo caliente, pues bien, guerrero inmaculado, haz de saber que el tiempo de La Serpiente Emplumada se ha terminado sobre la tierra.

La luz empieza a ser vencida por la oscuridad y nosotros tenemos que partir nuevamente a la región del misterio. Esto se repite cada vez que se cumple un gran ciclo. La oscuridad tomará el poder y la luz tiene que retirarse. Así es, así ha sido y así será siempre.

La sabiduría de Los Viejos Abuelos toltecas se retira, como la luz del crepúsculo, para abrirle paso a la noche.

Las fuerzas de la oscuridad y los Señores de la Noche, poco a poco, tomarán el mando sobre el mundo. Los seres humanos tendrán que pasar esta larga y obscura noche sin la luz del conocimiento de Los Viejos Abuelos toltecas.

Pero esto no es nuevo. Como el día y la noche, esto forma parte de una realidad. Como en la noche, este será un tiempo de oscuridad e ignorancia, en donde las entidades de la noche se harán dueñas del mundo.

Por ello, es el momento que los Guerrero de La Libertad Total, tendremos que partir y dejar este maravilloso mundo, para penetrar en la región del misterio.

La milenaria tradición señala que los guerreros toltecas tendremos que dejar el mundo conocido, para refugiarnos en el mundo del misterio, y ahí, mantener la enseñanza y conocimiento de Los Viejos Abuelos, hasta que se cumpla el ciclo nocturno y regrese la luz y con ella el conocimiento.

Águila Nocturna escuchaba atento, su cuerpo periódicamente se estremecía. Las palabras de su Maestro iban resonando una a una, en su interior.

—Mañana, al despuntar el sol, Los Cuatrocientos Guerrero del Sur tendremos que destruir DAANY BEÉDXE y cubrirlo de tierra, porque cuando se vaya el Señor de los Dardos de fuego nos iremos nosotros con él, para no volver, hasta que inicie el nuevo ciclo. —¿Por qué destruir un sitio tan hermoso y por qué cubrirlo de tierra, no bastaría con irnos y dejarlo hasta nuestro regreso? —preguntó Águila Nocturna.

—Pasarán más de veintidós atados de años para nuestro regreso. En este período cambiará no solo el tonal del tiempo, sino el tonal de los seres humanos.

La energía que tienen estas piedras, quienes han sido testigos activos de la metamorfosis de los seres humanos en impecables guerreros, dado que las piedras no solo forman estructuras materiales, sino que son campos energéticos de poder; hacen que DAANY BEÉDXE sea una poderosa carga energética, que ha propiciado que miles de personas logren la proeza de trascender la conciencia de Ser y obtengan La Libertad Total.

Cada piedra que tú ves aquí, no es una simple piedra, en el campo del nagual, podríamos decir que ellas tienen vida propia. Esta energía resulta muy peligrosa para los seres humanos, por ello, tendremos que destruir las estructuras, para que no las reutilicen a nuestra partida y debemos cubrirlas, para que la tierra absorba su energía y libere a las piedras de la carga energética que han adquirido a través del tiempo.

Cuando los primeros rayos de luz del nuevo día lleguen, anunciando el regreso de la Serpiente Emplumada, DAANY BEÉDXE será desenterrada y nuevamente iniciará otro nuevo ciclo.

Hubo un gran silencio hasta que Águila Nocturna preguntó:

—¿Cómo podremos destruir y cubrir de tierra en un día los cuatro cerros que conforman DANNY BEEDXE, si apenas somos cuatrocientos Guerreros?

El maestro miró profundamente a Águila Nocturna y muy lentamente le contestó: Recuerda que en el mundo irracional, el del nagual. DAANY BEÉDXE no es más que un cúmulo de cargas energéticas. Y la energía se rige por otras leyes.

Así como resultaría imposible que grandes y pesadas cantidades de nieve, bajen a los valles por sí solas, cambiando su estado de sólido a líquido, bajan sin ningún problema.

