Don Álvaro o La fuerza del sino/Jornada primera
Jornada primera
La escena es en Sevilla y sus alrededores.
La escena representa la entrada del antiguo puente de barcas de Triana, el que estará practicable a la derecha. En primer término al mismo lado un aguaducho, o barraca de tablas y lonas, con un letrero que diga: Agua de Tomares: dentro habrá un mostrador rústico con cuatro grandes cántaros, macetas de flores, vasos, un anafre con una cafetera de hoja de lata, y una bandeja con azucarrillos. Delante del aguaducho habrá bancos de pino. Al fondo se descubrirá de lejos parte del arrabal de Triana, la huerta de los Remedios con sus altos cipreses, el río y varios barcos en él, con flámulas y gallardetes. A la izquierda se verá en lontananza la alameda. Varios habitantes de Sevilla cruzarán en todas direcciones durante la escena. El cielo demostrará el ponerse el sol en una tarde de julio, y al descorrerse el telón aparecerán: EL TÍO PACO, detrás del mostrador en mangas de camisa; EL OFICIAL, bebiendo un vaso de agua, y de pie, PRECIOSILLA a su lado templando una guitarra; EL MAJO y los DOS HABITANTES DE SEVILLA, sentados en los bancos
OFICIAL | Vamos, Preciosilla, cántanos la rondeña. Pronto, pronto: ya está bien templada. |
PRECIOSILLA | Señorito, no sea su merced tan súpito. Déme antes esa mano, y le diré la buenaventura. |
OFICIAL | Quita, que no quiero zalamerías. Aunque efectivamente tuvieras la habilidad de decirme lo que me ha de suceder, no quisiera oírtelo... Sí, casi siempre conviene el ignorarlo. |
MAJO | (Levantándose) Pues yo quiero que me diga la buenaventura esta prenda. He aquí mi mano. |
PRECIOSILLA | Retira usted allá esa porquería... Jesús, ni verla quiero, no sea que se encele aquella niña de los ojos grandes. |
MAJO | (Sentándose.) ¡Qué se ha de encelar de ti, pendón! |
PRECIOSILLA | Vaya, saleroso, no se cargue usted de estera, convídeme a alguna cosita. |
MAJO | Tío Paco, déle usted un vaso de agua a esta criatura, por mi cuenta. |
PRECIOSILLA | ¿Y con panal? |
OFICIAL | Sí, y después que te refresques el garguero y que te endulces la boca, nos cantarás las corraleras. |
(El aguador sirve un vaso de agua con panal a Preciosilla, y el Oficial se sienta junto al Majo.) | |
HABITANTE 1º | Hola; aquí viene el señor canónigo
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CANÓNIGO | Buenas tardes, caballeros. |
HABITANTE 2º | Temíamos no tener la dicha de ver a su merced esta tarde, señor canónigo. |
CANÓNIGO | (Sentándose y limpiándose el sudor.) ¿Qué persona de buen gusto, viviendo en Sevilla, puede dejar de venir todas las tardes de verano a beber la deliciosa agua de Tomares, que con tanta limpieza y pulcritud nos da el tío Paco, y a ver un ratito este puente de Triana, que es lo mejor del mundo? |
HABITANTE 1º | Como ya se está poniendo el sol... |
CANÓNIGO | Tío Paco, un vasito de la fresca. |
TÍO PACO | Está usía muy sudado; en descansando un poquito le daré el refrigerio. |
MAJO | Dale a su señoría el agua templada. |
CANÓNIGO | No, que hace mucho calor. |
MAJO | Pues yo templada la he bebido, para tener el pecho suave, y poder entonar el rosario por el barrio de la Borcinería, que a mí me toca esta noche. |
OFICIAL | Para suavizar el pecho, mejor es un trago de aguardiente. |
MAJO | El aguardiente es bueno para sosegarlo después de haber cantado la letanía. |
OFICIAL | Yo lo tomo antes y después de mandar el ejercicio. |
