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Diario de Villarino: Junio

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DIA 1.º DE JUNIO.

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A las ocho de la mañana me hice á la vela con viento SO fresco, y goberné al N 1/4 NE hasta que hallé 5 brazas de agua de la parte del NE de la Isla de Bordas, que por haber visto reventar la mar y bajos por todas partes, dí fondo en dicho sitio hasta reconocerlos. A la una de la tarde mandé la chalupa con el piloto á la Punta de los Lobos, para que registrase los bajos, y viese si habia sitio á donde echar el caballo en tierra, á fin de reconocer la boca del Colorado por considerarme ya muy cerca de su desague. Al ponerse el sol tendí la ancla grande, por haberse puesto el horizonte de mal semblante. Al anochecer entró el viento por SO á ráfagas muy fuerte con granizo, y mandé izar un farol al tope mayor, para que le sirviese de guia á la chalupa. A las seis llegó la chalupa á bordo, con la noticia de haber hallado cerca de la Punta de los Lobos 5 brazas de agua.


DIA 2.

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A las ocho de la mañana zarpé las anclas, y me hice á la vela para la Punta de los Lobos. A las nueve y media tocó el barco, y fué arrastrando como dos cuadras, hasta que cayó en 5 brazas. A las diez y media dí fondo en 5 brazas de agua, inmediato á la expresada punta, habiendo navegado en vuelta de N 1/4 NE. A las cuatro y media de la tarde volvi á hacerme á la vela, para mejorar de fondeadero, y navegué al NO 1/4 O una milla, y á las cinco dí fondo en 4 brazas fango, y aseguré la embarcacion con los mejores cables. Anocheció de mal semblante, y á las tres de la mañana se achuvascó el tiempo, y descargó por el OSO una turbunada de viento que parecia huracan, y duró hasta las cinco, que se llamó al SO algo mas benigno.


DIA 3.

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Amaneció el viento al SO recio, á cuyo tiempo mandé 3 hombres á que reconociesen la tierra, y que siguiesen lo posible al NNO, pues allí considero el desague del Colorado. A las ocho registré la aguada, y visto la poca que tenia por la mucha que se habia vaciado por la inutilidad de la vacijeria podrida, hice cerrar la caldera del mate, y dí órden que se diese de beber una sola vez á los animales media racion, y que la gente bebiese por un cañon de fusíl, y mandé la chalupa á un arroyuelo de agua salada para su seguridad, pues inmediata al bergantin está expuesta á irse á pique. Todo el dia se mantuvo el viento al SO duro, y anocheció de la misma conformidad, sin que los tres que fueron á reconocer hubiesen parecido.


DIA 4.

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Me embarqué de mañana en el bote, y fuí á reconocer la ensenada: entré por un arrojo y lo seguí como dos leguas, hasta que no hallando agua para el bote, por esparcirse esta en diversos arroyos muy pantanosos de fango, di vuelta y pude desembarcar, aunque con fango á la rodilla. Subí á un cerrito, en el que hallé paja cortadera y apio, y desde él divisé, aunque confusamente, dos árboles, que se me figuraron dos sauces, junto á los cuales habia yo bebido agua el año pasado, en el viage que por tierra hice al Colorado: y aunque estaban como 4 leguas de distancia, le dije al contra-maestre que estaba conmigo que me acompañase, y siguiésemos hácia los dichos árboles. Habiendo caminado como una legua, y siempre por puro pantano, nos hallamos cercados de arroyos sin poder pasar adelante: dí vuelta y vine por el arroyo á donde estaba refugiada la chalupa, y la hallé varada, sin que fuese posible en la pleamar echarla al agua. Aquí hallé los tres hombres que fueron al reconocimiento, los cuales de ningun modo pudieron transitar este terreno, lleno de fango pantanoso, arroyos y maleza; al anochecer volví á bordo.


DIA 5.

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Amaneció lloviendo con el viento NO duro. A las doce del dia, habiendo algo aplacado, mandé en el bote 18 hombres á que pusiesen la chalupa en flote, y con ellos el contra-maestre, para que abriesen pozos en el Cerrito del Apio, por ver si se sacaba agua dulce. A las tres de la tarde llegó el bote con 10 hombres, y los restantes se quedaron abriendo dichos pozos: volvió á reciar el viento tanto, que no fué posible mandar el bote en busca de la gente á tierra, el que me fué preciso meter á bordo porque no se fuera á pique. Siguió el temporal toda la noche.