Del mismo modo, resultaría imposible que grandes cantidades de agua se elevan al cielo, pero si cambian su estado de líquido a gaseoso, lo pueden hacer sin ningún problema.

De la misma manera, Los Cuatrocientos Guerreros del Sur, en el mundo del nagual, pueden con su voluntad mover grandes cantidades de energía.

Lo que haremos, será mover energía y no tierra y piedras. Para hacer esto se necesita dejar de percibir el mundo como un conjunto de objetos y transformarlo en lo que es su esencia... ¡energía!

Cuando el sol estaba en lo más alto del cielo, empezaron a llegar Los Cuatrocientos Guerreros del Sur. Uno a uno se iba colocando en aquella gran plaza que estaba en la parte Norte del conjunto principal.

El Venerable Maestro, Serpiente de Estrellas, estaba en el centro y Los Cuatrocientos Guerreros que le rodeaban empezaron a entonar una invocación que era monótona y cambiaba cíclicamente de tono.

Comenzó de una manera tenue y poco a poco, cobró mayor fuerza y vigor. Las voces se hacían una sola, la invocación se repetía una y otra vez. Los guerreros danzaban moviendo el cuerpo de una manera rítmica y repetitiva.

El cielo se empezó a obscurecer, poco a poco, como en un eclipse. Ráfagas de viento azotaban la montaña. Inesperadamente DAANY BEÉDXE se empezó a cubrir de inmensas nubes negras y el canto de Los Cuatrocientos Guerreros del Sur empezó a penetrar las piedras, la tierra y la montaña entera.

El canto de los Guerreros se convirtió en el sonido del furioso viento. Una impenetrable neblina cubrió totalmente a la montaña sagrada. Relámpagos y rayos caían y un poderoso zumbido se hizo dueño del espacio.

La Montaña Sagrada del Jaguar estaba totalmente cubierta por nubes negras. Un eclipse había obscurecido al valle, truenos y relámpagos se desataban en la montaña.

En el momento de la oscuridad total, el zumbido se convirtió en un poderoso estruendo y la Montaña Sagrada empezó a resplandecer con una luz verdosa. La tierra y las piedras se transformaron en una masa gelatinosa, que emitía un sonido agudo y poseía luz propia.

Desde el fondo de la tierra, empezaron a escucharse fortísimos ruidos y temblores sucesivos sacudían al valle.

De la bases de la montaña, empezó a subir una masa gelatinosa. Como una marea ascendente de luz iridiscente. Los edificios se deshacían y la gelatina luminosa que venía subiendo de la base de la montaña, los empezó a cubrir.

El espectáculo era impresionante, los minutos que duró el eclipse total, se transformaron en un tiempo infinitamente largo, suficiente, para que lentamente la tierra, convertida en energía con vida propia, subiera la pendiente de la montaña y fuera cubriendo lo que quedaba de los edificios destruidos, haciendo unos montículos donde antes había edificios.

Los Guerreros habían dejado su forma humana y estaban convertidos en esferas luminosas, que seguían cantando y moviéndose rítmicamente. Poco a poco vino de nuevo la luz. El sol fue liberado de la mancha obscura que lo había vencido. Las nubes negras se diluyeron y se empezó a despejar DAANY BEÉDXE.

Águila Nocturna escuchó en sus adentros, la voz de su Maestro, que le decía que se preparara a ver la partida de Los Cuatrocientos Guerreros del Sur.

El Señor de los Dardos de Fuego empezaba a bajar, la Montaña Sagrada del Jaguar estaba totalmente cubierta de tierra. No quedaba huella de los espléndidos edificios y las bellísimas plazas. Solo quedaban pequeños montículos donde hubo exquisitas construcciones.

Sobre lo que fue la plaza Norte, quedo una hondonada y en ella seguían los Cuatrocientos Guerreros del Sur, moviéndose ahora como esferas de luz; Águila Nocturna y el Venerable Maestro estaban en un promontorio de tierra, sobre la cara Norte de la plaza. Abajo las esferas luminosas empezaron a circular de derecha a izquierda. De una en una, las esferas se ubicaban en el cúmulo central de tierra, que estaba en la parte media de lo que había sido la plaza y con una explosión, que iluminaba el recinto, salían despedidas hacia el cielo, perdiéndose en el infinito azul de la tarde.

