Datos biográficos de Adam

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Datos biográficos de Adam.

Es indudable que los conocimientos humanos han tomado un vuelo increíble en los últimos años; pero si los ferro-carriles y los telégrafos eléctricos son invenciones que merecen llamar la atención de los sabios, no tienen menor importancia las investigaciones arqueológicas que nos llevan como por la mano al conocimiento de ]os usos y de las costumbres antiguas.

Un español, natural de Olmedo, según el autor de Gil Blas de Santiiiana, historia verdadera como puede serlo la de los Doce Pares de Francia, dio un gran paso en esta ciencia averiguando con su profunda erudición, y á fuerza de desvelos, que en Atenas lloraban los niños cuando los azotaban, verdad innegable, cuyo conocimiento debemos a las investigaciones de un compatriota.

Después de este famoso olmedino ú olmedense, que puede llamarse con justicia el restaurador moderno de la ciencia, ha tomado esta un desarrollo increíble, y no contentándose con los descubrimientos de Roma, de Atenas, de Cartago y de Troya, que son pueblos y costumbres de ayer, ha remontado su vuelo hasta Adam para proceder de este modo cientiñcamente, tomando las cosas desde el principio y no dejando detrás nada sin dilucidar y tan claro y tan luminoso como la luz del dia. Y es en verdad notable el que de una época tan remota y de la que no se conserva monumento de ninguna especie, hayan podido sin embargo averiguarse tantos hechos y descubrirse tantas verdades innegables sin otro auxilio que la inteligencia y esfuerzos de laboriosos arqueólogos, dignos de eterna memoria y acreedores á la gratitud de la edad presente y de las futuras.

Y digo que una de las investigaciones mas curiosas es que Adam, lo mismo que su señora esposa Eva, á pesar de no tener á su disposición, como tenemos hoy, pañuelos de seda, de pita, de hilo ni de algodón, sin embargo, fué tan pulcro y tan curioso que no se limpió jamás los ojos con el codo, ni se metió el puño en la oreja, ni se llevó la lengua á la frente, ni la rodilla al cogote.

Nunca estuvo sentado de pié, ni de rodillas derecho.

Al contrario de lo que sucede hoy con nuestras solteritas de quince años, que ven sin mirar; nuestro padre Adam necesitó siempre volver la cabeza para ver lo que pasaba por detrás, sin que ni una vez siquiera se sirviese del cogote en lugar de ojos para las investigaciones de la vista.

Le sucedió también que nunca pudo comer sin tener antes la boca abierta ni estornudó sin arrugar el entrecejo y poner la cara muy fea.

Es cosa averiguada y cierta que solo tuvo la vista clara y despejada por intervalos de tiempo, y no continuamente, y así, es seguro que veía mas de dia que de noche, y mas las noches en que habla luna que las completamente oscuras.

Nunca pescó en tierra seca, ni bebió sin mojarse la boca, ni se cansó sin hacer ejercicio, ni se despertó sin haber dormido, ni abrió los ojos sin tenerlos antes cerrados.

Se duda si se afeitó ó cortó el pelo de la barba, pero sabemos de cierto que nunca se afeitó la palma de las manos ni la planta de los pies.

Fue el primer cesante del mundo, y tal vez en esto consista, es decir, en la falta de dinero, el que nunca viajó en ferro-carril, ni comió en la fonda de Lhardy, ni llevó frac de mil reales, ni reloj de oro con escape de áncora.

También sabemos que nunca tuvo cuestiones con impresores ni cajistas, ni corrigió pruebas, ni hubo de contender con maquinistas, almacenistas de papel ni encuadernadores. Por último, pásmense Vds., no fue suscritor de El Libro délos Cuentos.