El Capitán Pajarito: 4

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
IV

Tiempo pasó para llegar á domar la aspereza de lengua más indomable que mula cuyana dura de boca, atascado en el «quis vel qui»: todos los burros se atracan aquí. Pero tras largos años de estudios de consagración ejemplar, logró vestir hábito, alcanzando corona, y al fin cantó misa. Misa de Gallo, entre gallos y media noche, que era para el tenaz correntino la primera, sin duda para que no se percibieran galones bajo el sayal, y de sacristán ordenado «in sacris» de padrecito de misa y olla, aun no siempre contando con esta última, eleváronle á cura de almas, nombrado párroco en la iglesia de San Miguel en Corrientes. Allí predicaba en guaraní, según había ofrecido, y como más fácilmente se hacía comprender por los rurales de su feligresía, practicaba todas las virtudes, descollando en la enseñanza evangélica, en caridad cristiana y vida ejemplar. Día y más de uno hubo, que pobre mujer iba á decirle: «Padre, vengo á encargarle una misa por mi madre que en gloria esté, pero no tengo con qué pagarle, sino este único huevito que la comadreja olvidó en espeso biznagal que rodea mi pobre rancho.»

— Bueno, no importa hermana; será servida.

Todavía ese huevo no lo destinaba á su alimentó, llevándole á otra vecina más pobre. En cuanto al propio sustento, bien mezquino por cierto á su flaca humanidad tan económica, no se preocupaba, contando mesa puesta en todos los ranchos de la vecindad, donde se le llamaba al pasar, bien que en muchos no había mesa ni pernirrota. Cuando al sonar las doce la campanita de la iglesia, salía por cualquiera de las estrechas calles que la rodeaban, seguro estaba que en más de una asomaría correntina dadivosa á rogarle entrara á partir su pan de cada día.

— No caso único, — terminó el padre Quintana.

En los ejércitos de la Patria, aquí y en otras provincias, como en la misma España, en lucha por la independencia primero, y en la de los carlistas ¡cuántos sacerdotes á imitación de los Levitas del pueblo del Señor tuvieron que encabezar huestes para repeler invasores!

Si algunos sacerdotes tomaron armas, mayor número de hombres de armas colgaron éstas en las postrimerías de su vida, acaso desencantados de gloria mundanal.

El capitán Argerich que cargó en andas la imágen de Nuestra Señora de las Mercedes hasta el campo de la gloria en la ciudadela, al día siguiente de la victoria de Tucumán, fué uno de los más ilustrados curas de la parroquia de ese nombre en Buenos Aires, y el capitán fray Ortiz no será su último colega en la cuna de San Martín y Alvear, que milicia es la vida y batallar continuo toda ella.