Dos rosas y dos rosales: 12
V.
[editar]Llegó á la torre el doctor;
Y sabiéndole al encuentro,
Guióle el barón por dentro
De su dédalo interior,
Hasta aquella galería
En la cual el apartado
Salón dó se habia encerrado
Su hijo Don Carlos se abria.
Al corredor al salir,
Aquel golpear continuado
De que el barón le habia hablado
Comenzó el doctor á oír;
Y reteniendo el aliento,
Todo en oír absorvido,
El carácter de aquel ruido
Escuchó por un momento.
Al cabo de él, dilató
Sus labios una sonrisa:
Y hacia aquel rumor, gran prisa
Mostrando, se adelantó.
Tras él echando: “aquí es”
Dijo el barón señalando
La puerta, á la cual llegando
Dijo el doctor: “abrid pues.”
Oye el barón con asombro
Del médico la propuesta
Y, para atajarle, puesta
Una mano sobre el hombro,
Díjole: ¿“olvidado habéis
Doctor, que furioso está.”?
“Conmigo se amansará:
Dijo el doctor: ya veréis.
Dejadme entender á mí
Con él, que estoy con los locos
Hecho á tratar, y hubo pocos
Con quienes no me entendí.”
Y puso el doctor la mano
En la misteriosa puerta;
La cual no aguardó á que abierta
Fuera el viejo castellano,
Sino que haciéndose poco
A poco atrás, previsor
Dejé con su hijo al doctor:
Que aunque era su hijo era loco.
Llamó el doctor, y al instante
Abriendo una de sus hojas,
Pareció en la puerta, rojas
Las mejillas, el semblante
Descompuesto, la mirada
Vaga, la barba crecida,
Don Cárlos, de la otra vida
Como fantasma evocada.
Fijó en el doctor los ojos,
Quien con mirada potente
Comenzando los antojos
A dominar del demente,
Inundóle las pupilas
Con el oculto fluido
De las suyas desprendido,
Limpias, tenaces, tranquilas.
Y fuese que la influencia
Del doctor le avasallara,
O que en su mente escitara
Su vista reminiscencia
Poderosa, quedó el loco
Ante el doctor fascinado,
Atraido y dominado
Siendo por él poco á poco.
Tomóle el viejo la mano
Sin que el mancebo opusiese
Resistencia alguna ó diese
Señal alguna de insano.
Alejóle de la puerta,
De hito en hito le dejó
Contemplarle, hasta que vio
Que iba su mirada incierta
Concentrándose y calmando
La espresion de su semblante
Ante el que le está delante
Sus recuerdos evocando;
Y cuando no tuvo duda
Del poder que en él ejerce,
Llamó para que le esfuerze
A la palabra en su ayuda.
Llevóle á parte buen trecho,
Cual queriendo recatar
Lo que le tiene que hablar
Del padre que está en acecho:
Y mientras el buen barón
Lo contempla hecho una pieza,
Metió el doctor con destreza
Al loco en conversación;
Y poco á poco un recuerdo
Tras otro el loco hilvanando,
Fué poco á poco trabando
Conversación con el cuerdo.
Pero dejemos, lector,
La narración y escuchemos
Su plática: así podremos
Hilar el cuento mejor.