DIA 6.

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A las ocho de la mañana eché el bote al agua, y lo mandè en busca de la gente á tierra, y de todos ellos solo el contra-maestre y un marinero pudieron pasar el pantano para embarcarse en él, y los restantes, temiendo quedar ahogados en el fango, no se determinaron á pasar el pantano que mediaba entre ellos y el bote: los dos marineros, Eusebio Gonzalez y Manuel Alcain, al amanecer volvieron á emprender la descubierta del Rio Colorado, á los cuales les habia yo dado la señal de los dos árboles mencionados arriba. A las once y cuarto llegó el bote á bordo, y me hice á la vela, aproximándome mas al Colorado, aunque con viento por la proa. A las dos dí fondo en 3 brazas de agua, 3 millas al O de donde estaba fondeado, y á este tiempo llegó la chalupa á bordo y trajo los dos que habian ido al reconocimiento, los que no pudieron llegar los árboles expresados, por los infinitos arroyos de agua salada y pantanos. Al anochecer tuve que meter el bote á bordo, por el mucho viento y marejada.


DIA 7.

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Al amanecer aseguré la embarcacion con las mejores amarras que tenia. A las ocho mandé la chalupa que fuese en la vuelta del E á reconocer, y yo me embarqué en el bote y salí de la vuelta del O con cinco dias de viveres, estando el tiempo mas bonancible, á fin de hallar parage á donde desembarcar en tierra firme; pues considero que el Colorado está muy cerca, y pudiendo llegar á tierra, precisamente lo hallaré, ó á lo menos conoceré en la calidad del campo, á que distancia me hallo de él, por haberlo ya transitado. A las diez llegué á la boca de una canal que sigue al NO, entré por ella y seguí siempre, y tenia mas caudal, pues de esta salen innumerables canales. A las doce llegué á donde se dividia en dos iguales, y viendo en la que seguia al NE unas tominas que estaban por ella, así por esto, como por seguir mejor rumbo que la otra, determiné seguirla. A las dos de la tarde desembarcamos en tierra, pero de la parte de adentro habia un arroyo pantanoso: este lo pasó el contra-maestre con 3 marineros, y siguieron hácia los árboles. Yo que esperaba que bajase el agua para pasar, probé en este intermedio el agua y la hallé casi dulce, y no quedándome la menor duda que por allí desaguaba el Colorado, ó á lo menos alguna porcion de él, tiré algunos tiros llamando al contra-maestre y marineros, los que volvieron, habiendo bebido agua dulce en el dicho rio. Nos embarcamos, y seguimos aguas arriba, hasta la noche que nos acampamos en la orilla, bebimos agua dulce con alguna mezcla de salada, como la de la mar.


DIA 8.

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Al amanecer volví á buscar el bergantin, que me tenia con bastante cuidado el tenerlo fondeado afuera, dejando el reconocimiento del rio principal para despues de tenerlo asegurado adentro. A las doce llegué á bordo, y le hice señal á la chalupa de que viniese á bordo, que habia ido á cortar leña, la que llegó á la una de la tarde. Pasamos aquí el resto del dia y la noche, por estar el viento contrario.


DIA 9.

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Amaneció el viento al E bonancible y lloviendo, y empezé la faena de llevar las anclas. A las siete y media me hice á la vela para el Colorado. A las once del dia llegué á la Horqueta de las Tominas, y por ser aquí contrario el viento, dí fondo á esperar viento favorable. Pasamos el resto del dia y la noche con el viento por el E fresco y lloviendo.


DIA 10.

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Este dia se mantuvo lloviendo, y el viento al ENE recio, por lo que no fué posible salir de este sitio.


DIA 11.

