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Después que retó á Zamora

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Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.
XL

D

espués que retó á Zamora

don Diego Ordóñez de Lara,
vengador noble y valiente
del rey Sancho, que Dios haya,
su consejo tiene junto
en palacio doña Urraca,
por su hermano dolorida,
por su reto lastimada;
y como la vil envidia
cuanto no merece tacha,
de la virtud enemiga,
peligro de la privanza,
murmuraba maldiciente
de Arias Gonzalo que falta,
sospechando falsamente
que es por mengua su tardanza.
Á aquellos que lo calumnian,
empuñando la su espada,
denodado les responde
Nuño Cabeza de Vaca:

—Aquel civil que presuma
temor, bajeza ó fe mala
de Arias Gonzalo, mi tío,
miente, miente por la barba;
y el que negare el respeto
á sus venerables canas,
á mí que las reverencio
me ponga la tal demanda.—
Estando en esto, el buen viejo
entró grave por la sala,
arrastrando grande luto,
haciendo sus hijos plaza.
La mano á la Infanta pide,
mesura fizo á la Infanta,
saludó á los homes buenos,
y de esta suerte les fabla:
—Noble Infanta, leal concejo,
don Diego Ordóñez de Lara,
que para buen caballero
este apellido le basta,
en vez del Cid don Rodrigo,
que con vos juró alianza,
por la pro de su rey muerto
con infame reto os carga.
Á vuestro cabildo vengo
con estos cuatro en compaña,
ciudadanos, fijos míos,
de Laín Calvo sangre honrada.
Tardóme un poco en venir,
que pláticas no me agradan
cuando los negocios piden
obras, valor y venganza.—
Á una el viejo y sus fijos
los largos capuces rasgan
quedando en armas lucidas;
lloró de nuevo la Infanta,

los viejos graves se admiran,
la Infanta su sér alaba,
porque todos daban voces,
y nadie quien lidie daba.
Arias Gonzalo prosigue
diciendo:—Recibe, Urraca,
mis canas para consejo,
mis fijos para batalla;
dales tu mano, señora,
que su juventud lozana
será invencible, si fuere
de tu mano real tocada.
Honrar á la gente buena,
y esotra común pagarla,
le cumple al rey que desea
domeñar fuerzas contrarias,
y con sangre de don Diego
que se quite aquella mancha:
que á ti y á tu pueblo reta
con tan insufrible infamia;
y si esta sangre, que es buena,
y se ha de vender muy cara,
faltare, su muerte honrosa
viva mantendrá su fama.
Yo seré el quinto y primero
que volveré por la causa,
aunque mi vejez parezca
mocedad noble afrentada.
Al campo me voy, señora,
no me déis por esto gracias,
que el buen vasallo al buen rey
debe hacienda, vida y fama.