DOCTOR. | —Ahora que nadie escuchar Nos puede, hablad ¿qué queréis? |
D. CARLOS. | —¿Yo? nada. |
DOCTOR. | —¿Porqué me habéis Mandado entonces llamar? |
D. CARLOS. | —¿Yo á vos? no por cierto. |
DOCTOR. | —¡Vaya! Y la he dejado por vos |
D. CARLOS. | —¿A quién? |
DOCTOR. | —¡Sea por Dios! Si dais en tener á raya |
D. CÁRLOS. | —¡Todo! |
DOCTOR. | —Todo.—Aun duerme: mas del modo Con que golpeáis recelamos |
D. CÁRLOS. | —¿Quién? |
DOCTOR. | —¡Pues es donosa Pregunta! ¿quién ha de ser? |
D. CARLOS. | —¡Silencio! |
DOCTOR. | —Es la cosa Que necesitamos mas; |
D. CARLOS. | —Peor Para él. |
DOCTOR. | —¿Por qué? |
D. CARLOS. | —Porque fiel A mi secreto, primero |
DOCTOR. | —¿Pues no Os dije ya que la vi |
D. CARLOS. | —Sí, sí; Pero esa es la que hice yo. |
DOCTOR. | —¿Vos? |
D. CARLOS. | —Yo, y su ira es inerme Contra esa que visteis vos; |
DOCTOR. | —¿Conque hay dos Rosas? |
D. CARLOS. | —Sin duda Una que fué y que no es ya, |
DOCTOR. | —Cierto: mas fiad en mí Que jamás se lo diré; |
D. CÁRLOS. | —Pues sí |
DOCTOR. | —Debe de ser una historia Muy linda. |
D. CÁRLOS. | —¡Vaya si lo es! Y una historia que después |
DOCTOR. | —¿De amor? |
D. CÁRLOS. | —Y de amor tan fuerte Que sobre la misma muerte |
DOCTOR. | —Contádmelo. |
D. CÁRLOS. | —¿Y con qué objeto Queréis que os lo cuente? |
DOCTOR. | —Yo Os lo diré luego. |
D. CÁRLOS. | —No: No os lo cuento, es un secreto. |
DOCTOR. | —Guardadle: mas os diré Francamente que saber |
D. CÁRLOS. | —¿Qué sabéis vos? |
DOCTOR. | —Sé un portento De amor, y de amor tan fuerte |
D. CÁRLOS. | —Contádmele. |
DOCTOR. | —No os le cuento Si el vuestro no me contais: |
D. CÁRLOS. | —Primero vos. |
DOCTOR. | —¿Y despues Vos? |
D. CÁRLOS. | —Sí. |
DOCTOR. | —¿Verdad? |
D. CÁRLOS. | —Sí. |
DOCTOR. | —Consiento En ello: escuchadme pues. |
D. CÁRLOS. | —Es verdad. |
DOCTOR. | —Y á Carlos amaba Rosa Con pasión tan verdadera, |
D. CÁRLOS. | —Es verdad. |
DOCTOR. | —Carlos era casi un niño, Rosa era muger apenas: |
D. CÁRLOS. | —Es verdad. |
DOCTOR. | —Mas Rosa y Carlos iguales Uno á otro no nacieron: |
D. CÁRLOS. | —Es verdad. |
DOCTOR. | —Mas en vano pretendieron Oponer tiempo y distancia |
D. CÁRLOS. | —Es verdad. |
DOCTOR. | —Cuando Carlos, hombre y libre, Volvió de reinos estraños, |
D. CÁRLOS. | —Es verdad. |
DOCTOR. | —Penetró el mozo en la estancia De Rosa; llegó á la puerta |
D. CÁRLOS. | —(Interrumpiendo.) Y la halló muerta Sobre su lecho. |
DOCTOR. | —Es verdad: Mas oid ahora el portento |
D. CÁRLOS. | —Contad. |
DOCTOR. | —Carlos viendo á Rosa muerta Perdió el juicio: al ver tan fuerte |
D. CÁRLOS. | —(Interrumpiéndole.) —El la muerte Fué quien la dió. |
DOCTOR. | —Es la verda: Mas como era un doctor sabio |
D. CÁRLOS. | —(Interrumpiendo.)—¡Mentira! Solo yo sé la verdad. |
Don Carlos que siempre atento,
Del doctor escuchó el cuento
Señales de asentimiento
Dando hasta el fin, cuando oyó
Que Rosa, resucitada,
Fué por el doctor casada,
Soltando una carcajada
Las espaldas le volvió.
Y yéndose hacia su padre,
Que absorto llegar le mira,
Le dijo: “todo mentira:
“Yo solo soy quien lo sé.
“El doctor es un malvado
“Asesino: él mató á Rosa:
“Mas yo hice otra, y su alma hermosa
“De los cielos robaré."
Comprender no pudo el padre
Las palabras de su hijo:
Mas no tan pronto las dijo
Como el doctor, que detrás
De él vino, comprendió astuto
Que su tiro habia derecho
Ido á dar del loco al pecho:
Pero era preciso más.