Águila Nocturna sentía en cada estallido y partida de las esferas, un dolor en el vientre, como un desgarre de sí mismo, entendía que cada esfera luminosa que partía, era un pedazo de él, que se desprendía para siempre de este mundo.

Con angustia el Guerrero sentía la partida de sus compañeros, algo en sus adentros le decía, que era la última vez que estaba con ellos. Sin embargo, estar al lado de sus Maestro, le dio aplomo y sobriedad.

Cuando partió el último de los Guerreros del Sur y se perdió su cauda luminosa en el inmenso cielo azul de aquella tarde, Águila Nocturna volteó a ver a su Maestro y se dio cuenta, que los dos eran esferas resplandecientes. Entonces escuchó una voz en sus adentros que le dijo:

—perdiste la forma humana; nunca volverás a ser como antes, acabas de iniciar tu viaje a lo desconocido.

El sol empezó a bajar hacia el horizonte. La atmósfera se cubrió de naranjas y rojos. La tarde estaba especialmente luminosa. El Maestro y el guerrero se dirigieron a lo que fue la pirámide Sur, ahora convertida en un cerro pedregoso.

—Todo en el universo está compuesto de ciclos, como el día y la noche. Ahora nosotros tenemos que dejar este maravilloso mundo, iremos más allá de la “Llanura”.

Amado Guerrero del Espíritu, esforzado hombre de conocimiento, tengo que decirte algo muy importante. Águila Nocturna instintivamente detuvo la respiración para escuchar atento. El Maestro miró directamente a los ojos del guerrero, su mirada era profunda y a pesar de su serenidad, denostaba un ligero aire de tristeza.

¡Tú no irás con nosotros, te quedarás en este mundo!

Águila Nocturna sintió una punzada en el centro de su ser. Abrió los ojos, como deseando no haber escuchado aquellas palabras. Toda una vida de sacrificio y esfuerzo dedicada a prepararse para la oportunidad de obtener La Libertad Total y en el último instante quedar fuera. Sintió como si perdiera el piso, para caer en el desconcierto y la desolación.

Los ojos del Maestro estaban enfocando directamente el rostro de Águila Nocturna, quien preguntó, con voz clara.

—En que he fallado, Venerable Maestro; he dedicado toda mi vida a seguir con impecabilidad las enseñanzas que he aprendido en DAANY BEÉDXE, ¿Cuál ha sido mi torpeza, cuál mi error, para negarme la oportunidad de la Luz? Dijo el guerrero en voz pausada y firme, sin reproche. El rostro del Maestro estaba adusto y parecía de piedra. En el horizonte el sol refulgía amarillo e inmenso, acompañado de un séquito de nubes, daba la impresión que el tiempo se había detenido en espera de la respuesta.

—En nada haz fallado. Por el contrario, haz sido el más virtuoso aprendiz y el guerrero más impecable que he conocido. Has sido la marca del Espíritu del Guerrero. Desde que eras un niño, el poder te seleccionó y tú has cumplido intachablemente con la responsabilidad.

Sin embargo, por ser el mejor, el Poder que rige los destinos de los seres humanos y de los guerreros, te ha elegido para que cumplas una importante misión.

El guerrero trató de decirle a su Maestro, que él deseaba irse con él y con Los Cuatrocientos Guerreros del Sur, pero Serpiente de Estrellas no lo dejó terminar.

—Debes escucharme con atención.

Las decisiones del Poder no se analizan o se rechazan... solo se cumplen.

No tenemos tiempo, cuando el Sol se oculte me iré con él y jamás volveremos a vernos en este mundo. Tengo que explicarte cuál será tu misión; escucha con atención.

Los ojos del guerrero se llenaron de lágrimas, más que por la negativa de ser escuchado, por saber que jamás volvería a ver a su amado Maestro.