PRECIOSILLA | (Habrá estado punteando la guitarra, y dirá al Majo:) Oiga usted, rumboso, ¿y cantará usted esta noche la letanía delante del balcón de aquella persona?... |
CANÓNIGO | Las cosas santas se han de tratar santamente. Vamos. ¿Y qué tal los toros de ayer? |
MAJO | El toro berrendo, de Utrera, salió un buen bicho, muy pegajoso... Demasiado. |
HABITANTE 1º | Como que se me figura que le tuvo usted asco. |
MAJO | Compadre, alto allá, que yo soy muy duro de estómago... aquí está mi capa (Enseña un desgarrón.), diciendo por esta boca, que no anduvo muy lejos. |
HABITANTE 2º | No fue la corrida tan buena como la anterior. |
PRECIOSILLA | Como que ha faltado en ella don Álvaro el indiano, que a caballo y a pie es el mejor torero que tiene España. |
MAJO | Es verdad que es todo un hombre, muy duro con el ganado, y muy echado adelante. |
PRECIOSILLA | Y muy buen mozo. |
HABITANTE 1º | ¿Y porqué no se presentaría ayer en la plaza? |
OFICIAL | Harto tenía que hacer con estarse llorando el mal fin de sus amores. |
MAJO | Pues qué, ¿lo ha plantado ya la hija del señor marqués?... |
OFICIAL | No: DOÑA LEONOR no lo ha plantado a él, pero el marqués la ha trasplantado a ella. |
HABITANTE 2º | ¿Cómo?... |
HABITANTE 1º | Amigo, el señor marqués de Calatrava tiene mucho copete, y sobrada vanidad para permitir que un advenedizo sea su yerno. |
OFICIAL | ¿Y qué más podía apetecer su señoría, que el ver casada a su hija (que con todos sus pergaminos está muerta de hambre), con un hombre riquísimo, y cuyos modales están pregonando que es un caballero? |
PRECIOSILLA | Si los señores de Sevilla son vanidad y pobreza todo en una pieza. Don Álvaro es digno de ser marido de una emperadora... ¡Qué gallardo!... ¡Qué formal y qué generoso!... Hace pocos días que le dije la buenaventura (y por cierto no es buena la que le espera si las rayas de la mano no mienten), y me dio una onza de oro como un sol de mediodía. |
TÍO PACO | Cuantas veces viene aquí a beber me pone sobre el mostrador una peseta columnaria. |
MAJO | ¡Y vaya un hombre valiente! Cuando en la Alameda Vieja le salieron aquella noche los siete hombres más duros que tiene Sevilla, metió mano y me los acorraló a todos contra las tapias del picadero. |
OFICIAL | Y en el desafío que tuvo con el capitán de artillería se portó como un caballero. |
PRECIOSILLA | El marqués de Calatrava es un vejete tan ruin, que por no aflojar la mosca, y por no gastar... |
OFICIAL | Lo que debía hacer don Álvaro era darle una paliza que... |
CANÓNIGO | Paso, paso, señor militar. Los padres tienen derecho de casar a sus hijas con quien les convenga. |
OFICIAL | ¿Y por qué no le ha de convenir don Álvaro? ¿Porque no ha nacido en Sevilla?... Fuera de Sevilla nacen también caballeros. |
CANÓNIGO | Fuera de Sevilla nacen también caballeros, sí señor; pero... ¿lo es don Álvaro?... Sólo sabemos que ha venido de Indias hace dos meses, y que ha traído dos negros y mucho dinero... ¿Pero quién es?... |
HABITANTE 1º | Se dicen tantas y tales cosas de él... |
HABITANTE 2º | Es un ente muy misterioso. |
TÍO PACO | La otra tarde estuvieron aquí unos señores hablando de lo mismo, y uno de ellos dijo que el tal don Álvaro había hecho sus riquezas siendo pirata... |
MAJO | ¡Jesucristo! |
TÍO PACO | Y otro, que don Álvaro era hijo bastardo de un grande de España, y de una reina mora... |
OFICIAL | ¡Qué disparate! |
TÍO PACO | Y luego dijeron que no, que era... no lo puedo declarar... finca... o brinca... una cosa así... así como... una cosa muy grande allá de la otra banda. |
OFICIAL | ¿Inca? |
TÍO PACO | Sí, señor, eso, Inca... Inca. |
