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De la Imprenta en Francia: 03

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

III.


Escribir una historia de la libertad de imprenta en Francia seria obra demasiado vasta, y que no podríamos encerrar dentro de los límites de este artículo. Lo que haremos guiados por los actuales debates, y ayudados por nuestros propios recuerdos, será un brevísimo resumen con la mira de esclarecer cuál fué el carácter distintivo de los períodos más importantes. No hay que hablar del antiguo régimen, en cuyo tiempo la arbitrariedad blanda ó severa segun los caprichos del favor predominante, no estaba sometida á ley de ninguna especie. La Bastilla, donde eran encerrados los autores, y las hogueras en que á veces eran quemados los libros, no impidieron que en momentos de casual tolerancia Montesquieu y otros escritores mucho más osados dieran á la estampa algunos de los escritos que han ejercido mayor influencia sobre la dirección del espíritu humano.

Con respecto á la imprenta asi como á otras muchas materias, la revolución se divide en dos periodos: uno muy breve el de 89, y la Constituyente, donde en medio de ciertos estravios se proclaman grandes y útiles verdades. Otro mucho más largo, donde estas mismas sanas doctrinas se oscurecen en la práctica y se desacreditan con la más inaudita violencia. Fácil es adivinar qué especie de libertad de imprenta consentiria el régimen del terror. Si alguien hubiera osado decir á Collot d'Herbois, á Billaut-Varennes, á Saint Just, que era licito poner á la emisión libre del pensamiento algún limite prudente, como los que hoy por ejemplo se usan en Inglaterra, habria sido calificado acto continuo de girondino, feuillant, y aristócrata, é incurrido en la ira de aquellos miembros del Comité de salud pública. La libertad de imprenta de aquellos dias era ilimitada y absoluta. Pero así esta como las demás libertades y como la Constitución de Herault de Sechelles, estaba en 1793 guardada respetuosamente en una urna, y cubierta con los discretos y tupidos velos que siempre están de moda durante la dominación de los revolucionarios, y el desgraciado escritor que osaba contrariar á la fracción dominante entre los jacobinos, era condenado como sospechoso por el tribunal de Fouquier Tinville, y enviado á la guillotina. En la época del Directorio continúan reinando las doctrinas de la libertad ilimitada y de ella usaron periódicos calificados de reaccionarios, y realistas, como el Memorial, El The, y la Quotidienne, hasta el dia en que agotada la paciencia de Barras, descubierta la conspiración de Pichegrú é instigado el Directorio desde Italia por un General victorioso, en 18 de Fructidor, dia famoso de aquellos anales, decidió enviar cuarenta y tres editores, empresarios y directores de periódicos á Cayena. Algunos se salvaron por fortuna, otros fueron conducidos en una especie de jaulas de hierro á Brest, y desde allí á Synnamari, donde el rigor del clima acabó tristemente con la mitad de ellos. El Consulado y el Imperio no son épocas interesantes al tratar de libertad alguna y menos de la de la imprenta. No durmió tan completamente el ingenio humano, que guardase continuado silencio durante la carnicería y mortandad de tan gloriosas guerras. Por aquel tiempo M. de Chabeaubriand, y Madame de Stael, escribieron sus notables obras en el destierro. En todo este período de la revolución se profesó público culto, á veces sincero, otras hipócrita, al dogma de la soberanía nacional. Pero lo más esencial que es la libertad individual, los fueros de la conciencia, los de la razón y la independencia de las facultades humanas, padecieron duro martirio.