El médico habia querido,
Trayéndole á la memoria
Punto por punto su historia
Hasta el momento fatal
De su locura, obligarle
A revelar la manía
Que en ella le mantenía,
Para comprender su mal.
Mas viendo que solo á medias
Logrado habia su objeto,
Y decidido el secreto
De su demencia á apurar,
Fuese tras él, y á la puerta
Del salón que le da asilo,
Del diálogo roto el hilo
Volvió de este modo á atar.
DOCTOR. | —Si no fué el doctor quien pudo Volver la existencia á Rosa, |
Cayó en el lazo el demente:
Y cediendo á su amor propio
Provocado, de repente
Con la altiva magestad
Con que del mundo la máquina
Pudiera mostrarle abierta
Un genio, abriendo la puerta
Del salón dijo: “¡mirad!”
Tendió el doctor sus miradas
Por la misteriosa pieza,
Y fué á asomar la cabeza
Curioso el barón tras él.
De aquel pedazo de mármol
En el salón encerrado,
Un prodigio habia brotado
Del loco bajo el cincel.
Aquel informe peñasco
Tenia ya la figura
De una clásica escultura,
Cuya acabada labor
Revelaba el poderío
Y el instinto soberano
Del génio audaz y la mano
Firme de un gran escultor.
Era la imagen de Rosa
Sobre su lecho tendida,
No muerta, sino dormida
Con un sueño encantador.
Todas las turgentes líneas
De sus graciosos contornos,
De su ropa y sus adornos
Los detalles y el primor,
Y la candida sonrisa
Que en sus labios acusaba
Que su espíritu halagaba
Un sueño hermoso de amor,
Revelaban de consuno
Su amoroso pensamiento.
Bajo el casto sentimiento
De su virginal pudor.
Su movimiento era tanto,
Que cual obra de un encanto
Parecía decir: "duermo,
Pero voy á despertar.”
Y bien claro se veia
Que en tan moVil escultura
El amor y la locura
Trabajaron á la par.
Permaneció unos momentos
Su triunfo el loco gozando,
Y el asombro contemplando
Del médico y del barón
Con la altivez del artista
Que prueba, en su obra perfecta,
Que el hombre es la predilecta
Del que hizo la creación.
Mas cediendo poco á poco
El orgullo del artista
A la insensatez del loco,
A su demencia tornó;
Y asiéndoles de repente
Por los brazos, arrójóles
De la estancia bruscamente
Y por dentro la cerró.
Quedáronse ante la puerta,
El barón estupefacto
De la agresión de aquel acto
Tras de mansedumbre tal,
Y el buen doctor sonriéndose
A solas congratulándose
Y mil parabienes dándose
De ver remedio á su mal.
Al fin el barón, con la ansia
De ese indecible cariño
Del padre para quien niño
En toda edad su hijo es,
¿Qué opináis doctor? le dijo:
Y este respondió: “le curo.”
BARON. | —¿De cierto? |
DOCTOR. | —¡Bah! estoy seguro. |
BARON. | —¿Cuándo? |
DOCTOR. | —Pronto. |
BARON. | —Empezad, pues. |
DOCTOR. | —Pues tomad: dadle seis gotas Del licor de este frasquillo |
BARON. | —¡Ah doctor! y ¿cómo.entonces Recompensaros podria |
DOCTOR. | —Todavía Mejor de lo que creéis vos |
BARON. | —¿Decidme Con qué? |
DOCTOR. | —Con solo una cosa. |
BARON. | —¿Cuál es? |
DOCTOR. | —La estatua de Rosa. |
BARON. | —¿Con eso? |
DOCTOR. | —Con eso: adios. |
Y así diciendo, á la puerta
Ya el doctor se dirijía,
Cuando el barón, que aun tenia
En el alma otro escozor
Que en ella habian escitado
Las palabras de su hijo,
Corrió á atajarle y le dijo:
“Una pregunta, doctor.”
Detúvose éste, y mirándose
Uno á otro cara á cara,
A que el barón se esplicára
Esperó en calma el doctor.
Mas hay preguntas difíciles
Que dejan al mas osado
Al ir á hacerlas cortado,
Porque atacan al honor.
