Dedicatoria (José Joaquín de Olmedo)
Apariencia
A J. R. O.
Y tú, mi dulce amigo,
que con la caza alegre
el afanoso estudio
alternas y entretienes,
sigue, sigue gozando
el placer de los reyes;
la diosa de los bosques
su gracia te promete.
Mas si en la selva umbrosa
dos palomitas vieres
acariciarse tiernas,
el tiro, cruel, suspende;
perdón a sus caricias,
y diles cuando vuelen:
«Si acaso sois de aquellas
que en Chipre tiran siempre
el carro de la madre
del amor y el deleite,
id allá desaladas,
palomas inocentes,
y en vuestro dulce arrullo
que Venus sola entiende,
decidle: Tu poeta
nos libró de la muerte»