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Amaneciò con el viento al S bonancible, y tuve que esperar la bajamar para poder hacerme la vela y navegar, pues de marea crecida en este paraje no es posible. A las diez y media zarpé, y me puse en derrota para el Colorado. A las doce y media quedé varado de la parte de adentro de la Punta de los Zaramagullones, y mandè el bote balizar la entrada, que tenia á este tiempo muy poca agua. A las cinco de la tarde puse la chalupa y bote al remolque por la proa, y con toda vela, por estar casi calma, procuré entrar. A las seis de la noche volví á varar, por lo que fué preciso tender espia para sacar la embarcacion, y egecutado, mandé poner faroles en las balizas, que por ser la noche obscura no se veian, y volví á tentar la entrada que conseguì á las ocho de la noche, en cuyo sitio dí fondo, dejar para mañana el saber cual sea el principal Colorado, pues sé que estoy en su entrada.


DIA 12.

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Este dia mandé la chalupa con el piloto buscar el río principal, y yo salí asimismo con el bote por ser tantos los canales que hay, no es fácil hallar el principal. A las dos de la tarde ya estaba cerciorado cual era el rio principal, y lo seguì aguas arriba hasta la Isla de Lobos. A las cuatro y media de la tarde dí vuelta y llegué á bordo á las siete de la noche, y no pareciò la chalupa.


DIA 13.

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Al amanecer hice señal á la chalupa para que viniese á bordo. A las siete y media zarpé el ancla, y con el bote al remolque y la cisga seguì con el bergantin el rio aguas arriba, y las doce quedamos varados. A este tiempo mandé la gente tierra pegar fuego al pajonal y carrizal que tiene este rio en sus márgenes, pues si estando el tiempo algo seco peg ran fuego los indios ù otros cualesquiera, estando la maciega en el estado de hoy, precisamente se quemarian las embarcaciones que estuviesen ancladas en èl: por lo que debe el que entre, tener cuidado de limpiar y quemar la dicha maciega. A las diez de la noche puse la embarcacion en flote.


DIA 14.

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Este dia tuve la felicidad de colocar el bergantin en el principal brazo del Colorado, y á donde no llega el agua salada, y salì á tierra con los marineros á pegar fuego á la maciega, así por el motivo dicho arriba, como para que, vièndolo los indios, vengan donde estoy, para por medio de ellos dar parte al Señor D. Francisco de Viedma de mi entrada en este rio: pues me tiene con bastante cuidado, el que dicho Señor tendrá de esta noticia, así por ser la estacion en que salí á este reconocimiento la mas rígida del año, como por ser esta navegacion hasta ahora ignorada de todos; y saber de cierto por informe y diario mio, que le presenté á mi llegada del viage que hice por tierra, costeando la mar este rio, por el mes de Mayo del año próximo pasado, que esta costa est llena de infinitos bajos; cuyas circunstancias, juntas con 42 dias que há que salí del Rio Negro, le ocasionar n bastante indisplicencia.


DIA 15.

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Bajè tierra con la gente pegar fuego, siguiendo los reconocimientos de la calidad del terreno, y á la noche volví bordo.


DIA 16.

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Al amanecer me embarquè en la chalupa, y seguí reconociendo el rio aguas arriba, dejando òrden al piloto para que asimismo mudase el bergantin una legua mas arriba, siempre que tuviese viento favorable, por ser este mejor parage; navegué todo el dia, bajando varias veces tierra, por reconocer la calidad de ella. A la noche me acampè en una isla del rio, habiendo pegado fuego en toda su orilla.


DIA 17.

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Seguì rio arriba, haciendo las mismas diligencias que el dia de ayer, hasta que llegué una isla de sauces, donde me habia acampado el año pasado: allì hice noche.


DIA 18.

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Este dia al amanecer me puse la vela para bordo del bergantin, con el cuidado de si llegasen indios. A las cuatro de la tarde lleguè bordo, y hallé una carta del Señor D. Francisco de Viedma que habia entregado al piloto un indio, que con otros 4 habia llegado bordo el dia de ayer: y aunque el piloto los agasajò bastante y los regaló, no quisieron quedarse por no haberme hallado; pero quedaron en volver para llevar la respuesta de dicha carta, fecha 14 de Mayo; y el bergantin lo hallé ya en el paraje que al piloto le habia prevenido.


DIA 19.