Y la que el barón sentia
Saltársele de la lengua,
Al irla á hacer preveía
Que iba al doctor á ofender;
Mas ya le habia atajado,
Y ya el doctor escuchaba,
Y el buen barón ya no hallaba
Medio de retroceder.
Al fin el doctor, mirando
Que andaba el barón confuso,
Vueltas á una idea dando
Sin poderla formular
En palabras convenientes,
Y sospechando cual era
Su idea, de esta manera
Volvió el diálogo á entablar.
DOCTOR. | —Vamos, barón, ¿qué tenemos De nuevo? hablad: ya os escucho. |
BARON. | —Es cosa que cuesta mucho decir. |
DOCTOR. | —Decidla ¡pardiez! Sin temor. |
BARON. | —Va á sorprenderos. |
DOCTOR. | —Nada hay que á mi me sorprenda, Baron. |
BARON. | —Puede que os ofenda. |
DOCTOR. | —Solo ofende la doblez: Y en el modo con que á tientas |
BARON. | —Pues bien: oyendo la historia Que habéis contado á mi hijo |
DOCTOR. | —¿En las palabras de un loco Vais á fundar un misterio? |
BARON. | —Es que lo que dijo es serio. |
DOCTOR. | —Dijo que á Rosa maté. |
BARON. | —Perdonad; mas si en un hecho Su acusacion se fundara… |
DOCTOR. | —Suponed que la matara ¿Y qué? |
BARON. | —¡Diablo! ¿cómo y qué? ¡Pues ahí es nada el negocio! |
DOCTOR. | —No puede ser mas sencillo; Baron ¿en vuestro castillo |
BARON. | —Sí. |
DOCTOR. | —Pues yo mando en mi casa Y en mi hija: y está enterrada |
BARON. | —¡Santo Dios! ¿Confesais que la matásteis? |
DOCTOR. | —¡Bah! baron, no tengais miedo, Que resucitarla puedo |
BARON. | —¡Jamás podré comprenderos! |
DOCTOR. | —Pues confesais tal torpeza, No os calentéis la cabeza |
Dijo el doctor y partióse,
Dejando al buen castellano
Con el frasquillo en la mano
Diciéndose: "¡pesiamí!
“Por mucha razón que tenga
“Y por muy bien que la aplique,
“No habrá razón que me esplique
“Lo que está pasando aquí.
“Mas dice bien: en resumen
“Vale mas que hacer estremos
“Reflexionar: razonemos
“Pues. Que él la pudo matar
“Por no casarla con Carlos,
“Es imposible; ni fuera
“Tan audaz que se atreviera
“Así de su muerte á hablar.
“En suma ese es su secreto:
“Y á mas él manda en su casa
“Como él dijo, y lo que pasa
“Mas allá de su cancel
“A nadie le importa: en ella
“Hace él lo que le conviene,
“Y ni me vá ni me viene
“A mí nada en casa de él.
“Por otra parte, que anhela
“Curar á Carlos, es cosa
“Que se vé bien, mas si á Rosa
“Querrá vengar?… ¿Si será
“Verdad lo que de él se cuenta,
“Que es de raza de Agarenos,
“Y no son mas que venenos
“Las medicinas que dá?
“Tampoco es posible: sabe
“Que tiene en la corte amigos
“Carlos: y es asunto grave
“El dar con la inquisición.
“¿Mas quién demonios me mete
“A romperme la cabeza
“Con semejante simpleza?
“¡Al diablo la reflexión!
“Ese hombre hace maravillas
“Con sus frascos; y en conciencia
“No se le puede la ciencia
“Negar; y aunque yó no sé
“Que es lo que hay en su carácter
“De misterioso y exótico,
“Que yo á su genio estrambótico
“Jamás me acostumbraré,
“Si á Carlos devuelve el juicio
“Y por pago se contenta
“Con la estatua… de mi cuenta
“Sus sortilejios no son.
“Yo le busqué como médico
“Sin meterme en mas dibujos:
“Luego, si lo és, con los brujos
“Quémele la inquisición.”
¡Así piensa el necio siempre
Ciego, avaro y egoista,
Y en su mal á que le asista
La ciencia en que no cree vá!
Y así el barón, decidido
A aprovechar el ageno
Saber, duda si es veneno
Lo que la ciencia le dá!