CANÓNIGO | Calle usted, tío Paco, no diga sandeces. |
TÍO PACO | Yo nada digo, ni me meto en honduras; para mí cada uno es hijo de sus obras, y en siendo buen cristiano y caritativo... |
PRECIOSILLA | Y generoso y galán. |
OFICIAL | El vejete roñoso del marqués de Calatrava hace muy mal en negarle su hija. |
CANÓNIGO | Señor militar, el señor marqués hace muy bien. El caso es sencillísimo. Don Álvaro llegó hace dos meses, nadie sabe quién es. Ha pedido en casamiento a DOÑA LEONOR, y el marqués, no juzgándolo buen partido para su hija, se la ha negado. Parece que la señorita estaba encaprichadilla, fascinada, y el padre se la ha llevado al campo, a la hacienda que tiene en el Aljarafe, para distraerla. En todo lo cual el señor marqués se ha comportado como persona prudente. |
OFICIAL | ¿Y don Álvaro, qué hará? |
CANÓNIGO | Para acertarlo debe buscar otra novia: porque si insiste en sus descabelladas pretensiones, se expone a que los hijos del señor marqués vengan, el uno de la universidad, y el otro del regimiento, a sacarle de los cascos los amores de DOÑA LEONOR. |
OFICIAL | Muy partidario soy de don Álvaro, aunque no le he hablado en mi vida, y sentiría verlo empeñado en un lance con don Carlos, el hijo mayorazgo del marqués. Le he visto el mes pasado en Barcelona, y he oído contar los dos últimos desafíos que ha tenido ya: y se le puede ayunar. |
CANÓNIGO | Es uno de los oficiales más valientes del regimiento de Guardias Españolas, donde no se chancea en esto de lances de honor. |
HABITANTE 1º | Pues el hijo segundo del señor marqués, el don Alfonso, no le va en zaga. Mi primo, que acaba de llegar de Salamanca, me ha dicho que es el coco de la universidad, más espadachín que estudiante, y que tiene metidos en un puño a los matones sopistas. |
MAJO | ¿Y desde cuándo está fuera de Sevilla la señorita DOÑA LEONOR? |
OFICIAL | Hace cuatro días que se la llevó el padre a su hacienda, sacándola de aquí a las cinco de la mañana, después de haber estado toda la noche hecha la casa un infierno. |
PRECIOSILLA | ¡Pobre niña!... ¡Qué linda que es, y qué salada!... Negra suerte le espera... Mi madre la dijo la buenaventura, recién nacida, y siempre que la nombra se le saltan las lágrimas... Pues el generoso don Álvaro... |
HABITANTE 1º | En nombrando el ruin de Roma luego asoma... allí viene don Álvaro. |
Empieza a anochecer, y se va oscureciendo el teatro. DON ÁLVARO sale embozado en una capa de seda, con un gran sombrero blanco, botines y espuelas: cruza lentamente la escena mirando con dignidad y melancolía a todos lados, y se va por el puente. Todos lo observan en gran silencio
MAJO | ¿Adónde irá a estas horas? |
CANÓNIGO | A tomar el fresco al Altozano. |
TÍO PACO | Dios vaya con él. |
MILITAR | ¿A qué va al Aljarafe? |
TÍO PACO | Yo no sé, pero como estoy siempre aquí de día y de noche, soy un vigilante centinela de cuanto pasa por esta puente... Hace tres días que a media tarde pasa por ella hacia allá un negro con dos caballos de mano, y que don Álvaro pasa a estas horas; y luego a las cinco de la mañana vuelve a pasar hacia acá, siempre a pie, y como media hora después pasa el negro con los mismos caballos llenos de polvo y de sudor. |
CANÓNIGO | ¿Cómo?... ¿Qué me cuenta usted, tío Paco?... |
TÍO PACO | Yo nada, digo lo que he visto; y esta tarde ya ha pasado el negro, y hoy no lleva dos caballos, sino tres. |
HABITANTE 1º | Lo que es atravesar el puente hacia allá a estas horas, he visto yo a don Álvaro tres tardes seguidas. |