—Vienen tiempos de grandes cambios. La Serpiente Emplumada y el conocimiento de Los Viejos Abuelos toltecas se enterrará, igual que sus edificios y sus creaciones. Vendrán tiempos de confusión y de orfandad. El recuerdo de La Serpiente Emplumada se irá borrando con el tiempo. Saldrá de las tinieblas su opuesto complementario y el Señor de la Noche reinará.

La armonía y la paz de los pueblos se verán perdida, la ambición y la envidia, penetrarán de nuevo los corazones de los seres humanos en la tierra. Las enseñanzas de la Toltecáyotl se perderán poco a poco, en las manos de los administradores y los sacerdotes, quienes dejarán de ser instrumento de la sabiduría milenaria y pasarán a servirse del poder y la autoridad. Sin sus maestros y con el tiempo, estas personas se convertirán en Señores y delimitarán sus dominios, volviendo a desencadenar las envidias y las ambiciones, con ellas llegarán nuevamente las guerras.

Los sacerdotes se apoderarán de la enseñanza divina y materializarán las diversas advocaciones de “Aquél por quien se vive”. Los sacerdotes de manejarán coludidos con los que se asumirán como Grandes Señores, en favor de sus intereses materiales y personales; se auto nombrarán la encarnación de La Serpiente Emplumada. Serán los inicios de la oscuridad que cubrirá todas las tierras que están rodeadas por las Grandes Aguas.

Entonces llegarán los bárbaros del Norte y se apoderarán de la parte superficial del antiguo conocimiento de los toltecas y de los corazones de nuestros hijos. Derrotarán a la Serpiente Emplumada y entronarán al Colibrí Zurdo, Señor de la Guerra y de la Materia.

Los bárbaros del Norte harán del sacrificio humano una institución y de la materia una religión. Transgredirán las milenarias normas de Los Viejos Abuelos toltecas. Y como cangrejos, usarán el caparacho de nuestra enseñanza pero caminarán para atrás.

Los bárbaros del Norte tratarán de borrar de la faz de la tierra nuestro recuerdo y se erigirán como señores y tratarán de pasar por nobles, viejos y sabios. Quemarán nuestros libros y harán una nueva historia, en dónde ellos usurparán nuestro noble linaje. Pero todos los pueblos y ellos mismos, sabrán que son impostores y vivirán con la angustia de nuestro regreso y justo castigo.

Cuando más poderoso sea su engaño, llegarán por las Grandes Aguas del Oriente, salvajes y sanguinarios invasores de rostro blanco y barbado, que traerán en sus bocas palabras falsas y en sus corazones maldad e ignorancia. Por sus manos correrá la sangre, que bañará toda nuestra tierra, como una gran tormenta que nunca antes había existido.

Los bárbaros del Norte y los pueblos que éstos sometieron y explotaron, confundirán a los invasores con La Serpiente Emplumada. Serán tiempos de confusión, dolor y sangre; pelearán hijos contra padres, hermanos contra hermanos, pueblos contra pueblos. Todos se desgarrarán y los salvajes invasores a través de la mentira y la codicia, envenenarán los corazones de unos y atemorizarán las conciencias de los otros.

Los conquistadores blancos de Las Aguas Grandes, llegarán con la mentira, la intriga y la codicia. Lograrán apropiarse del poder y la autoridad ilegitima, que los bárbaros del Norte construirán en menos de cuatro atados de años. Los voraces asesinos de rostro blanco y de lejanas tierras, verterán sangre de nuestros hijos en todas las tierras y derrotarán a los impostores, los bárbaros del norte, quienes se inmolarán, fieles a su dios El Colibrí Zurdo, creyendo que reciben el castigo por haber trasgredido las enseñanzas de La Serpiente Emplumada.

Los sanguinarios invasores blancos, tratarán de destruir y borrar de la tierra nuestro recuerdo milenario y el de nuestros hermanos impostores, los bárbaros del Norte.

Nuestros pueblos vivirán entonces la más dolorosa experiencia de nuestra historia, en la que serán tratados como animales.

