Discurso sobre el fomento de la Industria popular: 09
Capítulo VII
Es consiguiente se extiendan los cuidados de los que pueden contribuir a tan importantes fines a aprovechar muchos géneros o primeras materias que se hallan abandonados, y es otro de los grandes auxilios que las Sociedades Económicas pueden dar a la propagación de las artes e industria común en España.
El esparto había sido tenido hasta ahora como una planta de la cual las lencerías no podían sacar un material provechoso a ellas.
La experiencia ha acreditado lo contrario, habiéndose establecido en Daimiel fábricas de telas que resultan del esparto reducido a hilaza. En tiempos muy antiguos, se llevaba el esparto de España a Grecia para hilarle, tejerle y reducirle a jarcia, velamen y otros usos.
Si se considera bien la variedad de manufacturas a que puede aplicarse el esparto y la solidez de este género en todas, debe llevar la primera atención su beneficio.
El que ahora se hace en Daimiel con una fábrica exclusiva es muy lento. Sería justo recompensar el privilegio al dueño de él y propagar popularmente las manufacturas de esparto.
La abundancia que hay de este género en el Reino de Toledo, Mancha, Murcia y Andalucía, nos enseña a alabar la providencia del Criador, que en todas partes ofrece a los naturales géneros y primeras materias con que promover su felicidad e industria.
Lo mismo se ha adelantado con el malvavisco, que nunca se había mirado como planta de algún uso y ha sido considerada en la clase de maleza, perjudicial a los terrenos e impeditiva de otros útiles aprovechamientos.
La orchilla, descubierta poco ha en el principado de Asturias, es un material precioso para la tintura y que casi se creía ser privativo de Canarias.
La rubia, de que tanto uso hacen las manufacturas de algodón, estaba casi desconocida entre nosotros, hasta que por el celo de la Junta de Comercio publicó Don Pablo Canales un tratado especial.
La grana chermes, que es un remedo de la grana fina y un fruto de la España, por falta de instrucción ha salido de nuestros montes con muy corta o ninguna utilidad de los naturales, y aun de presente no hacemos el uso que merece esta tintura, que dio el nombre de carmesí.
La India oriental, donde hay manufacturas de seda y algodón tan preciosas y baratas, no usan los minerales para colores, porque aquellos naturales saben aprovechar todas las plantas y yerbas necesarias para los ingredientes de sus tintes.
Mientras hay en una provincia árbol, yerba, fruto, mineral o viviente cuyo uso se ignora, es menester confesar que permanecen aún sus habitantes destituidos de las indagaciones esenciales que exige la industria bien establecida. Es gran descuido traer de fuera lo que puede lograrse en el País a menor costa y sin pérdida de la balanza nacional.
El conocimiento y estudio de la historia natural es el que puede hacer útiles descubrimientos de la misma naturaleza respecto a otras plantas capaces de hilarse o de reducirse a tintes, que la tierra produce espontáneamente y la poca aplicación ha descuidado hasta los presentes tiempos.
Los premios que se establezcan en las Capitales de Provincia a favor de los que hagan tales averiguaciones y demuestren prácticamente el uso de las plantas reducibles a hilazas y tintes y materias, contribuirán a acelerar estos progresos y a suministrar materiales abundantísimos y varios a las fábricas populares en toda la Provincia. No debe esperarse jamás que los particulares, a sus expensas, se empleen en semejantes fatigas y desvelos, que además de la ocupación del tiempo y un prolijo estudio traen consigo gastos para repetir los experimentos que son necesarios. Lo peor es que tales gentes aplicadas suelen despreciarse como novelistas o visionarios, medio muy contrario a excitar su aplicación a cosas nuevas. No hay acción más reprensible que abatir la curiosidad y aplicación honesta de las gentes. Si Alonso de Quintanilla hubiese despreciado a Cristóbal Colón, no se hubieran acaso descubierto las Indias.
Las Sociedades Económicas, tomando noticia de lo más notable que haya en los tres reinos, vegetal, mineral y animal, valiéndose de los Socios dispersos por las Provincias, llegarán a ponerse en estado de conocer las primeras materias de las artes, tintes, minerales y usos que se pueden hacer de las producciones propias y cuáles son más apreciables, o inferiores a las extrañas.