MAJO | Y yo he visto ayer a la salida de Triana al negro con los caballos. |
HABITANTE 2º | Y anoche viniendo yo de San Juan de Alfarache, me paré en medio del olivar a apretar las cinchas a mi caballo, y pasó a mi lado, sin verme y a escape, don Álvaro, como alma que llevan los demonios, y detrás iba el negro: Los conocí por la jaca torda, que no se puede despintar... ¡cada relámpago que daban las herraduras!... |
CANÓNIGO | (Levantándose y aparte.) ¡Hola! ¡hola!... Preciso es dar aviso al señor marqués. |
MILITAR | Me alegrara de que la niña traspusiese una noche con su amante, y dejara al vejete pelándose las barbas. |
CANÓNIGO | Buenas noches, caballeros: me voy, que empieza a ser tarde. (Aparte yéndose.) Sería faltar a la amistad no avisar al instante al marqués de que don Álvaro le ronda la hacienda. Tal vez podamos evitar una desgracia. |
El teatro representa una sala colgada de damasco, con retratos de familia, escudos de armas y los adornos que se estilaban en el siglo pasado, pero todo deteriorado, y habrá dos balcones, uno cerrado y otro abierto y practicable, por el que se verá un cielo puro, iluminado por la luna, y algunas copas de árboles. Se pondrá en medio una mesa con tapete de damasco, y sobre ella habrá una guitarra, vasos chinescos con flores, y dos candeleros de plata con velas, únicas luces que alumbrarán la escena. Junto a la mesa habrá un sillón. Por la izquierda entrará el MARQUÉS DE CALATRAVA con una palmatoria en la mano, y detrás de él DOÑA LEONOR, y por la derecha entra la CRIADA
MARQUÉS | (Abrazando y besando a su hija.) Buenas noches, hija mía; |
DOÑA LEONOR | (Abatida y turbada.) Buenas noches, padre mío. |
MARQUÉS | Allá para Navidad iremos a la ciudad: |
DOÑA LEONOR | ¿Pues no? ¿qué más puedo anhelar yo? |
MARQUÉS | Los dos lograrán licencia. Ambos tienen mano franca |
DOÑA LEONOR | Dejarlo será mejor a su gusto delicado. |
MARQUÉS | Lo tienen, y muy sobrado: como tú quieras, Leonor. |
CURRA | Si como a usted, señorita, carta blanca se me diera, |
MARQUÉS | Lo que gustes, hija mía. Sabes que el ídolo eres |
(La abraza y besa tiernamente.) | |
DOÑA LEONOR | ¡Padre!... ¡Señor!... (Afligida.) |
MARQUÉS | La alegría vuelva a ti, prenda del alma; |
DOÑA LEONOR | (Echándose en brazos de su padre con gran desconsuelo.) ¡Padre amado!... ¡Padre mío! |
MARQUÉS | Basta, basta... ¿Qué te agita? (Con gran ternura.) |
DOÑA LEONOR | ¡Padre!... ¡Padre! |
MARQUÉS | (Acariciándola y desasiéndose de sus brazos.) Adiós, mi bien. |
(Vase el marqués, y queda Leonor muy abatida y llorosa sentada en el sillón.) |
CURRA va detrás del MARQUÉS, cierra la puerta por donde aquél se ha ido, y vuelve cerca de LEONOR | |
CURRA | ¡Gracias a Dios!... me temí que todito se enredase, |
(Saca CURRA unas maletas y ropa, y se pone a arreglarlo todo sin que en ello repare DOÑA LEONOR.) | |
DOÑA LEONOR | ¡Infeliz de mí!... ¡Dios mío! ¿Por qué un amoroso padre, |
CURRA | ¿Si viviera la señora? usted está delirante. |
DOÑA LEONOR | ¡Ay, Curra!... ¡Si penetrases cómo tengo el alma! Fuerza |
CURRA | ¡Pues hubiéramos quedado frescas, y echado un buen lance! |
DOÑA LEONOR | ¡Ay, Curra!...El alma me partes. |
CURRA | Y todo esto, señorita, porque la desgracia grande |
DOÑA LEONOR | Basta, Curra; no mi pecho despedaces. |
CURRA | Sola no, que yo soy alguien, y también Antonio va, |
DOÑA LEONOR | ¿Y mañana? |
CURRA | Día grande. Usted la adorada esposa |
DOÑA LEONOR | ¿Y mi anciano y tierno padre? |
CURRA | ¿Quién?... ¿Señor?... rabiará un poco, pateará, contará, el lance |