Los salvajes conquistadores blancos, en busca de la riqueza material y en nombre de un lejano, confuso y sanguinario dios, destruirán nuestros edificios, harán añicos a las instituciones, matarán a nuestros sabios, perseguirán a nuestros maestros. Quemarán vivos a nuestros sacerdotes y harán cenizas de nuestros libros.

Prohibirán nuestra lengua y nuestras costumbres, corromperán a nuestras autoridades. En poco más de dos atados de años, matarán a casi todos nuestros hijos. Los matarán uno a uno, con cuchillo y saña, con trabajos forzados y crueldad; y con terribles enfermedades que ellos traerán de sus lejanas tierras.

Entonces llegará el momento en que nuestros hijos deberán de ENCUBRIRSE y ENCUBRIR nuestro milenario conocimiento, que es la herencia más valiosa de nuestros Sabios y Viejos Abuelos toltecas, para esperar la luz y con ella el fin de la oscuridad. Llegarán los nuevos tiempos y el cambio de ciclo se dará cuando todo se crea todo perdido y nuevamente haya en los corazones de nuestros hijos confusión y dolor.

Es esta, la más alta responsabilidad, tu preciada misión Águila Nocturna, tu responsabilidad es quedarte en este mundo y esperar que pase la negra, dolorosa y obscura noche. Deberás mantener de manera subterránea, debajo de la tierra, en “La Cueva del Jaguar”, la Toltecáyotl, que es la sabiduría y el conocimiento de Los Viejos Abuelos toltecas.

Porque los conquistadores, los adoradores de la materia durarán casi seis atados de años en el poder, tiempo en el que nuestros hijos vivirán en calidad de esclavos, sin ningún derecho y sin la más mínima oportunidad, se les tratará como hijos del mal y como prisioneros de guerra, serán explotados y humillados sin medida.

Hasta que la propia sangre de los invasores blancos a través de una traición los derrote, para que los hijos de los conquistadores nacidos en nuestras tierras, sean los amos y señores durante casi cuatro atados de años, en los que se dividirán y pelearán entre ellos, por el botín de nuestras tierras y la explotación de nuestros hijos. Durante esta larga etapa deberá existir una “hermandad con muchos linajes”, que de manera subterránea y fuera de la vista de los invasores, mantenga en secreto, las enseñanzas de la Toltecáyotl, la más exquisita creación de los Viejos Abuelos toltecas. Transmitiéndola de generación en generación a nuestros hijos más selectos.

Tu vuelo nocturno, tendrá que cruzar a lo largo de todas estas injusticias y despojos, sin que los explotadores te vean y te sientan. Tu vuelo debe ser silencioso, oculto y nocturno. Te encubrirás en la oscuridad de los tiempos.

Así, los hijos de nuestros hijos, quedarán arrinconados, sin palabras y como sombras vagabundas en el vacío de la derrota, quedarán dispersos y obscurecidos. Será negado ferozmente cualquier valor a los vencidos y serán siempre despojados y tratados como extraños en su propia tierra. La principal arma usada por los opresores será la ignorancia de sí mismos, la pérdida de la identidad y la memoria, de todos los hijos de La Tierra de las Grandes Aguas. Vivirán como extranjeros ignorantes, pobres y sin derechos en su propia tierra.

La injusticia será tan grande en aquellos tiempos, que estallará una lucha que impondrá un gobierno que engañará a los hijos de los hijos casi durará dos atados de años. Entregando la sangre y la tierra de nuestros hijos, a los más poderosos señores que viven más allá del mar, que en esos aciagos momentos dominará a toda la tierra.

Serán tiempos de dolor y de vacío. Casi todos nuestros hijos estarán cegados por la pasión de la posesión de la materia. Sus corazones estarán casi marchitos, sus mentes estarán embrutecidas y sin recuerdos; para esos momentos nadie se acordará de Los Viejos Abuelos toltecas y menos de La Toltecáyotl. Todos tendrán puestos sus ojos, su mente y su corazón en la materia y se la pasarán buscando una identidad en lejanas tierras.