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Este dia eché la vacijeria en tierra, el caballo (que hasta ahora no habia hallado paraje para desembarcarlo), y todos los ùtiles de á bordo, á fin de limpiar la embarcacion, y achicarle el agua: y asimismo eché en tierra anclas y cables, y monté la artillerìa y bajè tierra cerciorarme bien de su calidad, la que ciertamente supera cuanto he visto en la Costa Patagónica, y creo compite con los mejores parages, cuyo juicio hice el año pasado, y expuse en el diario citado arriba: pero no siendo esto de mi profesion, suspendo lo que pudiera decir en el asunto, por no errar; dejándolo los inteligentes en la agricultura (aunque esta no me es totalmente desconocida). Luego que llegué bordo, que fuè bien cerca de noche, llegaron un cerrito, por la parte del N, como de 50 60 indios: inmediatamente mandé el bote y la chalupa á que condujesen algunos, y trajeron 5, y una mulata lenguaraz: entre ellos venia el que habia conducido la carta del Super-Intendente, los que agasajè y regalé con aguardiente, (la mitad agua del Colorado) poleadas y bizcocho; y aunque los quise despachar para el Rio Negro, respondiendo por medio de ellos dicho Señor, y dandole cuenta de mi arribo á este rio, no pude conseguirlo, porque decian quieren pasar aquì el dia de mañana, para que descansen sus caballos. A las ocho de la noche los eché en tierra.


DIA 20.

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Este dia se les diò de comer á los indios, y se les regaló aguardiente, tabaco, y bizcocho para de noche.


DIA 21.

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Esta mañana se les diò de comer á los indios, y le entregué al que trajo la carta otras, para que llevase al Rio Negro al Señor D. Francisco de Viedma, d ndole noticia de mi arribo: asi para que hiciesen esta diligencia como por la buena armonía, fueron todos regalados con aguardiente, porotos, bizcocho, harina y abalorios, y las doce del dia se pusieron en camino para sus toldos, y el que llevaba la carta dice que en derechura pasará al Rio Negro entregarla.


DIA 22.

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Este dia se trabajó en limpiar el barco y la vacijeria, y llenarla de agua.


DIA 23.

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Fuí á reconocer por tierra la costa de la mar. A las cuatro de la tarde llegué bordo, y al mismo tiempo llegaron 3 indios del cacique _Calpisquis_, los que se quedaron esta noche: se les diò de comer y aguardiente.


DIA 24.

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A las ocho de la mañana se fueron los indios expresados, y las cinco de la tarde volvieron con tres chinas, que dicen habian dejado al resguardo de los caballos que traian para vender: se les obsequiò de la misma suerte que el dia de ayer.


DIA 25.

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A las ocho de la mañana vinieron los indios á que les comprase los caballos, de lo que me escusè, esforzándolos á que fuesen á venderlos al establecimiento del Rio Negro; pero no fuè posible porque dicen tienen los caballos cansados, y que est lejos, por cuyo motivo querian volverse. En esta suposicion se les regalò aguardiente, harina, bizcochos, porotos y abalorios. A las cuatro de la tarde se fueron.


DIA 26.

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Este dia, ya un poco restablecido el caballo de lo que se habia enflaquecido en la navegacion, me fuì en él por la costa del mar como seis leguas. A las dos de la tarde dí vuelta, y llegué de noche bordo.


DIA 27.

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Este dia estuve bordo, haciendo componer algunas cosas pertenecientes á su aparejo.


DIA 28.

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A mediodia llegó bordo el cacique Uzel, con 18 indios y la lenguaráz mulata; y porque este es el que pára ahora en el Colorado, y ser el cacique mas inmediato á nosotros, lo regalé mucho, como tambien á todos los indios que le acompañaban.


DIA 29.

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Este dia se les dió de comer los indios, y se les regalò con aguardiente, harina, bizcocho y porotos, y se fueron las cuatro de la tarde gustosos, pero esta noche me robaron un caballo que habia comprado; tal es la fidelidad de estos bárbaros.


DIA 30.

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Este dia permanecí á bordo, aguardando respuesta del Rio Negro, pues ya tiene el indio que llevó la carta sobrado tiempo para haber vuelto.


Capítulo 5