Dolora (Poema)
Nota: se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.
¡Pobre Lola! ¡qué abatida!
¡qué llorosa!
—¡Ay! que es muy triste mi vida!
¡Era yo de él tan querida...!
¡qué dichosa!
—¿Puedo yo darte consuelo?
di, mi bien.
—¡Sólo le hallaré en el cielo!
—No te apures, que en el suela
lo hay también.
Hoy tu amor se ha convertido
en dolor:
si grande la causa ha sido,
yo ofrezco, aquí rendido,
nuevo amor.
—¿Tú serás capaz de amarme?
dilo, Eduardo:
¿nunca llegarás a odiarme?
—No, que Amor supo clavarme
bien el dardo.
Yo seré, Lola, tu esclavo;
yo seré...
—¡De comprenderte no acabo!
¿Esclavo dijiste? ¡Bravo!
—Di, ¿pues qué...?
—El amante que hoy se aleja con dolor
de mi lado, en esta reja,
donde la luna refleja,
juró amor.
Yo le quise, pues su acento
me agradaba;
pero llegó aquel momento
en que, de mi amor sediento,
¡ay! lloraba.
Vi su llanto y dióme enojo;
que el amante
no ha de sufrir el sonrojo
de mostrarse así.., tan flojo
y delirante.
No quiero esclavos conmigo,
buen Eduardo;
lo siento como lo digo:
Amor te hizo mi enemigo
con su dardo.
Marchóse Eduardo expresando
en su rostro gran disgusto,
y exclamó para sí hablando:
«¡Uf! ¡qué susto!»
¿Quieres, niña, quien domine
con su amor el tuyo? ¡Ay, Lola!
Muy fácil será que fine...
¡Carambola!