Los hijos de nuestros hijos, serán extranjeros ignorantes en su propia tierra. Estarán perdidos en un laberinto de soledades, deseando ser como sus conquistadores, quienes los explotarán y al mismo tiempo los despreciarán.

Nuestros hijos repudiarán a su más antigua Madre y andarán como pobrecitos huérfanos, penando desconsolados en esta tierra que les será extraña.

Los bárbaros conquistadores blancos y sus descendientes, a lo largo de estos años de injusticias, explotación y dolor; les quitarán a nuestros hijos la lengua, los recuerdos, los conocimientos, los espacios, el arte y la pasión milenaria por lo divino de la existencia. Les tratarán de quitar todas las costumbres y tradiciones; y les enseñarán a sentir pena y vergüenza de lo que milenariamente les ha pertenecido; perderán su rostro y su corazón. Su anhelo será tratar de ser como sus conquistadores y su realidad será, que siempre serán menospreciados y rechazados por sus explotadores, tanto de afuera como de adentro.

Pero cumplidos exactamente dos atados de años después de la última guerra, se iniciará el camino de regreso a La Serpiente Emplumada, se volverá a instaurar su gobierno de paz y armonía, en esta tierra nuestra.

Un gran cambio en el mundo, acompañará la llegada de La Serpiente Emplumada, los seres humanos abrirán sus corazones como la tierra reseca, que recibe las primeras lluvias del temporal.

Tu misión Águila Nocturna, es mantener en el corazón y en la mente de los hijos de nuestros hijos, la sabiduría de Los Viejos Abuelos toltecas… La Toltecáyotl, a lo largo de toda esta inmensa, dolorosa y obscura noche.

Tu misión, es la de preservar la sabiduría y el conocimiento de los abuelos toltecas de manera secreta y hermética, para que cuando de nuevo salga el sol del conocimiento, los hijos de nuestros hijos, lleven en lo más profundo de su corazón esta enseñanza. Tu vuelo debe ser largo y silencioso, debes llegar a lo más profundo de los corazones de nuestros hijos y de los hijos de sus hijos.

El conocimiento debe mantenerse intacto. Será transmitido de boca a oído, de manera secreta y discreta. El Conocimiento estará encubierto y acechante, esperando el momento de su revelación exaltante.

El Señor de los Dardos de Fuego había empezado a entrar en la región del misterio. El Maestro y el alumno resplandecían, sus cuerpos, eran como dos pedacitos de sol.

Águila Nocturna había entendido en lo más profundo de su ser, la altísima responsabilidad, que le encomendaba el Poder a través de su Maestro.

El cielo y las montañas en donde se ocultaba el sol se incendiaron; las nubes reflejaban todos los tonos del rojo y del naranja, combinándolos con el azul y el rosa.

Serpiente de Estrellas abrazó al guerrero y le dijo al oído, - estaremos siempre contigo. Se apartó y se dirigió a la parte central del cerro. En el momento mismo que el Sol terminó de hundiese en el Reino del Señor de la Muerte; un fuerte destello con una sonora explosión, seguida de una cauda luminosa, que se elevaba hacia lo más profundo del cielo, hasta convertirse en un puntito luminoso.

Una corriente de aire frío pasó acariciando La Montaña del Jaguar. En el Poniente, las montañas estaban rodeadas de una corona dorada de luz. Águila Nocturna alzó la vista y vio al lucero de la tarde, intenso y luminoso, que parecía hablarle.

El guerrero se quedó inmóvil como una piedra tratando de aferrar a sus ojos, la luminosidad que se perdía por debajo de la tierra.

Poco a poco, la oscuridad se fue apoderando del Valle. La Montaña del Jaguar apenas delineaba su contorno en la noche.

En la parte más alta del cerro Sur, estaba la figura de Águila Nocturna, que se iba deshaciendo en la oscuridad.

De pronto el Guerrero, abrió sus inmensas alas y de un impulso emprendió su vuelo nocturno, abandonando para siempre a DAANY BEÉDXE.


FIN.