DOÑA LEONOR | ¿Y mis hermanos del alma? |
CURRA | ¡Toma! ¡Toma!... Cuando agarren del generoso cuñado, |
DOÑA LEONOR | No corre en tus venas sangre. ¡Jesús, y qué cosas tienes! |
CURRA | Porque digo las verdades. |
DOÑA LEONOR | ¡Ay desdichada de mí! |
CURRA | Desdichada por cierto grande el ser adorado dueño |
DOÑA LEONOR | Sí, tarde es, y aun no parece don Álvaro... ¡Oh, si faltase |
CURRA | Indudable es que está de centinela |
DOÑA LEONOR | ¡Curra!... ¿Qué suena?... ¿Escuchaste? (Con gran sobresalto.) |
CURRA | Pisadas son de caballos. |
DOÑA LEONOR | ¡Ay! él es... (Corre al balcón.) |
CURRA | Si que faltase era imposible... |
DOÑA LEONOR | ¡Dios mío! (Muy agitada.) |
CURRA | Pecho al agua, y adelante. |
DON ÁLVARO en cuerpo, con una jaquetilla de mangas perdidas sobre una rica chupa de majo, redecilla, calzón de ante, etc., entra por el balcón y se echa en brazos de LEONOR | |
D. ÁLVARO | (Con gran vehemencia.) ¡Ángel consolador del alma mía! |
DOÑA LEONOR | ¡Don Álvaro! (Muy agitada.) |
D. ÁLVARO | Mi bien, mi Dios, mi todo ¿Qué te agita y te turba de tal modo? |
DOÑA LEONOR | Es ya tan tarde... |
D. ÁLVARO | ¿Estabas enojada porque tardé en venir? De mi retardo |
CURRA | Sí: bajo del balcón, Antonio, el guarda, las maletas espera; |
DOÑA LEONOR | Curra, aguarda (Resuelta.) |
D. ÁLVARO | ¿Qué, encanto mío?... ¿Por qué tiempo perder?... La jaca torda, |
DOÑA LEONOR | Es tan tarde... ¡Don Álvaro! |
D. ÁLVARO | Muchacha (A Curra.) ¿qué te detiene ya? Corre, despacha; |
DOÑA LEONOR | Curra, Curra, detente. (Fuera de sí.) ¡Don Álvaro! |
D. ÁLVARO | ¡Leonor! |
DOÑA LEONOR | ¡Dejadlo os ruego para mañana! |
D. ÁLVARO | ¿Qué? |
DOÑA LEONOR | Más fácilmente... |
D. ÁLVARO | (Demudado y confuso.) ¿Qué es esto, qué, Leonor? ¿Te falta ahora |
DOÑA LEONOR | ¡Don Álvaro! ¡Don Álvaro! |
D. ÁLVARO | ¡Señora! |
DOÑA LEONOR | ¡Ay! me partís el alma... |
D. ÁLVARO | Destrozado tengo yo el corazón... ¿Dónde está, dónde, |
DOÑA LEONOR | (Echándose en sus brazos.) No, no, te adoro. ¡Don Álvaro!... ¡Mi bien!... vamos, sí, vamos, |
D. ÁLVARO | ¡Oh mi Leonor! |
CURRA | El tiempo no perdamos. |
D. ÁLVARO | ¡Mi encanto! ¡Mi tesoro! (DOÑA LEONOR muy abatida se apoya en el |
DOÑA LEONOR | ¡Don Álvaro! |
D. ÁLVARO | ¡Leonor! (Pausa.) Fuerza bastante hay para todo en mí... ¡Desventurado! |
DOÑA LEONOR | Mi dulce esposo, con el alma y vida es tuya tu Leonor; mi dicha fundo |
DOÑA LEONOR | ¡Dios mío! ¿Qué ruido es éste? ¡Don Álvaro! |
CURRA | Parece que han abierto la puerta del patio... y la de la escalera... |
DOÑA LEONOR | ¿Se habrá puesto malo mi padre?... |
CURRA | ¡Qué! No señora, el ruido viene de otra parte. |
DOÑA LEONOR | ¿Habrá llegado alguno de mis hermanos? |
DON ÁLVARO | Vamos, vamos, Leonor, no perdamos un instante. (Vuelven hacia el balcón, y de repente |
DOÑA LEONOR | Somos perdidos... Estamos descubiertos... |
DON ÁLVARO | Serenidad es necesario en todo caso. |
CURRA | La Virgen del Rosario nos valga, y las ánimas benditas... |
DON ÁLVARO | Calla, maldita, no llames la atención hacia este lado; |
DOÑA LEONOR | ¡Ay desdichada de mí!... Don Álvaro, escóndete... aquí... en mi alcoba... |
DON ÁLVARO | (Resuelto.) No, yo no me escondo... No te abandono en tal conflicto. |
DOÑA LEONOR | (Asustadísima.) ¿Qué intentas? ¡Ay! retira esa pistola, que me hiela la sangre... |
DON ÁLVARO | (Profundamente confundido.) No, no, amor mío... la emplearé en dar fin a mi desventurada vida. |
DOÑA LEONOR | ¡Qué horror! ¡Don Álvaro! |